domingo, 23 de diciembre de 2018

LA CENA DE NAVIDAD NO TIENE PLATOS


No sé qué podría comer en Navidad si hay quien no conoce el pan y con cualquier recurso de la naturaleza que sepa a duro sacia su hambre.

No sé qué podría comer en Navidad si hay quien espera que el envíen una bolsa con lo indispensable desde un avión, porque confía que el mundo sepa que hoy no tuvo agua para beber y necesita tener amigos.

No sé qué podría comer en Navidad cuando los villancicos suenan en la puerta de los hospitales y nadie los canta al oído, para que suenen a tratamiento cercano, caído del cielo de corazones bendecidos.

No sé qué podría comer en Navidad si para algunos la mesa es el mismo suelo o la tierra del desierto, donde lo único que se comparte es poder estrechar unas manos cargadas de calor por la frustración de no poder regalar a sus hijos en estas fiestas.

No sé qué podría comer en Navidad si el postre para algunos es el último bombardeo que sonó en la noche y el anuncio del Nacimiento de Jesús es la llegada de una tregua entrecortada por las lágrimas.

No sé qué podría comer en Navidad si hay quien espera las sobras para poder armar una sopa de ilusiones para quienes tienen su dirección en la misma calle, abandonados a su suerte bajo el puente o viven recordando eternamente su pasado a la luz de la hoguera en una noche helada.

No sé qué podría comer en Navidad si el pavo es el aguinaldo que menospreciamos y por lo que nos creemos samaritanos, durante un año, aunque el regalo haya ido cargado de menosprecio, lástima y olvido.

No sé qué podría comer en Navidad si tras las campanadas hay momentos no aceptados de humillación desde el corazón y el alma de la misma iglesia.

No sé qué podría comer en Navidad si he sido incapaz de perdonar y aún así me atrevo a orar para bendecir la reunión.

No sé qué podría comer en Navidad si desconozco el sentir al compartir los momentos que vivimos y los propósitos que se me cumplieron.

No sé qué podría comer en Navidad si hay quien no puede digerir porque quisiera coger el autobús de despedida y anhela que el dolor pare al ver la luz que anuncia su partida en un viaje sin regreso.

No sé qué podría comer en Navidad si he sido capaz de dejar a otros sin apoyo, aplaudiendo mi recorrido como ejemplar y evitando que se publiquen mis desaciertos en el eco de la calle.

No sé qué podría comer en Navidad si no he leído las páginas del diccionario donde se destaca la libertad, la hermandad y la solidaridad.

No sé qué podría comer en Navidad si sigo creyendo que hay muchas personas que consideran que su pesebre no es igual al de los demás.

Yo, en esta Navidad, voy a ayunar y así esperaré a mi próxima Navidad intentando que al menos pueda comerme el aperitivo en paz porque haya contribuido a hacer un mundo mucho mejor para todos.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN

viernes, 30 de noviembre de 2018

TU PESEBRE ES IGUAL QUE EL MÍO


Nos estamos acercando a Navidad y pareciese que nos cuesta trabajo reflexionar sobre la verdad con la que nos vestimos y salimos a la calle, porque da la impresión que algunos pretenden hacer creer que vinieron al mundo en un pesebre distinto al de los demás y a ellos quiero dirigir mi atención en el día de hoy.

Si duermes cerrando tu conexión con el mundo y sueñas sobre lo cotidiano, sintiendo la paz interior que sólo puede proporcionar tu paso por este mundo es, ni más ni menos, porque tu pesebre es igual que el mío.

Si gritas y corres, protestas y aceptas, porque eres parte de una sociedad que incluye lo que le interesa y margina lo que le molesta, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si lloras por rabia y te sientes impotente ante las injusticias, entablando conversaciones contigo mismo en los ratos de soledad, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si añoras el paso de los años y tu verdad quieres contrastarla con la de los demás, pensando que podrías actuar mejor de lo que haces en tu día a día, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si cuando rezas te acuerdas de quien está harto de pedir y no recibir nada, por lo que detienes tus voces de protesta y sacrificas lo que quieres para ti porque piensas que otros lo están mereciendo mucho antes que tú, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si te conformas con lo que tienes y aspiras a ser más grande como ser humano y con menos avaricia en tus propósitos, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si consideras que la herencia se  ve en los gestos y no en las posesiones, en los ejemplos que se copian y no en las escrituras que se firman, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si te vuelcas en las causas perdidas, esperando que el eco de tu voz le de fuerza a las esperanzas rotas de los lamentos que hicieron huella en la vida de quienes necesitan todo y de todos, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si te llena saber cada día lo que pasa a tu alrededor y cuestionar lasa actitudes con intereses creados, escondidas detrás de frases hechas y promesas de hojalata, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si no te desesperas por lo inalcanzable, porque estiras tus sueños para llegar a tocar el sol con la sencillez del niño que recién despierta, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si crees que los Reyes Magos son las oportunidades que tenemos en esta vida, cambiando el oro por la presencia, el incienso por la protección de los derechos y la mirra por la igualdad en las aspiraciones de todos, incluyendo a todos por igual, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si sigues mirando a tu alrededor y te da tristeza la falta de planificación y te armas de valor y llevas tus quejas al modelo organizativo, despertándoles el interés por los detalles que nos hacen grandes y necesarios, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si abonas tus deberes, al tiempo que exiges con la misma firmeza que se respeten tus derechos, a la luz de las injusticias del día a día, sin menoscabar en el rencor ni la envidia, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si cada día haces un balance de los abrazos recibidos y los mensajes regalados, y nunca sale a tu favor, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si al defecar huele mal y la orina sigue teniendo el mismo tinte de siempre, sin estar enfermo, si tu sangre sigue derramándose de color rojo rutilante y tus signos vitales son un reflejo de tus hábitos aprendidos, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si te sigue atrayendo un beso de la abuela o un consejo de la persona mayor que tengas cerca, si te ilusiona pasear a una mascota o acompañar en el llanto a un niño abandonado, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si lloras ante el espejo sin saber por qué y si te alimentas pensando en quien no puede hacerlo, si una vez al año pasas por el Hospital y te atreves a entrar a una habitación para saludar, si das los "buenos días" a la mañana fría y las "buenas noches" a la lagartija que se desplaza por la pared que alumbra la farola de la puerta de tu casa, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si necesitas abrigarte y te sigues preparando para que los demás te evalúen, si te entristece una despedida o te calma el corazón la brisa de la tarde, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Si nunca te apetece ofrecer lo que no tienes, si proclamas lo que eres capaz y estás dispuesto a hacer, si procuras poner en práctica lo que dijiste y si te presentas desnudo ante la vida, es porque tu pesebre es igual que el mío.

Desde mi pesebre, el mismo que el tuyo, tu amigo que nunca te falla




JUAN  

lunes, 12 de noviembre de 2018

EL PRINCIPIO DEL FIN


Todo el mundo piensa que debe terminar una cosa para alcanzar metas, que al fin y al cabo son "altos en el camino" donde hemos de revisar si vamos por el camino trazado.

Nos despertamos pensando en acabar la tarea y felicitarnos por el empeño, pudiendo descuidarnos cuanto sea necesario y suficientemente válido para darnos un empujón de ánimo.

Nos cargamos de buenas intenciones y somos partidarios -siempre- de convocar a los objetivos para comprobar que alguno de ellos sí se alcanzó y entonces dar fe de nuestro recorrido veraz y propositivo.

Hacemos gala del señorío de nuestros gestos y, aunque sólo sea para sacar a pasear a la presunción, delante de los demás, nos resignamos y llegamos al final, aunque con la lengua fuera y hartos de tanto hastío y sacrificio vano.

Volcamos nuestros afanes en creer que tenemos que escribir un libro, tener un hijo y sembrar un árbol, porque eso nos hará más padres, más ecológicos o se nos rellenarán las actitudes de más prosa en nuestra vida.

Y creemos que damos ejemplo al transmitir que somos resistentes y que el descanso se copia del mayor gestor de la Creación, para el mundo cristiano, pues después de crear el mundo, los animales, el sol y las estrellas, los mares y las cordilleras, después aún de darle vida al barro y a la costilla, se puso a descansar.

Pero en el punto y final es donde está el origen de un nuevo empeño y donde nacen las nuevas tareas, porque la vida debe sentir el ejercicio constante de enlazar los principios con los fines.

Hacemos algo porque terminó una anterior, que dió validez y textura, color y vida a lo que ahora emprendemos, porque el pasado es la plataforma de lanzamiento de lo que está por venir y el futuro, cuando acabemos, será el origen de un nuevo lanzamiento.

Sólo podemos transmitir empeño cuando seamos cíclicos, entendiendo que el principio del fin está en cada final, cuando tras el último paso nos quedaron ganas para impulsarnos una vez más hacia adelante, con un paso extra que inicia otro recorrido en nuestra vida. 

La vida no termina, por tanto, sino que se transforma en otra perspectiva o recorrido, cuerpo o alma, para que todo recicle nuestro esfuerzo en el alcance de un objetivo más, lo que dará sentido a nuestra existencia, sin momentos de vacilación ni auto-complacencia, porque ahí es donde perdemos minutos de libertad. 

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN

sábado, 27 de octubre de 2018

El carro de la corrupción




Hoy quiero hablar de ese modo de vivir “de espaldas a la realidad”, donde pareciese que “se hace mucho dinero” y se tienen amigos “de ocasión”, en cuyo vocabulario no hay espacio para la verdad y donde sólo se espera ganar el pan “con el sudor del de enfrente”.

Sí, voy a hablar de la “corrupción”, de ese mundo donde únicamente se habla de lo que no se va a hacer y se hace lo que nunca se prometió, porque en su interior subyace un guión especulativo, a la espera de que nunca salga a la luz.

Y es que podríamos compararlo con un carro “de los de antes”, como en la foto antigua que encabeza esta nota, de esos que arrastraban los caballos para trasladar “algo” de un sitio a otro, por miedo a ser descubierto o por un deseo inconfesable de salvaguardar el buen nombre o el prestigio auto-impuesto.

Se necesitan dos ruedas de madera, algo tan sencillo como eso, movidas por un engranaje, que funcione “a diario” para que siga rodando, pese lo que pese y pese a quien le pese.

Es preciso diseñar un cajón para transportar “medias verdades”, sin que haya la oportunidad de que puedan rebosar y desparramarse sobre la carretera, a la vista y paciencia de curiosos.

Hay que cubrirlo con un “toldo” para no dar pie a que los más suspicaces empiecen a imaginarse cosas que nunca podrán descubrir, a corto plazo.

Siempre habrá un palo que conecte esta estructura a unas ataduras que arrastrará el “mulo de carga”, que será quien sobrelleve el mayor peso y deberá estar dispuesto a no detener su marcha, al son de los giros de las ruedas y en los horarios más discretos y silenciosos.

Para finalizar, y por si el agotamiento del animal hiciese acto de presencia, el látigo de quien conduce el carro arremeterá contra la triste vida de quien tira para conseguir su sustento diario y sin derecho a reclamar en el intento.

Al final, se piensa que unas palmetadas o caricias van a compensar la triste realidad del sudor y lágrimas del cuadrúpedo resignado y bien alimentado, no disponiendo del tiempo para un descanso bien merecido, sin preguntarse más allá de lo que ve y sin imaginarse más allá de lo que siente.

Y, en lugar de sufrir por el cansancio animal, limpiar las heridas de los aparejos, procurar quitar los toldos para que todo el mundo compruebe la naturaleza de lo que se hace o movilizarse a la luz del día, todo el que puede fabrica su carro, compra su animal y se dispone a movilizar su carro a las mismas horas de sombra para ocultar cuanto pueda, porque ya se creó una escuela en la que es “casi imposible” revisar lo que se enseña y refutar lo que se demuestra.

Tu amigo, que nunca te falla

JUAN


viernes, 19 de octubre de 2018

EL QUERER DE LAS ACTITUDES


Hay momentos en los que estamos predispuestos a escuchar y ayudar, si está en nuestras manos el hacerlo y es entonces cuando preguntamos ¿Qué quieres? y, tras la respuesta buscamos las mejores oportunidades para apoyar y ayudar.

Hay, sin embargo, momentos en los que nos cuesta trabajo ayudar y queremos pasar de largo, convenciendo a los demás que nos confunden las voces o los gritos de quien busca consuelo y es entonces cuando lanzamos la pregunta ¿Qué será lo que quiere? y nos alejamos, poco a poco, convenciéndonos que no se puede hacer nada, o no deseamos hacer nada, en este caso.

Hay situaciones en que alguien se impone a los demás, participando del fango de la violencia con dominio y el sometimiento sin perdón y, sólo en esos casos, nos manifestamos con la frase "Quiero que me quieras", como si los sentimientos se pudiesen pagar como "un peón a sueldo".

Hay seres humanos que obligan a otros a manifestarse a la fuerza, como si fuese una tarea altruista por el bien de los demás y se lanza la orden "Quiero que le quieras", con el único propósito de adaptarse a situaciones límites o para evitar que otros sientan las discrepancias tan de cerca.

Hay personas con un alto grado de auto-estima y siempre piensan en la frase "Me quiero como soy", lo que traduce un cierto grado de conformismo, pero al mismo tiempo de adaptación a los vaivenes de la vida, procurando así protegerse ante cualquier contratiempo.

Hay quien transforma el querer en un piropo, porque entiende que el otro se merece una consideración especial y con una mirada especial, dos gestos ensamblados y una sonrisa, te dice "Cómo no te voy a querer" y, si lo entiendes a cabalidad, te apoya a seguir viviendo con otro talante y con más fuerza, si cabe.

Hay frases impregnadas de menosprecio, propias de quien busca información o pretende inmiscuirse en la vida de los demás, como "Pásate por allí como el que no quiere" y en los pasos se le nota, a leguas, que no era bienvenido ni se pudo encontrar bien hallado.

Hay impulsos que no son palmetadas y con una frase, de alguien con experiencia y que pretende convertirse en un soporte en tu vida, como cuando te dicen "si quieres, puedes", con lo que te ayuda a vencer miedos y limitantes en tu vida.

Hay momentos en los que el recuerdo se nos llena de lágrimas y los ojos se empapan de abrazos pasados, cuando te dices para tus adentros, mientras sueñas con los mejores momentos de tu vida, "cuánto lo quiero, aunque ya no esté con nosotros" y es un grito de rabia y una voz de alerta sobre la necesidad que tenemos de que ese alguien siguiera a nuestro lado.

Hay sueños que se visten de quereres, como al decir "Quisiera ser un poco más feliz", porque te encuentras vacío de oportunidades y buenas intenciones, como si se te hubieran agotado las caricias y las palmetadas de personas cercanas.

Hay, también, minutos en los que manifestamos nuestros sentimientos, con grandes discursos o con dos palabras que te trasladan al infinito, como "Cuánto te quiero" y cuánta dificultad supone el pronunciarlas, por falta de estímulos o de tiempo disponible para armar la frase desde el alfabeto del alma.

Tu amigo, que nunca te falla, quiere invitarte a que reflexiones sobre los quereres y los traigas a tu vida presente, donde querer sea parte de tu día a día.



JUAN 

sábado, 29 de septiembre de 2018

EL MUNDO DA MUCHAS VUELTAS

No somos conscientes de la realidad en que vivimos, porque pasamos de largo cuando alguien critica lo que va mal. Y lo hacemos porque creemos que nos van a señalar y eso pondría en tela de juicio lo que siempre defendimos y apoyamos.

Nos acostumbramos a las amenazas y los crímenes, como si viviésemos -en primera persona- el guión de un largometraje con trasfondo de novela negra. 

La basura es retirada de los cubos y la trasladamos a campos donde la compactamos y la convertimos en compost, pensando que todo lo que crecerá con sus nutrientes será más verdadero que cada uno de sus componentes.

Nos callamos si se le da más importancia al empate, en un partido de los más clásicos del panorama futbolístico, que a la curva de pobreza y dejamos de sensibilizarnos con quienes sufrieron con un robo porque se quiere dar una segunda oportunidad a quien metió la mano donde no debía.

No protestamos si encontramos faltas de ortografía en el comportamiento de grandes líderes, pero acostumbramos a hacerlo si las cosas no lucen como quisiéramos, aunque sea un derecho adquirido, porque se quiere contribuir a alcanzar mejores oportunidades para todos, aunque olvidándonos de la verdadera contaminación de la pobreza, la marginación y la desigualdad, verdaderos fenómenos sociales de los que todos somos parte integral. 

Damos un "me gusta" a alguien porque queremos quedar bien y luego aplaudimos el número de seguidores para lanzar una propuesta, con sabor a beneficio.

Cada día mueren más personas que luchan por ideales, que debieran ser de todos y los abandonamos a su suerte en el empeño más digno y cargado de sentimentalismo verdadero.

Definimos a las personas como "individuos que vivimos en sociedad", aunque pasemos de largo si nos piden ayuda y con esa definición también podrían ser personas los animales, con su instinto y nada más. Ser personas implica comprometerse y entregarse, despertar en el sueño de los demás y valorar al otro antes que a ti mismo, sentir los problemas como propios y luchar por una dignidad que nos corresponde y vincula.

Pretendemos alcanzar puestos de responsabilidad para hacer carrera y mantener un estatus, pero no para servir con lo que se puede regalar, por responsabilidad con los demás, a cambio de un apoyo y una entrega.

Seguimos alejándonos de los más desprotegidos, aunque se lea su sufrimiento -pasado y presente- en la lectura diaria de los medios de comunicación, porque desconocemos cómo hacerlo o porque consideramos que le corresponde a otros velar por el bienestar de esos grupos sociales marcados, señalados o relegados.

Creemos que la macro-economía da de comer a los más necesitados y sólo alimenta el ego de los más poderosos. Enseñamos a leer y escribir, pero no es suficiente en un mundo de cocodrilos, donde "el mundo da muchas vueltas".

Nos despreocupamos de leer programas que van a gobernar nuestras vidas, ya que pensamos -como ingenuos despreocupados- que todo el mundo es bueno mientras no demuestre lo contrario y el problema llega cuando las ilusiones nos abandonan y se despiden de nosotros, disculpándose por decisiones -aparentemente equivocadas y a destiempo-.

Entendemos más de cuestiones de bolsa que de economía local y nos preparamos más para el cambio climático que para saber dar la respuesta adecuada, acompañada de buenos abrazos.

Aplaudimos cuando el mensaje no lo merece, porque lo hace el grupo y dejamos de sintonizar con nuestra alma cuando se vislumbra dinero de por medio.

Es cierto que el mundo da muchas vueltas y va pareciéndose a una noria, que no para mientras se sigan pagando pasajes o hasta que el engranaje se oxide y rompa.

¡Qué poco trabajo nos costaría engrasar el mecanismo que nos permite subir y bajar, aplaudiendo cuando haya un mérito social y liderando cuando las necesidades sean las más reales y sentidas por aquellos que más nos necesitan¡

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 


domingo, 16 de septiembre de 2018

ESCUCHO A QUIENES LES DUELE TANTO SEGUIR VIVO


No es infrecuente escuchar lamentos de quienes pasean por los parques y acuden a lugares públicos, deseando un cambio de imagen en este mundo porque les duele seguir vivos, abandonados con su mochila de formación especializada y sin esperanza de ser escuchados.

No es raro mirar a tu alrededor y sentir la pena de seres humanos marcados por las diferencias que la vida dejó estigmatizadas en su color, su apariencia o sus limitaciones y que sienten mucho dolor por seguir vivos, porque hemos sido educados para huir de la pluralidad sencilla y hermosa, sin reconocer que quienes cuestionamos podemos estar siendo los diferentes en un hipotético mundo de iguales.

Es singular que en los grupos de auto-ayuda salte la voz reprimida de alguien que quiere reclamar menos dolor por estar entre todos nosotros, pidiendo cambiar los analgésicos por la presencia y el odio por la comprensión.

Es notorio el hartazgo de quienes toleran el dolor de estar vivos en un mundo donde anunciamos el proyecto de santidad que todos tenemos que emprender, aceptando la manipulación -de cualquier índole- como filosofía de vida de otros que son aceptados, recibidos e interpretados en sus ambiciones inhumanas.

Es un relato diario leer artículos en los que se pone de manifiesto el dolor de vivir sin libertad y seguimos definiendo conceptos para nunca aplicar los contenidos, llenando manuales de leyes para seguir cuestionando los vacíos legales y apostando por un cambio al que no contribuimos desde nuestra posición.

Se supone que la cartografía establece el mapa de la distribución de tierras y mares, pero a todos se les aplica los mismos colores y relieves, cuando a unos les cuesta subir un escalón y otros usan ascensores panorámicos y a nadie se le ocurre dibujar las diferencias con fronteras internas y micro-áreas de riesgo para el alcance de un desarrollo humano básico y exigible.

En las escuelas debiera existir un televisor, para discutir las escenas del día a día en la selva y el desierto, en la calle que ejecuta y en los basureros que humillan, en las reuniones que preservan y salvan los intereses y en las comunidades que esperan por siglos, aunque la vida se haya proclamado igual para todos.

Es injusto que haya quien sienta tanto dolor por seguir vivo con enfermedades que no reciben la atención necesaria y que se reclama por derecho, con explosiones de juguetes construidos por otros que sólo se sienten amenazados por el calor del bochorno de una noche de verano y llevan su vida aumentando su curriculum por las decisiones que nunca toman.

Yo me callo y escucho, es lo único que propongo que sigas haciendo en tu vida, porque si algún día todos los que sienten dolor por vivir en este mundo se enteran que alguien los tiene en cuenta es probable que nos comprometan, ya que por nosotros mismos no nos impulsamos a ir en busca de las voces que también son fraternas y tienen nuestros mismos derechos.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN 


martes, 28 de agosto de 2018

HOY ALMUERZO UN PLATO DE PRUDENCIA


Es fisiológico tener hambre y manifestarla, porque se pretende saborear y llenar las expectativas con lo que se tenga a mano. Pero al sentarnos frente al plato sólo vemos lo que tenemos que engullir y nada más, como si de un acto mecánico e inconsciente se tratase.

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de la visita que hicimos al amigo o al familiar enfermo y nunca le preguntamos por sus fuerzas y la necesidad de tener alguien a su lado, aunque sólo sea para compartir el dolor manifestado?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de la actitud que rompió una relación, en un momento de rabia o quebranto temporal, y que nunca más se logró recuperar del archivo donde almacenas lo que ya no te importa tanto?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de los momentos de reflexión rápida, en los que tomamos decisiones que nunca debimos adoptar si le hubiésemos dedicado más tiempo a pensar y menos a actuar con la velocidad del rayo?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de las verdades "a medias" que contribuimos a propagar, porque todo estaba condicionado por una envidia -nunca manifestada- y sabíamos que iba a provocar daño y dolor a un tercero, pero jamás lo evitamos?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de esa mirada que generó incertidumbre en la pareja o en el compañero de trabajo y quedamos a la espera de una respuesta que no podía llegar, jamás, en esas condiciones?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de los medicamentos que salieron al mercado y, al cabo de los años y muchos efectos secundarios, nos percatamos de la necesidad de hacer más estudios porque estaban ocasionando más daño del que ya tenían los pacientes?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de los abrazos que se rompieron y nunca se compartieron, porque tu estado de ánimo no te impulsó a acercarte a ese otro ser humano que quizás te esperaba con los brazos abiertos?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de las frases que se interpretaron al momento de salir de la boca de alguien y más tarde comprobamos que nunca se le pudo dar ese toque de agravio porque quien las pronunció nos demostró ser íntegro y verdadero ciudadano?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de las dudas que hemos generado por desconfiar de todo y de todos, cuando los demás tienen el mismo derecho a desconfiar de nosotros mismos?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de la apología de las convicciones neutras en nuestras manifestaciones, sin pensar en las víctimas que pueden sufrir por la deriva de los actos, en manos de quienes interpreten a su modo nuestras verdades?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de las noticias que hemos narrado a alguien, sin haberlas vestido antes de verdad?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de los errores cometidos en las relaciones inter-personales, a nivel de pareja o en la vida social, pensando simplemente que el tiempo lo borra todo?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de las imposiciones que hemos creado por creernos superiores o poderosos, por un minuto, sin sensibilizarnos con la posición de quien se siente inferior o sin oportunidades y nos aprovechamos de ello en nuestro propio provecho?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de lo que estudiamos de memoria, sin analizar la fuente y fuimos capaces de formar conciencias con verdades incompletas o mentiras recubiertas de falsa verdad?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de los pasos que no adelantamos para defender a quien más tarde sucumbió, con nuestra inacción como parte del castigo que nunca mereció, porque siempre se acompañó de una verdad irrefutable?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de quien decidió marcharse, sin mirar atrás, porque lo que dejó no merecía la pena atender ni escuchar, sintiendo un verdadero dolor de alma por haber sido ciudadano de este mundo?

¿Y si antes de probar bocado nos acordásemos de los instantes en que jugamos a ser dioses en la vida de los demás y las consecuencias las aceptamos como parte colateral de una guerra de propuestas en la que se debe considerar vencedora sólo a la nuestra?

¿Y si antes de probar bocados nos acordásemos de las deudas morales que acumulamos en vida y que no estamos dispuestos a pagar, por considerar que el dinero lo compra todo pero que el arrepentimiento no paga nada?

Tu amigo, que nunca te falla, te invita a que hoy, antes de probar bocado, cambien la sopa o la ensalada por un buen plato de prudencia, porque ese caldo sí te va a permitir vivir con mayor dignidad, con un estómago repleto de experiencias de vedad y te vas a quedar sin hambre en un mundo hambriento.


JUAN

domingo, 19 de agosto de 2018

VIVIMOS EL MOMENTO "DES"


Es cierto que somo animales "sociales" por naturaleza, pero nos estamos DESVINCULANDO de nuestra propia razón de ser, porque nos aislamos en un intento de llegar a ser los mejores y nos olvidamos de contribuir a la creación de un todo que genere bienestar para los demás.

Vamos camino de una DESINTEGRACIÓN en las relaciones entre comunidades y sociedades, por cuanto somos más solidarios con los cercanos o con aquellos a cuyo lado recibimos más aplausos con menos esfuerzo.

Precisamos una DESINTOXICACIÓN DIGITAL, para recuperar los diálogos en la familia y la discusión en el aula de clase, los recreos compartidos y las apuestas en común, frente a un tema de interés que reclama nuestra pasión y nuestro humanismo más ancestral.

Nacemos siendo observadores de un DESMORONAMIENTO de las fronteras mentales y la integración va ganando terreno, aunque siempre existe la llama encendida de la marginación, el amor por lo propio y el miedo a perder espacios de desarrollo.

Estamos asistiendo al DESMONTAJE de los grandes principios filosóficos que arruinaron vidas y determinaron impulsos incontrolables, por la fragilidad de los discursos y la capacidad de análisis de las nuevas generaciones.

Soñamos con una DESCALIFICACIÓN constante a todo lo que atenta a la moral y al urbanismo, venga de donde venga, aunque el calificado sea de cuello blanco o crea merecer el respeto del vulgo, como siempre se señala a quien escucha sin poder hablar, aunque algunos crean que el alma no sabe cómo expresarse.

Asistimos a un DESMEMBRAMIENTO de las grandes apologías, porque todos queremos nadar hacia tierra segura, donde cada quien es dueño de sus actos siempre que respete los argumentos del otro, tan importantes o más que los tuyos.

Nos comportamos con una DESNATURALIZACIÓN de los gestos y abrazos, aportándolos a destiempo y robándolos cuando son necesarios, sintiéndolos sólo en los dedos que se tocan y no en los corazones que palpitan.

Sentimos la DESPROPORCION que nadie narra ni calcula, en los que no tienen derechos ni lugar asignado, porque su voz no se escucha o sus lamentos se filtran en el suelo frío de un lecho que lo ocupa la hierba o la basura acumulada.

Asistimos a un DESPILFARRO en nombre de las políticas, cuando quien tiene que pagar lo necesario para tapar esos huecos, abiertos por inexpertos o usureros, nunca fue consultado al poner en marcha programas y proyectos que sólo beneficiaban a quienes escriben y no a quienes piden.

Generamos un DESCONCIERTO en las nuevas generaciones porque, a la vista de los ejemplos disponibles de conductas y actitudes válidas, no saben si seguir apostando por la posibilidad de un cambio de rumbo de sus líderes o por cambiarse de planeta.

Palpamos la DESIGUALDAD en el mar que deglute o en las zancadillas de fronteras improvisadas, en un reparto de migrantes en despacho o en las cuotas, con miedo a infiltrado, porque esta empieza en la atención a los países de partida, en relación a los ingresos de los países que se jactan de ser "de acogida".

Hacemos campaña de la DESUBICACION de todos quienes huyeron de un terreno para sentirse extraños en otro cercano, casi con la convicción de que unos no tienen porque no supieron administrar y que otros administraron porque estaban convencidos que podían acabar como los primeros.

Definimos la DESAPROBACIÓN como una postura, a favor o en contra,  sin que nuestra voz pueda tener un eco que cale hondo en las urnas, preocupándonos por el futuro sin aportar en el presente.

Y pensamos que no hay DESAJUSTE si estamos entre los beneficiados, aunque siempre dispuestos a luchar desde la acera opuesta si los bolsillos se sienten desafortunados, como si el criterio dependiese de la tienda en la que nos acostemos.

Tu amigo, que nunca te falla, desea que no te DESPISTES y que busques un rumbo para DESVIRTUAR las falsas esperanzas y los motivos consensuados, por la única verdad en el mundo en que vivimos, cargados de DESPROPÓSITOS, es DESDECIR constantemente tus valores para aspirar a DESMENTIR los nuevos eslogan, porque están cargados de la misma DESVERGÜENZA de siempre.

JUAN

miércoles, 1 de agosto de 2018

¿DONDE ESTÁ EL ERROR?


Hay días que nos creemos con un cierto grado de desatino y estamos convencidos que vamos a fallar, desacoplando nuestras intenciones del posible éxito de la empresa en la que hayamos invertido tiempo y esfuerzo, porque pensamos que todo va a salir mal por algún capricho del destino.

Luego, cuando todo pasa, repasamos y no encontramos causa alguna para afianzar nuestra sospecha y seguimos creyendo que todo estaba predestinado, pero nos queda el pellizco de seguir buscando en los antecedentes el posible error en nuestro caminar, o en el proceso de toma de decisiones.

Pero, si lo pensamos bien, el error nunca está escondido en la ejecución sino en la percepción que tenemos y en la poca reflexión que emprendemos cuando nuestros sentidos están en alerta.

Cualquier error cabe en la apreciación del entorno y en el estudio meticuloso de los pasos a cumplir para dar fin a una tarea, pero ahí siempre será responsable la inexperiencia, las prisas o la falta de estímulo que tuvimos al inicio.

Sin embargo, yo me refiero a otros errores más esenciales y profundos, a esos que nunca tuvimos en cuenta y que, si lo hubiésemos hecho, habría determinado otro sentido en nuestra vida diaria, porque ahí está, para mí, el secreto para abrirse camino.

Por todo ello, te dejo mi más reciente vídeo publicado en mi canal de Youtube y en facebook, Lo puedes ver pasando el cursor por la diapositiva y dándole click

                      



YOUTUBE.COM
LA VIDA SE CARGA DE ERRORES QUE SE RECTIFICAN AL APRENDER DE ELLOS Y VESTIRLOS DE OPORTUNIDADES PARA LOS…


Espero que sea de tu agrado y que los errores que sigamos cometiendo sean, única y exclusivamente, para aprender a recomponerlos, transformándolos en oportunidades para los demás y que de los errores a los que me refiero se sigan aprendiendo lecciones de vida que podamos transmitir a otras generaciones y así aportar a la construcción de un mundo más justo, dinámico, sencillo y veraz

Tu amigo que nunca te falla



JUAN



viernes, 27 de julio de 2018

YO QUIERO SER COMO TU


Todos paseamos por las aceras de la vida y contemplamos la sombra prisionera de cuerpos que pasan de largo, buscando un rincón donde detener la marcha y escondernos del sol radiante.

Leemos un artículo en el sillón del parque y remojamos nuestra impaciencia con las gotas salpicadas de la fuente, esperando que algunos pasos nos conmuevan y motiven a seguirlos.

Nunca es prudente seguirse a uno mismo, porque ya conocemos nuestros secretos y virtudes, destacando siempre el grosor de nuestros vacíos.

Sin embargo, queremos encontrar el mejor ejemplo y por eso damos rienda suelta a nuestros zapatos y continuamos en movimiento, día tras día, en espera de que aparezca una imagen, un gesto, una palabra o una silueta que merezca la pena imitar.

La verdad es que desconocemos el sentir de las emociones verdaderas hasta que empezamos a soñar ser como ese alguien que nos despertó la curiosidad por la vida y el deseo de seguir luchando por la sencillez de los mensajes.

Qué bonito es poder decirle a alguien: "Yo quiero ser como tú", porque en el otro despierta el esfuerzo por no fallar y el orgullo de darle forma y cuerpo a su propia imagen, para que en ella se sigan descubriendo silencios que interpretar y oquedades que rellenar.

Y más hermoso aún es cuando esa persona a la que sigues también pronuncia ese "Yo quiero ser como tú" y se lo dirige a otro ser humano o te lo devuelve a ti, en el mejor de los casos, porque da una idea de la necesidad de guía que todos tenemos en esta vida.

En ocasiones pretendemos seguir a figuras maltratadas, que no se reconocen en el elogio por la humildad de sus gestos, pero otras veces nos proponemos soñar en llegar a ser como ese alguien que ya se nos fue y quisiéramos encontrarlo para decírselo.

No podemos pretender ser iguales entre sí, sino más bien complementarios, porque ahí radica la esencia del ser humano necesario; por todo ello precisamos imitar en un afán de sentirnos rellenos de cosas buenas y ejemplos sanos.

En la Universidad de la vida, no hay mejor forma de aprender que teniendo el coraje de reconocerse incompleto en tu integridad y valorar lo que en otros brilla para acercarte y que los rayos de luz que desprende te toquen y sensibilicen en tu interior.

"Yo quiero ser como tú" es una expresión que habría que dirigir a quienes demuestran tener una luz que les cubre y a quienes también opacan -para los demás- su propia verdad, porque al ser capaces de descubrir momentos dignos de imitar se está contribuyendo a resaltar lo bueno que todos llevamos dentro.

En el fondo, vivir es una experiencia cargada de seguimientos, porque para cada etapa de nuestras vidas vamos a necesitar decirle a alguien diferente "Yo quiero ser como tú", ya que cada momento tiene un vacío de contenido y precisa de una experiencia que nos rellene hasta la saciedad.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN


jueves, 19 de julio de 2018

AHORA ES DESPUÉS


Siempre pensamos que es el minuto cero y que este "ahora" va a determinar nuestras vidas por la esperanza que ponemos en nuestros pasos y, con frecuencia asombrosa, nos quedamos estancados en el sueño de lo que está por venir.

Pensamos que es momento de tanta felicidad, al armar nuestro recorrido sin haber dado un paso siquiera, que el cuerpo no se atreve a inclinarse hacia adelante.

Es curioso encontrar en nuestra conversación diaria palabras como "voy a hacer esto" o "tengo un proyecto", porque nos da un aire de emprendedores sin habernos comprometido con nada ni con nadie.

Sin embargo, avanzar en silencio y dar un paso de gigantes, asumiendo las consecuencias, implica un coraje especial para poner en marcha nuestros deseos y caminar desde los sueños a la vida real, porque de esos empujones de valentía se debe rodear todo ser humano dispuesto a transformar el "ahora en después".

Hacerlo significa exponerse, pero en la actitud está implícito el ejemplo que transmite a los demás y el aprendizaje que se va desparramando por doquier y que ayuda a otros a armar su propio proyecto con precaución o cautela, porque en quienes ya están en marcha encontró modos y maneras de enfrentar las verdades que hemos de saludar en cada tropezón de esta vida tan corriente.

Valoro los sueños como propuestas, pero tienen más esencia las opciones realizadas que fueron oportunamente soñadas, las que fueron capaces de cambiar el "ahora" sin riesgos por el "después" sin melancolía.

Cuando todo va quedando atrás es cuando se puede escribir un segundo de historia en nuestras vidas que, al fin y al cabo, es el relato consciente y manifiesto de la capacidad que tuvimos de armar proyectos de vida cortos y secuenciales, en un afán por dejar atrás las intenciones y abrazar las oportunidades con ilusión y capacidad de lucha.

Se puede escribir un libro sobre las propuestas, para aprender a diseñarlas, como una voz en el "ahora", pero se lee con más pasión la página que describe lo que fue y en ese "después" se encierra el secreto del caminante que hace camino al andar.

Hay que llevar las buenas ideas a la musculatura del corazón para que ponga en movimiento toda la arquitectura de las buenas intenciones para desarrollar esos fogonazos de luz en nuestras vidas, porque en el "después" valoraremos más aún la dureza del recorrido que se emprendió para alcanzar esa meta que consideramos trascendental en aquel momento de nuestras vidas.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 


jueves, 5 de julio de 2018

EN LO MAS ALTO DEL SILENCIO


Cuando subes a un avión y te ubicas a 11 Km del suelo, rodeado de gente buena que sólo desea llegar a su destino, llega un momento en que te quedas en silencio y reconoces que has aprendido a reflexionar con todo lo que te rodea.

Y si miras por la ventana, atreviéndote a girar la cabeza y buscar en la obscuridad, en algún momento encontraras una claridad en lo más lejano de tu mirada y allí estará la mitad del mundo que se levanta a la vida diaria, amaneciendo en cada estación y disfrutando de la vida de "a pie".

A veces me he preguntado si el silencio tiene una cota y, sinceramente, esta es la más alta a la que llegado y muchas veces en mi vida, pero la confianza depositada en el equipo de profesionales que supervisa, controla, maneja y organiza cada viaje, en presencia y a distancia, e genera la seguridad necesaria para encontrar esa pizca de paz tan necesaria entre tanto silencio que, a veces, congela.

Observas a tu alrededor un trozo del mundo entre tanto niño aturdido por la estrechez del espacio, porque no puede jugar en libertad, entremezclándose con la inquietud de mayores que buscan un espacio para estirarse y prevenir el "Síndrome de la clase turista", el joven ensimismado con las películas de entretenimiento y la mujer que cuida su dieta, aún en el interior del avión.

Entiendes, sin lugar a dudas, que hay una ruta preestablecida, un mando que debe estar en muy buenas manos y una supuesta resiliencia en todos los pasajeros, porque de lo contrario se estaría abocado a una situación de caos permanente en un espacio reducido.

La miniatura del avión desplazándose en la pantalla te provoca preguntarte qué estará pasando allí abajo, donde se duerme o se vive según los husos horarios y vas poniéndole nombre a la altura y repasas la geografía.

Sólo ante las turbulencias sientes un cosquilleo en el ombligo y te balanceas en tus propósitos, dejando de ser tu mismo y preocupándote más por la persona que va a tu lado, con la que llevas compartiendo media vida e intentas calmarla, esperando que en algún momento haga lo mismo contigo.

Y comes como si estuvieses en un restaurante, te enjugas los labios y calmas a un estómago que espera algo que sacie la espera prolongada en los aeropuertos y luego caes presa de un sueño reparador, olvidándote de las distancias y velocidades, porque lo único que te pide el cuerpo es dejarte llevar por la experiencia y recuperar fuerzas.

Sientes una tranquilidad cuando atraviesas el primer atisbo de tierra, porque ya sabes que estás en el continente y empiezas a esperar la llegada con más ahínco, si cabe. 

Te anuncian el aterrizaje, después de acomodarte y hacer el cambio de hora en tu reloj y móvil, y empiezas a vivir la experiencia de "tocar tierra", escuchando un aplauso generalizado cuando todo va sobre ruedas, nunca mejor dicho.

Al bajarte sientes que te has renovado y yo creo, salvo que esté equivocado después de muchos vuelos intercontinentales, que se debe a la altura del silencio, porque te permite escuchar mejor lo que se vive en el día a día y a darle más importancia a la verdad de lo seguro.

Ahora puedo decir que en lo más alto del silencio también hay una vida por explorar y descubrir, la que a mí también me ha hecho más sensible por haber estado entre dos mundos terrenales y, al mismo tiempo, entre el cielo y la tierra.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN 



viernes, 22 de junio de 2018

CUANDO LOS PECADOS PECAN

Estudiamos una etapa de nuestras vidas prehistóricas, donde todos vivían en sociedades recubiertas de castigos importantes a faltas menores, porque la ejemplaridad era el sustrato para la vida en común. 

Y el pecado pasaba por la acera del robo de lo ajeno y la alteración de la propuesta divina, del irrespeto a las decisiones y la mezcolanza entre clases.

Más adelante se viviría el pecado como un deshonor y la penitencia llegó a ser un escenario de resolución de conflictos.

En muchos momentos de la historia se definieron a las actitudes como pecados, cuando se traspasaba lo permisible y se caducaban las respuestas a los gestos que se salían del patrón acordado. 

Y por eso era pecado mirar más arriba del tobillo o acercarse sin permiso. Se miraba mal a quien insinuaba y se repudiaba el enseñar lo que otros no querían guardar sólo para sí.

Pasaron los días y los pecados se tiznaban de miedos a que se descubriera un secreto a voces y llegó a ser pecado hablar mal de un otro con medallas peyorativas y títulos plenos de incredulidad.

Y se perseguía a los contrarios porque su mentira podía llegar a ser un oportunismo para desvirtuar las verdades a medias.

Vivimos cargando de pecados a las relaciones con los seres humanos de distinto sexo y crecimos "los niños con los niños y las niñas con las niñas", pero se transformó en el germen de una sociedad de diferentes con almas gemelas, en la que las miradas eran tabúes y los gestos se convertían en expresiones malentendidas.

Y terminamos alcanzando una sociedad donde se pensaba que ya no había espacio para los pecados, aunque siguiera viva su levadura y se creyó que ya no había pecado en pecar. 

Y por eso hubo que poner freno a la manipulación y al maltrato, a la violencia y al acoso, al androcentrismo y a la discriminación positiva.

Hoy se sabe que los pecados de antaño pecan de ingenuidad y hoy, también, se comprueba que los pecados pecan por permitir ir más allá de la condolencia solidaria y la comprensión lógica de actitudes, aparentemente nobles y coherentes.

Y hoy, cuando se piensa que no hay pecados, sigue habiendo quien peca con alma de pecadores, al quedarse con lo indebido y al prometer lo que nunca se llegará a hacer, al perder de referente los valores y al alegrarse del dolor ajeno, al vivir sin escrúpulos los cementerios re nacientes en medio de los océanos o los corazones olvidados de acogida para los refugiados.

Hoy sabemos que los pecados pecan porque sigue habiendo lágrimas y estigmas donde debiera nacer la alegría y el encanto, sigue viviendo el odio donde debiera surgir una madurez sociológica y continúa albergándose la violencia donde debiera habitar el humanismo.

Cuando una sentencia es injusta e ilógica, una decisión es irracional y, al mismo tiempo, aplaudida por alguien, un impulso es secundado por fanáticos o una voz es acallada para mantener vivos unos intereses creados, un cuerpo es arrastrado por la corriente de opiniones o un arrebato se pretende pasar con justificaciones, se le quiere etiquetar de benévola y lábil a una maldición que pretende soslayarse de bendita o anteponer los fines a los medios, es porque pecan los pecados y no se intenta comprender la sinrazón de los pecadores.

Tu amigo, que nunca te falla, de pide un minuto para reflexionar sobre el pecado de vivir en un mundo donde los pecados siguen pecando y los pecadores han dejado de creer en los pecados.



JUAN


sábado, 9 de junio de 2018

ESE TALLO TIENE BROTES


Cuando vemos una flor que presume solitaria en el tallo, moviéndose al son de la brisa de la mañana, nos preguntamos cuál será su promedio de vida y el tiempo, por tanto, disponible para contemplarla. 

Es como la vida misma, porque acostumbramos a mirar a las personas como macetas con una sola flor y aplaudimos su elegancia, nos asombramos de su aroma y destacamos siempre sus colores.

Todo, sin embargo, tiene un principio y un fin, un arranque y una frenada, porque se acabó el recorrido o porque la energía no permite impulsar la maquinaria para seguir rodando. Muchas veces escucho a mi madre, cuando compartimos un abrazo al decirle que está guapa y simpática, predispuesta y fuerte, que "todo esto se tiene que acabar, no te creas tú que así estaré toda la vida".

Y esa actitud verdadera de reconocer el fin de un todo nos debe obligar a ver la flor con brotes, porque mientras siga generando ejemplo y misterio, verdades y momentos de mensajes, aún entre los silencios y la calma, es porque sigue habiendo vida más allá de la vida y por siempre todavía.

Cuando una mirada despierta el alma de quienes la recibimos, cuando un gesto te ayuda a ver con mayor claridad el camino, cuando el roce te sensibiliza hasta lo más insensato de tus pasos, cuando un beso te sigue ayudando a ser mejor cada día, es porque esa planta sigue viva y está brotando por todos sus costados.

La vida es un manifiesto constante y te transmite una respuesta antes de que hagas la pregunta, porque son los corazones quienes han entablado una conversación previa y entienden de sinsabores y propuestas verdaderas.

En estas vacaciones he visto en mi madre una flor que sigue brotando y cada brote sigue diciendo algo hermoso, que cala hondo y vincula los sentimientos para que no se alejen más allá del olvido.

Qué hermoso es saber que en el brote hay una verdad arropada y que el embarazo del que tú naciste se prolonga en cada segundo y te sigue alimentando y dando forma a tus actos.

Procura encontrar brotes en cada flor que nazca en tu vida, porque ahí no hay, ni habrá, fin posible ni predeterminado.

Tu amigo que nunca te falla


JUAN




viernes, 25 de mayo de 2018

UN MINUTO DE SILENCIO


Un minuto de silencio por los niños que aprendieron de malos ejemplos, porque precisarán reiniciar su sistema de aprendizaje y valorar lo que debe ser imitado.

Un minuto de silencio por aquel ser humano que no tuvo lágrimas en su entierro, porque pasó desapercibida su vida en el más triste anonimato y no será recordado por las tareas constructivas que saben a ejemplo.

Un minuto de silencio por ese ser humano que sólo pudo despedirse de la tierra que le vió nacer en la soledad más discreta de unos muros que encerraban sus delirios o sus proyectos más elementales.

Un minuto de silencio por la mujer que aún lucha por una igualdad que ya debiera ser mayor de edad y que, cuando saluda, lo hace como un niño que no termina de crecer.

Un minuto de silencio por quien padece una enfermedad que aún no tiene nombre, a pesar de las donaciones y los programas, los misterios y los caídos en su intento de sobreponerse y respirar hondo.

Un minuto de silencio por quien no tiene el respeto de los suyos, hundido en su imagen en el espejo y olvidado en sus actitudes diarias.

Un minuto de silencio por los niños utilizados o condicionados, maltratados o manipulados, porque han aprendido a vivir respetando el sol del mediodía, con la esperanza de un atardecer prometedor que siempre debiera estar por llegar.

Un minuto de silencio por esas mujeres de carne y hueso, con frases hechas y sin amparo, que se olvidan de quiénes son porque hay quienes les necesitan a diario y por ellas crecen y aspiran a defenderlas del maltrato al final de sus caminos solitarios.

Un minuto de silencio por quien no deja de soñar, aunque esté convenciéndose que nadie sabe el color de sus sueños.

Un minuto de silencio por quien tropieza y cae, una vez tras otra, cansado de levantarse y no poder permanecer en pie, aunque callando la incertidumbre de sus pasos y no renuncia a caminar erguido.

Un minuto de silencio por las caras y cuerpos arrugados que no tienen quien les escuche en algún minuto del día, arrinconado en un cuarto de albergue y a la sombra de su única existencia, sin parentesco que reconozca lazos de cariño.

Un minuto de silencio por quien sabe que no debió callar y está arrepentido de haber permitido la mentira que hirió y la crueldad que arrebató la sencillez y el encanto, la verdad y la vida.

Un minuto de silencio por quien ya no puede caminar ni soñar, porque el destino le ha quitado la carta que nos permite esperar un minuto de paz sin dolor y de silencio sin misterios.

Un minuto de silencio por quien yace en un lecho, recibiendo miradas de lástima, esperando paciente a que el tren de la vida le llame con las puertas de par en par.

Un minuto de silencio por quien se siente marcado y diferente, aún a sabiendas de que en la diferencia está el sello de calidad para vivir una vida entre distintos.

Un minuto de silencio por la prisa que arrancó una vida, precipitando y arrebatando colores a la existencia humana.

Un minuto de silencio por la planta que fue arrancada y amputada, porque a cambio de un adorno sacrificamos la unión del tallo y la flor.

Un minuto de silencio por la carta que nunca llegó, olvidada en los mensajes que se quemaron por el sol de la mañana, permitiendo que la humedad obligue a llorar a las letras antes que a su destinatario.

Un minuto de silencio por quien pretende inventarse una vida que no le corresponde, presumiendo de verdad donde la mentira sazonó su razón de "okupa".

Un minuto de silencio por quien busca en la basura lo que le sobra a la vida, porque todos debemos vestirnos con el don del pan compartido.

Un minuto de silencio por quien suplica y no es escuchado, esperando que su dolor pueda ser compartido y comprendido hasta el momento antes de su partida.

Un minuto de silencio por quien agoniza sin saberlo, porque en ese tránsito encontrará compañeros de viaje que le hagan saber lo importante que fue su recorrido por esta vida.

Tu amigo, que nunca te falla, quiere dedicar un minuto de silencio por las diferencias que no son diferentes y aplaudirlas desde lo más profundo de mi corazón.



JUAN

miércoles, 16 de mayo de 2018

LA ILUSIÓN ESTÁ DE LETARGO



La ilusión, ese afán predispuesto por conquistar lo infranqueable y por descubrir lo ignoto, debe estar escrito en algún lugar de nuestro genoma y, con cierta frecuencia, descansa por un periodo de tiempo, según las circunstancias y las edades de la vida que estemos atravesando.

Algunas personas la agotan a diario y duerme cuando ellos descansan, pero otras se olvidan que la tienen en su historia de vida y se las ve desmotivadas, con una falta notable de estímulo y sensibilidad por la vida más cercana.

Hay días en que el fútbol te despierta esa ilusión apagada y te vistes de gala para animar e impulsar la carrera de tus jugadores predilectos, con el único propósito de que alcancen la victoria final, aunque después del partido te presentes ante el mundo con cara de circunstancia y ante los demás muestres unos rasgos propios de agotamiento vital.

A muchas personas es el teléfono el que se convierte en despertador de ilusiones adormitadas y empiezas a hacer planes y plantear estrategias para sobrellevar un día cualquiera y llenar tu vida de experiencias por venir.

En algunos casos te despierta la ilusión un aplauso por el compromiso generado, en forma de diploma o voz de apoyo,  por lo que empiezas a confiar más en ti mismo y en tus éxitos poco reconocidos hasta ese instante.

A casi todo el mundo le levanta el ánimo un contrato laboral que le ligará a una responsabilidad diaria, en el futuro más inmediato, procurando aportar en la generación de nuevo conocimiento o en la producción de un bien, como un eslabón más de la cadena productiva.

Es, en algunos instantes de nuestra vida, cuando la actitud valiente y desinteresada de algunos seres humanos despierta nuestra ilusión y queremos vivir siguiendo sus pasos, despojarnos de lo insignificante para tener una vida plena de ilusiones y caminar con la verdad, como compañera fiel.

En la mayoría de ocasiones, una buena noticia provoca un despertar de ilusiones y nos aplaudimos por dentro, en un arranque por demostrarnos que estamos hechos de un material infungible, lo que nos ayuda a hablarle a nuestra sombra con la ilusión propia de un luchador.

La vida misma también procura despertar a la ilusión de un letargo cuando se escucha un sí, en respuesta a una petición, bien sea de apoyo o compromiso de pareja, entablando un diálogo de miradas que te arrastrará a cambiar por el otro ser humano que valoró tu ilusión dormida más que tu empeño despierto.

Cada edad tiene su ramillete propio de ilusiones, que cambian con la madurez propia del ser humano y las experiencias que se atraviesan en los derroteros que cada quien emprende en su largo caminar por las décadas de la vida.

Sin embargo, cuando nos creemos solos, despojados de presencia y predestinados a estar sin apoyos, en una coyuntura silenciosa y ensombrecida, necesitamos un estímulo para sacar del letargo a la ilusión que llevamos dentro y es entonces cuando debemos provocar al orgullo de ser lo que somos para darnos cuenta de cuanto valemos.

Acostumbramos a olvidarnos de los detalles sencillos y los gestos desapercibidos, como una oración informal, un rato de silencio, un momento de reflexión o un apretón de manos, porque pueden llegar a convertirse en los mejores estímulos para despertar una ilusión "en coma".

Tu amigo que nunca te falla



JUAN



sábado, 12 de mayo de 2018

SE NACE SIEMPRE Y SE HACE, A VECES


Me detengo a ver el pájaro que intenta construir su propio nido porque el instinto maternal le impulsa a hacerlo y procura que cada rama vaya en su sitio y controla la temperatura que hay en el interior para que los huevos estén en las condiciones ideales, lo hace alto para alejar a sus crías de los depredadores y hasta controla la orientación y la luz necesarias para la eclosión del cascarón, como lo haría cualquier madre.

Veo por la mañana el rocío que resbala por las hojas de la planta más cercana y no se siente el deslizamiento por la dulzura con que se la acoge y se encorva y arruga para enjugarse con las gotas que siguen cayendo tan temprano, con el mimo de una madre

Compruebo que las perritas son felices al sentir cómo maman sus perros recién nacidos y, sólo cuando ha mamado el último se pone de pie, entregándose por completo a un deber poco reconocido y siempre disponible para que en las miradas se reciba el agradecimiento, como está dispuesta a sufrir una madre.

La gallina tolera la misma posición cacareando, empollando unos huevos que intenta no romper y calmar en sus ansias de seguir empollando, aún pasando hambre, porque ahí está el secreto de una descendencia que luego le seguirá a todas partes, como seguimos a nuestra madre.

La elefanta defiende su territorio aún llevando en su seno a su futuro retoño por 22 meses, el tiempo que dura un embarazo que no le cuesta trabajo soportar por tanto tiempo, intentando que aprenda en sus entrañas a comer y beber, dándole mensajes con sus actitudes y descansando para que también duerma en paz, como sobrelleva el embarazo una madre.

Hay casos de gorilas hembras que han criado a gatitos, porque necesitan entregar su instinto animal o leopardos, que después de matar a una babuina hembra, criaron a su cría huérfana. Entre los lobos, hay hembras,que cuando muere la única hembra alfa, tienen embarazos psicológicos y se preparan para procrear en otro momento, porque así de deslumbrante es el instinto animal salvaje.

Todo este instinto maternal también está presente en la especie humana, al cuidar las muñecas y hablarles del mundo que se tambalea, o al barrer una casa para que sea el mejor lugar de acogida, al coger al hermanito, que duerme plácidamente en su cuna o al cantar una nana, cuando aún no levantan unos palmos del suelo.

Crecen las jovencitas preparándose para darle vida a un hogar y para sentir dolor en su vientre, el mismo que despertarán las protestas del embrión en crecimiento y ya empiezan a calmarlo con caricias alrededor del ombligo, como acaricia toda madre.

Te calman al gritar por primera vez, aunque con lágrimas en los ojos y disfrutan con tus primeros pasos, te confeccionan el mejor traje para presumir de hijos y te cogen de la mano, toda la vida, tengas la edad que tengas, para protegerte de los peligros y los errores de la vida.

Aprendes a hablarle porque te escuchan con la sabiduría de la paciencia que engendra buenas actitudes y te cobijas siempre cerca de donde has mamado, porque el alimento está a veces en el seno y también en sus entrañas, cubiertas por el delantal, en momentos difíciles.

Te hablan porque quieren aconsejarte y te miran porque se sorprenden con tu simple caminar, ya que tu sombra la tienen adherida a sus cuerpos, te despiertan con dolor y con orgullo, al mismo tiempo, te despiden con un beso que te dura todo el viaje y sus làgrimas resbalan por tu corazòn, al tiempo que lo hacen por sus mejillas.

Siempre te presentan manjares con unas manos cansadas y te acompañan cuando estás sólo-a, te visten con lo mejor que supieron confeccionar y te alientan a seguir los buenos ejemplos, de los que sentirán el orgullo que sólo tiene una madre.

Escuchan lo que se dice de ti y el alma tiembla, por momentos, y se estremece cuando la calle habla de lo que no eres y se alegra cuando reconoce que los demás te conocen cada día mejor.

Te aplaude sin aplausos y te sueña para que no te vayas de sus sueños, te contempla porque sigue tus voces y te espera porque necesita tus abrazos.

Te coge la mano cuando sabe que estás cerca y baila con tu destino, sin preguntar por los limitantes, peina tus cicatrices para que no se sigan notando y despierta antes de que hayas olvidado tus sueños.

Te deja una nota para que sepas lo que pasó y no te preocupes, pide por ti en silencio y amarra el pasado, porque es su sustento en los momentos de soledad más quieta.

Cuando se va te sigue protegiendo con el mismo amor de siempre y continúa siendo parte de tu misma sombra, aunque más vieja, porque no aprendió a despedirse para siempre.

Felicidades a todas las madres del mundo por la belleza que nace, día a día, en vuestro interior y por lo que sois capaces de construir con casi nada, por eso no habrá nunca espacio para el olvido en el corazón de un hijo ni desprecio para el animal que aprendió a ser madre, siendo tan salvaje.

Se nace para ser madre, pero a veces, por los golpes del destino o la reflexión profunda que provoca cualquier atajo que se tomó a destiempo, por no haberla tenido con nosotros o por perderla tan temprano, encontramos en un alguien que también se aprende a ser madre, igual que le pasa al instinto animal tan maravilloso.

Te quiero mucho, mamá

Feliz día de las madres.




JUAN






lunes, 30 de abril de 2018

YO ASPIRO A POCAS COSAS





Aspiro a no perder nunca la consciencia de mis actos y que así pueda responder por todo lo que haga o deje de hacer, por decisión propia o por recomendación de los demás.

Aspiro a no dejar de caminar porque siempre tengo una meta más allá de la meta más cercana y así nadie podrá detener mis pasos "en libertad".

Aspiro a no dejar de compartir esperanza y que cada cual la reciba en la medida de sus necesidades, porque es el mejor regalo que puede envolverse en un papel relleno de abrazos.

Aspiro a no dejarme convencer por una jubilación si mi alma está con la calma necesaria para seguir aportando en la vida de los demás, procurando no quedarme quieto para ver cómo pasa el tiempo a costa de los momentos vividos.

Aspiro a no dejar de ser yo mismo, muy a pesar de las borrascas y los anticiclones, los vaivenes que nos imprime el dinero ni la complacencia, porque debe seguir siendo el mejor pasaporte de cualquier ciudadano del mundo.

Aspiro a que algún día pueda llegar a entender el mensaje que nos den los animales, porque como animal llegaré a ser más humano si otro animal me lo susurra.

Aspiro a llevar encima lo indispensable para no alejarme del camino y que la sinceridad y la verdad sigan siendo mis mejores consejeros en la ruta.

Aspiro a conocer a tantas personas como pueda para no considerarme diferente y que los momentos se sigan enriqueciendo con saludos errantes.

Aspiro a seguir creyendo en las miradas, porque son la expresión más pura del alma.

Aspiro a no ser dependiente de mi imagen en el espejo, a pesar de su capacidad de conocerme por dentro, porque la espontaneidad sensata y respetuosa es el mejor traje con el que nos podemos vestir a diario, sin olvidarnos de los consejos que recibimos al mirarnos.

Aspiro a ser el mejor agricultor de las emociones, cultivando aquellas que sepan a apoyo.

Aspiro a alejarme por siempre de los aplausos huecos, porque buscan atraer una atención que no puede ser compartida.

Aspiro a regalar lo único que pueda hacer con lo que la vida me regaló, escribiendo para que se pueda leer y diciendo para que se pueda escuchar.

Aspiro a seguir mirando por dentro, donde está la esencia de lo que da sombra por fuera.

Aspiro a aplaudir lo suficiente, si construye igualdades.

Aspiro a recordar a quienes nunca se olvidaron de los demás y lucharon por cambiar la dirección de algunos pasos.

Aspiro a tener siempre hechas las maletas.

Tu amigo, que nunca te falla





JUAN

jueves, 19 de abril de 2018

LA NUEVA ASIGNATURA


Cuando acudimos el primer día a la escuela nos asusta lo que tenemos que aprender, porque todo es nuevo en un mundo de mayores y todo suena a mejorable en un mundo de adultos.

Conforme van pasando los años encontramos que el aprendizaje se va haciendo monótono y disperso, pero hallamos que nos apoya en nuestra socialización en la calle o ante la pantalla del televisor, al interpretar el diálogo que no termina entre dos adultos o al ojear las páginas de un periódico.

En el colegio están bien definidas las principales asignaturas y, después de unos años, nos destacamos en dibujo, matemáticas o literatura, lo que ya perfila nuestro derrotero profesional y con ello pensamos que hemos cumplido nuestro relleno del bagaje cultural que precisamos para entender el mundo, en su conjunto.

Ya entrada la madurez tardía vas percatándote que, por encima de todos los curriculum y los pénsum bien organizados, nos queda una asignatura por aprender "La fenomenología de las actitudes, viciadas por los estigmas".

Voy a intentar explicarte mi planteamiento en pocas palabras:

   1. Todo fenómeno es un hecho o circunstancia que surge de un ambiente y repercute sobre ese ambiente (si en una escuela hay drogadictos que influyen sobre los demás alumnos y se genera un ambiente de quemeimportismo y miedo, eso es un fenòmeno socio-cultural).

   2. Las actitudes son el modo de poner en pràctica lo que creemos (los valores) y cómo los conceptualizamos (yo entiendo que la solidaridad es estar cerca de quien me necesita, cuando me lo pida y, al ver a alguien necesitado me acerco a apoyarle).

    3. Un estigma es toda marca que te va dejando tu paso por una sociedad del momento, como el poder o la humildad, en el primer caso para quienes ostentan una superioridad y han aprendido a vivir de ella o para quienes comparten la sencillez de los más humildes y la hacen parte de su vida.

Pues bien, vivimos en una sociedad donde tenemos que estudiar la fenomenología de las actitudes, pero viciadas por los estigmas, tales como:

    1. Quien propone un modelo, desde el poder, para condicionar la vida de los demás
    2. Quien se acerca a los demás, desde la religión más alienante para maltratar su existencia.
    3. Quien intenta educar para alienar, restando libertad de elección a quienes se educan.
    4. Quien siente la necesidad de ayudar y abusa de la necesidad de los demás.
    5. Quien busca un aplauso en una limosna, menospreciando la cercanía laboral de quien le apoya
    6. Quien lidera transmitiendo un mensaje de odio contra los demás.
    7. Quien es incapaz de buscar el consenso necesario para que otros puedan vivir en paz
    8. Quien comercializa con el maltrato y la humillación, como un modelo de desempeño laboral
    9. Quien oculta las verdades para convencer que la verdad es únicamente la que se predica.
  10. Quien propone una filosofía de vida donde sólo se palpa un cuento.
  
Quien aporte soluciones para comprender mejor estas actitudes viciadas, estudiándolas en profundidad, habrá obtenido la mejor calificación en esta asignatura que estudia la fenomenología de las actitudes, pero viciadas por los estigmas, tales como:

      1. Poder
      2. Medallas
      3. Culto
      4. Respeto
      5. Trayectoria
      6. Mando
      7. Renombre
      8. Status
      9. Cargo
      0. Posición

Cuando todos superemos esta asignatura es porque se habrá desterrado la propuesta de las actitudes viciadas y estaremos frente a otro curriculum diferente, quizás más propositivo o, posiblemente, necesitado también de estudiarlo como otra asignatura nueva.

Tu amigo, que nunca te falla





JUAN 


jueves, 5 de abril de 2018

LOS PUNTOS SUSPENSIVOS DE LA VIDA


Con relativa frecuencia dejamos inconclusas algunas tareas que pudieron haber dado respuesta a interrogantes diarios y, con diáfana indiferencia, le ponemos unos puntos suspensivos con el propósito de dejar ese quehacer para otro día y la reflexión sobre esa realidad para otro momento.

Colocamos puntos suspensivos cuando evitamos un diálogo oportuno con un miembro de la familia, o un amigo necesitado de impresiones, que podrían ayudarle a resolver sus dudas interiores y afrontar sus indecisiones con un espíritu propositivo y cargado de elementos de valor, con el único fin de integrarlos en laS alternativas disponibles para dar solución al problema generado.

Colocamos puntos suspensivos cuando somos incapaces de comprometernos con una disputa, intentando ser ecuánimes con ambos contendientes, por lo que más tarde nos preguntaremos cómo acabaría esa riña que encontramos ya avanzada.

Colocamos puntos suspensivos si conocemos de los errores que cometen quienes creen conocer el lenguaje de masas y utilizan el discurso para alienar, en nombre del falso bien común y no nos atrevemos a poner la ortografía adecuada a cada silencio y a cada voz de mando, con el único propósito de que otros puedan hacer una lectura adecuada del relato de la calle.

Colocamos puntos suspensivos si, como todos los que pasan por esa misma acera, dejamos una moneda al mendigo sin preguntarle por su suerte en la vida y qué tipo de apoyos serían más válidos y coherentes que una calderilla que no cubre necesidades.

Colocamos puntos suspensivos cuando somos parte del cuchicheo y no contribuimos a buscar la verdad en las voces que quedaron atrapadas en las cuatro calles de los pueblos y barrios de nuestras ciudades.

Colocamos puntos suspensivos si dejamos pasar la crítica en las relaciones de pareja, que sólo buscan el crecimiento del otro con la sabiduría del aporte verdadero, aprovechando el momento para huir de cobardía y culpar a la tarde porque estuvo nublado y los astros condicionaron la falta de comprensión, por lo que se busca refugio en el alcohol que consuela o la pandilla que acomoda.

Colocamos puntos suspensivos cuando permitimos que los hijos busquen respuestas en la calle, aunque tuviésemos las respuestas en nuestras horas de descanso, apoyados en unn diccionario en mano y ejemplos disponibles para adornar el mensaje.

Colocamos puntos suspensivos cuando salimos a la calle sin haber arreglado nuestro físico ni haber perdonado a nuestro vocabulario y nos disponemos a ser los mismos de siempre, con la oración reglada de la noche anterior, que no fue capaz de cambiar ni un ápice de nuestras ambiciones más traicioneras.

Colocamos puntos suspensivos cuando nos creemos superiores y aprendemos a regalar con menosprecio, porque la aceptación siempre será por miedo y no por respeto, la esencia de la confianza en el manejo de lo que se dispone.

Colocamos puntos suspensivos cuando alentamos la burla y el menosprecio, porque eso requiere otro signo de ortografía como el punto y final, para lo que hay que disponer de las agallas suficientes para terminar el párrafo de la no aceptación y la marginación más distante y fría.

Colocamos puntos suspensivos cuando nos embarcamos en proyectos donde se viola la ley y aprendemos lo que no es defendible ni ético, porque nos dejamos llevar por la corriente y así nos creemos vehículos de protesta social, sin pensar que hay como gritar aún en el silencio.

Deja de poner puntos suspensivos en tu vida y aprende a colocar comas y puntos y aparte en las situaciones más necesitadas de solución o en aquella brechas que se deben cerrar definitivamente, por lo que la vida empezará a tener más sentido para los demás.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN