domingo, 16 de septiembre de 2018

ESCUCHO A QUIENES LES DUELE TANTO SEGUIR VIVO


No es infrecuente escuchar lamentos de quienes pasean por los parques y acuden a lugares públicos, deseando un cambio de imagen en este mundo porque les duele seguir vivos, abandonados con su mochila de formación especializada y sin esperanza de ser escuchados.

No es raro mirar a tu alrededor y sentir la pena de seres humanos marcados por las diferencias que la vida dejó estigmatizadas en su color, su apariencia o sus limitaciones y que sienten mucho dolor por seguir vivos, porque hemos sido educados para huir de la pluralidad sencilla y hermosa, sin reconocer que quienes cuestionamos podemos estar siendo los diferentes en un hipotético mundo de iguales.

Es singular que en los grupos de auto-ayuda salte la voz reprimida de alguien que quiere reclamar menos dolor por estar entre todos nosotros, pidiendo cambiar los analgésicos por la presencia y el odio por la comprensión.

Es notorio el hartazgo de quienes toleran el dolor de estar vivos en un mundo donde anunciamos el proyecto de santidad que todos tenemos que emprender, aceptando la manipulación -de cualquier índole- como filosofía de vida de otros que son aceptados, recibidos e interpretados en sus ambiciones inhumanas.

Es un relato diario leer artículos en los que se pone de manifiesto el dolor de vivir sin libertad y seguimos definiendo conceptos para nunca aplicar los contenidos, llenando manuales de leyes para seguir cuestionando los vacíos legales y apostando por un cambio al que no contribuimos desde nuestra posición.

Se supone que la cartografía establece el mapa de la distribución de tierras y mares, pero a todos se les aplica los mismos colores y relieves, cuando a unos les cuesta subir un escalón y otros usan ascensores panorámicos y a nadie se le ocurre dibujar las diferencias con fronteras internas y micro-áreas de riesgo para el alcance de un desarrollo humano básico y exigible.

En las escuelas debiera existir un televisor, para discutir las escenas del día a día en la selva y el desierto, en la calle que ejecuta y en los basureros que humillan, en las reuniones que preservan y salvan los intereses y en las comunidades que esperan por siglos, aunque la vida se haya proclamado igual para todos.

Es injusto que haya quien sienta tanto dolor por seguir vivo con enfermedades que no reciben la atención necesaria y que se reclama por derecho, con explosiones de juguetes construidos por otros que sólo se sienten amenazados por el calor del bochorno de una noche de verano y llevan su vida aumentando su curriculum por las decisiones que nunca toman.

Yo me callo y escucho, es lo único que propongo que sigas haciendo en tu vida, porque si algún día todos los que sienten dolor por vivir en este mundo se enteran que alguien los tiene en cuenta es probable que nos comprometan, ya que por nosotros mismos no nos impulsamos a ir en busca de las voces que también son fraternas y tienen nuestros mismos derechos.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN 


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