jueves, 28 de marzo de 2024

Sentires

 

Este año me he propuesto hacer un relato de todos mis sentires. 

Sentí la ausencia de regalos en muchos rincones, donde la soledad no tiene fondos para regalar y la realidad virtual no ha sido aún capaz de arrebatar una sonrisa a un niño olvidado.

Sentí la expresión de una guerra, siempre cruel, cargada de tristeza y envidia, rencor y desesperanza, en la cara de niños que abrazaban un charco de agua mientras dormían en la calle, añorando la paz de aquel pesebre que resultaba más cómodo y humanitario que el frio de un sueño constantemente interrumpido por los bombardeos.

Sentí la penumbra de un desconsuelo en lo más hondo de cuerpos acribillados por una sociedad rebosante de señalamientos y discriminación, manipulación y abandono.

Sentí la ausencia de líderes en territorio hostil, allá donde se hubiese terciado un conflicto, sin espacios para fotos del recuerdo ni abrazos acordados ante las cámaras.

Sentí la distancia generada por la venganza y el reencuentro manipulado por los intereses creados, en un capítulo más de los oportunismos mercantiles que trasiegan entre corazones rotos.

Sentí la mentira de los discursos, sobrecargados de intenciones inhóspitas y siempre balbuceando cuando se reclaman los verbos, como sustitutos de los sustantivos.

Sentí la hipocresía de los formalismos, como jueces imperfectos de lo cotidiano, a fin de engañar a las costumbres y seguir envenenando el patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad.

Sentí el calor del invierno y la nieve de la primavera, como huella de unos pasos equivocados en nuestra vida de relación constante con la Naturaleza.

Sentí que crecer no te hace grande y que sigue habiendo una distancia insalvable entre ser demagogo de proyectos rentables y pedagogo de las buenas intenciones.

Sentí que nacer tiene un costo si la tierra que te acoge no entiende de igualdad de oportunidades.

Y lo que aún me queda por sentir en lo que resta de año


Tu amigo, que nunca te falla



Juan