martes, 25 de diciembre de 2012

MI MENSAJE POR FIN DE AÑO




LLEGÓ DE NUEVO EL FIN DE AÑO                                      




Llegó de nuevo el fin de año cuando la cultura “maya” nos recuerda que tenemos que salir de este bucle con lecciones aprendidas, porque de lo contrario seríamos burros tropezando con la misma piedra y que los abuelos que se van nos dejan lecciones para que aprendamos a vivir con mayor dignidad y talante de seres humanos, salvando las lágrimas que todo el mundo derrama de pena.

Llegó de nuevo el fin de año y las calles nos iluminan para que podamos ver nuestra propia sombra y medir el alcance de nuestras promesas, dibujadas en la estela que vamos dejando y los regalos siguen siendo los apellidos del desamparo, en vez de enseñar a ese niño a entregarse como un regalo a quien esté todavía más desamparado, ese quizás sería el propósito de la fábula de Samaniego, que al mirar para atrás veías las personas que recogían las migajas que tú ibas despreciando y tirando porque te sentías abandonado, infravalorado y con una carga desigual de mala suerte.

Llegó de nuevo el fin de año y los bancos del parque y las avenidas recogen nuestro calor mientras que nos sentamos, para luego albergar cuerpos de vagabundos que lo necesitan en las noches de frío y los pájaros picotean porque se los atrae para alegrar reuniones con sentimientos nobles, aunque sólo acudan los que nunca conocieron la trampa entre las espigas y el sereno rastrojo.

Llegó de nuevo el fin de año y seguimos llamando vacaciones a salir de la rutina y refugiarnos en nuestros propios espacios, los rincones de silencio donde nuestro egoísmo escucha su única voz, comiendo lo que cocinamos y –a veces- aprendiendo de quienes nos enseñan la sencillez de la Navidad en un cuarto o en una montaña, en el entramado de una callejuela o rezando en una iglesia, porque viajamos muy lejos para descubrir lo entrañable.

Llegó de nuevo el fin de año y bebemos con mesura y caminamos con miedo, nos desequilibra la incertidumbre y nos duele la incoherencia, tenemos cólicos de imprudencia, infartos de descontento, neumonias de soledad, gripes de desconsuelo, vómitos de rabia y hasta escalofríos de mentiras encubiertas.

Llegó de nuevo el fin de año y abrazamos por obligación o por cariño, despedimos por añoranza o necesidad, regalamos por compromiso u obligación, comemos para calmar borborigmos o por imposición del centro del hambre, escribimos para que sepan que existimos y hablamos para que nos tengan en cuenta, pero no agradecemos por el abrazo recibido, la despedida sentida, el regalo de entrega, la comida compartida, las palabras que brotaron y el rato que nos hicieron compartir.

Llegó de nuevo el fin de año y no comprendemos aún que estar vivo implica cumplir años de presencia en la vida de los demás y de ser tenido en cuenta, tocarte para sentirte y mirarte para transformarte, pues cumplir aniversarios es normal para todo el mundo y eso no te hace singular ni diferente; en la diferencia de ser tú mismo está la esencia de la vida entre los demás.

Llegó de nuevo el fin de año y todavía nos miramos de frente y a la cara, no a los corazones ni al alma, esté donde esté y se llame como se llame, por eso confiamos a ciegas y nos olvidamos de todo y de todos ante el menor gesto, interpretando el movimiento de sus ojos como una negación y no como una solicitud de apoyo.

Llegó de nuevo el fin de año y seguimos sin descubrir que los errores son pasos equivocados y que el hambre también se llora, que las lágrimas caen al suelo enteras y que en las madrugadas debemos encontrarnos en lo sueños para que se puedan hacer realidad al día siguiente, que el horizonte es el punto que mide tus sueños y que el silencio receta pastillas de reflexión en nuestras vidas.

Llegó de nuevo el fin de año y no aprendemos que sentimos porque tenemos que morir y lloramos porque derramamos lágrimas de envidia por no sentir que morimos, al tiempo que vivimos viendo pasar el tiempo que no transforma nada, desnudos de esperanzas porque los años nos van recordando que todo sigue igual, aderezado con las intrigas de quienes mandan y condimentado con la pimienta de los intereses creados.

Llegó de nuevo el fin de año y hay que comprender que para algunos el año tiene más de 500 días, pues hay que sumar 100 que no comió en su casa porque ya no hay alacena disponible, 100 que le firmaron para el desempleo, 100 que no vio a su familia porque nuevamente se subió al carro de los que migramos y los 365 días de todos los que seguimos el calendario.

Llegó de nuevo el fin de año y nos deberíamos mirar en el escaparate de la vida para que el nuevo año sea un reflejo de lo que paseamos y no un maniquí que se expone sin arrugas, como si el tiempo no le afectara y las críticas le supieran como al político desinhibido o al manager desensibilizado.

Llegó de nuevo el fin de año y ahora es cuando quisiera ser un cuatro para entender cuánto vale una silla donde descansen mis deseos y duerman en paz, otras ocasiones anhelo ser un seis y parecerme a una pipa y soñar que fumo tabaco de hermandad, que su humo purificará el ambiente de las desigualdades y que luego me convierto en un nueve, ondeando como una bandera y con el mástil bien incrustado en la tierra que pisamos, aunque para los despistados y despreocupados el nueve sea la letra “q” y siempre estén preguntado el qué de todo, porque no están interesados en nada o que el círculo del nueve se desplace por el mismo mástil y se transforme este número en la letra “d”, aprendiendo entonces a dar, decir y dirimir, para que otros puedan dormir y lo bueno pueda durar.

Llegó de nuevo el fin de año y ahí sigue estando la familia y sus circunstancias, las aceras y los balcones, las mentiras recurrentes y las disculpas pendientes, las generaciones que se renuevan y las canciones que nos recuerdan que "HOY ES SIEMPRE TODAVÍA", como dice el blog, pero solo lo entenderemos de verdad si lo entendemos como recordar y revivir, remontar y reestructurar nuestras vidas para buscar esa luz que nos ilumine y que nuestros corazones puedan dar esa sombra que cobije la verdad que otros nos reclaman y, por ahora, ni está ni se la espera, hoy y por siempre todavía.

Llegó de nuevo el fin de año y sueño en balancear mis recursos para no estropear mis inquietudes y en disponer de trapos rotos para hacer harapos de aliento, en colorear nuestro ambiente de blanco para estudiar cuánto tiempo está sin contaminar, en ponerle manos “con dedos” a los semáforos para que tomen vida los signos, en correr la cinta de los aplausos cuando algo se haga bien, en promocionar los abrazos en lugar de los buenos días, en guardar la tercera parte de tu “rancho” para regalárselo a quien tolera su desnutrición “en silencio”, a coser los bolsillos para que en lugar de pagar con moneda y billete hagamos algo por los demás, si nos lo piden, en columpiar mis dolores con las necesidades no satisfechas de quienes no tienen voz ni voto, en satisfacer y completar mis proyectos con sonrisas como objetivos, en planificar un viaje por los corazones de los más desprotegidos, que es la mejor ruta para crecer y en raspar los egoísmos para sacarle el néctar de la verdad comatosa que llevan dentro.

Llegó de nuevo el fin de año y hoy quiero regalar un abrazo virtual porque quiero recibir otro, no porque seamos invisibles sino porque tenemos virtudes y sentir la ternura de quien no te conoce y piensa en ti y el amor reposado de un abuelo que te dice nieto sin tener lazos de sangre, la mirada perdida de una paciente terminal que levanta su mano para notar tu presencia y la caricia interminable de quien intenta expulsar su último aliento porque todavía cree que puede estremecer a alguien.

Llegó de nuevo el fin de año y espero que sea el año de la respuesta y del cierre de ciclos, el que todos hubiésemos deseado si volviésemos a ser niños, ese año de abrazos y tiempo disponible, de sonrisas en las dificultades y de amor en la impaciencia, de cuentas corrientes de sorpresas y de proyectos de solidaridad, de servir de complemento y no de restar aspiraciones, de vivir “con” y no vivir “sobre”, de entregarnos “como regalo” y no de esperar “regalos” para luego “entregarnos”, de más “manos limpias” y “menos recolectas”, de más “padrinos silenciosos” en hospitales y barriadas, fronteras y guerras, porque hay que cambiar la moneda que humilla por la actitud que aporta y la injuria y los intereses por esa “palmetada anónima de apoyo” tan olvidada y añeja.

Que este próximo año nos ayude a percatarnos que somos muchos y diferentes, reales y vivos, necesarios y complementarios, sólo así podremos seguir estando orgullosos de seguir siendo seres vivos, hoy y por siempre todavía.

Vuestro amigo, que nunca os falla.

Juan Aranda Gámiz. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

MI MENSAJE DE NAVIDAD




La vida selecciona aquellos momentos que son capaces de transformarte, personal y profesionalmente, a pesar de que ello ocurra alejado de tu familia y la tierra que te vio nacer, en rincones tan distantes como pudiera construir la imaginación de un soñador cualquiera.

Hace 25 años que dije adiós a amigos y proyectos, oportunidades y pacientes, con el sonambulismo pertinaz de un idealista enamorado, arrancando lágrimas a las horas y zapateando incertidumbres en los asientos de algunos aeropuertos que, por los retrasos de los vuelos, pareciese que me susurraban que no abandonase mis raíces.

Vas tropezando con seres humanos, surgen  de la nada espacios que te permiten dar todo tu esfuerzo al servicio del bien común y por ello se vive la realidad asumiendo responsabilidades con el afán de compartir y aprender, entregando fuerzas y esperanzas para consolidar equipos de trabajo junto a los que podamos proponernos objetivos viables, alcanzables y mensurables.

El progreso, allá donde se vaya, debe entenderse como una sabia mezcla de espíritu de superación y capacidad de entrega, con lo que vamos generando esa fuerza interior para superarnos –en el día a día- y en el ejercicio constante del servicio a los demás.

Nuestra tarea, clara y diáfana, siempre orientada a promover espacios para el diálogo y la comprensión de todas aquellas necesidades que nos limitan, debe proponerse la búsqueda de estrategias para integrar aportes constructivos en nuestro recorrido, orientado al equilibrio, con equidad y justicia.

Nunca se puede vislumbrar un futuro prometedor si no alcanzamos mejores espacios de desarrollo profesional, adaptando nuestra visión a la misión real que tenemos, con todos los instrumentos disponibles que nos permitan incorporarnos a los fenómenos desproporcionados de globalización –mal definida- y donde el fin que debe buscarse se orientará siempre a hallar la paz y la calma necesarias para tomar decisiones que impacten positivamente en la vida de los demás.

Llegaremos a disponer de momentos para sentirnos orgullosos de lo que hacemos cuando quienes lleguen a ser receptores de nuestro mensaje o nuestras acciones sientan la comprensión necesaria para aceptarlas y tengan la disponibilidad adecuada de servicios para que colmen sus aspiraciones en pro de un principio de igualdad de oportunidades para todos.

La sociedad reclama un ejercicio responsable y meditado, altruista y convencido de que nuestro aporte será decisivo en el desarrollo personal de nuestros ciudadanos, siempre que sea entregado con un abanico de oportunidades y manteniendo sólido el soporte de equidad y solidaridad.

Cada día estoy más convencido de que el trabajo nos dignifica por lo que contribuye a cumplir aspiraciones y disipa desigualdades, pero la voluntad de seguir siendo nosotros mismos es y debe ser nuestro mejor aporte al crecimiento de una sociedad cada día más inclusiva.

Sin embargo, salimos de nuestros rincones pueblerinos y nuestras aulas universitarias para tener una visión más integral del mundo y para reencontrarnos en nuestras raíces, por lo que siempre dependemos de vivencias y experiencias de vida de seres humanos a los que consideramos modelos y en los que sustentamos nuestros afanes y nuestras luchas.

Quizás sea petulante si os digo que mi mayor éxito profesional, a pesar de las conferencias dictadas y los cursos ofrecidos, los libros escritos y las charlas compartidas, los cargos desempeñados y los equipos que integré, fue pronunciar el pregón de las fiestas de mi pueblo del alma.

Llevamos dentro el orgullo de pertenecer a una hoya o un valle, una comarca o una aldea, por el miedo de perecer lejos en el intento o no poder regresar al seno materno de las calles y las plazas, las jergas y la gente que no disimula su alegría al verte.

Todo lo que te ha rodeado y te ha observado es parte del micro-ambiente con el que debes inter actuar a diario y ello te arrastra a querer y preferir aquel espacio, una corriente de aire, esos animales quejumbrosos, algunas personas que fueron y vinieron e incluso el aroma con el que te despertabas al amanecer.

En la Navidad debemos reflexionar en voz alta, a pesar de la triste realidad que nos envuelva y entregar nuestro más sencillo legado, que deberíamos poner en marcha cuanto antes para empezar otro año con otro semblante; ese sería el verdadero regalo de Reyes Magos para los que sufren y tambalean, se refugian y lloran en silencio, se muerden los dientes y tienen muchas preguntas para cualquiera de ustedes, muchos de los que dirigen y controlan, algunos de los que gestionan y manipulan y esos pocos, entre todos, que roban y se esconden.

Sueño en que no haya otra “prima de riesgo” que la media de todos los países, porque somos un reflejo de lo que nos rodea, para evitar señalamientos y cobardías y también sueño en que los sueldos se paguen cuando se justifiquen los proyectos y así gastaríamos menos dinero en aeropuertos fantasmas, trenes que no se llenan o pseudo-líderes que hablan “con el eco” de quienes los utilizan, porque parece que se acabó la “opinión sin sesgo” en la alacena de la vida diaria.

Hay noches en que sueño en proponer a los políticos exitosos, políticos fracasados, líderes de su propia marca de fábulas, catedráticos de lo ajeno y samaritanos con tarjeta de presentación que aprendan la lección de la calle más sencilla y práctica “que tenemos dos orejas y una boca, para escuchar el doble de tiempo de lo que se habla y no lo contrario”, así tendrían cabida todos los reclamos.

Quisiera proponer a los abandonados a su suerte que se constituya el “banco bueno”, aportando todos los que tienen sueldo la paga extra de Navidad, así nadie tendría que quitársela y la usaríamos para dar oportunidades de vivir con dignidad en Navidad a quienes no tienen suerte, dinero, trabajo y el amor se les está acabando.

Quisiera proponer que se democratizara la calle y tengamos libertad, sin miedo, para hablar con el que tenemos a nuestro lado, así nos haríamos la diálisis de las penas y las inquietudes en cualquier acera.

Quisiera proponer que no nos sintamos orgullosos por la gente que se va, ese potencial humano que se aleja, porque nos hará falta en algún momento, quizás de añoranza por lo que perdimos y nos callamos porque huyó un reclamo menos.

Quisiera proponer que se hagan más programas “Tengo una duda por usted”, ahora, en tiempos de crisis, sin necesidad de rating sino de resolver problemas reales.

Quisiera proponer, en estos momentos, un sueldo estable para todas las mujeres amas de casa, no sólo para los parados, que atenta contra la dignidad del ser humano, porque las trabajadoras anónimas del hogar también son seres humanos y ya es hora de que nos acordemos de quiénes manejan la economía familiar y son capaces de sustentar la fe aún en tiempos de turbulencias y terremotos socio-económico-culturales.

Quisiera proponer que saquemos del diccionario, por un año, algunas palabras que nos están hiriendo notablemente y distanciando a los seres humanos, como subsidio, parado, indigente, voluntario, refugiado, acogido, desahuciado, mendigo, mileurista y busquemos palabras nuevas para un futuro distinto, con esperanzas nuevas, porque todos vivimos de algún subsidio, estamos parados en algún momento del día, debemos ser voluntarios para los demás, nadie va a ganar más de mil euros y seguimos mendigando oportunidades.

Quisiera proponer que quien haya robado salga de España con lo puesto y que el que se haya aprovechado de algo o de alguien no tenga oportunidad para el arrepentimiento público, sino que a todos se les exija hacer un listado de todas las personas a las que se les haya hecho daño y, sin cobrar un euro hasta que acabase su tarea, fuese uno por uno pidiendo perdón y prestándose para reparar el daño provocado.

Quisiera proponer que las noticias no se vistan de colores ni banderas, porque son para escucharlas y no para lucirlas con un vestuario llamativo, que los medios son para llegar a seres humanos que necesitan de mensajes y no los fines que justifican cualquier medio.

Quisiera proponer que las manifestaciones fuesen con turnos rotativos, para que quien escuche no espere paciente a que acaben las primeras 48 horas, pues es el único medio para seguir insistiendo en que los derechos son como las varas verdes, nunca se van a romper a pesar de que se les doble hasta el hartazgo.

Quisiera proponer que se les dé una paga extra a los desempleados porque son los más importantes en este momento y tienen el derecho a pasar una Navidad más digna que nadie, entre todos nosotros.

Quisiera proponer que el Padre Nuestro empiece diciendo “Padre Nuestro que estás viendo lo que ocurre en nuestra realidad y permites que veamos sufrir a nuestros hermanos, ayúdanos a encontrar el camino y que así se haga tu voluntad, que no puede ser muy distinta a esta, en esta tierra en la que vivimos, mal globalizada y bien aprovechada hasta la saciedad para que algunos “sigan ganando el pan con el sudor del de enfrente”.

Quisiera proponer que el único hurto que se produzca en esta Navidad sea robar la verdad del baúl donde esté almacenada para que todo el mundo la conozca y nadie se sienta confundido ni manipulado.

Quisiera estar seguro que el único accidente en esta Navidad sea el de un oportunista, un ladrón de cuello blanco, un usurero, un manipulador, un imputado o un criminal confeso que salgan a pasear camuflándose y escuchen este mensaje de Navidad, para que   propongan cambios en su vida y se expongan a ser supervisados por toda una sociedad que deberá darles el indulto cuando se crea viable su re-inserción social.

Quisiera eliminar la vida pública de quienes siendo personajes públicos y notorios han sido capaces de manipular y chupar, porque aquí, entre nosotros, sólo hay un dinero que nos pertenece y debe ser reembolsado con los intereses que fuesen impuestos y legalizados por una sociedad que debiera ser cada día más inclusiva para el honesto y el trabajador excluido.

Quisiera compartir, como todas mis Navidades, un pastel y una oración, una visita de cortesía de médico y un abrazo, con quienes se sienten vacíos de momentos y abrazos, de palabras y oraciones, de esperanza y paciencia, porque de ellos debemos aprender en el día a día.

Quisiera que los periodos presidenciales fuesen de un año y que estuviesen abolidas las mayorías absolutas, que los niños tuviesen voto político porque algo aprenderíamos de ellos en sus reflexiones, que los abuelos fuesen al Congreso, que el Senado abriese espacios para homosexuales y prostitutas, amigos de lo ajeno y zapateros, porque entre todos (esta sociedad es de todos) podríamos remendar leyes más ajustadas al zapatero y a los ladrones, convenciendo a todos de la importancia de arreglar zapatos y de disponer de lo propio, mucho más importante que destruirlos y apropiarse de lo que tiene el de enfrente.

Quisiera más cosas para esta Navidad, pero empecemos este año por todo esto que no es poco. Y, porque es muy importante, quisiera que nadie hablase si no cumple, más vale callar para provocar que otros hablen que hablar para la foto y que la foto lo demande en el futuro por no haber hecho nada y haber mentido en todo.

Con sentimientos de consideración y estima de un español, residente-ausente, enfadado con la basura y la farfolla, esperando regresar para sentirme útil en planteamientos, propuestas y enfoques, cuando la vida me reclame y, mientras tanto, dispuesto siempre a reclamar por la gente que me hace sentir orgulloso de ser español, no importa si en la distancia.


Juan Aranda Gámiz. 

sábado, 8 de diciembre de 2012

VÉNDAME UN CUARTO DE KILO DE PACIENCIA

Acostumbramos a ir a la tienda a comprar una libra de azúcar o medio kilo de arroz, una docena de huevos o un kilo de carne, todo lo necesario, junto a unos tomates y algunos pimientos, para preparar un almuerzo a gusto de los más exigentes comensales.

Mientras tanto, seguimos haciendo lo necesario para trabajar, luchar contra los problemas, exigir nuestros derechos y procurar cumplir con el mínimo de deberes, pero siempre nos encontramos con circunstancias que nos desubican y nos alteran en la planificación diaria, por la cantidad de imprevistos y la falta de previsión de limitantes y riesgos.

Gotea un grifo y no encontramos la persona indicada, se nos pone un familiar enfermo y el profesional está de vacaciones en el fin de semana, se nos daña un mueble y no está disponible el carpintero, se fue la luz y nadie encuentra la causa, porque los técnicos no están de guardia.

En estos momentos se te funden los cables de la paciencia y saltas preocupado porque no te explicar la falta de una logística que sea capaz de adelantarse a los acontecimientos y tener todo dispuesto para atender las necesidades de un cliente que requiere apoyo o un enfermo que necesita atención urgente.

Y ahora es cuando buscamos una tienda para comprar un cuarto de kilo de paciencia, lo suficiente para echar el rato, superar la dificultad, respirar hondo y prepararse para afrontar otra situación pendiente de solución, porque es la única herramienta para tolerar los interrogantes que se te vienen a la mente, sin respuesta, pensar en cabeza fría y hallar la solución más eficiente para el momento y el problema definido.

Nos enfrascamos en reclamar cuando algo inesperado llegó a nuestras vidas, pero el camino de la solución más viable no pasa por culpar y molestar, exigir sin medida ni buscar responsables, rebobinando los hechos para hallar una falla estructural o en el proceso de construcción de alternativas.

Yo os puedo recomendar la mejor tienda para comprar paciencia y esa tienda está en el tiempo que puedas dedicarle a esa situación concreta, respirando hondo, buscando un soporte y colocándote en el lugar de quien recibe tu reclamo, porque sólo así echarás paciencia y tolerancia, comprensión y habilidades para poner en marcha las estrategias más oportunas para solucionar adversidades y poder canalizar soluciones.

No podemos tener respuestas para todo, aunque todo debiera tener una respuesta para cada pregunta, el problema es que pensamos que hay esferas de nuestras vidas o de las de quienes dependen de nosotros que nunca se van a averiar o se verán afectadas por distorsiones, problemas, quejas, disensos o incapacidad para responder a verdades que debemos escuchar y atender.

Así que en silencio, sin quejarnos por nada más que por ser poco tolerantes, pidamos a la tienda de nuestra vida, a esa que siempre está abierta cuando la llamamos, que nos venda un cuarto de kilo de paciencia y que ya le pagaremos con nuestra actitud ante los demás, ofertando puertas de salida a los encajonamientos o dificultades que otros tienen en sus vidas.

Esa tienda es la convicción que debemos tener de que todos somos humanos, parte se corresponde con nuestro código moral y otra parte de la tienda es nuestra personalidad, que siempre debe estar expuesta a puntos negros que debemos convertir en blancos si tenemos claros y bien desarrollados nuestros valores.

La puerta de la tienda, a donde llamarán todos quienes nos busquen, es la verdad con la que nos debemos identificar ante los demás, pues sólo así se podrá abrir la esperanza hacia soluciones oportunas a los problemas que otros tienen por nuestra intervención o nuestro aislamiento.

Ah¡, para todos aquellos preocupados con la inversión en paciencia, sólo cuesta unas palabras, las gracias que te van a dar, con toda seguridad, aquellos que se encuentren entre la espada y la pared y tú seas capaz de solucionarle el problema por el que viven sufriendo.

Sería bueno, al igual que los alcohólicos anónimos, que hiciésemos una lista de las personas a las que hemos hecho algún daño y nos propusiésemos reconocer cómo podemos estar más presentes en sus vidas y ayudarles, con un cuarto de kilo de paciencia, a solventar cualquier rasgadura en su historia de vida, con ello compensaríamos parte de nuestro comportamiento anómalo y discordante.

Ve y compra un cuarto de kilo de paciencia, en este mismo momento, la puedes utilizar cuanto antes, no sabes si alguien la va a necesitar de ti.

Tu amigo, que nunca te falla.

Juan

jueves, 22 de noviembre de 2012

¿QUÉ DERECHO TE FALTA?


Hace pocos días hemos celebrado el "Día Internacional de los Derechos del Niño" y pasamos de largo como si NO hubiese ocurrido nada y es que debemos tener presente que en esta etapa de la vida los niños tienen DERECHOS inalienables e irrenunciables que TENEMOS QUE vigilar, proteger, cumplir y amparar.

Hoy quiero recordar que los niños, estos trozos de vida que nos empujan y nos condicionan en nuestro quehacer diario, tienen derechos y algunos ya han perdido más de uno en su triste caminar por este mundo al que tildamos de global y aldeano, pero que en el fondo es elitista y juguetón con la vida. 

1. Derecho a la vida

Cuando pensamos en la posibilidad de renunciar a un hijo y evitarle la posibilidad de que llegue a este mundo con su capacidad de aporte bajo el brazo, mirándonos con cara de enfermedad o tristeza, dubitativo porque desconfía de muchos y acepta a pocos entre sus amigos, le estamos robando un derecho a un niño.

2. A la salud

Cuando miramos un niño famélico y desnutrido, lloriqueando su mala suerte y circundado por moscas que parecen buitres y caras malgastadas por la ansiedad de ver crecer a sus infantes en medio de la sequía y las guerras, sin hacer nada más que acostarnos cómodamente y valorar el momento agradeciendo a Dios por lo que tenemos, sin preocuparnos de saber si pudiésemos hacer algo más, es porque estamos renunciando a nuestro deber de compartir nuestros derechos para que otros puedan recibir como regalo parte de los nuestros y también le robamos un derecho.

3. Al descanso, el esparcimiento, el juego, la creatividad y las actividades recreativas

Cuando salimos a la calle y vemos niños sentados en el regazo de sus madres que piden limosna, relámpagos que corretean para tirarte del pantalón y llamar tu atención o seres humanos depositados en cajas de cartón mientras sus padres venden en modo ambulante lo que ese día pudieron recoger en el huerto, mientras peleamos porque el árbitro no cumplió su función en nuestro partido de fútbol con los compañeros del curso de al lado, olvidándonos de saludarles o preguntarles si quieren compartir con nosotros un rato, aunque fuese trasladando el terreno de juego al lado de su vivienda húmeda en el interior de la caja donde pasa todas las mañanas, estamos renunciando a nuestro deber de vigilar si los demás tienen lo indispensable para decir que todos somos iguales y también le estamos robando un derecho.

4. A la libertad de expresión y a compartir sus puntos de vista con otros.

Cuando callamos a un niño porque nos molesta, los echamos de clase por sus injurias y sus protestas, los apartamos del grupo porque recriminan e inquietan a los demás, estamos robando la posibilidad de que se exprese libremente si no le damos la oportunidad de que nos escuche y vaya contrastando sus propios puntos de vista, aprendiendo a estar entre los demás y compartiendo sus intereses y sus dudas.

5. A un nombre y una nacionalidad.

Cuando dormimos temprano sin haber resuelto qué hacer con quienes son refugiados y viven "apátridas", inmersos en una crisis de hambruna y apoyados por organismos internacionales que le asignan un número para poder medir la dimensión del fenómeno humanitario, sin saber de dónde son ni a dónde podrán ir y prolongamos las resoluciones hasta que algunos sucumben en nuestra tarea lenta y pordiosera, estamos robando derechos a muchos niños y otros nunca más los recuperarán, descansando sus cuerpos en el silencio de los días y las noches que Dios quiso para ellos.

6. A una familia.

Cuando regalamos niños o los abandonamos en un rincón, los depositamos en un basurero, los quemamos o los sentamos en la puerta de alguna casa, esperando que el viento no les seque las lágrimas para que alguien les escuche y les apoye, estamos robando ese derecho a un niño, esperando que lo tengan algún día, pero nuestra tarea de vigilar y amparar un derecho no lo cumplimos y lo llevaremos como una marca por toda nuestra vida.

7.  A la protección durante los conflictos armados

Cuando alguien usa a un niño de escudo humano o ese otro justifica su error como "víctimas inocentes, que se presentan como un daño colateral en algún conflicto armado", es porque la sensibilidad humana quiso apoderarse de la frialdad servil y le estamos robando un derecho a un niño.

8. A la libertad de pensamiento, conciencia y religión

Cuando condicionamos o conducimos, adoctrinamos o alienamos a un niño estamos privándole de la posibilidad de elegir en libertad qué quiere decidir, cuál es su apreciación según su propio código moral y cómo desearía vivir religiosamente. Quien se atreva a reconducir provocando la somnolencia de carácter e induciendo en el niño una actitud benevolente para evitar distorsiones en su proceso educativo, hablándole del bien del respeto a lo que yo quiero y la maldad de hacer lo que él quiera, le estamos robando otro derecho a un niño.

9. A la protección contra el descuido o trato negligente

Cuando vemos madres que se descuidan de sus hijos, que libremente descargan la responsabilidad en terceras personas y se olvidan que son madres, cuando no miden los riesgos y no se adelantan a los peligros porque viven su propia realidad y les gusta seguir estando sin responsabilidades, las que le abruman y le saturan en algunos momentos, es porque le están robando un derecho más a sus hijos.

10. A la protección contra el trabajo infantil y contra la exploración económica en general.

Cuando vemos niños pidiendo en las calles, harapientos y sucios, delegados para buscar oportunidades y sustraer, potenciales ladrones de mano negra en el día del mañana porque el ejemplo de mayores desviados y maltratados fue su única escuela, denunciando sus actitudes porque les consideramos entusiastas del dolor ajeno y viles miniaturas que te acechan para robarte la vida, sin buscar algunas alternativas para re insertarlos y educarlos para la solidaridad y la convivencia, estamos robando otro derecho a un niño.

11. A la educación, que será gratuita y obligatoria, por lo menos en las etapas elementales.

Cuando sacamos a un niño de la escuela para trabajar, no permitimos que hagan sus deberes y menospreciamos sus aprendizajes, no nos preocupamos de seguir sus avances o no participamos activamente para lograr mejoras en su ámbito educativo, estamos robando el último derecho a un niño.

Así, de ahora en adelante, cuando veas a un niño, conviértete en policía y pregúntale de cerca ¿Qué derecho te falta? y busca la manera de devolvérselo.

Te lo dice tu amigo, que nunca te falla.



JUAN

miércoles, 14 de noviembre de 2012

EN LA CALLE TE PUEDES HACER DIÁLISIS

La diálisis es un proceso de difusión de solutos y ultra filtración de fluidos, a través de membranas semi-permeables, mediante el que se extraen toxinas y el exceso de agua de la sangre, en un intento de sustituir la función del riñón o del hígado, muy enfermos, hasta que llegue la hora de un trasplante.

A veces estamos tan cargados de rabia y de vergüenza por nuestras propias actitudes que nos vamos al bar e ingerimos alcohol hasta caer al suelo o le damos treinta patadas al para-choques del primer coche que encontramos en la calle.

Cuando discutimos y no hallamos el consenso tenemos conatos de levantar la mano y suspirar para detenerla, al mismo tiempo, ingurgitando las venas que se nos notan en el cuello y apretar los dientes para evitar que salgan palabras repelentes e improperios disonantes.

Si todo va mal y encima lo complica una lluvia pertinaz o el reclamo porque algo se nos olvidó, buscamos un rincón para llorar o golpearnos la cabeza, creyendo que algo se va a mover dentro y nos va a permitir sonreir antes las adversidades.

Hablamos por teléfono y las malas noticias nos cargan de energía negativa, nos desconocemos en nuestras reacciones cuando los imprevistos nos superan y nos sobrepasan, a pesar de que la monotonía nos provocaba lamentos diarios, pero la rapidez de los acontecimientos y el peso que hay que soportar para balancearlos es el motor de la desesperación y la insensatez que corre por nuestras arterias y se nos nota cuando se nos encienden los ojos y se erizan los pelos.

Caminamos tranquilos dándole vueltas a lo que vamos a hacer cuando lleguemos a la casa, cuántos besos vamos a repartir y las caricias que vamos a recibir como regalo, pero abrimos la puerta y la mitad están llorando, una cuarta parte de quienes esperaban nos reclaman que llegamos tarde y el que faltaba tiene diarrea que no se controla con la medicación de emergencia, por lo que la esperanza se convierte en intranquilidad y angustia, lo que nos despierta palpitaciones y dolor torácico, dificultad respiratoria y ansiedad.

Llegamos a trabajar y nuestro informe es refutado y anulado por otro punto de vista de alguien que tiene a todos de su parte o ha alcanzado un mayor nivel que nosotros, por lo que perdemos el hilo de nuestros actos y nos sentimos inclinados a protesta o a decir que queremos irnos de la empresa porque no se nos tiene en cuenta y no se valora nuestro quehacer diario.

Nos miramos al espejo y nos desconocemos en esos momentos en que no le encontramos sentido a nuestra vida, porque pasan los años y se suman las dificultades, nos aplicamos la filosofía del cangrejo con su locomoción hacia atrás y pareciese que todo lo adelantado se lo está llevando el viento y lo está empolvando de reflexiones existenciales que dan pena y tristeza, una agonía con la que no puede la tila ni la manzanilla.

Nos preparamos para hacer un viaje y nos encontramos inmersos en un ambiente que distorsiona nuestro proyecto de vida, rodeado de personas accidentadas o gente disconforme con el momento que les ha tocado vivir, en el hoy y el ahora, abandonado en algún rincón del mundo por algún secuestro o hundido en el fango de una guerra para la que no se dio ninguna cuota para que empezara y te sube un ácido del estómago que te ahoga, porque se abrió la úlcera que durante tanto tiempo te preocupaba.

Para liberarte de tantas toxinas hay una diálisis y es gratuita, pues tienes que seguir los siguientes pasos:

                     1. Sal a un lugar donde haya aire fresco y luz del día.
                     2. Mira a quien se encuentre igual que tú (él es tu máquina de diálisis).
                     3. Pregúntale qué hace para no desesperarse como tú (es el líquido de diálisis)
                     4. Escúchale atentamente y sigue sus consejos (es el proceso de diálisis)
                     5. Respira hondo y cierra heridas (es como sacarse el catéter de la fístula). 

Por todo ello, no creas que los tratamientos están en los mejores hospitales sino en los rincones más obscuros, donde la gente que ha pasado por todo lo malo está esperando a alguien como tú para contarle su experiencia de vida y saber que ha podido ser útil en la vida de los demás, esa es la verdadera diálisis social, la que todos necesitamos para tomar menos medicamentos, morir más tarde e intoxicarnos menos con tratamientos.

Gracias por seguir siempre ahí, tu amigo que nunca te falla.



JUAN

sábado, 3 de noviembre de 2012

TÚ ERES MI CÁMARA DE FOTOS

Hoy día hablamos de cámaras fotográficas digitales y de colecciones virtuales, de modificaciones del momento con retoques en la cara o en el cuerpo por motivos de publicidad o apariencia, para decir lo que no somos o simular que estamos con quien no estamos.

Sinceramente, me cansa que juguemos a re diseñar nuestra historia de vida, porque somos lo que somos y nunca podremos ser -en apariencia- lo que un programa de fotos quiera que seamos, porque se nos va a notar que nos estamos engañando y la verdad va a aflorar cuando nos miremos y dialoguemos, tirando por la borda nuestra primera apreciación virtual.

Por esto, creo que ha llegado el momento de decirles a las personas que son nuestra cámara de fotos, pues a través de ellos vemos el mundo y sus contrariedades, como al anciano abandonado en un hogar para ancianos, ya que en sus ojos se vislumbra una historia de lucha y abandono y esa foto sólo podrá retocarse si recibe visitas diarias o ningún hijo se olvida de esa verdad que mastica -sin dientes- en sus ratos de soledad.

Debemos hablarle a esas mujeres abusadas y rociadas de ácido en la cara para decirles que son nuestra cámara de fotos, la que nos permite ver una realidad educativa que asombra y asusta en el siglo actual, con un grado de irrespeto y violencia de género que debiera estremecer a esos organismos internacionales que velan por la igualdad de todos, ante todos y a quienes viven y trabajan por una igualdad de oportunidades y derechos, cuando aún estos temas no forman parte de la agenda en ninguna campaña electoral del mundo, ni aún habiendo premios Nobel de por medio.

Hay que acercarse al preso para decirle que es nuestra cámara de fotos para ver su infancia y la violación de derechos que sufrió y que transformaron una personalidad abierta y conciliadora en una mente voraz que arrastró todo a su paso, viviendo en un barrio de desigualdades controversias, sin ley ni orden, donde sólo entraban los residentes y vecinos porque todos callan y permiten lo que por años reclamaron y protestaron sin respuestas.

Debemos mirar a la cara a ese niño desnutrido, en brazos de una madre cansada y agotada por el abandono y el olvido, esperando manos de paz y voces de apoyo, leyes que no sean de silencio y normas nuevas para un mundo viejo, pero sigue conformándose con las contribuciones que caen en paracaídas a una tierra seca de esperanzas y árida de compromiso.

Hay que mirar al desempleado y desahuciado, para decirle que es nuestra cámara de fotos, por donde puedo tomar la instantánea que me va a hablar de años de sufrimiento por no poder pagar a quien reconociendo que lo hizo mal sigue abogando por recuperar, aunque en el empeño se destroce la dignidad y se humillen hasta las lágrimas, acampando en caras de dolor a las puertas de los bancos.

Debemos mirar a la cara del enfermo en su agonía y decirle que es nuestra cámara de fotos, porque voy a mirar y mirar el momento que me ofrece de confesión de sus errores y sus penas, amalgamadas con cemento de ilusiones rotas y arena de libertades interrumpidas.

Hay que mirar a la cara del payaso y agradecerle que sea, por un momento, nuestra cámara de fotos, porque saben llegar a donde no llega el medicamento ni el premio de la lotería, a despertar una sonrisa en un cuerpo maltrecho, un estremecimiento en el cuerpo de un niño de 2 años o una alegría en los aplausos de un enfermo de Alzheimer.

Debemos mirar a la cara de un abatido de una guerra civil que nadie entiende y todos permiten, porque ne su mirada se puede admirar el odio racial y las dificultades de algunos para expresar lo que otros podemos en democracia.

Hay que mirar a la cara del vagabundo y de la prostituta, del homosexual y del marginado, porque sus rostros nos van a permitir fotografiar una historia de lucha y discriminación, de despojos y de miseria, en una paleta donde los colores que primar siempre serán el marrón tierra de las calles que los ven y los albergan y el negro de la obscuridad de la sinrazón y el olvido.

Debemos mirar a la cara de quien tiene hambre y frío, es perseguido o predica en el desierto, porque en sus mensajes encontraremos la cámara de fotos para entender mejor los mensajes, en sus contenidos y su enfoque, pudiendo comprender la rabia y el desaliento, al encontrarse helados de propósitos y tiritando de soledad.

Hay que mirar a la cara del reconciliado en el perdón y el arrepentido, porque en ellos está la foto para que aprendamos a perdonar y a buscar el arrepentimiento de cuantos actos cometemos a diario por dejar hacer, por dejar de pensar, por dejar de sentir y por dejar de participar, abandonando nuestra razón de ser de soporte para el otro.

Debemos mirar a la cara de quien sabe mucho y no transmite y el que sin saber lo da todo, porque son esa cámara de fotos que nos debe resplandecer el alma para dar todo lo que albergamos, como una esponja que escurre el agua contenida y necesita seguir llenándose de verdad para seguir exprimiéndose y goteando segundos de verdad para abrir caminos a quienes están perdidos en sus recorridos por esta vida.

Hay que mirar a la cara a quien manda y lidera, porque es la foto idónea para reconocer si está hablando su cerebro, su corazón o su sentido común, los tres portavoces del cuerpo y del alma, que deberán aflorar según las necesidades y los recodos de una sociedad en crisis.

Tomemos a los demás como nuestra cámara de fotos y así podremos sentir mejor nuestro pasado, comprender nuestro presente y pensar en nuestro futuro.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN


viernes, 26 de octubre de 2012

¿TIENE VIDA LA BASURA?

Siempre hemos conceptualizado a la basura como todo lo que sobra y ahí metemos desperdicios y despojos, desechos y restos, palabras estériles y vida muerta, recuerdos y ofensas, recambios y tejidos desprendidos, alimentos no comercializados y medicamentos olvidados, objetos maltrechos y ruinas que queremos olvidar..

Cada día se recogen todas estas sobras y se disponen en terrenos abiertos, se procesan o se reciclan, pero no se ve el resultado o la transformación de la basura en tu propio refugio porque nadie te regala un papel para escribir o un saco de abono, a partir de lo que eliminaste el mes anterior y que el carro recolector se encargó de llevarse de la puerta de tu casa, al vaciar el cubo de basura en un contenedor.

Deberíamos aprender a mirar en la basura para darnos cuenta de tanta comida que se vierte y tanto papel escrito que se arroja, donde nos percatamos de la inconsciencia de un derroche tan presente en una sociedad tan necesitada y de la facilidad con que nos despojamos de ideas que pudieron convertirse en proyectos, pero a las que nadie prestó la atención oportuna por ser desempleado, mayor de edad, marginado o demasiado soñador.

A veces nos encontramos tantas toallas y pañales higiénicos de niños sobreprotegidos y escaldados, de ancianos con incontinencia urinaria que pudo prevenirse con una buena práctica médica urológica o de mujeres que renuncian a ser madres por falta de oportunidades o de criterio, de fuerza interior o de sangría vivencial al ser violadas, mientras que hallamos fetos sin vida, que nunca tendrán derecho a ser abrazados, abandonados en el contenedor de basura, como lecho de muerte, desprotegidos de trapos o pañales.

No somos capaces de plantear una alarma cuando falta la bolsa del sempiterno vecino, con el mismo color y colocada a la puerta de su casa a la misma hora, por dos o más días, creyendo que siempre fué feliz por disfrutar de su casa y luego vemos por television que se suicidó cuando iba a ser desahuciado, porque nos falta conciencia cívida de la realidad que vivimos.

Sacamos la bolsa o el cubo a la calle, cogiéndola con una mano que separamos del cuerpo  por el hedor que desprende o el líquido que rezuma, pero antes deberíamos saber si en nuestra casa ha cambiado algo en la basura, más papel desperdiciado o más heces líquidas, jeringas o medicamentos que desconocíamos tener en nuestro hogar, bolsas de plástico o recipientes vacíos que nos pueden provocar preguntas, u objetos que estamos tirando con rabia, a pesar de nuetro compromiso con otros seres humanos, como fotos o pertenencias y que pueden hablarnos de crisis depresivas por rupturas de una relación que puede terminar en tragedia.

No nos fijamos en quien busca en la obscuridad de la madrugada y tapándose por vergüenza para aprovechar un resto de comida, con instinto de supervivencia y desconociendo la cercanía de un centro de acogida, para seguir luchando en la calle con su agonía y su abandono, su crisis vivencial o su trastorno psiquiátrico.

Desconocemos si la basura habla o puede comunicarse porque no nos detenemos a observarla y escucharla, quizás asi aprenderíamos a ver en la basura signos de alarma de hemorroides no controladas o irregularidades del ciclo menstrual no abordadas, esputos hemoptoicos y restos de cabello trizado o pelucas por vecinos sometidos a quimioterapia por cáncer, animales envenenados por no arraigar un sentimiento de protección por las mascotas, presencia de ratas con el problema de salud pública que ello supone para la comunidad de vecinos o botellas de alcohol consumidas en silencio y que pueden ser el detonante de una violencia de género en la puerta de al lado.

Miramos la basura con asco y repugnancia pero hay que vivir alerta y ello exige mirar la basura para descubrir, porque es parte de nuestra tarea diaria en un mundo donde todos nos necesitamos y en el que la palabra ha sido sustituida por la tecla y el encuentro para dialogar ya no está de moda, habiendo sido superado por el encuentro virtual o cibernético.

En la escuela debe estar presente la basura y los niños debieran aprender a mirar en la basura, para construir historias de vida y de luz sobre el mundo en que vivimos, a partir de las diferencias entre los despojos, que son un reflejo de las diferencias sociales y encontrar en la basura las claves para explicar por qué hay tanta hambre y miseria si hay tanto derroche y quemeimportismo.

Si la basura tuviese vida propia haría lo que nosotros no hacemos, los plásticos se amontonarían para que se pudieran desechar sin contaminar el suelo, los restos biológicos irían a la policía para sugerirles una investigación, los papeles y cartones se irían a lavarse y reciclarse para luego presentarse en las escuelas convertidos en libretas nuevas y los restos orgánicos se transformarían en abono para los jardines de la comunidad, las grandes ideas escritas se irían a los grandes editoriales para que se las tuvieran en cuenta y en las consultas de los hospitales y centros asistenciales se presentarían los papeles ensangrentados, con el nombre y apellidos de los propietarios para que pudiesen iniciarse campañas de prevención y abordaje de trastornos ginecológicos y proctológicos, decubrir tempranemante un cáncer de próstata o de colon.

Sería interesante buscar asociacioens entre la basura y la falta a clases de los niños (niñas abusadas), la basura y la violencia de género, la basura y los cambios del estado de ánimo (notas de desaliento u órdenes de desahucio, recibos no cancelados u órdenes de alejamiento), la basura y los cambios bruscos de alimentación (por presencia de enfermedades o enrriquecimiento ilícito), entre la basura y el número de personas visibles en la casa (por posibles personas retenidas, rehenes o enfermedades debilitantes que ya no siguen la dieta normal), entre la basura y enfermedades (por el número de productos farmacéuticos), entre basura y animales muertos, basura y ropa vieja (porque se arrancó un nuevo proyecto de vida), cambios en la basura y servilletas manchadas de dolor (por hijos acogidos en el hogar, abandonados por una sociedad en crisis), basura y libros rotos, mezclados con vasos de plástico y olor a alcohol, jeringas y vómito (en hogares con cultura pro-alcohólica y miembros en contacto con las drogas), basura y colillas (cuando el tabaquismo anuncia lo que está por venir, a nivel pulmonar y cardiológico).

No dejemos pasar nada de largo por nuestras vidas, ni incluso en la basura, te lo dice tu amigo que nunca te falla.

Juan 


lunes, 22 de octubre de 2012

ENCUENTRA EN TU CUERPO LAS TECLAS DE TU VIDA

Todos los días nos sentamos frente a la pantalla del ordenador y tecleamos, con mayor o menor velocidad, para redactar un mensaje y tenemos aprendidas las posiciones, por lo que jugamos con los dedos y vamos elaborando palabras, con o sin sentido, pero necesarias para diseñar frases y completar un trabajo.

A veces me he puesto a pensar dónde tenemos las teclas escondidas en nuestro cuerpo, ya que hay momentos que necesitamos teclear y no sabemos a dónde dirigirnos. Creo que he llegado a descubrir su ubicación y quiero enseñaros cómo debéis actuar ante una situación concreta.

A: Adelante, no te pares. Debe estar en el entrecejo, porque ahí se nos mete una idea y nos genera duda, titubeando entre seguir o detenernos y en esas situaciones fruncimos el entrecejo.
B: Bravo, eres grande. Debe estar en la punta de la nariz, porque hasta ahí llega el labio superior cuando gritas esa palabra y es porque necesitas darte todo el ánimo del mundo, para empezar o porque acabaste bien.
C: ¿Cómo?. Debe estar en el centro del labio superior, porque cerramos los labios y despegamos el labio superior.
CH: Chascarrillo: Debe estar en la comisura labial, porque te sonrríes al contarlo.
D: Derecho: Debe estar en el mentón, porque cuando luchas por tus derechos te pones erguido y tiras para adelante con el mentón prominente.
E: Entregado. Debe estar en el corazón, encima de la tetilla, porque ahí duele siempre que estás ocupado y entregando tu tiempo y tu ser al servicio de los demás.
F: Fuerza. Debe estar en el biceps braquial, donde sale el músculo en el brazo, porque ahí concentras tu energía para superar todas las dificultades, cerrando el puño y los dientes, al mismo tiempo.
G: Ganas. Debe estar en el cuello, porque se te pone tenso cuando tienes ganas de luchar, aunque el cuerpo no te acompañe.
H: Harto. Debe estar en las pantorrillas, que es lo primero que se cansa cuando estás harto de tu trabajo y de una tarea que no concluyes hasta ese momento
I: Imitar. Debe estar en la ceja, porque es lo primero que se levanta si ves algo que te interesa y quieres imitar.
J: Juntar. Debe estar entre los dedos de tu mano, porque es lo primero que se extiende cuando se quieren juntar emociones y momentos para construir algo nuevo.
K: Kilo. Debe estar en el bolsillo, porque es lo primero que te tocas para extraer su contenido y evitar que siga sumando kilos.
L: Luto. Debe estar a la altura del bolsillo superior izquierdo, porque es donde te colocas el luto por el ser humano que se fué y no fuiste capaz de darle todo lo que necesitaba en vida.
LL: Llanto. Debe estar en el párpado inferior, porque es el que no es capaz de recoger las lágrimas que rebosan al sentir que perdiste una oportunidad por indeciso o caiste en un vacío por imprudente.
M: Miedo. Debe estar en el cabello, que es lo primero que se eriza cuando tienes miedo a lo desconocido porque has perdido la valentía de vivir.
N: Nada. Debe estar en cualquier punto del vacío, alrededor de tu cuerpo, donde crees que no hay nada y realmente vive el aura, esa carga que desprendes y que se conecta con otros seres humanos o los repeles, por eso eres aceptado o rechazado con la primera impresión.
Ñ: Medaño o médano (es una pequeña colina de arena que forma y empuja el viento, una duna) Debe estar  en la lengua porque con ella constuimos amistades, relaciones, empresas, proyectos o ilusiones que luego se las lleva el viento, porque a su vez lo hicimos sin estructura ni balance, sin un proyecto real sino con vanalidades y falsos discursos.
O: Otrora. Debe estar en las arrugas de la frente, pues al referirnos a otros tiempos arrugamos la frente para añorarlos o para distanciarnos, por buenos o malos contenidos o, quizás, por miedo a reencontrarlos o recocijo al revivirlos.
P: Pantalla. Debe estar en el cuello de nuestra camisa o jersey, porque es la pantalla con la que cubrimos nuestro interior, como cuando queremos colocar una pantalla a la realidad y evadirnos para no comprometernos.
Q: ¿Qué?. Debe estar en el cuello, porque es lo primero que se arruga cuando pronunciamos esta pregunta con una sóla palabra, lo que equivale a ponernos en estado de alerta cuando no estamos preparados para afrontar situaciones reales y nos vemos comprometidos en el día a día.
R: Rabia. Debe estar en la rodilla, porque es lo que mueve y menea al tener rabia porque al otro le fue bien, porque el experimento no terminó como esperábamos o porque no ganamos en alguna contienda, creyendo que ahí se acabó el mundo.
S: Suelo. Debe estar en la planta de tu pie, porque es lo que está más en contacto con el suelo, como siempre hay que estar (en un mundo real y controvertido).
T: Todos. Debe estar en los brazos, porque los abrimos, en forma de arco, cuando queremos incluir a muchas otras personas como importantes en nuestro proyecto de vida.
U: Unidad. Debe estar en el dedo índice, porque siempre lo levantamos al referirnos a la unidad, pues al fin y al cabo todos somos uno y toda nuestra vida (con sus proyectos y aspiraciones) se resumen en un sólo mandamiento (vivir para permitir que la vida de los demás pueda vivir regalándote vivencias que debes incluir en tu propio vivir)
V: Vida. Debe estar en la primera costilla, porque se estira para llenarse de aire, ya que la vida es aire nuevo que te impulsa a engranar la maquinaria de tu cuerpo y tu alma.
W: Flow (flujo). Debe estar en tu cintura, porque al moverla mueves y dejas fluir tu energía, recogiendo energías perdidas que siguen dando, con sus actitudes positivas, el flujo que tú necesitas para seguir adelante.
X: equis. Debe estar en tu cráneo, pues dentro de él surgen los interrogantes y las incógnitas con las que se debe levantar uno, todos los días, para intentar darles solución.
Y: ye. Debe estar en la sien, porque nos golpeamos ahí cuando no hallamos respuestas. Es la segunda incógnita con la que nos encontramos cuando ya resolvimos la primera (x) y creímos que éramos sumamente inteligentes, pero ante la que nos detenemos porque creemos que hay que desplegar demasiado trabajo. Para transformar la sociedad hay que vivir con interrogantes y procurar prepararse para resolverlas, esperando la siguiente, porque el encuentro de la verdad exige este camino en nuestra vida diaria.
Z: zeta. Es la tercera incógnita y debe estar en la punta del pie, porque lo usamos para patalear todo lo que nos encontramos a nuestro paso si nos sobrepasan los problemas, en lugar de tocarnos esa parte del pie y reflexionar qué solución le dimos a la primera y segunda incógnitas, sólo así caminaremos al encuentro de la respuesta que necesitamos para seguir caminando.

Quiero que teclees, en tu cuerpo, la palabra "amistad".

Respuesta: Tienes que tocar, en este orden:

1- A-    ENTRECEJO
2- M-   CABELLO
3- I-     CEJA
4- S-    PLANTA DEL PIE
5- T-    BRAZO
6- A-   ENTRECEJO
7- D-   PUNTA DE LA NARIZ

Se parece a un lenguaje de signos en el campo de batalla o para dar órdenes a los jugadores de béisbol. Es bueno practicarlo por el contenido que transmite y el esfuerzo que te exige, como te lo va a exigir una amistad verdadera.

Gracias por seguir siempre ahí, tu amigo que nunca te falla.


Juan.

lunes, 15 de octubre de 2012

EL DIÁLOGO Y LA DISPUTA, DOS PRIMOS HERMANOS

Hablar entre dos y para los dos es un diálogo que puede surgir de la nada o irse armando con el transcurrir de los momentos, a partir de una mirada o una chispa interior, lo cual no quiere decir que deba ser monótono ni aburrido.

Sin embargo, muchas personas consideran al diálogo como dos puntos de vista que deben converger o, en otros casos, debiera atraer al otro para que mis convicciones le embriaguen y le posean, de tal suerte que al cabo de unas horas terminan convencidos que ambos piensan y sienten como lo hace el dominante del dúo.

Hay que dejar espacio para la disputa, esa discrepancia o desacuerdo, resultantes de tantas historias vividas y tantos otros renglones reflexionados que se enfrentan en forma de debate, conflicto o controversia, pero donde el respeto por el otro y la consideración de verdad personal sobre una hipotética verdad absoluta nos debe conducir a aceptar a quien tenemos enfrente con sus vacíos y sus oportunismos, sus aportes y sus frases tan bien construidas y vivificantes.

Los primos hermanos comparten una sangre y una historia de vida, se relacionan y se enfrentan, hablan y juegan pero también se distancian y se cuestionan, porque se genera una rivalidad en principios y valores, oportunidades y metas; son, al fin y al cabo, como el diálogo y la disputa. Pero, al mismo tiempo, tienden a reencontrarse y usan la misma dirección de corre "http://familia.com".

El diálogo y la disputa, para que sean verdaderos, debieran comportarse como dos primos hermanos con puntos de vista diferentes pero confluentes en el único principio básico que debe regir la socialización de nuestras convicciones.

El diálogo con disputa es la esencia de la puesta en común de dos opciones frente a las que se han aportado planteamientos y dudas, las que han permitido el crecimiento esencial del otro ser humano, por lo que su verdad ha aumentado de peso y ahora se la ve más completa e integral, se ha despojado de la paja y lo superfluo para quedarse constituida sólo con la carne magra de su planteamiento.

Cuando este diálogo con disputa es bi-direccional y se respeta la dignidad del otro, manifestando paciencia al escuchar y tolerancia al hablar, se está construyendo una ruta por la que se pueden alcanzar todos los objetivos planteados al interactuar, motivados por un flujo de ideas que se quieren transformar en un libro de consulta para otros.

Para dialogar hay que aprender a hablar y para entrar en una disputa real hay que prepararse todos los días a través de la lectura y la atenta escucha, así se encontrará la disputa cargada de contenidos y el diálogo una cátedra que debe movilizar curiosos para aprender del debate.

No es malo discrepar sino imponerse y no es contradictorio enfrentarse sino caracterizar el orgullo de voces altisonantes que van a generar huidas insensatas y pueden condicionar arrebatos de trapos sucios que pueden trastocar el sentido de las relaciones humanas, cargándolas de humillación y menosprecio.

Seamos todos primos hermanos y aprendamos a dialogar entrando en disputa, sólo así, con la altura de miras de dos personas desconocidas que pretenden complementarse con un fundamento verdadero se puede crecer, con dos visiones y un sólo objetivo, madurar nutriendo nuestra auto-estima con los momentos de verdades que van surgiendo y no formaban parte de nuestra guía telefónica de valores que tenemos archivada en lo más escondido de nuestro ego.

Terminar en un encuentro lo que se transformó en disputa es la verdad que da nombre al diálogo, esa fuerza que va arrastrando momentos para transcribir en ellos el encuentro de dos miradas desconocidas que poco a poco van aprendiendo de su complemento del momento para estirarse y presumir de que somos seres incompletos, pero sujetos a modificaciones por la presencia viva del otro en nuestras vidas.

Gracias por seguir ahí, te propongo esta reflexión para seguir dialogando con esa disputa que nos lleve a un encuentro de paz y concordia, sabiendo que todos somos complemento de todos, en cualquier rincón y momento, por lo que tenemos que abrir nuestro corazón y nuestra mente hacia la verdad, que no es la suya ni la mía, sino la que estamos construyendo, en este momento y ante la mirada de quienes quieran aprender a ser seres humanos con un auto-concepto en continua transformación vital.

Estar orgulloso de ser lo que se es parte del encuentro con quien despierta en ti la pasión por seguir siendo, porque a partir del diálogo y la disputa se ofertan renuncias y concesiones que dignifican a quien las regala, pero al mismo tiempo se aceptan frases y verbos que van a engrandecer nuestro léxico, al estar cargadas de lectura y momentos de comprensión de quien quiso aprender para regalar esa verdad construida a medias.

Gracias por vuestra reflexión, vuestro amigo que nunca os falla.


Juan

domingo, 7 de octubre de 2012

QUIERO SER UN LIBRO DE CONSULTA PARA TI

Necesitamos tantos libros de lectura que a veces nos confundimos, pues recibimos mensajes diferentes según el nivel de preparación del autor, el enfoque de lo que está siendo tratado y el momento de su publicación. Sin embargo, acudimos a ellos porque también necesitamos descubrir significados, acaparar información para nuestro desarrollo personal y profesional o mejorar nuestro acervo cultural.

Sin embargo, esta información recopilada es poco pragmática, pues la almacenamos y nos reconforta saber más, pero no es tan práctica como quisiéramos porque no va acompañada de gestos o actitudes y eso es lo que concede un valor añadido a las palabras.

Sería maravilloso que un alcohólico, incapaz de abandonar su dependencia, pudiese encontrar en un amigo que ha atravesado por las mismas circunstancias, la respuesta para seguir luchando en su proceso de recuperación, pues manifiesta valor para decir "no" y capacidad de renuncia a las salidas con amigos informales y de oportunidad, pues por encima de sus instintos está la confianza que le debe a su familia, a quien le ha prometido no recaer jamás.

Sería digno mirar a quien tiene una personalidad estructurada y colmada de talento y amor para brindar y regalar, cuando no se sepa el significado de la palabra "solidaridad", o sea, estar siempre junto a quien te necesita, aunque no te lo pida. 

Es maravilloso el recorrido que empieza una mujer que acaba de parir a su hijo y no sabe qué debe hacer en la media hora siguiente para cumplir fielmente con su tarea y ve por el pasillo del hospital una mujer aconsejando a su hijo cuantas veces fueran necesarias, a pesar de que le falla otras tantas veces más, porque ahí está el verdadero significado de la palabra "madre".

Sería oportuno encontrar una pareja joven en la que uno de los dos se expone a una oportunidad de relación extra-matrimonial y está a punto de sucumbir a las intenciones que le llevaron a algún rincón de su vida, cediendo a cualquier oportunismo y ve parejas atadas por un abrazo, a pesar de sus grandes diferencias, porque supieron complementarse y luchar por no separarse jamás, por lo que debe aprender que la fidelidad es un compromiso y no un arte, que nos desarrollan mejor que otros.

Qué bueno sería pasar por una oficina y encontrar gente amable y dispuesta, respetuosa y digna, en predisposición constante por agradar y servir, pues esa es la página donde puedes conocer el significado de la cordialidad, mucho más allá de lo que diga el diccionario e incorporarlo en tu vida para dar testimonio de que has aprendido un concepto más, en el trato diario con quienes acudan a ti.

Qué interesante resultaría ver una película, con menos besos falsos y disparos de fogueo, cargada de ejemplos de vida, donde un vecino esté presente en la vida de sus paisanos más cercanos, en cuerpo y alma, para ofrecerle todo su contingente personal, pues si alguna vez te preguntases el significado de "ser servicial" no necesitarías leer un diccionario.

Pero lo ideal sería que fuésemos seres humanos integrales y que no necesitásemos ver pasar a gente por la vida, aprender de gente anónima ni ver muchas películas, sino que nosotros mismos luchásemos por "querer ser un libro de consulta para ti, para el otro", aprendiendo a ser mejores cada día y a poner en práctica todas las actitudes positivas que debieran ser motivo de consulta para los demás.

Conviértete, pues, en un libro de consulta para el otro, sabrás que ha llegado ese momento cuando alguien te diga "gracias, por lo que me has enseñado en silencio", "tú has sido mi diccionario en la vida", ese es el único liderazgo que merece la pesa seguir.

De tu amigo Juan, que nunca te olvida.

miércoles, 3 de octubre de 2012

¿SE HEREDAN LOS PECADOS?


Hoy he querido reflexionar sobre una pregunta que siempre me he hecho ¿Se heredan los pecados? y la verdad es que habría que definir "pecado" como la transgresión voluntaria de los preceptos religiosos, pero también hay pecados fuera del ámbito religioso, por lo que violar las normas morales sólo puede hacer referencia a un cierto número de pecados.

Se habla del pecado original que todos heredamos de Adán y Eva, nuestros padres, al morder la manzana, por lo que aquí tenemos una herencia de la que no hemos participado directamente, pero que cada vez que transgredimos una norma pre-establecida, a sabiendas que lo hacemos mal y que entraña un riesgo para mí y para mi entorno (conducir a una velocidad superior a la indicada en las señales de circulación sin medir el riesgo) estamos heredando un pecado.

Hablamos del pecado mortal, al cometer un asesinato, secuestro o violación, con conocimiento pleno de que se viola el mandamiento de Dios, pero anteponemos el machismo al respeto de ser singulares y, por tanto, diferentes y complementarios, iguales en nuestra distinta sexualidad ante un mismo ser superior, por lo que hay violadores y abusadores, maltratadores y criminales que han heredado un pecado y lo cometen, asumiendo la cárcel o el aislamiento social posterior, el arrepentimiento ulterior y hasta terminan atentando contra su propia vida.

Hay pecados capitales como la lujuria, la gula, avaricia, pereza, envidia, soberbia e ira, que siempre estamos imitando de quienes son grandes maestros en el arte de pecar y en nuestras actitudes diarias, nuestros comentarios y miradas, en las oportunidades que les restamos a los demás o en el trato con personas cercanas cuando comprobamos, muy a nuestro pesar, que somos avaros sin querer o nos vestimos de gula para aparentar, nos cargamos las pilas de envidia para escuchar y nos rebelamos de iras porque no todo va bien y eso es porque hemos heredado algún pecado y lo estamos actualizando con nuestros gestos y nuestros despropósitos.

El mayor problema no es que lo practiquemos sino que demostremos a quienes nos ven y nos oyen, a quienes miran nuestras manos balancearse por la soberbia o maltratar a una persona del otro sexo por ira, descargar nuestra avaricia en un mundo de necesidades o vestirse de lujuria mientras paseamos por un barrio pobre, que se pueden copiar e imitar fácilmente, porque ahí está el germen de la herencia de los pecados.

Aparte del ámbito religioso también hay pecado en evitar una contribución de apoyo y de solidaridad cuando te sobra tiempo para dedicarlo a los demás, anular una orden de búsqueda para alguien que cometió un crimen porque la ley tiene vacíos, restar oportunidades a quien se las merece porque es un momento de exigencias para todos, sustraer ocupando una responsabilidad porque crees que nadie te ve ni te controla, tocar una puerta con un martillo de oro cuando no hay escuelas para seres humanos que sobreviven en cada minuto, entre barro e inmundicia, prohibir un grito de rabia a quien está cansado de escuchar gritos de hambre entre los suyos, no dar curso a proyectos por miedo a gastos innecesarios, desconfianza en sus gestores o supresión de partidas que podían encarrilar momentos de desarrollo porque el progreso puede traer apareados otros reclamos.

Se heredan estos pecados y el prometer para buscar una excusa que obligue a aceptar la falta de compromiso real, sustituir la vocación política por el afán de prestigio, deducir un impuesto por hablar con otra música y cumplir años sorteando dificultades con propuestas que saben a cuchara vacía de garbanzos, aunque te digan que te pusieron un plato de callos y para encontrar un garbanzo necesites un submarinista.

Sí, se heredan los pecados, pues vivimos para dar ejemplo y no podemos transmitir que obviar y excluir, menospreciar y aparentar, dejar correr y cuestionar, negar y manipular, entorpecer y criticar, cotar y sentenciar, son actitudes que sólo van a servir para el momento, porque una vez que se imitaron se incorporaron a nuestro código genético, el de nuestra vida de relación y ahí se abandona el criterio del bien común y la solidaridad, el apego a las buenas costumbres y los ideales.

Manipulemos los pecados manejables, casi todos, para que no lleguen a heredarse y así podremos soñar con una sociedad del mañana diferente, a pesar de los cuestionamientos de la sociedad del hoy, enfrascada en una crisis de valores porque los valores entraron en crisis.

Gracias por seguir ahí, vuestro amigo.


Juan

martes, 25 de septiembre de 2012

PERCIBO QUE PASAS DESAPERCIBIDO

Percibir significa comprender porque se ha captado una realidad y se ha hecho consciente, habiendo analizado previamente todas las circunstancias que le rodean, así percibimos que algunos mensajes llenos de ironía se transforman en disputas y malentendidos, unas miradas que se tornan en ofensas y otros gestos que abren heridas.

Percibir va mucho más allá de mirar y observar, significa entrar en la situación y empaparse de todo lo que le sustenta y sostiene, por eso percibimos que una atenta escucha es capaz de apaciguar un mal genio y que un dialogo bien construido provoca el perdón y el arrepentimiento.

Casi siempre percibimos los detonantes de un mundo resquebrajado y no hacemos nada al respecto, porque pensamos que la acción les toca a otros y porque nos compromete y nos obliga. Percibir, por tanto, es una porción de miradas, una porción de contribución participativa, una porción de ganas de aportar con soluciones, una porción de oportunismo para evitar consecuencias mayores, una porción de aporte de nuestra experiencia y una porción de amor en todo lo que se hace.

A veces, lo que percibimos nos sirve para analizar nuestro entorno y nos quedamos con la discusión que entretiene y la incertidumbre que acobarda, transmitiendo nuestro pesar a quienes nos rodean con la pretensión de que se planteen la situación que hemos vivido y se comprometan con todas las opciones posibles, pero hay también momentos en los que percibimos y dejamos plasmada nuestra huella y nuestro sello personal en un consejo, un apoyo o una reflexión que pueden ser muy válidas para viabilizar la solución que no se encuentra.

Percibimos grandes discursos y enormes liderazgos, procesos de inclusión y exclusión, amenazas y promesas, epítetos que difaman y algunos corazones sueltos que abrazan y cobijan, renovaciones y transformaciones, exaltaciones de júbilo y caras de hambre, pero el problema es que todo esto nos mueve a actuar para hacernos visibles y que seamos percibidos por los demás, ya que entendemos que al ser observados por otros seremos más grandes y dignos de ejemplo y aplauso.

Sin embargo, percibir que alguien que creías importante pasa desapercibido porque nadie se da cuenta de lo que hace y hace bien, es porque ese otro ha aprendido a desarrollar su propio proyecto de vida sin necesidad de ser percibido, porque quien debe percibirlo es aquel que recibe la ayuda de sus manos al curarlo, vestirlo, animarlo o ayudarle.

En esta vida es bueno que nos digan que pasamos desapercibidos, aunque no nos lleguen los aplausos y los soportes, los reconocimientos o los premios, porque con el reconocimiento del otro y nuestro proyecto personal de vida a la vista de todo el mundo, a fin de que comprueben la blancura de nuestros actos y la limpieza de nuestras inversiones como seres humanos, es suficiente para estructurar una hoja de ruta de servicio como técnico, artesano, profesional o empleado, para transmitir el mensaje de que todo tiene sentido cuando se vive para permitir que otros también vivan.

Percibir que pasas desapercibido a pesar de tus decisiones y tus trabajos, tus obras y tu empeño, tu discurso rebelde y tus horas aparentemente desperdiciadas en trabajos que no son remunerados, pero que dan presencia y sostén a quien lo necesita, es decirte -en pocas palabras- que eres grande y digno de seguirte y por eso hay que seguir viviendo y aplaudiendo.

Gracias por seguir ahí. Tu amigo, que nunca te falla.



Juan