sábado, 8 de diciembre de 2012

VÉNDAME UN CUARTO DE KILO DE PACIENCIA

Acostumbramos a ir a la tienda a comprar una libra de azúcar o medio kilo de arroz, una docena de huevos o un kilo de carne, todo lo necesario, junto a unos tomates y algunos pimientos, para preparar un almuerzo a gusto de los más exigentes comensales.

Mientras tanto, seguimos haciendo lo necesario para trabajar, luchar contra los problemas, exigir nuestros derechos y procurar cumplir con el mínimo de deberes, pero siempre nos encontramos con circunstancias que nos desubican y nos alteran en la planificación diaria, por la cantidad de imprevistos y la falta de previsión de limitantes y riesgos.

Gotea un grifo y no encontramos la persona indicada, se nos pone un familiar enfermo y el profesional está de vacaciones en el fin de semana, se nos daña un mueble y no está disponible el carpintero, se fue la luz y nadie encuentra la causa, porque los técnicos no están de guardia.

En estos momentos se te funden los cables de la paciencia y saltas preocupado porque no te explicar la falta de una logística que sea capaz de adelantarse a los acontecimientos y tener todo dispuesto para atender las necesidades de un cliente que requiere apoyo o un enfermo que necesita atención urgente.

Y ahora es cuando buscamos una tienda para comprar un cuarto de kilo de paciencia, lo suficiente para echar el rato, superar la dificultad, respirar hondo y prepararse para afrontar otra situación pendiente de solución, porque es la única herramienta para tolerar los interrogantes que se te vienen a la mente, sin respuesta, pensar en cabeza fría y hallar la solución más eficiente para el momento y el problema definido.

Nos enfrascamos en reclamar cuando algo inesperado llegó a nuestras vidas, pero el camino de la solución más viable no pasa por culpar y molestar, exigir sin medida ni buscar responsables, rebobinando los hechos para hallar una falla estructural o en el proceso de construcción de alternativas.

Yo os puedo recomendar la mejor tienda para comprar paciencia y esa tienda está en el tiempo que puedas dedicarle a esa situación concreta, respirando hondo, buscando un soporte y colocándote en el lugar de quien recibe tu reclamo, porque sólo así echarás paciencia y tolerancia, comprensión y habilidades para poner en marcha las estrategias más oportunas para solucionar adversidades y poder canalizar soluciones.

No podemos tener respuestas para todo, aunque todo debiera tener una respuesta para cada pregunta, el problema es que pensamos que hay esferas de nuestras vidas o de las de quienes dependen de nosotros que nunca se van a averiar o se verán afectadas por distorsiones, problemas, quejas, disensos o incapacidad para responder a verdades que debemos escuchar y atender.

Así que en silencio, sin quejarnos por nada más que por ser poco tolerantes, pidamos a la tienda de nuestra vida, a esa que siempre está abierta cuando la llamamos, que nos venda un cuarto de kilo de paciencia y que ya le pagaremos con nuestra actitud ante los demás, ofertando puertas de salida a los encajonamientos o dificultades que otros tienen en sus vidas.

Esa tienda es la convicción que debemos tener de que todos somos humanos, parte se corresponde con nuestro código moral y otra parte de la tienda es nuestra personalidad, que siempre debe estar expuesta a puntos negros que debemos convertir en blancos si tenemos claros y bien desarrollados nuestros valores.

La puerta de la tienda, a donde llamarán todos quienes nos busquen, es la verdad con la que nos debemos identificar ante los demás, pues sólo así se podrá abrir la esperanza hacia soluciones oportunas a los problemas que otros tienen por nuestra intervención o nuestro aislamiento.

Ah¡, para todos aquellos preocupados con la inversión en paciencia, sólo cuesta unas palabras, las gracias que te van a dar, con toda seguridad, aquellos que se encuentren entre la espada y la pared y tú seas capaz de solucionarle el problema por el que viven sufriendo.

Sería bueno, al igual que los alcohólicos anónimos, que hiciésemos una lista de las personas a las que hemos hecho algún daño y nos propusiésemos reconocer cómo podemos estar más presentes en sus vidas y ayudarles, con un cuarto de kilo de paciencia, a solventar cualquier rasgadura en su historia de vida, con ello compensaríamos parte de nuestro comportamiento anómalo y discordante.

Ve y compra un cuarto de kilo de paciencia, en este mismo momento, la puedes utilizar cuanto antes, no sabes si alguien la va a necesitar de ti.

Tu amigo, que nunca te falla.

Juan

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