QUEFAMILIA.COM
Juan Aranda Gámiz
Hoy es el día de
la familia,
un momento para reflexionar sobre el concepto de familia y abogar para que
todos tengan la suerte de tener una familia y que nadie esté náufrago, sin una
familia a la vista.
Descubrir que
tienes una familia es algo que se siente antes de verlo, a través de los roces y los
apoyos, ese sostén que siempre se te ofrece para seguir levantándote sin
importar las veces que hayas caído y estés tristemente apelmazado en la
indiferencia y el olvido.
Vivir la
familia, como un regalo del destino, para que puedas compartir, aprender y
disfrutar de la verdad que también te regalan al considerarte necesario y útil
para el recorrido de vida de los demás, es una maravilla de la naturaleza del
ser humano.
Proponerte
generar más familia de la que conociste, porque con tus aportes vas construyendo
espacios de diálogo y una suerte de brisa de acogida para cuantos se van
incorporando, poco a poco, a los apellidos y los hogares, en los que tú también
te integrarás para potenciar, si cabe, el proyecto de vida familiar de los
demás, es una tarea ardua por el desconocimiento de los intereses compartidos y
el sello de calidad y la impronta que se les coloca a las prioridades.
Convencerte que
has sido capaz de mantener tu familia y construir más familia es el mayor logro del ser
humano, porque recogiste el fruto de la que te hizo grande y sembraste la
semilla en la que te ayudará a ser más grande todavía.
Hay quien dice
que la familia es cuestión de números o de sexo, de raza o de pertenencia, pero en sí la familia es una
célula de la sociedad donde se da vida con respeto y amor, se construye un
futuro estable y se aprende a generar conductas para que los apellidos se
perpetúen y se abrillanten con frecuencia, pero al mismo tiempo se estrechen
las miradas y se aprieten las inquietudes en común, pretendiendo anudar las
relaciones padres-hijos, hijos-hijos y familiares-familiares con el único
propósito manifiesto de agrandar ilusiones y discutir verdades.
Cuando te das
cuenta que la familia se disgrega y reparte, que las relaciones se interrumpen o
empiezas a sentirte huérfano de coloquios y presencias, en la agonía o el dolor
de lo inesperado, es cuando empiezas a preguntarte si tendrá sentido seguir
aferrado a la rueda de la vida y es entonces, cuando la melancolía y la
pesadumbre se adueñan de tu vida, cuando la familia tira de ti y te atrae y te
reincorpora porque no hay mejor elixir para el dolor que la misma familia.
Llega el momento
en que se resquebrajan tus propuestas y empiezas a pensar en solitario porque
para otros la familia empieza contigo y, de nuevo, encuentras el sentido a la
vida con tu nueva historia aunque nunca abandones la naturaleza de quienes te
ayudaron a conocer el verdadero sentido de la familia y acudes a visitar a
quienes se fueron o te abrigas con el recuerdo de un patio o un balcón,
creyendo que los vas a volver a ver.
Cuando te
reencuentras con el peso de los pasos cortos vives con la esperanza de que la
familia construida sea tan fuerte como para que no se rompa jamás y que la fragilidad sea sólo
hasta que alguien levante su voz y demuestre con su actitud que lo aprendido de
quienes estamos a las puertas de la despedida tienen que servir para volver a
cohesionar.
En la familia,
cuando nos vamos, dejamos dosis de entusiasmo y fortaleza, carisma propio y
fuerza de carácter,
muchas gotas de solidaridad para que aliñen el potaje del día a día, con una
pizca de sabor a todos y con la sal justa y a gusto de todos.
Al fin y al
cabo, lo que se busca en la familia no se encuentra en ninguna parte y lo que
se pierde, sin la familia, es la oportunidad de vivir cerca de la mejor
dirección de internet,
en el mundo aparentemente virtual de la realidad cotidiana, siempre y cuando
estemos orgullosos de las lágrimas y los desencantos, las despedidas y las
enhorabuenas, porque siempre tendremos a
“quefamilia.com” como nuestro primer contacto en los momentos difíciles y
alegres, los de soledad y a los tantos de desencantos, a los de caminatas
largas y a los que vamos a necesitar de los demás, porque es la mejor forma de
nacer, crecer, integrarse y descansar en paz.
La mejor
herencia que se puede dejar y el mejor lecho en el que se puede dormir, la
mejor alternativa que se puede ofertar y el mejor escaparate en el que nos
podemos ver reflejados es, ha sido y será, hoy y por siempre todavía, la
familia.
Tu amigo, que nunca te falla.
JUAN