lunes, 22 de diciembre de 2014

DIME DÓNDE VAS

Qué bueno es saber dónde puedes encontrar a los demás para poder auxiliarles si te llaman preocupados por la tardanza o la falta de transporte, pues lo ideal es estar dispuesto a atender las necesidades de cuantos te quieren y te necesitan.

Qué malo es que sepan dónde estás porque alguien te puede espiar y manipular tu espacio de libertad, observarte en tus movimientos y tus sonrisas, tiritando de celos por lo que se imagina que pudiese estar ocurriendo ahí donde estás.

Qué bueno es conocer dónde vas porque sabemos con quiénes vas a estar y que te van a cuidar bien, que no vas a estar sola y que el calor del ambiente te va a proteger y animar a que seas capaz de superar tu propia timidez.

Qué malo es que te vayas a algún lugar y no sepa con quién, porque confiar en los demás es un ejercicio de responsabilidad que nos hace grandes y precavidos, al mismo tiempo, pues vivimos en un mundo de elegancia y oportunismo, también al mismo tiempo.

Qué bueno es tener la dirección y poder llamar por teléfono si ocurrió algo en ese lugar y escuchar cualquier queja para saber con quién andas, antes de que me digas quién eres y asesorarte en tus amistades y tus dudas.

Qué malo es que él sepa dónde estás y que pueda sentir la obligación de acudir antes de tiempo porque tenga miedo de que alguien pueda convencerte de que tu destino está literalmente ligado a tu propio secuestrador.

Qué bueno es vivir convencido de que puedes ir y venir, porque la confianza está presente en toda relación y ahí donde se vaya se respeta la presencia de quien te quiere de verdad.

Qué malo es que sepa dónde estás el que te martiriza y te humilla, porque te espera con la soledad que le permitió pensar en el daño que iba a hacerte por no cumplir con su esquema de comportamiento, el que él quiere para ti.

Qué bueno es saber que vas a ir a dónde puedes contar tu historia, porque hay que aprovechar cualquier espacio y lugar, para encontrar soportes y apoyo para tu carga y tu pena.

Qué malo es saber que nadie responde a tus inquietudes y tus llamadas de atención y auxilio, porque cada día se van cercando las oportunidades para salir y sólo queda tolerar lo intolerable.

Qué bueno es cuando ves llegar a ese alguien que se compadeció o te comprendió y sabes que llegó a tiempo, porque algo más tarde hubiese sido demasiado tarde para ti y tus esperanzas de despertar al mundo, alejada del infierno.

Que estas Navidades sirvan para que todos entendamos lo bueno y lo malo de saber a dónde vas, pero que debes aprovechar para saber de dónde vienes y a dónde quieres volver a ir, en libertad.

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN

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