domingo, 3 de agosto de 2014

¿DESDE DÓNDE ME MIRAS?

Caminamos por la calle y desconocemos si alguien nos mira, pero intentamos girar nuestra cabeza porque insistimos en creer que alguien nos mira.

Y en ese momento, nos acordamos del que nos miró de mala gana, porque pensamos que aun está preocupado por hacernos la vida imposible, mirándonos desde algún rincón escondido.

A veces, pensamos que aquel con quien nos peleamos ha encendido su afán por complicarnos la vida y no nos va a dejar en paz por mucho tiempo, creyendo que nos persigue con la mirada.

Hay momentos en que creemos que el ser querido que se nos fue está mirando desde algún rincón, como si hubiese quedado algo pendiente por resolver entre los dos y uno se desespera por saber si la vida va a dar la oportunidad de hacer una nueva cita y despojarse de las dudas y las deudas sentimentales.

Algunos tienen miedo de sus comportamientos y viven huyendo de todo y de todos, como queriendo acelerar el paso de los días y salir con un pellejo noctámbulo, para pasar desapercibidos como los gatos negros en la noche.

Sólo unos pocos salen a la calle y se alejan disfrazados, con el sigilo propio del que pretende camuflarse para pasar desapercibido y procurar que el paso de los días se aleje del momento y del recuerdo, en un intento de borrar la pesadilla de una huella que dejó un impacto negativo.

Firmas un contrato y sigues pensando si serás capaz de responder a quien se lo leíste, porque crees que tus fuerzas no te van a responder, porque todos te dicen que no vales para eso, pero la firma es ese alguien que te está mirando y el testigo que te impulsó a firmarlo, lo que te dará fuerzas para demostrar que eres grande por la actitud adoptada y el compromiso generado.

Hasta los Reyes Magos se pudieron preguntar, más de una noche, desde dónde le miraban, porque sabían a dónde debían ir pero no conocían a dónde, con exactitud.

Cuando planificas presentar un trabajo y transmitir lo que piensas sobre un particular, te preparas con meticulosidad y te apoyas en suficientes textos bibliográficos, asumes que ere el mejor preparado y sin embargo sigues pensando que alguien te está supervisando y te aconseja lo que debes redactar y lo que tienes que exponer. 

Llegas a tu casa y en cualquier rincón está ese alguien que te mira, quizás preocupado por recordarte el gesto que te falta con los tuyos o los escondites de tus piropos, para que los encuentres y los manifiestes sin miedo.

Sales a la calle y todos te miran, porque se olvidaron de tu cara y tus movimientos, pero no atinas a saber de dónde viene la mirada más sincera y quién la disparó primero.

Llegas a clase, en el primer día y tienes miedo de llegar y encontrarte nuevos amigos, pero alguien vigila tu forma de escuchar y tu afán por integrarte, aunque tampoco sabes de dónde te miran.

Te contratan en el mejor trabajo de tu vida y tienes la impresión de que alguien te está mirando y vigila hasta el último renglón que escribes y cuestiona la menor orden que transmites, por lo que tu inseguridad te conduce a cometer algún que otro error.

Hay muy poca gente que no se asusta porque los miren, aunque no sepan de dónde, pero necesitan confiar en que eso pasará y así sabrán que su empeño o su trabajo son supervisados o corregidos, con lo que tienen la impresión de que en esta vida no van a dejar nada inconcluso.

No hay que enfadarse porque alguien te mire, ni incluso cuestionar que te falta un espacio de libertad para hacer y deshacer, porque hay que procurar que el momento sea constructivo o te impulsa a reflexionar 

No sigas preguntándote ¿De dónde me miras?, porque lo importante es hacer las cosas bien para no tener resentimientos y caminar preocupándote porque todo lo pensaste y lo vas a hacer mejor aún, procurando que el otro se sienta acogido y realizado con tu intervención en cualquier momento.

Lo importante sería hacerse la pregunta ¿Por qué no me miras? y seguir luchando por superarte a tí mismo, dando ejemplo en cada un o de tus pasos.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN