sábado, 25 de abril de 2015

HOY ES SIEMPRE TODAVÍA

Hoy es siempre todavía porque he aprendido la bondad que brota de un corazón noble y me ha llegado el mensaje de un ser humano cargado de vida y de verdad.

Hoy es siempre todavía porque sin llegar la madrugada he vuelto a sentir el amanecer porque otro ser humano, tan vivo como real, me ha insinuado que se puede estar despierto mientras se duerme si los corazones viven iluminados de esperanza.

Hoy es siempre todavía porque he tenido la suerte de escuchar una lección que sabía que tenía que irrumpir en la carretera de la vida, en ese mapa donde solo se dibujan las vías principales y, en tono más bajo, las secundarias y terciarias.

Hoy es siempre todavía porque saboreé el jugo existencial y siempre agradeceré a la vida que me permitiera ver más allá del horizonte, donde la luz nos transmite paz y las llamas de la tarde nos acercan más y permiten que podamos tocar el cielo desde la misma tierra.

Hoy es siempre todavía porque supe que estaba de pie y que no me iba a tambalear después de escuchar las palabras que llegan a lo más hondo del corazón, donde el intérprete oculto que nos anima a traducir las actitudes de los demás se sintió conmovido con al entereza de las frases más íntegras y reconfortantes de un alma que llegó al mundo para beneplácito de todos los que queremos ser mejores para renacer desde el interior de una vida entregada al devenir de los tiempos.

Hoy es siempre todavía porque nos percatamos de que los demás son más necesarios que importantes y más cercanos que fieles, más entroncados en nuestra propia razón de ser que conflictivos y, siempre, más presentes que ausentes.

Hoy es siempre todavía porque hay que aceptar que somos parte de lo que nunca soñamos y, por eso mismo, nos encontramos transformados con cada experiencia de vida sin haber abandonado el camino y continuamos soñando en que descubriremos la tolerancia en la mirada de los demás.

Hoy es siempre todavía porque seguimos confiando en que el mundo nos demuestre que los detalles de ortografía en la vida de los demás dieron sentido a las frases de mayor dureza de carácter y por eso nos sentiremos orgullosos de lo entregado y regalado, de lo razonable y lo verdaderamente superfluo.

Hoy es siempre todavía porque alguien llegó con calma y caló hondo en el corazón dormido, queriendo despertar a la vida un sentimiento de humildad y sencillez por lo cotidiano, expresado como algo tan verosímil como impactante.

Hoy es siempre todavía porque respiré perdón y no sabía si iba a llegar en ese momento, aunque la voz firme de quien animó el momento con sabiduría y respaldo me tendría que ayudar a sopesar la elegancia del trato y la calma de un tesón que sabía a verbo lleno de amor. 

Hoy es siempre todavía porque no podía ver la explicación tan objetiva de un cuerpo en desarrollo y ya comprendía la voz interna de un mensaje escrito con fe y amor, al mismo tiempo.

Hoy es siempre todavía porque entendí que el ejemplo no precisa de imágenes sino de actitudes y que no se puede jugar a querer ser más allá de lo que debemos estar presentes.

Hoy es siempre todavía porque nunca pasará un minuto sin que recuerde este momento y me ayudará a seguir creciendo cuando se pasó la mitad de mi recorrido en este mundo.

Hoy es siempre todavía y por eso jamás renunciaré a citar al destino en un rincón, donde se solventarán las dudas y se reconciliarán las inquietudes, en ese espacio dispuesto para pensar en nosotros mismos y los demás, con la necesaria presencia de una sombra que nos obliga a reflexionar sobre los objetivos y estrategias que dan sentido a nuestra vida.

Hoy es siempre todavía porque fuimos incapaces de sufrir tanto y nos creemos mártires desposeídos, aún cuando otros nos demuestren que entre sus avatares diarios han sido capaces de superar y sacrificarse, sufrir y entregarse de la manera más altruista que pueda ser concebida.

Hoy es siempre todavía porque me conozco más a partir de una paciente escucha y me descubro en mis silencios, como si una respuesta sellara la constitución de una vida entera, construida en ese mismo instante.

Hoy es siempre todavía porque apareció la luz en mitad de la noche y el horizonte se pudo ver sin obscuridad, cuando nadie llamaba y sin embargo llegó, cuando todos dormían y yo despertaba.

Hoy es siempre todavía porque llegaste tú.

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN

lunes, 20 de abril de 2015

TE PROPONGO UNA HORA DE TRUEQUE AL DÍA

Hay momentos en que nos sentimos débiles y nos vendría muy bien intercambiar nuestro estado de ánimo cargado de pesadumbre por unas gotas de entusiasmo y podríamos intercambiarlo con quien estuviera dispuesto a aceptar unos minutos de tristeza, con el propósito de apagar su fuerza tan viva, para que las frustraciones no hagan acto de presencia en su vida.

Algunos días vendría bien cambiar el apetito voraz por la inapetencia y se podría intercambiar con una persona con obesidad mórbida y así controlaríamos el deseo incontrolable de comer y rellenaríamos los cuerpos famélicos de quienes nunca agradecen un bocado de comida.

Hay meses del año en que temblamos de frío y nos vendría bien cambiarlo por unos grados centígrados más y que así nos sintiésemos tibios en el invierno más gélido, mientras que el otro estuviera frío en el verano más caluroso.

Podríamos promover intercambios de seres humanos solitarios para incorporarlos en familias numerosas y que se sintiesen acogidos, mimados, cobijados y sobrecogidos por el ruido constante de los números que deben hacerse a diario para alimentar a tanto hermano, sobrino y nieto; mientras tanto, alguien cansado del bullicio y la responsabilidad de controlar a los más pequeños o mayores de la familia, podría disfrutar de la paz de unos días de soledad para meditar y reflexionar sobre los proyectos aparcados en su vida.

Ocasionalmente, se podría intercambiar la timidez de quien no se atreve a declarar su amor con el extrovertido, perspicaz ligón y entusiasta enamoradizo, con lo que se disimularía más la apertura del más atrevido y se relajarían las barreras para que el tímido pudiese intercambiar sus opiniones en momentos de diálogo con la compañera a la que su actitud le impedía acercarse.

Sería bueno intercambiar tranquilidad y tolerancia por impulsividad, así el peleón y el bocazas se mediría en sus expresiones y el paciego tendría motivos para discutir algunas de sus propuestas, con quien fuere y donde se le ocurriese a la mente más retorcida.

Qué bueno sería intercambiar deseo de estudiar para el que abandona su formación al devenir de los días y darle un momento de relax a quien tiene avidez de aprender, porque ambos aprenderían en el trueque y las calificaciones reflejarían este intento tan interesante en el ambiente educativo.

Creo que sería un momento ideal si un participante de un discurso intercambiase sus dudas y recibiese explicaciones que sustenten las interrogantes de quien habla y habla sin parar, para que el estudiante oyente -o educando- tuviese un aprendizaje perfecto y el educador desarrollase su conferencia en base a vacíos generados en diferentes momentos de la charla o discurso.

Me parecería magnífico que una hija intercambie el deseo de apoyo y comprensión de una madre y se lo intercambie por su espíritu rebelde, con lo que tendríamos una madre más al alcance de los hermanos y a una hermana mayor que iría adquiriendo elementos de valor para supervisar a sus propios hermanos.

Vivimos en un mundo en el que el trueque debería llegar a las víctimas de abuso, maltrato, marginación, humillación o abandono, porque así los maltratadores tendrían argumentos para parar en sus instintos, mucho antes de llevar a cabo sus impulsos, al temer que el papel de maltratador -adoptado por su víctima- se volviese contra él.

Me quisiera imaginar que, antes de matar a una hormiga, pudiésemos cambiar el poder que creemos tener sobre seres vivos inferiores en la escala, por el miedo que sintiese al ver el zapato que le aplasta y así pensaríamos antes de pisotear y valoraríamos el correteo de otros animales a nuestro alrededor, incluso dándoles los buenos días y permitiéndoles que pasaren delante de nosotros.

Quisiera que las parejas en crisis cambien los roles y el trueque les lleve a que el sumiso adquiera la posesión de la verdad y el dominante se cargue de dudas razonables, porque es la única razón para acercar el atrevimiento del poder sin razón a la cobardía llena de verdad.

Me apetecería que el orgullo del hermano mayor se pudiese intercambiar por el odio del hermano menor, quien debe cargar con todas las sobras de los primogénitos y que fuesen ellos los que debieran acomodarse a los implementos y juguetes de los más pequeños, con lo que al regresar en el tiempo podrían dedicarles más tiempo a sus hermanos menores.

Sería un lujo que el lector incrédulo adquiriese el don de la palabra de quien escribe una crónica y así se entenderían mejor el lector y el escritor.

Quisiera, de una vez y por todas, que quienes deben tomar decisiones que comprometen la vida de otras personas se cargaran de la sencillez de quien no se le exige ninguna decisión, aparentemente importante y, sin embargo, las toma todos los días para los suyos, porque la decisión sobre cuestiones más insignificantes lleva implícita la grandeza sobre las verdades decisorias.

Sería grandioso que un soñador intercambiase sus ideales por un realista y así el mundo estaría más equilibrado con seres humanos ambi-predispuestos, con lo que no tendríamos que darles detalles a los sueños ni tampoco complicarle la vida a quien vive con los pies pegados al suelo.

Te propongo un trueque por una hora al día para que aprendas de los demás y puedas compartir lo que eres y tienes con quien quiera ese trueque contigo.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

miércoles, 15 de abril de 2015

¿TE OLVIDASTE DE SER TÚ?

A veces, dejamos de ser nosotros mismos y procuramos parecernos al vecino, porque nos impresionó su actitud o nos sorprendió su respuesta y en ese momento perdimos parte de la identidad que nos debe caracterizar de por vida.

Nos desplazamos a algún otro lugar lejano y nos adaptamos a sus costumbres y sus modos de vida, pero pronto nos olvidamos de ser nosotros mismos y nos envolvemos de la jerga y las manifestaciones populares para transmitir lo que no somos ni hemos sido con anterioridad.

Muchas parejas se casan y han vivido el noviazgo aparentando lo que quisieran ser o juegan al disimulo, procurando transmitir lo que nunca serán y a la hora de complementar caracteres o de disfrutar de una puesta en común se encuentran con seres humanos desconocidos, porque siempre se olvidaron de ser ellos mismos y ahí se viene encima el fantasma de la incomprensión y las diferencias manifiestas que nunca fueron exploradas ni aprehendidas por la otra parte.

Nos incorporamos en grupos de amigos y disfrutamos de los paseos y las aventuras de la adolescencia y la madurez temprana, escondiéndonos en el criterio del grupo y, al mismo tiempo, adoptando maneras y conductas de amigos que son considerados líderes, con lo que aprendemos a perder o difuminar nuestra verdadera esencia de seres humanos.

Participamos en sesiones de trabajo y medimos las palabras por miedo a que nos conozcan al 100%, pues así aumentaría nuestra fragilidad emocional y profesional, por lo que aprendemos a dejar de ser nosotros mismos y nos mimetizamos con comportamientos aprendidos y muy distantes de lo que nosotros debiésemos haber manifestado en ese momento, con el peligro de que alguien quiera seguir esa voz que sacamos de nuestro interior, tan falsa como aprendida, por lo que desconocemos lo que estamos propiciando que otros aprendan.

Nos enfrentamos a situaciones en las que hemos de estar presentes y, sin querer queriendo, damos la voz de alarma de que nosotros somos así, cuando otros hubiesen pensado que íbamos a actuar de otro modo y con otra energía diferente, perdiendo la oportunidad de manifestarnos tal y como sería el guión de nuestra personalidad y reaccionar acorde a nuestros propios principios.

Nos descubrimos en nuestros vacíos y jugamos a olvidarnos que eso nos pertenece, pero en el fondo sabemos que vamos a retrasar el relleno de verdades con las que debemos abonar nuestra verdadera deficiencia de propuestas, porque dejamos de ser nosotros y nos transformamos en alguien imaginario que despista a no ser él mismo.

Entregamos respuestas que se alejan de nuestras valoraciones de la realidad para que no nos encasillen, pues así es más fácil pasar desapercibido en una sociedad que explora las esquinas de cada cuál para asignarle un prototipo social.

Nos entretenemos jugando y nos ubicamos en una posición del tablero distinto al que se acomoda mejor a nuestro físico y fortalezas, por el simple hecho de que no se nos moleste a cada rato y la ejecutoria sirva para hacer ejercicio, sin más, no contribuyendo en lo esencial al crecimiento y éxito del equipo.

Llegamos a ser padres y proponemos estereotipos parentales a nuestros hijos, despistándolos constantemente, pues no saben cuál será la chispa que encendamos si nos enfadamos o cuál la sonrisa que presentaremos al mundo cuando nos sintamos convencidos por su esfuerzo, pues hemos aprendido en el día a día a olvidarnos de ser nosotros mismos, sus verdaderos papás.

Lloramos y nos aguantamos las lágrimas porque queremos ser fuertes y derramando pesar en nuestro interior, con lo que las personas que confíen en nosotros se sentirán defraudados por lo que disimulamos, olvidándonos de ser nosotros mismos.

Llegará nuestro último día y creeremos ser valientes para no reprochar nada de lo vivido, pero en el fondo es una simple pantomima para imprimir al show de ser ese otro que se veía íntegro, antes de morir, aunque estuviese repudiado por la sociedad.

Y yo me pregunto...

¿Por qué no somos siempre los mismos, planteando nuestra visión del mundo y sus circunstancias, con el propósito de aportar otro punto de vista y quienes nos rodean sabrán de nuestras actitudes, las que siempre esperen de nosotros, como la única serie de números de nuestra cédula de identidad?

¿Por qué tenemos que cambiar para adaptarnos y disimular para seguir creciendo entre arenas movedizas?

¿Por qué se juega a olvidarse de uno mismo y dar una falsa imagen de comprensión sin dureza o dureza sin comprensión, si todos llevamos la misma carga al 50%?

¿Por qué escribimos lo que no hacemos y hacemos lo que nunca escribimos?

¿Por qué preferimos que nos digan los demás que nos conocen poco a que nos manifiesten que así nos conocieron siempre?

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

domingo, 12 de abril de 2015

¿ES BUENO TENER DUDAS?

A veces me pregunto si tiene sentido tener alguna duda y al final salgo convencido que "sí", porque a partir de la duda surgen los planteamientos y de estos las preguntas y por una pregunta arranca una investigación de cualquier acontecimiento, en el día a día.

No debemos ni podemos creer que todo está dado y que hemos de aceptarlo tal cual, porque somos seres humanos racionales y críticos, por lo que cualquier situación nos puede generar una duda, como base del conocimiento que se ha de alcanzar y que será, en muchas ocasiones, un aporte importante para la Ciencia.

Hay que ser lo suficientemente oportuno para generarse dudas sobre todo lo que nos rodea y así considerarse parte del entorno que rodea a la sociedad de la que somos parte, pues nuestra explicación razonada puede apoyar a cualquier otro a buscar alternativas de solución a sus propios interrogantes, adoptando nuestra metodología y nuestros descubrimientos.

No entiendo la vida sino como un continuo juego de dudas y respuestas, las que se verán convertidas en evidencia al considerar que hay un nexo entre el planteamiento y los resultados, de tal suerte que si vemos que una pregunta puede generar una alteración del equilibrio de todo lo que está dado y lo consideramos con un grado de entropía suficiente como para que se acepte nuestra intromisión, la respuesta puede devolver la armonía necesaria al entorno y se podrá entender mejor aún a la misma vida y sus condicionantes, internos y externos.

Pero no podemos ser nosotros los únicos que propongamos planteamientos para descubrirnos sino que hemos de considerarnos una parte esencial del ambiente que rodea a muchos otros, cada cual con sus propias dudas y algunas de ellas van a alternar nuestro propio equilibrio de relación entre nosotros y lo ya aceptado, por lo que el desequilibrio que genere nos ayudará a solucionar vacíos y barreras para crecer interiormente y en nuestra relación con el otro.

Es imposible aceptarlo todo y tener miedo a plantear dudas por el pudor de levantar envidias o malestar en cualquier micro-ambiente donde desarrollemos parte de nuestra vida diaria, ya que mantener esa tonalidad de incredulidad no nos hace más grandes ni más racionales.

Cuando hacemos una pregunta nos percatamos si el receptor de nuestro mensaje ya se la hizo antes o si está desprevenido porque no esperaba esa actitud de nuestra parte y en el juego generado por este mensaje está la base fundamental del diálogo que hemos de mantener con todos los actores sociales para darle vida a la sociedad en la que vivimos.

Muchas personas reclaman una explicación para justificar el deber al que están sometidos o el reclamo para el derecho que no se respeta, por lo que hay que empezar por generar dudas sobre tus propios deberes, para conocer si son tantos y si los cumples todos, aunque al mismo tiempo también se deben generar dudas sobre tus propios derechos y reconocer si los disfrutas todos los que la sociedad te permite tener como alcance.

Alguien podría decirte, en un momento de rabia:

                   Y ¿por qué tienes tantas dudas, si ya deberías saber que eso no genera dudas?

Pero, la verdad es que nunca ha generado dudas por cuanto nadie se lo preguntó, nadie lo planteó o quizás nadie lo vió, ya que la duda es implícita a la realidad de los hechos, dependiendo de la capacidad de observación y análisis, motivos fundamentales para desarrollar nuestra visión del mundo, en continuo cambio.

La timidez vital no nos conduce a buen puerto, pues lo importante es generar dudas hasta de la propia duda, ya que todo está en continuo cambio y sólo se alcanzará la verdad cuando se haya trabajado un planteamiento detrás de otro, en busca del detalle o la materia, la apariencia o la esencia, la actitud o el proceso, pues siempre nos estará esperando el misterio de descubrir que estamos vivos porque tenemos las dudas necesarias para seguir buscando respuestas a nuestra propia existencia.

Los niños preguntan para acomodarse a un mundo de adultos y los adultos mayores se hacen preguntas para aprender a vivir en un mundo que, en apariencia, dejó de pertenecerles, las amas de casa tienen dudas sobre su rol y los padres se generan dudas sobre el rol que deben aprender en la Universidad de la vida, el embrión debe generar dudas sobre su futuro inmediato en el momento del parto y el escolar tiene sus dudas sobre si algún día llegará a ser adulto, el enamorado tendrá siempre dudas sobre la aceptación por quien espera una declaración que no quiere aceptar que llegue pronto y la partida de un ser querido nos genera dudas sobre la vida misma.

La moneda de cambio me genera dudas y el juego de los mercados también, las diferencias entre los seres humanos es mi mayor duda existencial y la capacidad de decir lo que nunca se hace también. Tengo dudas de los colores y del sonido, me genera dudas si el viento habla o por qué nos esforzamos en esperar que la vida nos sonría, en lugar de sonreírle primero, 

Me genera dudas la capacidad de aceptación y resignación del ser humano, el silencio y el hambre, el dolor que no puede compartirse y la extrañeza del marginado, los mensajes que han de traer las gotas de lluvia y si las sombras se comunican con nosotros, el sentido de las murallas que separan y los motivos para procurar que otros pierdan sus segundos de libertad.

Y a ti... ¿Te parece que es bueno tener dudas?

Tu amigo que nunca te falla

JUAN


sábado, 4 de abril de 2015

¿QUIERO LO QUE PUEDO?

Alguien puede creer que teniendo buen poder económico ya tiene ganado el derecho de querer alcanzar las estrellas y pintarlas de colores, pues primero se mira al bolsillo y luego tiene un deseo que anhela convertirlo en posesión, a partir de una voz que le reclama lo que quiere.

Hay mucha gente que disfruta de un poder sin límites y pasa los momentos queriendo alcanzar lo inalcanzable, como un derecho sobreañadido que cree que debe sumar a los que tenemos los demás por el simple poder de pedir y luego alguien se encargará de concedérselo.

En la calle se escuchan los mensajes de campaña y todo el mundo puede regalar lo deseable y apetecible, porque lo que se escucha es lo que se quiere y nadie piensa que la parábola política pueda ser la catapulta al poder para seguir queriendo más aún de todo aquello que tú ya no podrás tener, aunque lo quieras.

Conozco a niños que creen tener un control emocional sobre los padres y, mientras más convencidos estén de esa ligazón que han trabajado con el paso de los días, fundada en un cariño desvirtuado y una manipulación de caracteres, más convencidos estarán de alcanzar lo que quieren pues asumen que pueden hacerlo en libertad.

Las personas con necesidades sueñan lo que pueden tener y también en sueños lo quieren, aunque se resignan al plato compartido y la cama de ocasión en mitad de la calle, añorando lo que los demás tienen porque creen que a ello también tienen alcance y tienen el derecho a soñar.

Los ladrones piensan que pueden hacerlo todo, pues no tienen recelo ni pudor y manejan su vida a costa de la vida de los demás, por lo que quieren todo aquello en lo que pueden intervenir y de lo que pueden disponer, aunque nadie se lo empreste ni regale.

Un abuelo diría que puede caminar 100 metros y eso es lo quiere hacer, porque acomoda sus deseos a lo que puede y nada más, avanzando muy poco en sus procesos de recuperación o en su capacidad de acomodarse a las circunstancias de su vida diaria, procurando que se vayan eliminando o amortiguando los efectos que ejercen sobre él.

Un lactante se aferra al seno queriendo todo lo que puede tocar, pues reconoce que allí hay una cantidad de leche que calmará su sed y su afán de conexión con un mensaje de la madre que dialoga con él o ella, en silencio, aunque sólo esté atento al trajinar de la leche derramada en su boca.

Una persona humillada puede protestar porque se cumplan sus derechos y ambiciona y quiere verlos satisfechos, más allá de sus deberes, ya que no hay mayor orgullo que sentirse parte de una sociedad que ya no te aliene y margine, sintiéndote en paz con tu autoestima y jugando a ser un ciudadano más con el deseo de seguir pudiendo.

Un locutor puede decir lo que siente, desea y quiere, porque se entrega al relato por el poder que le otorga el micrófono, aunque trastoque el sentido de la verdadera noticia procurando ambicionar todo lo que puede transmitir en un momento distorsionado, a pesar de que debió analizarse siempre desde el ángulo más convincente y objetivo.

Un estudiante puede sacar las mejores calificaciones a cualquier costo y se arriesga a copiar, aunque no aprenda, porque eso es lo que realmente quiere y se enfrasca en perder su tiempo sin estudiar con conciencia de profesional en potencia.

Un amigo puede convencer a su otro amigo, recién incorporado en la pandilla, para que aprenda un lenguaje y unas actitudes que le permitan ser parte de la familia de jóvenes desadaptados de la calle, hasta que llega a sentir que es lo único que quiere, ya que el grado de libertad y aceptación le abren las puertas de un protagonismo que estaba siendo muy frágil por las normas sociales y educativas de la sociedad y el mismo núcleo familiar.

Un cartero puede pasar de largo por una casa y no entregar una carta, privando a la familia de una comunicación que pudo haberles cambiado la vida, ya que es lo que quiso hacer por resentimiento o impulso.

Un enamorado puede violar a su amiga, novia o comprometida, porque nació en él un deseo irrestricto a cometer un acto humillante que denigra la vida humana y arrincona al ser humano en un pozo de depresión y dependencia, simplemente porque la relación la armó desde el poder que  creyó que le daba el sexo y la ocasión, el alcohol o el afán de protagonismo social.

Un transeúnte pisa un montón de hormigas porque cree que puede hacerlo por la dureza de su zapato y la envergadura de su cuerpo, ya que eso es lo que quiso hacer en ese momento concreto sin pensar en las consecuencias de sus actos.

Y yo pienso, en este momento ¿Realmente puedo lo que quiero?, porque si esa fuese la pregunta y no la que escribo en la entrada de mi nueva entrada al blog, el transeúnte se pensaría si debiera -en conciencia- pisotear unas hormigas, o el enamorado cambiaría un instinto animal de sobre-vivencia por un acto honesto y valiente de abrazar, el cartero entregaría su última carta con el poder que le da su profesión, preguntándose en el impacto negativo de no hacerlo o el amigo le asesoraría al novato sobre los condicionantes de su decisión de pertenecer a la pandilla para que su destino sea diferente al que él tuvo.

Me imagino que en ese caso el locutor hablaría sobre la realidad palpada y la persona humillada trataría de dar ejemplo, aún arrastrando su humillación, para que quien humilla se sienta humillado con su actuación insana, el lactante mamaría sólo lo que necesitase, el abuelo ensayaría caminar un poco más para aliviar a su corazón cansado y rejuvenecer sus ideales, los ladrones se robarían a sí mismos para avergonzarse entre sus propias miradas, las personas con necesidades querrían sólo lo que necesitan, los niños buscarían robarles presencia y gestos a los padres, porque los necesitan para seguir sintiéndose vivos, en las campañas se hablaría de lo que se ha hecho, porque es lo único cierto y los poderes estarían satisfechos sin querer, nunca más allá de que alguien les enseñe el camino más viable para compartirlo y empujar entre todos a una sociedad en crisis, de la que todos formamos parte.

Os invito entonces a que nos planteemos la reflexión ¿Quiero lo que puedo? o ¿Puedo todo lo que quiero?, porque no hay mejor mensaje que QUERER LO QUE NECESITE PARA NO SER DIFERENTE Y NECESITAR SÓLO LO QUE QUERAMOS, SIN QUE ALTEREMOS LAS NECESIDADES DEL OTRO, PARA PERMITIR QUE EL OTRO PUEDA QUERER TAMBIÉN LO QUE NECESITE EN SU VIDA.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN