lunes, 20 de abril de 2015

TE PROPONGO UNA HORA DE TRUEQUE AL DÍA

Hay momentos en que nos sentimos débiles y nos vendría muy bien intercambiar nuestro estado de ánimo cargado de pesadumbre por unas gotas de entusiasmo y podríamos intercambiarlo con quien estuviera dispuesto a aceptar unos minutos de tristeza, con el propósito de apagar su fuerza tan viva, para que las frustraciones no hagan acto de presencia en su vida.

Algunos días vendría bien cambiar el apetito voraz por la inapetencia y se podría intercambiar con una persona con obesidad mórbida y así controlaríamos el deseo incontrolable de comer y rellenaríamos los cuerpos famélicos de quienes nunca agradecen un bocado de comida.

Hay meses del año en que temblamos de frío y nos vendría bien cambiarlo por unos grados centígrados más y que así nos sintiésemos tibios en el invierno más gélido, mientras que el otro estuviera frío en el verano más caluroso.

Podríamos promover intercambios de seres humanos solitarios para incorporarlos en familias numerosas y que se sintiesen acogidos, mimados, cobijados y sobrecogidos por el ruido constante de los números que deben hacerse a diario para alimentar a tanto hermano, sobrino y nieto; mientras tanto, alguien cansado del bullicio y la responsabilidad de controlar a los más pequeños o mayores de la familia, podría disfrutar de la paz de unos días de soledad para meditar y reflexionar sobre los proyectos aparcados en su vida.

Ocasionalmente, se podría intercambiar la timidez de quien no se atreve a declarar su amor con el extrovertido, perspicaz ligón y entusiasta enamoradizo, con lo que se disimularía más la apertura del más atrevido y se relajarían las barreras para que el tímido pudiese intercambiar sus opiniones en momentos de diálogo con la compañera a la que su actitud le impedía acercarse.

Sería bueno intercambiar tranquilidad y tolerancia por impulsividad, así el peleón y el bocazas se mediría en sus expresiones y el paciego tendría motivos para discutir algunas de sus propuestas, con quien fuere y donde se le ocurriese a la mente más retorcida.

Qué bueno sería intercambiar deseo de estudiar para el que abandona su formación al devenir de los días y darle un momento de relax a quien tiene avidez de aprender, porque ambos aprenderían en el trueque y las calificaciones reflejarían este intento tan interesante en el ambiente educativo.

Creo que sería un momento ideal si un participante de un discurso intercambiase sus dudas y recibiese explicaciones que sustenten las interrogantes de quien habla y habla sin parar, para que el estudiante oyente -o educando- tuviese un aprendizaje perfecto y el educador desarrollase su conferencia en base a vacíos generados en diferentes momentos de la charla o discurso.

Me parecería magnífico que una hija intercambie el deseo de apoyo y comprensión de una madre y se lo intercambie por su espíritu rebelde, con lo que tendríamos una madre más al alcance de los hermanos y a una hermana mayor que iría adquiriendo elementos de valor para supervisar a sus propios hermanos.

Vivimos en un mundo en el que el trueque debería llegar a las víctimas de abuso, maltrato, marginación, humillación o abandono, porque así los maltratadores tendrían argumentos para parar en sus instintos, mucho antes de llevar a cabo sus impulsos, al temer que el papel de maltratador -adoptado por su víctima- se volviese contra él.

Me quisiera imaginar que, antes de matar a una hormiga, pudiésemos cambiar el poder que creemos tener sobre seres vivos inferiores en la escala, por el miedo que sintiese al ver el zapato que le aplasta y así pensaríamos antes de pisotear y valoraríamos el correteo de otros animales a nuestro alrededor, incluso dándoles los buenos días y permitiéndoles que pasaren delante de nosotros.

Quisiera que las parejas en crisis cambien los roles y el trueque les lleve a que el sumiso adquiera la posesión de la verdad y el dominante se cargue de dudas razonables, porque es la única razón para acercar el atrevimiento del poder sin razón a la cobardía llena de verdad.

Me apetecería que el orgullo del hermano mayor se pudiese intercambiar por el odio del hermano menor, quien debe cargar con todas las sobras de los primogénitos y que fuesen ellos los que debieran acomodarse a los implementos y juguetes de los más pequeños, con lo que al regresar en el tiempo podrían dedicarles más tiempo a sus hermanos menores.

Sería un lujo que el lector incrédulo adquiriese el don de la palabra de quien escribe una crónica y así se entenderían mejor el lector y el escritor.

Quisiera, de una vez y por todas, que quienes deben tomar decisiones que comprometen la vida de otras personas se cargaran de la sencillez de quien no se le exige ninguna decisión, aparentemente importante y, sin embargo, las toma todos los días para los suyos, porque la decisión sobre cuestiones más insignificantes lleva implícita la grandeza sobre las verdades decisorias.

Sería grandioso que un soñador intercambiase sus ideales por un realista y así el mundo estaría más equilibrado con seres humanos ambi-predispuestos, con lo que no tendríamos que darles detalles a los sueños ni tampoco complicarle la vida a quien vive con los pies pegados al suelo.

Te propongo un trueque por una hora al día para que aprendas de los demás y puedas compartir lo que eres y tienes con quien quiera ese trueque contigo.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

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