martes, 25 de septiembre de 2012

PERCIBO QUE PASAS DESAPERCIBIDO

Percibir significa comprender porque se ha captado una realidad y se ha hecho consciente, habiendo analizado previamente todas las circunstancias que le rodean, así percibimos que algunos mensajes llenos de ironía se transforman en disputas y malentendidos, unas miradas que se tornan en ofensas y otros gestos que abren heridas.

Percibir va mucho más allá de mirar y observar, significa entrar en la situación y empaparse de todo lo que le sustenta y sostiene, por eso percibimos que una atenta escucha es capaz de apaciguar un mal genio y que un dialogo bien construido provoca el perdón y el arrepentimiento.

Casi siempre percibimos los detonantes de un mundo resquebrajado y no hacemos nada al respecto, porque pensamos que la acción les toca a otros y porque nos compromete y nos obliga. Percibir, por tanto, es una porción de miradas, una porción de contribución participativa, una porción de ganas de aportar con soluciones, una porción de oportunismo para evitar consecuencias mayores, una porción de aporte de nuestra experiencia y una porción de amor en todo lo que se hace.

A veces, lo que percibimos nos sirve para analizar nuestro entorno y nos quedamos con la discusión que entretiene y la incertidumbre que acobarda, transmitiendo nuestro pesar a quienes nos rodean con la pretensión de que se planteen la situación que hemos vivido y se comprometan con todas las opciones posibles, pero hay también momentos en los que percibimos y dejamos plasmada nuestra huella y nuestro sello personal en un consejo, un apoyo o una reflexión que pueden ser muy válidas para viabilizar la solución que no se encuentra.

Percibimos grandes discursos y enormes liderazgos, procesos de inclusión y exclusión, amenazas y promesas, epítetos que difaman y algunos corazones sueltos que abrazan y cobijan, renovaciones y transformaciones, exaltaciones de júbilo y caras de hambre, pero el problema es que todo esto nos mueve a actuar para hacernos visibles y que seamos percibidos por los demás, ya que entendemos que al ser observados por otros seremos más grandes y dignos de ejemplo y aplauso.

Sin embargo, percibir que alguien que creías importante pasa desapercibido porque nadie se da cuenta de lo que hace y hace bien, es porque ese otro ha aprendido a desarrollar su propio proyecto de vida sin necesidad de ser percibido, porque quien debe percibirlo es aquel que recibe la ayuda de sus manos al curarlo, vestirlo, animarlo o ayudarle.

En esta vida es bueno que nos digan que pasamos desapercibidos, aunque no nos lleguen los aplausos y los soportes, los reconocimientos o los premios, porque con el reconocimiento del otro y nuestro proyecto personal de vida a la vista de todo el mundo, a fin de que comprueben la blancura de nuestros actos y la limpieza de nuestras inversiones como seres humanos, es suficiente para estructurar una hoja de ruta de servicio como técnico, artesano, profesional o empleado, para transmitir el mensaje de que todo tiene sentido cuando se vive para permitir que otros también vivan.

Percibir que pasas desapercibido a pesar de tus decisiones y tus trabajos, tus obras y tu empeño, tu discurso rebelde y tus horas aparentemente desperdiciadas en trabajos que no son remunerados, pero que dan presencia y sostén a quien lo necesita, es decirte -en pocas palabras- que eres grande y digno de seguirte y por eso hay que seguir viviendo y aplaudiendo.

Gracias por seguir ahí. Tu amigo, que nunca te falla.



Juan

jueves, 20 de septiembre de 2012

¿PUEDO PONER A DIETA A MI EGO?

El ego es esa parte de tí, de tu propia personalidad, a partir de la cual nos podemos relacionar con los demás y por la que nos hacemos responsables de nuestra identidad, porque también nosotros tenemos un sello de calidad donde se escribe quiénes somos y de dónde venimos, al igual que los productos con denominación de origen o la ruta impresa en la maleta que facturamos en nuestro aeropuerto de partida y que debemos recogerla en nuestro destino.

Muchas veces comprobamos que hay seres humanos que se presentan como intrusos en la vida de los demás, se relacionan con agresividad, responden con sobresaltos o tienen muchas dudas y prejuicios, ese es su ego, la forma de ser y manifestarnos, donde queda escrita nuestra historia de vida pasada y presente, con la impronta de las situaciones vividas y que nos condicionaron. Lo que somos, por tanto, es una mezcla de cómo nacimos y cómo nos desarrollamos, recibiendo todo lo que nos dió el ambiente en el que crecimos, a veces con amor y otras con odio, con apoyo o abandono constante, disfrutando de una familia o desconociendo nuestros propios orígenes, con oportunidades o vacíos de contenidos y así nos presentamos ante el mundo.

Sea como fuere, es bueno aprender a reconocerse y estudiarse por dentro, de tal suerte que entendamos y comprendamos a nuestro ego, pero para ello hay que ver cómo se alimenta y qué excesos acepta en su recorrido, porque sería prudente ponerlo a dieta.

¿Y qué significa poner a dieta a tu ego?

Es, en pocas palabras, procurar que se alimente sólo de situaciones sanas, desechando aquellas que pueden contaminarle o engordarle, porque un ego delgado, con lo necesario, es la mejor estrategia para poder estar en este mundo con una identidad propia sin condimentos y saber reaccionar oportunamente ante cualquier situación en el día a día.

Imaginaros que el ego de una persona se ensalza con muchos aplausos y empieza a engordar por la creencia que está en posesión de la verdad y, de acuerdo a esta mentira, actúa sin moderación e interviene con decisiones que pueden afectar a terceros, debido a que tiene la falsa creencia de que nunca se equivoca y que va a seguir siendo aplaudido. Es bueno ponerlo a dieta y decirle que no todos los aplausos son puros y que muchos aplauden porque tienen intereses creados, amén de quiernes te elogien con sinceridad porque has formado parte muy positiva de su proyecto de vida.

Con frecuencia vemos un ego que se llena de poder y se engorda de riquezas, por lo que tiene maneras de discriminar y humillar, en su afán de no perder oportunidades de generar más ingresos y más poder; sería fenomenal ponerlo a dieta y cuestionar parte de su hegemonía sobre los demás, sólo así terminaría relacionándose de tú a tú con los que le rodean y sería mucho más aceptado su ego, a pesar de su fortuna.

Hay preguntas que reconfiguran el ego de cualquier erudito, ante una demostración inteligente de su currículo o su dominio de un tema, porque la falta de una respuesta puede resquebrajar su auto-dominio y transformarle en un ser humano más sencillo y calmo, dándole oportunidad a qujienes creyeron que nos sabían nada y le demostraron a ese ego que, poíéndose a dieta y escuchando a los demás, se está mucho más acorde con la necesidad de esta sociedad de incluir a todos, destacando ese ego colaborador e inclusivo de quien sabiendo tanto está dispuesto a compartirlo todo.

Me imagino esos padres que se presentaron con un ego manifiestamente dominante y alienante, porque así lo aprendieron e integraron en su infancia y que comportan un riesgo social por la tasa de maltrato físico y psicológico en la violencia de género y por la tasa de suicidios en adolescentes que se sienten incomprendidos y abandonados. Sería ideal poner a dieta a ese ego, quitándole los azúcares del machismo que tanto engorda, a partir de charlas y mensajes, identificar las grasas de la testosterona y los anuncios y películas resaltando el dominio del un sexo sobre el otro, para proponerle las verduras de la comprensión y la educación compartida, como elementos integrantes de una sociedad igualitaria del futuro, para bien de las nuevas generacioens.

Así que después de reflexionar sobre este tema creo que es importante poner a dieta a nuestro ego, para que esté más presentable y menos abultado por consideraciones superfluas y vanas, vacías de mensajes y de riesgo para la sociedad.

No podemos seguir llamándonos con nombres y dos apellidos, mientras que nuestro ego sólo transmita control o dolor, miedo o vanidad, porque estos atributos no se corresponden con un ser humano del siglo XXI.

Gracias por seguir ahí. Tu amigo, que nunca te falla, Juan

sábado, 15 de septiembre de 2012

HAZ UNA COPIA DE SEGURIDAD DE TU HISTORIA DE VIDA

Conforme vamos creciendo acumulamos experiencias de vida, moldeamos nuestra personalidad y nos enfrentamos a nuevos retos, con lo que estructuramos una forma de ser y estar que condiciona nuestra vida de relación y delinea nuestro perfil profesional, pero tenemos tendencia a olvidar nuestro pasado y a las personas que formaron parte de él.

Ahora mismo somos porque hubo seres humanos que se preocuparon de nuestra formación y nuestro desarrollo integral, en el plano familiar y educativo, en el fomento del ocio y en nuestra visión del mundo, en la orientación religiosa y como pedagogos de nuestra existencia, pero hay una tendencia a olvidar porque creemos que hemos llegado a donde estamos por obra y gracia de algún espíritu benévolo.

Hay que reflexionar sobre nuestros orígenes, en la esencia de nuestra misma razón de ser y escribir este relato, guardando la confidencialidad en una copia de seguridad, un modo de recurrir -como material de consulta- para que nunca olvidemos de dónde venimos y quiénes somos, ya que la fama, el orgullo, las oportunidades o las rivalidades nos mueven a un terreno resbaladizo donde pareciese que nos sentimos más seguros si renegamos de nuestros orígenes y nos olvidamos de los nuestros, de nuestra tierra y de aquellos abrazos que nos fortificaron, algunas lágrimas que nos edificaron y todos los momentos que nos construyeron.

A veces no queremos pronunciar la palabra de nuestro pueblo porque no se acomoda a nuestro espacio de convivencia, olvidamos nombres de seres queridos porque no acostumbramos a repetirlos y a acordarnos de ellos, se nos pierden las fechas clave y especiales para acordarnos porque no dejamos un momento para el calendario de los nuestros y corremos con las piernas cuando hay que caminar con los sentimientos más profundos, los que nos arrastran a ese pasado en el que íbamos creciendo porque teníamos amor y apoyo a nuestro alrededor.

Es inverosímil que alguien descuide el teléfono para llamar o el correo para intercambiar, el celular para recibir y el messenger para recordar, porque el mundo de la globalización no puede destruir, en un instante, el cúmulo de experiencias con las que pudiste crecer en libertad, quizás en un pequeño pueblo o en la serranía, junto al mar o en algún rincón del bosque más oculto y de las que te debes sentir orgulloso si las traes a la memoria y las reconoces como tuyas.

Un buen sueldo no puede opacar un mejor consejo en tu infancia o las manos de tu madre arropándote, ese rincón de la casa donde ibas aprendiendo a construir tu propio auto-concepto y aquella calle donde corriste por primera vez, cargada de naranjos y espacios abiertos, respirando el aire puro de una niñez sin complejos.

Ser considerado y aceptado socialmente no implica que tu posición sea más relevante que el almuerzo preparado por tu madre o los paseos en familia, el cariño desinteresado de tus hermanos o el frío de la calle, porque era la tuya, donde naciste y viviste hasta que la vida te reubicó físicamente en otro lugar y en otra realidad. 

Soñar en regresar a tus raíces exige tener una copia de seguridad de quién fuiste y dónde viviste, de dónde vienes y a dónde deseas retornar, porque la historia de vida no puede olvidarse si queremos afrontar nuestro propio futuro, por eso te pido que lo hagas cuanto antes y que ante la menor vacilación o duda la leas y la repases, sólo así se puede regresar a ese vientre de historia que te va a cobijar y a aceptar porque eres parte fundamental del momento que te tocó vivir.

Recuerda siempre que para sentir hay que estar predispuesto a recibir por los sentidos y las experiencias pasadas son las que te permiten reconocer los estímulos y ahí eres capaz de revivir tu propia historia de vida, pero si has aprendido a sentir con nuevos estímulos y ya no recuerdas los aromas y las entonaciones, los ruidos y los silencios que te engendraron y te maduraron, debes leer esa copia de seguridad para que puedas volver a ser un ser humano con historia pasada de vida, algo fundamental para crecer en el día a día, donde hay muchas otras personas que influyeron y despertaron en ti las oportunidades de las que hoy disfrutas y por las que has podido llegar  a ser lo que eres.

Gracias por estar siempre ahí. 


Juan. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

¿QUÉ HACEN LOS DEDOS DE TU MANO?

Desde hace mucho tiempo me miraba la mano y dudaba si los dedos cumplen realmente una función o estamos perdiendo la oportunidad de asignarles una tarea específica al reconocer que perdemos tantas oportunidades en nuestro proceso de integración social o de inter-relación con las personas que tenemos más cercanas (familiares, amigos, compañeros y colaboradores próximos).

Si aprendemos a mirar en los gestos, comprobaremos que el pulgar se utilizaba en el teatro romano para decidir sobre la vida de un esclavo, predeterminada si lo inclinabas hacia abajo y lo utilizamos, al alzar la mano con el puño cerrado y el dedo levantado y mirando al frente, para decir que todo está perfecto, que algo salió bien o que se está de acuerdo con una estrategia, una opinión o se está a punto de festejar un éxito que, probablemente, fue difícil, laborioso y sacrificado.

Pero, al mismo tiempo, es el único dedo que puede mirar a los demás de frente y acercarlos y tocarlos, besarlos y acariciarlos. Sería maravilloso aprovechar la oportunidad para indicar a los niños rebeldes y a quienes tropiezan frecuentemente en la carretera de la vida que intenten parecerse algo más a este dedo, mejorando su capacidad de mirar a los demás de frente, apoyar un proyecto de bienestar en las relaciones humanas y ser indispensable para tener esa flexibilidad necesaria para cogerlo todo con pinzas - al igual que el dedo gordo con el resto de dedos- y analizarlo luego, en silencio y en cabeza fría, para sacar conclusiones que puedan motivar los acercamientos, evitando disputas y guerras por consideraciones sin sentido que surgen en momentos de ofuscación y prepotencia.

El índice cumple una función de señalar, al regañar a un niño o indicar una dirección a un desconocido despistado, cuando el profesor saca a un joven de la clase o cuando no queremos decir no y balanceamos el dedo en el sentido horizontal, como un reloj de péndulo, al obligar a que alguien haga algo de inmediato como se le indica a un animal amaestrado o para ubicar un objeto, un amigo en el restaurante o declarar a alguien como culpable e incluso para señalar un error en una redacción o una trampa en una contabilidad.

Al mismo tiempo, hemos de fortalecer ese gesto de doblar el dedo con la mano cerrada y flexionarlo muchas veces para decirle al otro que se acerque, evitando las críticas que ofenden y fomentando el diálogo comprensivo e inclusivo que, al fin y al cabo, es el único método para afianzar nuestra vocación de seres sociales que fomentan la igualdad de oportunidades y el equilibrio de caracteres, buscando siempre el bien común.

El corazón tiene una misión desagradable, al levantar el dedo con el resto flexionados en una mano empuñada, pues le decimos al otro que no vamos a seguir sus pasos, que estamos hartos de escucharle, que estamos contentos de que le haya ido mal, en un derroche de energía negativa que pretende hacerle saber que el tiempo pone las cosas en su sitio.

Este dedo puede mostrarse como el fundamental de la mano derecha para que el médico pueda percutir sobre el mismo dedo de la otra mano y reconocer patologías por esta técnica de exploración, puede aprender a secar el sudor o levantar la mejilla a nuestro hijo para que sienta el orgullo por la calle, para pasar las hojas de un libro, que tanta falta hace que se lean y contar menos dinero, con el que tantas vidas se destruyen y se olvidan.

El dedo anular siempre vive orgulloso de llevar un anillo que te va a comprometer y que se puede ver como una manifestación del respeto que le tienes a tu pareja o como un artículo de quita y pon, acorde al momento y las circunstancias, es como una regla que mide el cariño y la consideración de ese otro ser humano al que a veces le damos la connotación de "media naranja" y puede ser tan insignificante para algunos que bien podría  apelarse "medio guisante".

También debemos proponer su uso para tocar la guitarra y deleitarnos con la música, quitarnos las legañas para poder mirar mejor a quien te mira y te espera, maquillarse lo indispensable para no aparentar que se ha cambiado sólo por fuera y aprender la técnica de cambiar el intermitente, sin soltar el volante, para convencerte que hay rutas en las que hay que cambiar de dirección si no quieres tener una desgracia o un accidente, pero indicándole al que viene detrás de ti que evite seguir adelante y pueda seguirte a ti, lo cual es fundamental en la carretera y también en la vida, sobre todo para quienes han logrado superar un bache delictivo, alcohólico o de drogadicción y no quieren ver a otros involucrados en un reflejo de lo que fue su historia de vida.

El meñique vive algo desperdiciado porque nos olvidamos si tiene alguna función, aunque a veces queremos comprobar el peso de algún objeto ligero, aunque también es cierto que lo apoyamos sobre un papel y lo arrojamos lejos, muy lejos, menospreciando así el trabajo del otro, probamos la sazón de la cuchara que metimos en el guiso o, en la peor actitud posible, lo pasamos sobre la superficie de un mueble para decirle a la empleada que aún hay polvo y que no hace bien su trabajo, ubicándonos como dueños y señores de la dignidad de quien recibe un sueldo y que debiera ser considerado parte de tu vida y tus éxitos.

Cuando unimos los dedos aprendemos a dar puñetazos y algunos proponen figuras para establecer claves entre pandillas, otros arrugan los dedos poco a poco y con fuerza, hasta empuñar completamente la mano para indicarnos que se están controlando la rabia para no intervenir y desperdiciar cualquier relación, porque les falta la energía para poder enseñar cuando alguien no aprende o para descargar tus lamentos cuando algo no salió bien.

Todos los dedos juntos y unidos en un proyecto humanitario nos pueden ayudar a acariciar, a peinar con cariño o a tomar un sorbo de agua de una fuente del parque, a empaparnos la cara cuando haga calor y a seducir con el alma de enamorados, a aproximarnos a un animal para entablar una relación, a levantar el puño y transmitir nuestras convicciones políticas, a sostener fuertemente un utensilio de cocina con el que vas a alimentar a los tuyos o para dar una palmetada de emoción a quien te ha demostrado entrega y sacrificio, aunque sólo sea con su presencia y su sonrisa, su ternura o su paciencia, su dolor o su pena.

Mírate los dedos de tu mano para seguir preguntándote qué hacen y qué deberían estar haciendo, en este momento y estés donde estés, ante quien estés o por lo que estés.

Tu amigo, que nunca te falla.

Juan

sábado, 1 de septiembre de 2012

¿CÓMO TRABAJA EL PORTERO DE TU VIDA?

Todos tenemos un portero interior que nos abre cada mañana las puertas a la vida y nos despierta para enfrentar nuestro propio destino a base de trabajo y entusiasmo, la mezcla perfecta para sentir la fuerza de la fé y el coraje de la singularidad del ser humano.

Es el mismo portero que se encarga de hacer los trámites, para darle curso a la sinrazón de muchas actitudes o para evacuar un perdón que no nos atrevemos a conceder a quien tenemos a nuestro lado, a fin de llevar un mensaje de apoyo a aquel a quien alguien no nos permite acercarnos o, quien sabe, si también nos empuja a decir siempre la verdad, poniéndole a nuestras actitudes un sello de verdad y no de oportunismo.

Siempre defiende su portería porque sabe quien vive dentro, de qué estan hechos los cimientos de cada quién y cuáles son los secretos de nuestros pensamientos y nuestros sueños, mantiene limpia la entrada para que todo el que lo desee pueda acercarse para que su propio portero aprenda a hacer las cosas mejor de lo que lo está haciendo.

Tiene un contrato de trabajo donde dice que la honestidad, el respeto y la sinceridad son las herramientas de trabajo, que la confesión de cada noche exige una penitencia con nosotros mismos, donde el arrepentimiento y la entrega sean los móviles de todo comportamiento, apoyados en la reflexión que provoca cuando se piensa que todo está en su sitio y hay un desbarajuste que asusta, al comportarnos por instintos salvajes y demostrar distanciamientos y falta de compromiso.

Tiene la obligación de anunciarnos un resquebrajamiento en nuestra filosofía de vida, esas grietas que empiezan a aparecer en las paredes de nuestra estructura interior, tiene que denunciarnos esos pasos equivocados que acostumbramos a dar de vez en cuando, porque son goteras que hay que tapar y tiene que descubrirnos como imperfectos, porque a partir de ahí aceptamos la necesidad de alguna reparación interior, en nuestros silencios de soledad o en la mirada de quien requiere nuestro apoyo y no cabe vacilación ni duda.

Todas las noches debe sacar la basura para que no se contaminen los departamentos y ahí tiene una tarea incansable, al ser capaz de liberar al hígado de las tensiones de odio, al corazón de las emociones insensatas y al estómago de los malos tragos perversos; es la única manera de re-iniciar con viento fresco que airee nuestras actitudes del día después.

Le debe pasar el trapo al polvo de nuestra superioridad e indiferencia, para que nos permita ver mejor la realidad, la cruda y verdadera, debe lavar el suelo de nuestra imprudencia y nuestra compostura para que brillemos en el trato humilde con los demás y también está obligado a limpiar las escaleras de pesadumbre y tristeza, esos escalones que tanto nos cuesta subir cada día, cuando hay que sacrificar vacaciones por dar mensajes y ocio por presencia entre quienes nos necesitan.

De vez en cuando, al menos una vez al año, tiene que encalar la fachada y retocar las ventanas, para que nos podamos presentar al mundo con un aspecto interior que deslumbre, aprovechando ratos libres para el diálogo y la comprensión, con lo que también estaremos ventilando las dudas de los demás, en nuestra relación constante con otros seres humanos como miembros de una sociedad de iguales.

Hay que preocuparse de subirle el salario, con lo que todo lo hará con mayor dedicación, pues al conocernos mejor estaremos siempre más pendientes de nuestros valores y actitudes, reordenándolos para intervenir mejor en favor del bien común, como buenos porteros que llevan cartas y mensajes, arreglan oficinas de papeles sueltos y colocan sillas y mesas como debieran estar.

No lo despidas si hace bien su trabajo, porque es importante estar satisfecho con el portero de tu vida y, si trabaja mal o está descontento, anímalo prometiéndole que el jefe se va a portar mejor y así tendrá menos trabajo y se considerará mejor retribuido.

Conócete mejor y así estarás renovándole -automáticamente- el contrato a tu propio portero, esa voz interior que te permite moverte y actuar, decidir y opinar, presentarte y manifestarte como una obra especial, en un mundo tan preocupado de lo material y tan discordante con las necesidades reales de todos quienes formamos parte de esta barca tan especial que es el planeta.

Un fuerte abrazo de vuestro amigo


Juan