sábado, 1 de septiembre de 2012

¿CÓMO TRABAJA EL PORTERO DE TU VIDA?

Todos tenemos un portero interior que nos abre cada mañana las puertas a la vida y nos despierta para enfrentar nuestro propio destino a base de trabajo y entusiasmo, la mezcla perfecta para sentir la fuerza de la fé y el coraje de la singularidad del ser humano.

Es el mismo portero que se encarga de hacer los trámites, para darle curso a la sinrazón de muchas actitudes o para evacuar un perdón que no nos atrevemos a conceder a quien tenemos a nuestro lado, a fin de llevar un mensaje de apoyo a aquel a quien alguien no nos permite acercarnos o, quien sabe, si también nos empuja a decir siempre la verdad, poniéndole a nuestras actitudes un sello de verdad y no de oportunismo.

Siempre defiende su portería porque sabe quien vive dentro, de qué estan hechos los cimientos de cada quién y cuáles son los secretos de nuestros pensamientos y nuestros sueños, mantiene limpia la entrada para que todo el que lo desee pueda acercarse para que su propio portero aprenda a hacer las cosas mejor de lo que lo está haciendo.

Tiene un contrato de trabajo donde dice que la honestidad, el respeto y la sinceridad son las herramientas de trabajo, que la confesión de cada noche exige una penitencia con nosotros mismos, donde el arrepentimiento y la entrega sean los móviles de todo comportamiento, apoyados en la reflexión que provoca cuando se piensa que todo está en su sitio y hay un desbarajuste que asusta, al comportarnos por instintos salvajes y demostrar distanciamientos y falta de compromiso.

Tiene la obligación de anunciarnos un resquebrajamiento en nuestra filosofía de vida, esas grietas que empiezan a aparecer en las paredes de nuestra estructura interior, tiene que denunciarnos esos pasos equivocados que acostumbramos a dar de vez en cuando, porque son goteras que hay que tapar y tiene que descubrirnos como imperfectos, porque a partir de ahí aceptamos la necesidad de alguna reparación interior, en nuestros silencios de soledad o en la mirada de quien requiere nuestro apoyo y no cabe vacilación ni duda.

Todas las noches debe sacar la basura para que no se contaminen los departamentos y ahí tiene una tarea incansable, al ser capaz de liberar al hígado de las tensiones de odio, al corazón de las emociones insensatas y al estómago de los malos tragos perversos; es la única manera de re-iniciar con viento fresco que airee nuestras actitudes del día después.

Le debe pasar el trapo al polvo de nuestra superioridad e indiferencia, para que nos permita ver mejor la realidad, la cruda y verdadera, debe lavar el suelo de nuestra imprudencia y nuestra compostura para que brillemos en el trato humilde con los demás y también está obligado a limpiar las escaleras de pesadumbre y tristeza, esos escalones que tanto nos cuesta subir cada día, cuando hay que sacrificar vacaciones por dar mensajes y ocio por presencia entre quienes nos necesitan.

De vez en cuando, al menos una vez al año, tiene que encalar la fachada y retocar las ventanas, para que nos podamos presentar al mundo con un aspecto interior que deslumbre, aprovechando ratos libres para el diálogo y la comprensión, con lo que también estaremos ventilando las dudas de los demás, en nuestra relación constante con otros seres humanos como miembros de una sociedad de iguales.

Hay que preocuparse de subirle el salario, con lo que todo lo hará con mayor dedicación, pues al conocernos mejor estaremos siempre más pendientes de nuestros valores y actitudes, reordenándolos para intervenir mejor en favor del bien común, como buenos porteros que llevan cartas y mensajes, arreglan oficinas de papeles sueltos y colocan sillas y mesas como debieran estar.

No lo despidas si hace bien su trabajo, porque es importante estar satisfecho con el portero de tu vida y, si trabaja mal o está descontento, anímalo prometiéndole que el jefe se va a portar mejor y así tendrá menos trabajo y se considerará mejor retribuido.

Conócete mejor y así estarás renovándole -automáticamente- el contrato a tu propio portero, esa voz interior que te permite moverte y actuar, decidir y opinar, presentarte y manifestarte como una obra especial, en un mundo tan preocupado de lo material y tan discordante con las necesidades reales de todos quienes formamos parte de esta barca tan especial que es el planeta.

Un fuerte abrazo de vuestro amigo


Juan

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