lunes, 27 de agosto de 2012

¿SE LES VE CRECER A LOS COMPLEJOS?

Si fuésemos buenos observadores y hubiésemos estudiado oportunamente los complejos, nos daríamos cuenta que también los complejos crecen porque tienen edades y etapas donde se convierten en nuestros compañeros de viaje y, en determinadas situaciones, pueden complicar nuestra existencia o condicionar nuestras actitudes.

Al nacer y arrancar el proceso de desarrollo y crecimiento fuera del útero materno, los niños quieren arrebatar el cariño de la madre a su padre (complejo de Edipo), porque en ella encuentran un ser ideal y protector, cariñoso y cercano, fuente de alimento y de vida que no puede ser para nadie más que para nosotros, mientras que las niñas se adjudican el cariño paterno, compitiendo con la madre (complejo de Electra), convirtiéndose en su héroe y su modelo de comportamiento, un ideal que desearán mantener de por vida, hasta incluso la hora de elegir una pareja.

Si en nuestros primeros peldaños, durante la infancia, pubertad y adolescencia, hemos sido fruto de un abandono y arrinconamiento, no hemos gozado de la protección y el respaldo adecuados, somos acogidos o  no disponemos de una identidad como los demás, el ambiente de un internado o la soledad y el desamparo nos van a transformar aquellos complejos tan diminutos de nuestros primeros días, antes mencionados, en un verdadero complejo de inferioridad, hundiendo nuestra estima y fundiendo nuestra vida de relación, una verdadera calumnia a la libertad de ser y manifestarse socialmente, problematizando el trabajo de equipo y auto-aislándonos, deteniendo nuestro afán de superación en el nivel más bajo, donde nos sentimos tranquilos e igualmente segregados.

Hay quienes quieren buscarle solución a su complejo de inferioridad y lo quieren enmascarar y compensar con una falsa envoltura de superioridad, valorándose muy por encima de lo que son (complejo de superioridad), creyéndose ubicados en un puesto muy por encima de los terrenales, adornados de dones especiales y es el modo en el que huyen de sus propias convicciones de abandono, despreocupándose de abordar la inferioridad con la que crecieron y retardando el tratamiento hasta el extremo de crecer aparentando, con el único propósito de alejarse de situaciones irritantes o comprometidas, donde los demás los puedan señalar como imperfectos o inconclusos.

Entrada la adolescencia y hasta la vida adulta, encontramos un complejo amigo, al sentirse diferente o incapaz de manifestarse tal y cual se es, por lo que hay un deseo volcado en sí mismo (Complejo de Narciso), en un intento constante por buscar la mejor apariencia y compostura, dedicándose a él o ella a tiempo completo, acumulando incapacidad de regalar o entregar porque todo se lo guarda para sí.

Los medios de comunicación social, los procesos alienantes de una sociedad donde se deben mantener los estándares sin planteamientos previos, educan para la búsqueda de pareja sin errores, en un afán constante de encontrar todo lo que necesitas y hasta que la muerte los separe (Complejo de Cenicienta), pero a veces desconocemos cuál es el momento de saber elegir y por la preocupación constante de no fallar en la elección se puede caer en una trampa de relación que determine tus ilusiones y descalabre tus verdaderos propósitos de crecer más allá del matrimonio.

Al fin somos adultos y, en muchos casos, encontramos personas que no quisieran haber llegado a serlo, prefiriendo ser jóvenes, niños o adolescentes, seguir riendo y jugando, hablando sin trasfondo y alejándose de las reflexiones, denotando una baja madurez sin apuesta firme por convencerse que debe adaptarse a la edad que tiene, crecer en otros círculos de relación y empezar la carrera por llenarse de los privilegios de la adultez temprana (Complejo de Peter-Pan).

Seguimos creciendo y nos rozamos con personas que buscan siempre el premio por lo realizado, viven con amargura y desesperación sus propios condicionantes, volcándose en los demás por miedo a ser incomprendidos y aislados, despreciados o marginados, necesitando del aplauso y sacrificándose por todo y por todos (Complejo de Caperucita).

Acudimos a algún lugar y encontramos una fila de personas, colocándonos al final si llegamos el último y escuchamos atentamente al señor cuarentón que está junto a su madre septagenaria, pidiéndole consejos y rogándole que no le abandone porque no sabría qué hacer al llegar a la ventanilla, tiene un miedo inusual a enfrentar la vida de frente, siempre se consideró el débil y necesita vínculos con otras personas para tomar decisiones, preguntan constantemente y no suelen decidirse con facilidad (Complejo del Patito Feo).

Al llegar a nuestra casa, cuando estemos en el ocaso de nuestra vida, sufrimos porque tenemos una mujer en la familia que está siendo maltratada y humillada, a veces golpeada y abiertamente repudiada, pero aguanta sin protestar justificando que su esposo es el amor de su vida y no puede destruir una relación que, aunque le esclaviza, está segura que todo terminará en un amor verdadero aunque nunca acaba de llegar (Complejo de la Bella y la Bestia).

Cuando morimos, tenemos el deseo de que nos permitan reposar eternamente al lado de nuestra madre si somos varones o al lado de sus padres, en el caso de las mujeres, para no separarse jamás ni en el crujir de los huesos que se van desmoronando con el tiempo después de la muerte y hasta en esa última voz que pronunciamos antes de partir creo que volvemos a plasmar el Complejo de Edipo y Electra, para cerrar el círculo de nuestras vidas.

Detente a mirar y escuchar, verás crecer a los complejos, te lo dice tu amigo que nunca te falla.





Juan Aranda Gámiz.






domingo, 19 de agosto de 2012

APRENDE A VIVIR CON TUS PROPIOS CICLOS

Hoy quiero reflexionar sobre esos momentos -en nuestras vidas- que los damos por perdidos, los consideramos incongruentes o inoportunos, pero que forman parte de unos ciclos que han de ocurrir con el propósito de abrir la ventana a la renovación personal y con el único propósito de permitirnos crecer y madurar, estirarnos y bostezar, levantar los brazos con energía y saludar al otro extremo del planeta.

Tienes deseos de llorar y te entristece porque crees haber caído en un hoyo del que no vas a salir, sin respuestas instantáneas y abatido-a por un sufrimiento que te va consumiendo y te ahoga hasta aparcar tu instinto de supervivencia, infravalorando lo bueno que tienes y lo maravilloso que te rodea y te abriga, entonces ahí debe despertar el entusiasmo por aceptarte como eres y esperar que esas gotas de verdad -en forma de lágrimas- sean vertidas para humedecer el ambiente y tu pozo de alegría quede disponible para rellenarse con otras experiencias o con reflexiones profundas que surjan de momentos de silencio en la travesía en la que te encuentras, pues siempre va a aparecer alguien o vas a descubrir algo que va a transformarse en ese líquido que necesitas para levantarte y agradecer a la vida el traspié, ya que también de ahí se saca una enseñanza que te debe fortalecer y engrandecer, madurar y empujar.

Tienes deseos de huir y te crees abandonado-.a y marginado-a por coyunturas, palabras, gestos o empujones de quienes irrespetan y ningunean, entonces debes aprender también a agradecer esas actitudes al condicionarte una auto-crítica y reponer la parte de culpa que tuviste en semejante distanciamiento, analizar la historia de vida de quienes te ultrajaron y comprender que hay poco sustento espiritual para permitirles acoger a diferentes y aceptar a discrepantes, con lo que debiéramos proponerle poner una tienda de orgullo "a medias" para vender el que nos sobra a los dos, el mío por no aceptar que otros no te quieran incluir y el del otro por no excluirte y no aceptar quererte, con eso estaríamos dispuestos a llenarnos de ejemplos de actitudes positivas más inclusivas y humanitarias.

Tienes deseos de gritar y te contienes porque hay un miedo latente a manifestarte tal y como eres, pudiendo ser acallado-a por tu pasado, tus escasos secretos, tus miedos o tus defectos y eso te arrebata la voz y te silencia, entonces debes darle la oportunidad al ciclo de las semejanzas e intentar acercarte a quienes desean vociferar y protestar, porque es el momento de manifestarte ante tus similares con el objetivo de revisar la intensidad de tus vocablos y la ortografía de tus reclamos; sólo así se podrá emitir una única voz potente, con el verdadero sentido del grupo comprometido y ahí te darás cuenta que fuiste capaz, con ese gesto fallido de rabia, de atraer a quienes te lo aceptaron para incorporarlo en su bandera y así contribuir a manifestarte como ser humano con un grito contenido, por el bien de quienes aún no han dado el primer paso ni se han planteado cuestionarse su propia existencia.

Tienes deseos de dormir y te agobia sentirte estirado y vacío, mirando al techo que te aprisiona, sin estímulos para salir y disfrutar de la vida o sin espacios para respirar más allá de tu depresión melancólica, alarga tu brazo al vacío y súbete la manga, porque de la nada te vas a sentir colmado de gasolina buena -esa que no tiene plomo ni contamina- de ese alguien que te va a sostener y te va a escuchar, aunque creas que en la nada no hay nada y siempre hay algo, de lo contrario la nada no tendría nombre. Crees que es oportuno tenderte y sentirte apático y con esa adinamia que desespera, víctima de una desdicha propia de fracasados, entonces aprovecha la energía que vas a sentir en ese segundo de miradas o roces, incluso del vuelo desesperante de una mosca o del ruido armonioso de un chorro de agua del grifo, del vaivén de la cortina o del reflejo de tu nariz en la pared -provocada por el único rayo de luz que entra por la reja de tu ventana- porque te va a levantar como si compitieras contigo mismo por derrumbar la astenia y sentirte dispuesto a luchar un rato más, el minuto necesario para que puedas colmar de esperanza la vida de quien te contemplaba desesperado-a y acabas de alegrarle su existencia con tu actitud positiva.

Tienes deseos de vivir sólo-a y renunciar a todo, porque todo es renunciable para ti y no te encuentras a ti mismo-a, mirando de reojo al pasado como si fuese culpable del presente y cuestionando al presente porque no te plantea lecciones de vida para afrontar el futuro, entonces debes intentar detenerte y sentarte a la sombra de un buen árbol, un consejero que debe ser tu mejor sostén y apoyo, elaborando o re-diseñando tu propio proyecto de vida; entonces entenderás tu desconcierto como una oportunidad para reformular estrategias, metas y modelos, sólo así podrás darte cuenta del valor agregado de tus antecedentes y proponerle un impuesto, lo que debas estar dispuesto a pagar de por vida, pero aprendiendo cada día que eres un buen ciudadano de tu propio estado personal al contribuir con las glosas a las que te has hecho acreedor y esperando que alguien, algún día, pueda reconocer en ti el cambio, para acercarse a un ser humano que cambió en silencio o para agradecerte que en ti encontró la oportunidad para reajustar su propio proyecto de vida.

Tienes deseos de cambiar tu apariencia y no sabes si empezar por el cabello, la ropa, una dieta o dejarte la barba, si hacerlo o no hacerlo, entonces has entrado en el ciclo de la no aceptación de sí mismo, porque debe haber algo que no encaja en tus reflexiones y quieres empezar la casa por el tejado, arreglando sólo la forma. Esto te debe motivar a darte la vuelta, como un calcetín, para mirarte por dentro y saber dónde has dejando abandonadas a la solidaridad y el auto-compromiso, la verdad o la cordialidad, buscándolas como "una aguja en un pajar", sujetándolas firmemente a tus convicciones para que no se escapen de nuevo y a ver si cuando te sientas más íntegro que antes eres capaz de intentar cambiar por fuera, seguramente te dirás a ti mismo "ahora, con un arreglo por dentro, me quedo con la misma fachada de siempre".

Tienes deseos de robar, maltratar, asesinar, humillar, vilipendiar o sustraer y no hay fuerza todavía que te contenga, es porque la envidia está circulando por tus venas y los complejos han invadido tu corazón, alguna enfermedad mental se quedó a vivir en tu cuerpo o la verdad no es tu mejor amiga; entonces pisa el freno, declárate abiertamente a quien tengas más cerca y pídele que te hable de lo que él o ella haría si tuviera esos impulsos y síguele, si encuentras razones para empezar la búsqueda de la verdad en tu vida, a veces en un centro de acogida, un manicomio o un hospital, una cárcel con aceptación de culpa o un momento de perdón a quien habías previsto como víctima, porque al recuperar la cordura y la sabiduría de vivir en convivencia (vivir con otros) habrás hallado la verdad en ti mismo y el motivo para seguir viviendo.

Gracias por aprender a vivir, desde hoy, con tus propios ciclos. Hay una persona a quien sabe que le estoy dedicando esta entrada de mi blog. Que Dios siempre os bendiga a todos mis amigos, el más importante siempre será el que más lo necesite.

Un abrazo de un amigo que nunca os fallará.

Juan

domingo, 12 de agosto de 2012

EL ALCOHOLISMO, UN TEMA DE PAREJAS

No somos individuales para muchas cosas, aunque creamos que así podemos lograrlo todo y en algunos fenómenos sociales, como el alcoholismo, la presencia del número "2" es una constante que persiste en toda su historia natural.

Tras la primera copa, hace falta una segunda para que empieces a perder el control o se ponga en marcha tu capacidad de auto-control en la bebida, porque la primera te deja un sabor agridulce que puede motivarte o alegrarte el momento.

Son necesarias, al menos, dos personas para desinhibirte y lo que todo empezó por una decisión de pasar un rato, continúa por una intromisión imprudente en la vida del otro, hasta que se termina con una confesión de parte, un saco donde se vomitan los secretos y las miserias de cada cuál, con el propósito de liberarte de tensiones y huir hacia ese espacio donde quedas ligero de circunstancias y puede ser más llevadera la vida de ese momento.

Cuando caes muy profundo y la angustia y la humillación te van consumiendo, alejado de los demás y menospreciado por todos aquellos que decían ser tus amigos, hace falta la segunda persona que te eche en cara tus errores y tu presentación espeluznante ante la sociedad, el rastro de desesperación y abandono en el que estás dejando a tus apellidos y el irrespeto con el que te sumerges en la trama de vocabulario y arrinconamiento que te consume y te auto-margina.

Cuando parece no haber salida, como si no se hubiese extraído alguna moraleja de la primera caída, te dejas llevar una segunda vez y caes más abajo, donde ya no hay pudor ni dignidad, hundiendo tus pasos en el asco y el hastío, rebotando de imprudencia y con gestos de repudio y ahí, después de esa recaída, la número 2, te das cuenta que ya exploraste hasta lo impredecible y es hora de aceptar tu condición de alcohólico.

Pero, a pesar de todo, siempre va a haber una segunda persona que se va a compadecer y aún no perdió un miligramo de solidaridad, para acompañarte a algún lugar y en cualquier consultorio, para que puedas transmitir tu decisión a ese otro profesional, con el que vas a conformar la pareja ideal de la relación médico-paciente, una relación nuevamente entre dos.

Estoy seguro que ahí te va a sugerir internarte en un centro de rehabilitación, donde el número dos es una constante, pues la terapia se basa en conversar con otro ser humano, en tus mismas circunstancias, para que ambos derramen su pasado en el otro, quien escucha atentamente porque sabe que a continuación van a tener la misma actitud con él, esperando encontrar en la experiencia de tu oyente la paz y la tranquilidad de saber que no estás sólo-a y que si hubo esperanza en su vida también la va a haber en la tuya.

Cuando inicies el camino, vas a hallar quien pasa desvalido y abandonado y tú vas a correr a apadrinarle, para apoyarle y sujetarle, enseñarle el camino y abrirle oportunidades, porque todo en la vida del alcohólico es una tarea de dos y al final te lo va a agradecer.

Cada año te van a recordar, en el grupo de alcohólicos anónimos, que eres grande y valiente y para eso debe haber una persona, que quizás antes fue tu compañero, que te va entregar un diploma, un vaso de manzanilla y un pedazo de torta, porque ese otro es tu complemento en ese momento.

Y luego te quedará, de por vida, pedir perdón a quienes hayas hecho algún daño o hayas herido, por lo que tu existencia es una penitencia de encuentros de dos en dos, para mirar a los ojos y decir "perdóname", con lo que cada día estarás aspirando a ser mejor y más íntegro, mejor ejemplo y camino para quien te venga, algún día, a decirte "gracias por lo que supiste enseñarme, con tus silencios y tu constancia" y ahí, sólo ahí, habrá empezado tu recuperación, porque ese otro ser anónimo fue necesario para engrandecer tu lucha. Al fin y al cabo, todo es tarea de 2, una pareja tan necesaria como imprescindible, en el camino de inicio y recuperación, alborotos y recaídas, de la vida de un alcohólico anónimo.

Gracias por seguir siempre ahí. Un fuerte abrazo.


Juan Aranda Gámiz