martes, 30 de julio de 2019

¿CÓMO SABER SI TENGO AMIGOS?


Ciertamente, necesitamos saber si vivimos solos, con nuestras circunstancias "a cuestas" o si estamos integrados en la vida diaria de los demás, ese grupo selecto de personas que se dicen llamar "amigos", aunque no sepamos dónde viven ni a qué se dedican.

Antes necesitábamos compartir un buen tiempo con alguien para considerarlo un amigo, tras estudiar sus puntos "flacos" y analizar su conducta, con puntos y coma. Hoy día, sin embargo, es cuestión de solicitar y luego demostrar lo que la palabra "amigo" presupone y acarrea, en el buen sentido de la palabra.

Por tanto, se puede confundir al amigo con el seguidor y, a este, con el inter-conectado, porque la dependencia virtual nos arrastra a disponer de un espacio común, sin contacto físico, donde lanzamos propuestas y recibimos "like", que es algo así como una palmetada virtual.

Lo cierto es que se desconoce cuántos amigos tenemos, en un momento determinado, lo cual tampoco es tan necesario porque la convivencia no se mide en términos de cantidad.

Pero si quisiera saber si todos son mis amigos, conocidos y desconocidos, aparentes y reconocidos, cercanos y lejanos, necesitaría reunirme con cada uno de ellos para palpar su identidad y descrubrir su vínculo o, más bien, airear mi angustia con algún test de personalidad y afinidad.

Solo cuando necesitamos de alguien cercano que de confianza y apoyo, al mismo tiempo, se puede empezar a sumar puntos para que el baremo final te permita identificar a quien se comporta como un excelente e incondicional amigo.

En situaciones donde se solicita un aplauso, se quiere compartir un premio, se decide hacer público un secreto, cuchichear de alguien o planificar un buen rato, siempre habrá amigos disponibles para tal empeño y solo el tiempo dirá si fueron únicos e imprescindibles amigos.

Hay momentos en que se precisa trabajar para descubrir, aportar sin sueldo preestablecido, involucrarse sin necesidad o apoyarse para reflexionar sobre la dureza del camino y, ahí, ya hay algunos voluntarios, pero no tantos amigos.

Y es en estas facetas de la vida cuando te das cuenta de los amigos que no son de paja ni de cartón, los que realmente participan y de los que siempre guardarás un buen recuerdo, los simple y llanamente importantes y los que nunca te van a fallar.

Sinceramente, llegado hasta aquí, me interesa saber si tengo amigos, aunque no cuántos, porque la paciencia y voluntad, empeño y consideración, predisposición y talante de un sólo amigo se puede re-descubrir el mundo que te rodea.

Hoy estoy feliz por haberme percatado que sí tengo amigos y por eso te invito a que busques las mejores maneras para descubrir si tú también tienes los tuyos.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN






viernes, 19 de julio de 2019

¿QUIÉN MANDA LA NOTA?


Vivimos presa de la monotonía y nos olvidamos que este mundo es finito para cada uno de nosotros, traduciendo nuestros pesares en esperanzas fugaces y delimitando nuestro espacio de vida, como si de una noticia falsa se tratase.

Vemos pasar a otros que nos antecedieron en la llegada a este mundo o a quienes lo hicieron mucho más tarde y, sin esperarlo, te percatas que ya se despidieron de todos nosotros, quedándonos la lividez que provocó la noticia en nuestro semblante y la tristeza que albergarán nuestros corazones.

No me he puesto a pensar en las notas que tuvieron que llegarles a cuantos ya se despidieron de nosotros, por algún correo especial, con la única condición de entregarles el boleto de ida, porque en algún rincón del cielo se les había abierto una morada especial para recibirles.

Lo que sí es cierto es que hay un mensaje que todos recibieron, y que recibiremos algún día, con alguna anticipación para que tomemos las medidas necesarias y aprendamos a despedirnos en silencio.

Cualquier esfuerzo puede resultar infructuoso si nos pretendemos aferrar a este mundo, porque debe estar escrito en algún pergamino que somos pasajeros del autobús que sale de esta vida y tiene, como destino, algún oasis escondido en el más allá.

Nos lamentamos cuando las circunstancias no nos susurraron que algo iba a ocurrir y nos prepararon para cuando se viera una mano alzada en el horizonte.

Sentimos una pena si no pudimos decir "adiós", porque la vida languidece al son de la agonía y se apaga, poco a poco, como las cenizas que callan bajo la lluvia torrencial.

Y lo que no sé es quién estará encargado de mandar la nota y desde dónde. Somos simples receptores por el azar, de acuerdo a un sistema de puntos o por decisión de ese alguien que controla nuestros pasos y decide nuestros apoyos.

Al final, nos sobrecogeremos y callaremos, preocupados por el mañana de los que quedan y el hoy de los que lloran, pero los pasos quedarán, para que se mezclen con los de quienes nos quisieron y mucho; esa es la inmensa satisfacción que nos llevamos el día de la partida.

El dolor que antecede, las cirugías que se necesitan, las decisiones que se tomaron y/o las vivencias de último momento que se acumulan, son los últimos esfuerzos que haremos para ser mejores en nuestra travesía y poder dar ejemplo de fortaleza y calma,  en un mar en turbulencias que apaga nuestra existencia.

No sé quién mandará la nota, pero la nota es la semblanza de una despedida que se debe hacer corta. Tampoco sé el papel en el que se escribirá la decisión tomada, porque pienso que debe llegar por algún e-mail que recepte el alma, en algún correo paralelo que se nos ha abierto a todos, desde el cielo.

Tu amigo, que nunca te falla, te invita a que te preguntes por la vida y por la muerte, porque es un modo de aprender de las reflexiones a vivir con mayor sensatez, dejando huella en el camino.

JUAN