martes, 31 de marzo de 2015

DE NUEVO EN EL PUNTO CERO

Cada día que nos levantamos deberíamos ubicarnos en el "punto cero", porque necesitamos emprender una marcha que aclare dudas y resuelva interrogantes, partiendo de lo más elemental, como si tuviésemos toda la tarea por hacer, a pesar de que en el camino encontremos algún punto avanzado, aunque los imprevistos siempre nos hacen reflexionar y nos ubican en ese punto, desde el que todo está por hacer.

Cuando vamos a impartir una conferencia hay que partir del "punto cero", porque si creemos que lo sabemos todo vamos a necesitar de un alfiler que nos desinfle y, a partir de ahí, precisaremos armar nuestra nueva estrategia para procurar que los demás entiendan mejor nuestro mensaje y ese alfiler puede ser una mirada que nos convenció de algo, la pregunta que nos puso a pensar o la actitud de alguien que se movió en su asiento y creímos que iba a abandonar la sala de conferencias.

En algún momento de nuestras vidas hemos dado el primer paso, creyendo que ya estaba todo hecho y que pronto llegaríamos a comprender el interrogante que se encierra detrás de todo lo que nos ha sorprendido por años y, sin embargo, llegamos a ese "punto cero", desde el que pareciese que todo es más fácil porque nada se da por comprendido hasta que no se descubre.

Hay momentos en la vida en los que pretendemos ser líderes, otros en los que queremos adueñarnos del cariño de nuestra madre y manipularlo, algunos en los que pensamos que teniendo un sueldo está resuelto el problema de la superación personal, enfrentados a una sociedad que nos obliga a ser cada día mejores para compartir nuestros alcances y, sin embargo, tenemos que partir del "punto cero" para seguir con nuestras vidas y deslumbrar con nuestro esfuerzo desde lo elemental, aunque el mayor problema surge con identificar la edad a la que cada cuál se da cuenta de que debe reiniciarse para reprogramarse y reorientarse, la única forma de proyectarse con entusiasmo y garantías de que alguien te tome algún día por ejemplo para que puedas legarle tu fuerza y tu coraje en la vida, las únicas herramientas para llegar a ser tú mismo, aunque el otro tenga que volver a empezar desde el "punto cero".

Ves en la televisión una carrera de atletismo o unos animales compitiendo y todo se convierte en dar unas vueltas, a la mayor velocidad posible, para seguir volviendo al "punto cero" y los kilómetros se miden por las veces que regresas al "punto cero", como si pasar por ahí te diese las garantías necesarias para terminar con un premio en la mano.

Estudiamos y nos especializamos, hablamos y escribimos, pero siempre necesitaremos llegar al "punto cero" de nuestras vidas, que se convierten en esos momentos en los que nos haremos las preguntas existenciales necesarias para reconducir nuestra caminata en este mundo y, a partir de ahí, comprenderemos mejor los secretos de la indiferencia y el castigo, el poder y la sumisión, la verdad y el subsuelo, los colores y las sombras, conceptos tan necesarios para mirar y expresarse.

Nos relacionamos con personas que van a formar parte de nuestras vidas y nos consideramos con un arte de enamorar y un poder de convencer, pero la verdad es que cada paso que demos parte de la incertidumbre y el pudor, la sabiduría y el coraje que te dan haber regresado al "punto cero", donde abriste tu propio código moral y analizaste bien las propuestas y las estrategias, comprendiendo desde la humildad más notoria y la formación más elemental que se puede enamorar rozándose y mirándose, sin necesidad de elaborar códigos secretos ni un lenguaje químico complicado.

Paseamos y nos abrigamos, dormimos y nos arropamos, comemos y nos alimentamos, estudiamos y nos formamos, pero siempre debemos regresar al "punto cero", ese instante en el que surge la pregunta de la infancia más temprana "¿por qué?" y ahí podemos sentir nuestros pasos y conciliar nuestros sueños, nutrirnos con una dieta adecuada y aprender de la experiencia, pues al sentirse parido en ese "punto cero" descubrimos la esencia de la vida.

Compartimos y miramos a quien quiere ser la voz cantante, olvidamos a quien sufre en silencio y marginamos a quienes no se parecen a nosotros, pero sólo es un instinto que aplicamos hasta que regresamos al "punto cero" y aprendemos a comportarnos como animales solidarios y seres humanos en proceso de formación, porque es la única tarima para pronunciar que somos necesarios para todos y que precisamos escuchar a todos, que no hay más parecido que a la primera imagen moldeada y que todos somos tan feos como trabajadores y tan predispuestos como imperfectos.

Aprovechamos para llegar al final de nuestros días creyendo que va a llegar la paz a nuestras vidas y que la tranquilidad va a animar nuestras siestas, pero es necesario seguir regresando al "punto cero", donde se debe aprender a ser un nuevo padre y un distinguido abuelo, estudiando en la Universidad de los nietos creyentes, porque de lo contrario se pasará sin pena ni gloria esa etapa de reconciliación con los hijos, aplaudiendo a los nietos.

Escribimos en las redes sociales para sentirnos cerca de los demás y no nos damos cuenta que tenemos que regresar al "punto cero", donde hay que creer en que los demás te pueden hacer crecer con sus aportes y sus gestos, la única manera de seguir haciendo amigos.

Tu amigo, que nunca te falla, está regresando en este momento al "punto cero".

Gracias por seguir ahí.



JUAN

domingo, 22 de marzo de 2015

ALGUIEN PADECE INSOMNIO

Muchas veces me he preguntado por qué no duerme la lechuza y es porque durante la noche puede disfrutar de esa visión especial que le permitirá cazar mejor que en la mañana, a buen cobijo de sus propios depredadores, de los que pasa desapercibida.

En ocasiones me he preguntado si el vigilante nocturno nunca tiene sueño y es que no puede estar quieto, mirando a los demás sin controlar los espacios que tiene encargados, porque el reclamo de alguien le supondría perder la oportunidad de llevar algo de dinero a su casa, al final del mes.

El mejor profesor está ahí, mucho antes de que tú hagas acto de presencia, porque da la impresión que no durmió la noche anterior y está dispuesto a preguntarte y a responderte, al mismo tiempo, porque su verdadera tarea es que lo tomes de ejemplo y seas capaz de seguir sus pasos.

La madre siempre durmió antes de serlo y, al escuchar un gemido o un roce salta porque cree que su deber materno es el despertador que está enchufado para cuando fuese necesario, abordando cualquier tarea con empeño y dedicación, cariño y sabiduría, dando la impresión que por la leche que brota por sus senos se le escapa el deseo de dormir, pues durante el día no lo compensa jamás.

Las campanas de la iglesia no duermen y siempre dan su toque a la hora exacta, pero no sé porqué es tan importante el descanso si no se maltratan con tanta vigía y constancia en marcar siempre las horas exactas, en el momento indicado.

Las fachadas nunca duermen, pero en la noche no se distinguen bien y quizás echen una cabezada, aunque a la hora que llegues a tu casa la encontrarás en el mismo sitio y la puerta se abrirá con poco esfuerzo, si pones la llave en la cerradura, para que los demás no se enteren de la hora a la que diste el último paso en la calle.

Los libros no duermen y siempre estarán ahí para cuando los necesites, aunque algunos crean que no se los debe molestar porque quizás descansen a la hora que se te despierta el apetito por estudiar y tu delicadeza te obliga a dejarlos reposar, aunque suspendas el próximo examen.

Las iras no descansan, pues a veces nos acostamos y nos levantamos con la misma carga de furia y rebeldía, como si hubiesen decidido quedarse a vivir a nuestro lado y sólo la presencia de otro ser humano que nos llegue con algún consejo, vestido con otros colores y con un tono de voz más suave y pegajoso, será capaz de arrastrarlas a otro lugar y procurará que se peguen en otra habitación.

Las ilusiones nunca descansan, pues vivimos soñando por nuestro propio bien y para que en la cara se nos note que no nos atascamos en las mentiras ni en la rabia, ya que hay que mirar a ninguna parte y pensar en todo al mismo tiempo, con la compañía de un grifo abierto goteando y el silbido de algún pájaro, apostado en el marco de tu ventana.

Las sombras nunca descansan, pues por cada persona que camina o está sentado, se da media vuelta o renuncia a seguir caminando, hay una sombra que le acompaña y siempre está despierta, avanzando a la velocidad de sus pasos y al mismo lado de siempre, lo que no podría hacer si durmiese algún rato durante el día.

Los consejos nunca descansan, porque te levantas y alguien, en tu familia, te está regalando un consejo y, al acostarte, te meten en el bolsillo otro, como si no costasen nada y viviésemos hallando consejos en cualquier rincón, con lo difícil que es que algunos tengan la posibilidad de alcanzar uno de unas manos regalonas y bondadosas, al no disponer de afectos ni compañía que se las regalen.

Los regalos nunca descansan, pues los Reyes Magos llegan siempre de madrugada y los que no son tan magos te los llevan cuando duermes para que te levantes con los ojos abiertos, algunos te los dan, creyéndose Reyes, para que creas que son magos y otros te los entregan los magos, para que pienses que son Reyes.

Los apoyos no descansan, porque te mueves en la cama y te apoyas en la baranda, te levantas y te apoyas en la silla, tienes problemas y encuentras el apoyo del hermano, gritas y tienes el apoyo de una puerta abierta, comes y tienes el apoyo de la cuchara, lloras y tienes el apoyo de un hombro.

Las miradas no descansan porque si miras el agua cristalina de un río ves las miradas de quien te acompaña, reflejadas en ese espejo del bosque húmedo y si ves el espejo te explorará tu propia mirada cansina y triste.

Los amigos nunca descansan, porque llamas y responden, hablas y contestas, pides y te conceden, necesitas y te abrigan, huyes y te siguen, caminas y te protegen.

Los ídolos nunca descansan, pero los buenos de corazón y los que nunca fallan, porque lanzas preguntas y luego recibes respuestas, sin saber cómo las armaron, estás triste y reciben una bocanada de viento fresco que te empuja hacia el rincón de la felicidad y, si te olvidas por un momento de ser tú mismo te recuerdan que les prometiste no dejar de ser tú mismo, mientras que ellos seguirán siendo siempre tus ídolos. 

Gracias por seguir ahí, yo descanso poco ...y tú?

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN

lunes, 16 de marzo de 2015

ESTÁ CERCA EL DÍA

Está cerca el día en que los celulares (móviles) se comuniquen por nosotros y perdamos la iniciativa en las relaciones humanas y dejaremos de opinar para poder construir, por cuanto todo dependerá de la programación y los algoritmos.

Está cerca el día en que no podamos pedir un "huevo frito con papas" porque ya habrá una pastilla con ese sello y la tomaremos porque se nos apeteció ese plato que antaño era tan apetecible y deseado.

Está cerca el día en que se convocarán los miembros de un equipo de fútbol y cada cual manejará su jugador virtual y el partido se mantendrá a ritmo de tecleo y maniobras virtuales, esperando que el ganador tenga la opción a un programa de última generación.

Está cerca el día en que ya no se jugará en el patio de la escuela, porque todos estudiarán desde el dormitorio de su casa y los trabajos de equipo se transformarán en foros sin mirarse a la cara, hablando a través de la videocámara, esperando que los aportes de todos se conviertan en una propuesta que ha de ser enviada para su corrección oportuna.

Está cerca el día en que seamos capaces de transformar células malignas en soldados de defensa y, posiblemente, estaremos generando nuevas patologías para las que sean necesarias nuevas investigaciones para las que no habrá los medios necesarios ni la tecnología suficiente, porque cada vez las enfermedades tienen más de iatrogenia.

Está cerca el día en que los besos de carne y hueso sean sustituidos por los emoticonos y los estados de ánimo serán confundidos con los errores al enviar un mensaje, pues estaremos llorando y pulsaremos una sonrisa para compartirla.

Está cerca el día en que todo el ejercicio que realicemos sea subirnos a una máquina y articular movimientos desordenados con el propósito de alcanzar la máxima puntuación que nos permita disfrutar de un café sin cafeina y una leche sin lactosa, que la misma máquina elaborará a partir de una impresora 3-D.

Está cerca el día en que las empresas terminarán por desaparecer y el trabajo autónomo se impondrá, enviando las tareas y siendo revisadas por un staff preparado para tales fines, con el objetivo de que pases más tiempo sedentario, aislado para mejorar el aprovechamiento y encerrado en tus estrategias de superación personal, al margen de la sociedad y las diferentes estaciones, el bullicio y el ruido del viento.

Está cerca el día en que esté prohibido -por Ética elemental- pensar en sobrevivir matando un animal y precisemos crear bancos de carne y verduras sintetizadas en el laboratorio y radio-tratadas, manipuladas genéticamente y con sello de calidad grabado por un robot.

Está cerca el día en que necesitemos cargar energía en una gasolinera instalada "ad hoc", para que el surtidor nos inyecte una dosis de vitaminas, media dosis de energizantes o dos gotas del elixir para no envejecer.

Esta cerca el día en que las fronteras serán delimitadas por rayos láser y se deberá presentar una tarjeta con un lenguaje encriptado y por vía satélite se nos permitirá entrar en otro espacio, que no serán países sino niveles de desarrollo telemático, según nudos organizacionales.

Está cerca el día en que haya empresas para que te permitan declarar tu amor a la persona que supuestamente quieres y ya necesitas de alguien para dar ese paso, con el riesgo de una equivocación en la organización y que ello condicione que tu propuesta de vida se vaya al traste, aunque ya se llamarán proyectos humanoides.

Está cerca el día en que no sea necesario estudiar y la memoria fotográfica esté al alcance de todos, habrá cubículos para llenarte de la sabiduría del Renacimiento e incluso podrás tele-transportarte para recibir enseñanzas de Avicenas o Hipócrates, escuchar a Aristóteles o acompañar a Martin Luther King.

Está cerca el día en que los marginados sean los disconformes con el modelo de transferencia de tecnología en tiempo real o que sólo se trabaje con números irracionales, con el diálogo interpersonal acorde a lo pactado por las máquinas y el lenguaje de signos.

Está cerca el día en que los conceptos de integración, verdad, humildad y solidaridad queden relegados a reductos sociales donde aún hay soñadores que no cabrán en ese otro mundo.

Está cerca el día en que todo el mundo conozca todo y no sea necesario enseñar ni aprender, porque todo será cuestión de una carga y nada más.

Está cerca ese día y no hacemos nada por disfrutar de los días que tenemos, valorando lo que tenemos y soñando con lo que no necesitamos, aunque aspiremos a dar los pasos necesarios para vivir mejor, pero no tan diferente que dejemos de ser nosotros mismos.

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN 

miércoles, 11 de marzo de 2015

NO SABÍA NADA

No sabía lo que era el rocío y quise acariciar una flor en la mañana más tempranera y me humedecí las manos con agua fría y cálida, al mismo tiempo, que resbalaba entre mis dedos porque quería regresar a la misma flor y ayudarla a conservar el aroma que debía tener durante todo el día.

No sabía lo que era una lágrima y la vida me presentó una prueba de dolor y quise mantenerme frío y distante, pero el coraje y el desaliento me hicieron temblar y tiritar, aunque también tiritaron mis ojos y derramaron gotas humedecidas de rabia, recogiéndolas con mis labios y saboreando el castigo que había recibido por algo que nunca hice.

No sabía lo que era una línea imaginaria y quise tomarme unas vacaciones y pretendí atravesar la frontera entre la responsabilidad de mis derechos con los demás y la crueldad de mis obligaciones pendientes, decantándome por cumplir a medias mis deberes y olvidándome en parte de los demás; ahí me di cuenta que nadie me llamaba la atención y supe que esa línea no era real.

No sabía porqué los pájaros vuelan muy rápido y migran, pero un día salí a la calle y estaba soleado, el cielo limpio y las aves tenían un cuerpo estilizado, pero al mes siguiente hacía mucho viento, los pajaritos tenían una barriguita prominente y todos volaban en una bandada impresionante; querían anidar en otros lugares y querían, al mismo tiempo, ser impulsados por el viento para recorrer más largas distancias con menos esfuerzo.

No sabía lo que era un pecado y jugaba inocente con los demás, creyendo que todos los principios que me habían inculcado debían primar en las relaciones humanas, pero también veía personas que iban a confesar y luego se retiraban, cabizbajos y arrepentidos, a otro rincón de la iglesia y salían felices y con otra cara, pero recaían en los mismos insultos y actos de menosprecio y humillación, por lo que alguien les dijo a lo lejos ¿para qué te confiesas, pecador?

No sabía lo que era un insulto y miraba los saludos callejeros, con el respeto y la monotonía de todos los días de la semana, aunque alguien gritaba y otros se quejaban en voz alta. Sin embargo, había motivos para provocar a los demás y minimizarlos, ningunearlos y ridiculizarlos, caricaturizarlos sin perdón y vomitarles epítetos que nadie se merece y eso mismo leía en los diarios y veía en la televisión. Un día ví a un niño pegándole a un perrito y le decía que "no le insultara más", porque sabía que no podía decirlo lo mismo a un adulto caradura y sin capacidad de perdón.

No sabía lo que era la verdad y salía a pasear con los amigos y todos contaban muchas cosas, muchas de ellas no se correspondían con lo que yo sabía del trasfondo de los relatos. Un día le dijo mi mejor amigo, dirigiéndose a ese que se creía el líder en comunicación de grupos, que contase de los demás lo mismo que él quisiera que contasen de su vida y él les respondió "bueno, entonces les voy a contar la verdad".

No sabía lo que era un santo y creía que todos llevaban un halo de sabiduría y encanto, que vivían en los altares y que subían y bajaban del cielo como yo cogía mi bicicleta todos los días. Un día quise subir a verlos y empiné la escalera hasta casi caerme del susto, pero alguien me bajó de allí, me cogió de la mano y me llevó a ver a una señora muy viejita, temblando con sus manos agrietadas y sentada en el suelo y me preguntó ¿Qué le dirías a la abuelita? y yo le respondí "Abuela, creo que usted es más feliz que todos nosotros, aunque creamos que necesitas muchas cosas, pero yo quisiera darte un lápiz que llevo encima, un pañuelo que cogí esta mañana del armario y mi abrigo, que no necesito tanto. Al momento, ese señor que me bajó de la escalera me dijo "Tú eres un santo".

No sabía lo que era correr y me ví envuelto en una revuelta cargada de protestas y la multitud me arrastró. Alguien me dijo ¿Qué haces?. Le respondí "he escuchado las quejas de cuantos estáis aquí y me parecen justas, por lo que me dejo llevar para que algún día cambie también mi realidad" y entonces me dijo "si es así, corre".

No sabía lo que era soñar y siempre dormía y nunca me acordaba lo que había ocurrido en esa noche. Una noche dije "me voy a acostar con la ilusión de que mañana me van a comprar un juguete" y esa noche creí que había estado jugando con el juguete prometido. Mi madre me dijo, al día siguiente, que la felicidad está en soñar y para eso hay que vivir con ilusiones.

No sabía lo que era aprender y acudía a la escuela todos los días, mecanizando mis actos al escribir, estudiar y repetir, copiar y señalar, pero un profesor me dijo un día "ahora quiero que me digas qué hubieses hecho tú, si hubieses sido un rey de Castilla, hace muchos siglos atrás" y yo le dije cómo hubiese actuado en aquel entonces y le iba preguntando cómo era la gente y qué se comía, cómo eran las ciudades y cómo se ganaba la vida la gente, cómo se hablaba y cómo eran los curas, qué papel jugaban los que hacían las leyes y qué normas había en las ciudades, por qué se peleaba y qué eran las pestes y, cuando terminé mi historieta inventada, el profesor me dijo "Hoy he aprendido mucho de ti y de historia, Gracias".

No sabía lo que era el riesgo y un profesor me pidió mi opinión en un examen final. Yo le entregué el examen en blanco y le dije que esa era mi definición de riesgo. Recuerdo que era la asignatura de Filosofía y me puso la máxima calificación que jamás le había dado a un estudiante, simplemente porque él no pudo definirlo mejor.

No sabía lo que era el ejemplo y comprobaba que algunos niños hacían los mismos gestos que los compañeros y se molestaban, otros querían, a la fuerza, que los demás hicieran lo mismo que ellos y nadie quería hacerlo. Había sólo algunos niños que estudiaban, se portaban bien con los compañeros, compartían lo que tenían y hasta lo que sabían y los demás, brutos y palaciegos, gordo y flacos, habladores y silenciosos, atrevidos y tímidos, les seguíamos para copiar algo de lo bueno que tenían y, cuando fui mayor, comprendí que me habían servido de ejemplo.

No sabía lo que eran unos padres y crecí entre ellos, pero un día recibía besos y me abrigaban antes de dormir, me aplacaban si sufría y me enseñaban el camino a seguir, diciéndome lo que ellos habían hecho, me miraban más que a los demás y sufrían con mis sufrimientos, no se olvidaban nunca de mí y estaban más cerca que nadie de mis días, me confeccionaban mi ropa y me compraban mis útiles para la escuela, me acompañaban al médico y me hacían dormir en su regazo. No podía haber otros iguales. 

No sabía lo que era un blog y un día me puse a escribir. Hoy me dicen los amigos que leen lo que escribo y les encanta mi blog y, por eso, ahora sé que escribo un blog.

Gracias a todos por vuestra lectura, porque no sabía muy bien lo que era un amigo y todos me habéis demostrado que es necesario aprender el significado con vuestros gestos y vuestras palabras.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

domingo, 1 de marzo de 2015

NO HAY CAMINOS ABIERTOS

Creemos que en este mundo están disponibles las rutas para ir a donde te plazca o para seguir un camino que te va a llevar a un lugar seguro y, por eso mismo, nos sentimos hipotéticamente seguros e inciertamente afortunados.

Tomamos la opción de salir de una adicción y buscamos el ejemplo de alguien y procuramos seguirlo, pero nunca terminamos nuestro proyecto de liberación porque no pusimos nuestro propio esfuerzo en abrir un camino, limitándonos a copiar los pasos de ese alguien que siempre creímos que le fue fácil.

Enseñamos a caminar a nuestro hijo y no comprendemos cómo otros lo pueden hacer bien y el nuestro "no", pero la verdad es que hay que darle una opción para que caiga y se levante, descubra sus soportes y sea capaz de tomar la decisión de avanzar, por primera vez.

Nos quejamos de la relación de pareja de la que formamos parte y buscamos asesoría para casos hipotéticos, pero luego nos damos cuenta que la mayoría de los consejos no son aplicables, porque forman parte de una realidad y una coyuntura tan real como difícil.

Regalamos una tarjeta de aniversario y creemos que el receptor nos lo va a agradecer, cuando lo lógico hubiese sido escribir un mensaje desde el corazón y dejarlo a su alcance, para que descubra que la timidez de la escritura y la osadía de construir un mensaje valen más que mil palabras pre-fabricadas, porque es otro camino que tenemos que abrir desde el alma de enamorados.

Huimos a ninguna parte y creemos haber descubierto la soledad y sus entrañas, pero nos dedicamos a buscar palabras y apoyos donde no hay nada, porque hasta en la obscuridad del silencio hay que abrir un camino de esperanza, logrando reflexionar sobre lo sucedido y planteando alternativas para seguir caminando en la mejor dirección.

Nos presentamos a algún trabajo y seguimos formatos de entrevista para saber qué contestar, cuando lo lógico sería ir a la empresa donde buscamos trabajo, estudiar el ambiente y los flujogramas de proceso con el propósito de aportar algo, aunque no fuésemos contratados, pues en el aporte está la verdad de la necesidad de trabajar, como otro camino que tenemos que abrir para ganarnos una oportunidad laboral.

Rezamos porque tenemos una duda y nos sentamos a esperar el milagro, sin animarnos a pedir perdón o a reconciliarnos, a descubrir en el otro lo que a uno le falta o a untar las relaciones humanas con la mermelada de la comprensión y la sencillez, el ejemplo y la verdad, ese otro camino que tenemos que abrir para algún día sentirnos orgullosos de nuestro empeño y nuestra tarea en las relaciones más cercanas.

Nos sentamos a comer y esperamos que nos pongan el plato de comida delante de nuestras narices, con lo bien que sienta haber picado un tomate o haber calentado una sopa, porque hay que abrir un camino diferente de ejemplo ante los comensales, a sabiendas que la comida está más sabrosa si se comparte el arte y se aporta con el detalle de la cercanía.

Hay muchos niños que creen conocer cómo cambiar a sus padres y sus hábitos o distanciamiento, pero la verdad es que hay que enseñarles a que pongan un cuarto de kilo de tenacidad y constancia, perspicacia y osadía para que ese nuevo camino les pueda conducir a sentirse orgullosos, algún día, de que sus progenitores fueron capaces de cambiar por ellos.

Hay padres que creen que las separaciones las van a llevar con calma, para que los hijos no sufran, tal y como dice tal o cual revista, pero el día a día les demuestra que es un camino nuevo que hay que abrir y entre todos se pueden corregir las desviaciones de la ruta.

Hay veces en que creemos que todo lo hacemos bien, pero el camino es mirar a los demás y preguntar si hay alguna duda o condicionante que no se tuvo en cuenta y ese camino sirve para alentarse en abrir nuevos caminos para los demás.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN