lunes, 30 de diciembre de 2019

MI TABLA DE LOS MANDAMIENTOS


Nacerás, crecerás y estudiarás para ser mejor cada día, creando una estela personal y profesional que merezca ser copiada y disfrutarás de las oportunidades sin robar los derechos naturales ni adquiridos de los demás, cobijado en la paz que tienes que promocionar y alentar, demostrando la capacidad necesaria para superarte en el día a día, llegando a enseñar a tu maestro las verdades que no te quiso, o pudo, enseñar.

Buscarás los espacios públicos para crecer, donde todos tengan las mismas oportunidades, alejándote de las recomendaciones y los engaños, los atajos y las pendientes, porque tu personalidad tendrá que ser real y lógica, prudente y sabia, de tal suerte que puedas hablar con tus hijos de lo entrañable de llegar a ser un ciudadano del mundo.

Investigarás el derecho de ser igual a los demás, como la fórmula necesaria para convivir, sin animar la subida de impuestos ni la bajada de opciones, contribuyendo siempre a estrechar las manos distantes y a aproximar las miradas divergentes, acercando pasos y entremezclando rutas, como la única manera de caminar en el mismo mundo, encontrándose en todos los senderos.

Aprenderás a hablar con la naturaleza para que puedan rectificarte el piar de los pájaros y el aroma del monte, lavándote tus impurezas el rocío de la mañana y salpicando la savia que brota hasta tu camisa, para que eches frutos lo más pronto posible.

Terminarás siendo parte de los padres biológicos, de acogida, del corazón o emprestados, pero nunca dejarás de formar parte de este ejército de seres humanos que necesita el mundo para que los hijos modulen nuestras voces.

Hablarás de lo que queda por vivir y no de lo vivido, porque la historia deberá ser la primera asignatura que todos aprenderán a tachar si no rellenó vacíos y, con ello, callarás lo que nunca hiciste.

Dormirás aprendiendo a soñar con cambiar las circunstancias y no a vivir con lo que el día te regaló, porque otros esperan a que les hagas parte de tu proyecto, con lo que vas a necesitar movilizarte para llegar a ser y dejarás de dormir por lo que otros te permitieron ser, sin merecerlo.

Trabajarás lo necesario para realizarte, sin procurar el abandono de las manos que te enseñaron ni las tetas que te amamantaron, utilizando el beneficio para sentir la paz del esfuerzo suficiente y el anhelo de cumplir lo prometido. 

Vivirás tratando a las personas como iguales y no como aparentes desconocidos, porque todos traemos el mismo pan, bajo el mismo brazo, cuando venimos o cuando nos vamos de este mundo.

Nunca tendrás en cuenta el dolor de la familia, el color de la camisa, la posición laboral, el orgullo engendrado o las miserias acumuladas, los pecados cometidos, la soberbia hecha carne ni las grandezas amontonadas para evaluar a otro ser humano, si antes no estudiaste las circunstancias que le rodearon, los vacíos que le alimentaron, la discriminación que le vistió ni los asedios a los que le sometieron. 

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 





jueves, 19 de diciembre de 2019

EL ROSTRO DE LA NAVIDAD


La calle nos recibe cada día y nos abraza entrañablemente, dirige nuestros pasos y nos habla desde las esquinas, encierra nuestros pesares para que no se nos noten en la cara y ventila nuestros deseos con la frescura que desprenden los parques que arropan la miseria de una contaminación que nos arrincona.

Todos esperamos que tengamos suerte en cada mañana, que las tardes sean propicias par alcanzar nuestros propósitos y que los sueños que adornen nuestras noches se hagan realidad, si son maravillosos y que los olvidemos pronto si nos recuerdan nuestras hipocresías.

Creemos que la Navidad, cargada de escaparates, luces y arboles, sólo se hace presente cuando regalamos lo indispensable o cambiamos nuestra forma de ser, por unos días, como si estos días fuesen amorfos y sólo dependiesen de nosotros.

La Navidad, que es parte de cada año de nuestras vidas, es tan necesaria porque nos ayuda a renacer y para ello hay que encontrarle el sentido verdadero. Y, después de mucho pensar, he llegado a la conclusión de que la Navidad tiene sentido cuando le vemos el rostro.

¿Y dónde está ese rostro?

Cuando procuramos hacer algo desde el corazón, sin otro interés que servir y ese alguien nos devuelve una sonrisa que no obliga a nada, ahí está el rostro de cada Navidad.

Cuando hacemos algo como profesionales, sin buscar el aplauso ni la vanagloria, encontrando el bienestar que siente ese ser humano enfermo, sellando con un abrazo su encuentro con un mundo nuevo, es cuando encuentro el rostro de la Navidad.

Cuando encontramos que alguien desea seguir nuestra estela de esfuerzo, con la única propuesta de que otros le puedan seguir más tarde, copiando nuestra humildad, que a veces tanto cuesta, es porque ahí está el rostro de la Navidad.

Cuando un hijo (o una hija) hace un sacrificio por cambiar un deseo por una presencia, hablando con las miradas y las lágrimas, propias de un reencuentro desde el alma, es porque ahí está el rostro de la Navidad.

Cuando somos capaces de transformar el aguinaldo material por una oferta de entrega "¿qué puedo hacer por ti?", es porque ahí se dibuja el rostro de la Navidad.

Cuando eres capaz de agradecer el esfuerzo que los demás hacen por ti es porque ahí está el rostro verdadero de la Navidad.

Cuando sales a la calle con el único propósito de escuchar y dar fuerza a los demás, sin esperar el salario por lo que hiciste y luego te dicen que fue el mejor momento que algunos seres humanos tuvieron en muchos años, ese que pasaron cogiéndote la mano y hablando de sus miserias, es porque has visto el rostro de la Navidad.

Cuando eres capaz de comparar tu pesebre y el de los demás y lloras, porque reconoces que todos los pesebres tienen que ser iguales, es porque le has puesto rostro a la Navidad.

Cuando haces una llamada telefónica para pedir perdón por todo lo que hiciste en tu vida, estés donde estés, pagando o no tu pena, es porque estás mirando el rostro de la Navidad.

Cuando miras a un extraño, en tu propia tierra, lo aceptas porque necesita aceptación antes que limosna y le ayudas a superar sus limitantes desde la verdad de tu aparente visión del mundo, es porque tienes por amigo al rostro de la Navidad.

Cuando te sientes feliz con que se siente a tu lado cualquier ser humano y sientes la paz interior de compartir dos asientos contiguos sin pudor ni verguenza, indiferencia ni distancias, es porque te has sentado junto al rostro de la Navidad.

Cuando ves a tus hijos jugar con todos por igual y disfrutan de la niñez sin clases, es porque le has enseñado el rostro de la Navidad.

Cuando te acuestas en tu pesebre y sueñas en contribuir a decir las verdades que contribuyan a que otros vivan mejor, porque otros se motiven a hacer mejor su tarea como representantes, es porque tu sueño es el rostro de la Navidad.

Si haces tu trabajo desde la convicción del servicio, sin pensar en los honorarios, es porque tu profesión te permite ver el rostro de la Navidad en cada encuentro.

Sin embargo, ese rostro hay que encontrarlo en la calle y en los hogares invisibles, en los no-contactados y en los condenados, en las vecindades más próximas y en los olvidados, en los estigmatizados y en quienes duermen en otros pesebres, en los marcados y en los abandonados.

Estoy seguro, de eso no tengo duda, que el rostro de la Navidad nunca lo encontraré en el escaparate ni en la mega tienda, en los alumbrados ni en las noches de villancicos y disfraces, en las cabalgatas ni en los nacimientos de figuras borondas que se montan en las iglesias, en las noticias vacías que nos enseñan las diferencias que siguen existiendo, porque somos inmunes a lo que pasa en las otras esquinas del mundo ni a las decisiones que no miden el alcance de sus palabras vacías.

Y nunca olvides que el rostro de la Navidad es siempre el mismo, vayas donde vayas, porque es ese segundo que te hace renacer a la vida, con sus ojos, boca, cejas, nariz y arrugas.

Tu amigo, que nunca te falla, espera -desde el corazón- que el encuentres el rostro a tu propia Navidad y empezarás el año renovado a la vida.



Juan


viernes, 13 de diciembre de 2019

LA NAVIDAD DE LA CALLE


Estamos cercanos a la Navidad, ese periodo de tiempo en el que nos volvemos más religiosos, sin haberlo sido durante todo el año que ya termina y nos cargamos de muy buenas intenciones, aunque el corazón no esté arrepentido.

Seguimos acumulando, año tras año, un déficit comercial con nuestro propio enriquecimiento personal, pues somos más pobres en grandezas interiores y menos afortunados en encuentros familiares, nos hemos distanciado de la verdad, como propuesta de vida y nos movemos con el vaivén de las apuestas en las que nos mantenemos al margen.

Entendemos la Navidad como un escaparate para mostrar nuestra generosidad, aprovechando cualquier tarima donde se reciban aportes para causas justas y nos apuntamos para mostrar al mundo nuestro desprendimiento, aunque en realidad son sobras que regalamos para ocultar la carga de improvisaciones con las que nos vestimos a diario.

Nos golpeamos el pecho, como potenciales arrepentidos, porque hemos ensayado el gesto hasta la saciedad, aunque en nuestros actos impulsivos se noten los arrebatos de indiferencia y la inseguridad de nuestros apoyos, todos dependiendo del interés que generen en nuestras cuentas corrientes de moral absurda y caduca.

Asumimos que tenemos que renacer, a las puertas del próximo año, ya que ese es el mensaje implícito de la Navidad, con más riquezas y fortalezas, ya que de ello dependerá nuestro posible éxito para el año venidero, aunque muy al margen de las necesidades de los demás y sin tener en cuenta las esperanzas muertas de cuantos nos reclaman a diario.

Seguimos sin dar respuestas en las grandes cumbres, resumimos los mandamientos en un sólo deber, orientado a hacer por los demás lo que no comprometa nuestros intereses y, entre los derechos, ubicamos en primer lugar el respeto irrestricto a nuestra forma de pensar, promoviendo el diálogo si se sustenta -con creces- en nuestra apreciación del universo.

No vemos la carga de palabras de maltrato que alberga la calle, al final del día, las miradas de odio que quedaron opacadas por las esquinas, los desaires de quienes se creen dueños de las aceras, las voces de auxilio de los edificios que buscan inquilinos, con carnet de ciudadanos, las balas que siguen acribillando a nuestra vista y paciencia, los mítines que albergan palabras de manipulación y los niños que siguen disfrutando de una vida de alquiler en sus propios juguetes, subidos a su caja de cartón.

Nos olvidamos que hay transeúntes que caminan más lento que los vehículos, que los pasos de cebra son una expresión viva del incivismo que manejamos y que los árboles nos aportan el oxígeno que precisamos para seguir viviendo.

No nos creemos que los abuelos fueron nuestros profetas, que seguimos endeudados con quienes nos estrujan las posibilidades económicas que escondemos en la caja fuerte, que las grasas seguirán formando parte de la dieta mientras la vida no nos regale vitaminas y que las enfermedades nos siguen esperando en el primer cruce del camino.

Pero, a pesar de la Navidad de la calle, seguimos prestándole atención al juguete que debo regalar y a la cena laboral, a los Reyes que se van acercando y a las vacaciones que hay que equilibrar, a los ratos libres que tenemos un cierto derecho y a la inversión que se precisa para que sigamos creyendo que eso es navidad.

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN

domingo, 1 de diciembre de 2019

BUSCA TU SEGUNDO PERDIDO

Nos levantamos y, casi tropezando, llegamos al cuarto de baño para mirarnos al espejo y lavarnos la cara, pues pretendemos arrastrar las lágrimas que se secaron y estirar las arrugas que dejó la almohada, sobre una cara que dormía despreocupada.

Desayunamos y balanceamos nuestros cuerpos, mientras nos cargamos de la gasolina para poder transitar por el escenario de la vida, haciendo lo que nos apetece o sobreponiéndonos a lo que nos exigen.

Descubrimos algo a lo que no le prestamos atención, pensando que es algo "raro" que tenía que pasar y sólo lo utilizamos como argumento para algún minuto de diálogo, resaltando la curiosidad de la vida.

Nos enfadamos y agitamos, como si la vida se alimentase de esos instantes en los que ponemos a nuestro organismo en estado de alerta, discutiendo sobre lo efímero con la trascendencia de un acontecimiento que lo consideramos "sobresaliente".

Sin embargo, descuidamos nuestro estado de atención y olvidamos que vivimos para descubrir ese segundo, que se repite a diario, donde descubrimos lo que somos, nos impresionamos con nuestro gesto desprendido o nos impacta esa mirada maravillosa de un gato triste, aunque para todos los demás pase desapercibida.

Y ese segundo, que pudo haberse perdido, es el que te lanza a buscarte en un mundo desajustado y le pone nombre a tus huellas, te mantiene adherido al suelo y te descubre en tus vacíos y, sólo por eso, te ayuda a ser más grande, si cabe.

Hay muchos segundos que los cubrimos de prisas y olvidamos ese detalle que nos hizo girar la cabeza o reflexionar profundamente, porque el movimiento de nuestro cuerpo iba detrás de una tarea por cumplir y eso es lo que marcaba nuestra mañana y no el deseo de crecer como seres humanos.

¿Y cómo saber que es ese momento?

Simplemente porque nos sentimos impactados, renovados, sensibilizados. Muchos esperarán sentir una llamada del más allá o escuchar las voces de un mago, eternamente esperado, pero ahí no está el secreto.

El secreto de ese segundo olvidado está en la flor que rozas y te deja su aroma, en la mano que te aprieta como nunca antes, en un agradecimiento por algo muy simple y lejano, en la mirada que te cautivó por el pesar que transportaba, en el roce que te supo a algo nunca saboreado, en la imagen en el espejo que descubriste algún rasgo que antes no notaste, en una llamada que te llegó a lo más hondo de tus entrañas o en el ruído de los quejidos de un ser con quien siempre fuiste indolente.

El secreto de ese segundo está en el deseo de aplaudir un gesto, aunque te contuvieras para no llamar la atención, en la noticia que te destapó todos tus vicios y los acobardó por insulsos, en el secreto que debes mantener y no crees poder hacerlo, en la brisa que te trae el murmullo del bosque que pensabas que estaba en la otra esquina del mundo, en la imagen de un vientre hundido por el hambre en el que tú también participas y de la que también eres culpable.

El secreto de ese segundo está en el color que te cegó o el animal que te pidió una caricia, en el mensaje con el que te identificaste o la verdad que destapó tus mentiras, en la lluvia que te cogió desprevenido y te caló lo suficiente para desprenderte de ropajes y quedarte a sólas con tus apellidos.

Gracias por sentir ese segundo, que nunca debe perderse. Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 

viernes, 25 de octubre de 2019

CARTA A UN POLITICO


Hoy, a través de mi blog, quiero hacerte partícipe de la verdad que encierra mi libro "Carta a un político", redactado con el dolor de la vida misma y la caricia humanista a un momento de reflexión profunda.

Quiero que seas parte de ese vacío que se genera, previo al desahogo que te libera y este manual, a modo de carta, pretende ser el aire que necesitas para seguir inhalando aire fresco y en movimiento, el que da un momento de reflexión.

Es un modo sutil de tratar la rugosidad de los actos y transformarlos en momentos de verdad, con el desencanto "deshilachado por los acontecimientos" de alguien que se conmueve con las escenas más sencillas de la vida, como leer una voz de reclamo de poetas que ya no están, hacerse preguntas para construirse en las respuestas, descubrir lo que no se deja ver o manifestar un dolor, con el descalabro de unas palabras huecas lanzadas al vacío.

Es por esto que he dedicado seis meses de mi vida a una apuesta reflexiva, arropada con mi propia voz interior y diseñada desde el alfabeto del alma, con el que nunca se podrán cometer faltas de ortografía tan groseras.

Te dejo la dirección de mi vídeo promocional, el que he querido que sea dinámico, claro y concluyente sobre la realidad de mis sentimientos más cálidos y sensibles. Lo podrás encontrar en: https://www.youtube.com/edit?video_id=2mvzj9ZpeBE

Gracias por el tiempo dedicado y la impresión generada. No hay nada, con tanto valor, como una opinión compartida y una verdad manifestada.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN

viernes, 18 de octubre de 2019

EN ALGO ESTAMOS DE ACUERDO


Pueden existir discrepancias en el tono del color del pelo de cada quién, en su gusto por el arte o las expresiones de su corazón, pero los derechos debieran ser iguales para todos, por el simple hecho de que a todos vamos a exigirle con la misma vara de medir.

Pueden vislumbrarse diferencias en la forma de caminar o en el tamaño de la sombra de cada quién, pero las necesidades debieran ser iguales para todos y no se puede vivir mirando el derroche del agua en un extremo del planeta y la sequía de cuerpos famélicos en el otro.

Pueden analizarse las diferencias en el PIB, entre diferentes países de todos los continentes del mundo, pero es necesario establecer un criterio unánime en la consideración de todos los habitantes del mundo, sin importar el color de su piel ni la verdad maltratada de sus voces.

Pueden estudiarse las posibilidades económicas de las diferentes familias, acordes a las propuestas de vida de sus integrantes y las puertas que se les abrieron en el mercado laboral, pero las opciones de aprendizaje deben ser las mismas para todos.

Pueden cuestionarse los vacíos que, en apariencia, tienen los demás, diferentes quizás a los que pretendemos esconder para que no sean de conocimiento público, pero todos tenemos las mismas oportunidades ante la ley y a ser escuchados en nuestros reclamos.

Pueden distanciarse las posturas que adoptamos, al compararlas con la norma pre-establecida, pero el derecho a presentar una voz -cargada de contenido- para reclamar nuestros derechos, debiera ser igual para todos, siempre que se respeten los derechos de los demás.

Pueden prepararse los alimentos con diferente estilo, sazón o cargazón de nutrientes, presumiendo de paladares y costumbres, alcurnia o estilo, pero deberán estar al alcance de todos y en todo momento.

Pueden contrastarse los piropos, sin arrebatos de desenfreno ni acoso primitivo, pero la sexualidad de la convivencia entre seres racionales es un derecho igual para todos.

Pueden preocupar las diferencias en los estilos de vida y los derroches de unos, para acidez de otros, pero la muerte nos espera a todos en el mismo recodo del camino.

Pueden distinguirse los abrazos desprendidos de los regalados, los acariciados de los sentidos, pero tener la capacidad de recibir lo que se nos entrega y saber dar cuando alguien está dispuesto a recibir es un derecho que nos acoge a todos por igual.

Pueden manifestarse las dudas cuando nos toca analizar los mensajes, pero todos debemos estar dispuestos a escuchar cuando hay alguien dispuesto a hablar.

Pueden ocultarse las aspiraciones, mezclando en la olla los garbanzos de desencanto y el tocino de desesperación, pero cuando se les pasa el tiempo y aquella estalla es cuando nos sorprendemos del descuido y prometemos atender más a las circunstancias porque todos los garbanzos tienen su tiempo, por igual.

Pueden generarse sentimientos de lástima hacia los diferentes, entre todos los animales, pero también es cierto que miramos más hacia la esquina donde los arrinconamos y nos manifestamos más con sus propios gestos, porque con su presencia nos obligan a cambiar los códigos morales para aprender a vivir mejor entre aparentes distintos.

Hay muchos mundos diferentes en un mundo tan estrecho, pero las diferencias las establecemos nosotros, porque desconozco una ley universal que prime y salvaguarde lo más propio de lo más extraño, o lo más normal de lo aparentemente anormal.

Quizás en algo estamos de acuerdo, que lo anormal está en nuestro desajuste mental y lo raro lo ha creado nuestro analfabetismo social.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 

miércoles, 2 de octubre de 2019

¿DE QUIEN ES ESTE MUNDO?


Mucha gente cree que el mundo está hecho a la medida de los grandes -y a veces improvisados- oportunistas, porque aprovechan la oportunidad para escarbar en las miserias humanas y en los agujeros de los mercados, para flotar sonrientes con la fortuna acumulada.

Sin embargo, si te vas a un pueblo de cualquier serranía del mundo y conversas con un obrero, o un agricultor, te dirá que este mundo le pertenece a los valientes que siempre resurgen de las penurias y los contratiempos, armando una estrategia de lucha que les lleva a flotar entre las adversidades.

Un ama de casa, sin perder el aroma de lucha por una igualdad de oportunidades y reconocimiento entre sexos, te diría que el mundo es patrimonio de los resignados y convencidos de que hay que mantener viva la imagen materna para que todo siga teniendo sentido, aún a costa de muchos sacrificios y renuncias.

El pobre que reclama a diario te miraría a los ojos y respondería, ante tu pregunta, que este mundo está fabricado para quienes les sonríe el azar y disponen de una fortuna, disfrutando de ella sin que nadie les pregunte de dónde les vino tanta suerte.

Los niños, siempre tan sinceros, nos mirarían a los ojos y expresarían en voz baja que este mundo está moldeado para que sólo puedan vivir los que disponen de presencia de los padres, abrazos diarios y juguetes para inundar las calles.

Si se entrevistara a algún enfermo, en un momento avanzado de su pesar, comentaría que no es el mundo sino la vida, tal y como te toque, la que habría que vivir íntegramente y que las circunstancias son para afrontarlas y seguir dando ejemplo.

Los líderes responderían que el mundo es para quien defiende su ideología y se quedarían al margen los que no comparten aplausos ni voces, porque su falta de identidad ideológica no les une a grupos pre-constituidos.

Yo, personalmente, te diré que este mundo es, de un modo muy fácil y sencillo, para los honrados que cumplen sus principios y respetan las actitudes verdaderas en los demás y son capaces de valorar las oportunidades sin provocar daño al otro, aplauden la valentía de quien se supera, reconocen las diferencias que se deben equilibrar, impulsan los impuestos para quienes se vanaglorian del azar y se sirven para humillar y alienar a quien aparenta ser constantemente castigado por el destino, luchan por una justicia social, que alcanzara hasta los juguetes de la calle, premiaría la paternidad y maternidad responsables, premiaría los aportes en la vida y ayudaría a sobrevivir a quien vive con su propia ideología, para que no sintiese el rechazo de quien se acomoda a unos intereses para no complicarse la vida.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 

jueves, 19 de septiembre de 2019

CUÁNTO CABE EN UN REMOLQUE


Es curioso comprobar que la máquina del tractor pueda arrastrar tanta carga, sin protesta alguna del motor, hasta que el ajetreo y el peso desmedido terminan por agotarlo y las piezas tienen que reemplazarse para que el engranaje siga funcionando hasta que se queme y se detenga su marcha.

Igual pasa en la vida, cuando reconocemos que llevamos arrastrando un remolque y necesitamos que la maquinaria del cuerpo humano esté bien y nos permita seguir viviendo en libertad.

Y en ese remolque caben las pesadumbres y las tristezas, las enfermedades y las esperanzas, los gritos y los lamentos, las necesidades y las opulencias, los desatinos y las calamidades más recientes, los orgullos y los contratiempos, hasta los fracasos y los éxitos no bien digeridos.

Llega un momento en que es tanto lo que se arrastra que no tenemos la capacidad de seguir y empezamos a detenernos, tomamos aire y tiramos un poco más, a costa de que distintos menesteres y agravios se vayan haciendo espacio en el remolque y en la cara se nos note el agotamiento manifiesto para seguir rodando, a pesar de que aparentemos disponer de un motor que se adapta a las circunstancias más adversas,

Igual que al tractor, le echamos gasolina buena, la que queda representada por los apoyos que recibimos de los demás, los consejos y los abrazos, los bastones y las palabras de sostén, los medicamentos que intentan ocultarlo todo y los sueros que siempre intentan recomponer aquello que se va rompiendo, pero al final va perdiendo todo su efecto y se va notando el agotamiento, a veces tan necesario para no seguir tirando de tanta carga.

No sé si en algún momento se caerán, con suerte, algunos pesos del remolque y nos aliviamos con el sueño de seguir transitando por la vida, como cuando alguien se hace cargo de nuestro dolor o se van tapando los vacíos con el cariño de los demás.

Sin embargo, al poco tiempo ya hay un reemplazo para el dolor que cayó del remolque y tenemos otra cuenta pendiente que sigue pesando, como si el camino tuviese que ser difícil y triste para que termine siendo un presagio, que nos anuncia "a gotas" que todo tiene que llegar a su fin.

Y en algunas personas nos sorprendemos de cuánto cabe en ese remolque, porque pensamos que en algún momento tendría que rebosar o hundirse, condicionar una rotura del motor o detener la inercia de las ruedas.

Es el sufrimiento acomodado, la ilusión desmedida, el miedo a despedirse o el apego de quienes deben dejar que se despidan, por cansancio o aceptación, que seguimos cargando sin poder y luchamos por responder a nuestros instintos, aunque al final seamos los primeros que rompamos el contrato con esta vida y tomemos la libre decisión de dejarnos coger de la mano y emprender el camino para adentrarnos en esa ruta sin retorno.

Procuremos que el remolque no sea tan pesado para los demás y aliviemos el dolor en el arrastre con algo tan sencillo como la presencia, o la comprensión más franca y verdadera.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN


viernes, 2 de agosto de 2019

¿SE TROPIEZA CON LA MISMA PIEDRA?


Siempre he querido salir de la duda y he querido pasear por el mismo sitio, para encontrar la misma piedra, pero no la encuentro allí, pues quizás se desplazó, o la desplazaron, se sustituyó por otra que fue arrastrada desde más arriba o quedó oculta en un hueco y no rozó mi zapato.

Sinceramente pienso que no se tropieza con la misma piedra, pues por circunstancias de la vida se modificó el ambiente en el que se encontraba cuando se tropezó por primera vez y, aunque hubiese un traspié, este sería diferente.

Nadie está preparado para repetir la misma experiencia y, aunque ocurriese, se precisa estar en el mismo estado de ánimo para afrontar la situación con la misma predisposición y entereza, incertidumbre o malestar.

Sin embargo, las palabras calan a diferente profundidad y las verdades rozan esquinas diferentes, porque también nosotros somos seres humanos diferentes, abanicados por el viento o humedecidos por la calor del mediodía.

Nunca repetimos la historia dos veces ni vivimos realidades similares en dos momentos del tiempo, porque el sol ilumina diferente y las historias de vida de los seres que se encuentran ya han atravesado experiencias distintas, por lo que ese instante puede estar cargado de más ironía o respeto, acorde al impacto de las vivencias más recientes.

Así que no me gusta repetir que "tropezamos dos veces con la misma piedra, como el burro" y deberíamos saber que este animal es muy inteligente y lo hace para ponerse a prueba, para aprender a reaccionar ante las circunstancias y hasta para generar ejemplo, porque el cambio del otro empieza por el encuentro con quien le demostró, con sus actitudes, que la sinceridad en el trato es el primer peldaño para una convivencia más humanitaria.

Siempre se gana al tropezar, porque el zarandeo reubica tus valores y el miedo libera tus más hondos rencores, cambiando la mirada y los gestos, en un esfuerzo por cambiar y reconstituirte.

¿Se pierde al tropezar dos veces con la misma -aparente- piedra?

No. Manifestamos lo que somos, sin modificar nuestra esencia y nos ofertamos tal y como nos definimos, sin apariencias engañosas ni verdades absolutas, porque en el otro también podemos observar y copiar la esencia del ser humano, que a veces tanta falta nos hace.

Nacemos y nos socializamos para estar en continuo cambio, no para permanecer almidonados toda la vida y en la transformación nos adaptamos, aprendiendo las herramientas para modificar nuestra visión del mundo, a fin de que las vicisitudes diarias nos saluden, sin herirnos.

Vivimos para ser únicos, pero para tal ejercicio de singularidad necesitamos ser, al mismo tiempo, plurales, aprendiendo a vivir entre los demás, de los que alimentamos el alma para ser cada día mejores seres humanos y si pasamos dos veces por algo -aparentemente igual- que sea para aprehender lo bueno y dejar el verdadero núcleo de lo que somos, a propósito de que en el intercambio todos salgamos ganando.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 


martes, 30 de julio de 2019

¿CÓMO SABER SI TENGO AMIGOS?


Ciertamente, necesitamos saber si vivimos solos, con nuestras circunstancias "a cuestas" o si estamos integrados en la vida diaria de los demás, ese grupo selecto de personas que se dicen llamar "amigos", aunque no sepamos dónde viven ni a qué se dedican.

Antes necesitábamos compartir un buen tiempo con alguien para considerarlo un amigo, tras estudiar sus puntos "flacos" y analizar su conducta, con puntos y coma. Hoy día, sin embargo, es cuestión de solicitar y luego demostrar lo que la palabra "amigo" presupone y acarrea, en el buen sentido de la palabra.

Por tanto, se puede confundir al amigo con el seguidor y, a este, con el inter-conectado, porque la dependencia virtual nos arrastra a disponer de un espacio común, sin contacto físico, donde lanzamos propuestas y recibimos "like", que es algo así como una palmetada virtual.

Lo cierto es que se desconoce cuántos amigos tenemos, en un momento determinado, lo cual tampoco es tan necesario porque la convivencia no se mide en términos de cantidad.

Pero si quisiera saber si todos son mis amigos, conocidos y desconocidos, aparentes y reconocidos, cercanos y lejanos, necesitaría reunirme con cada uno de ellos para palpar su identidad y descrubrir su vínculo o, más bien, airear mi angustia con algún test de personalidad y afinidad.

Solo cuando necesitamos de alguien cercano que de confianza y apoyo, al mismo tiempo, se puede empezar a sumar puntos para que el baremo final te permita identificar a quien se comporta como un excelente e incondicional amigo.

En situaciones donde se solicita un aplauso, se quiere compartir un premio, se decide hacer público un secreto, cuchichear de alguien o planificar un buen rato, siempre habrá amigos disponibles para tal empeño y solo el tiempo dirá si fueron únicos e imprescindibles amigos.

Hay momentos en que se precisa trabajar para descubrir, aportar sin sueldo preestablecido, involucrarse sin necesidad o apoyarse para reflexionar sobre la dureza del camino y, ahí, ya hay algunos voluntarios, pero no tantos amigos.

Y es en estas facetas de la vida cuando te das cuenta de los amigos que no son de paja ni de cartón, los que realmente participan y de los que siempre guardarás un buen recuerdo, los simple y llanamente importantes y los que nunca te van a fallar.

Sinceramente, llegado hasta aquí, me interesa saber si tengo amigos, aunque no cuántos, porque la paciencia y voluntad, empeño y consideración, predisposición y talante de un sólo amigo se puede re-descubrir el mundo que te rodea.

Hoy estoy feliz por haberme percatado que sí tengo amigos y por eso te invito a que busques las mejores maneras para descubrir si tú también tienes los tuyos.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN






viernes, 19 de julio de 2019

¿QUIÉN MANDA LA NOTA?


Vivimos presa de la monotonía y nos olvidamos que este mundo es finito para cada uno de nosotros, traduciendo nuestros pesares en esperanzas fugaces y delimitando nuestro espacio de vida, como si de una noticia falsa se tratase.

Vemos pasar a otros que nos antecedieron en la llegada a este mundo o a quienes lo hicieron mucho más tarde y, sin esperarlo, te percatas que ya se despidieron de todos nosotros, quedándonos la lividez que provocó la noticia en nuestro semblante y la tristeza que albergarán nuestros corazones.

No me he puesto a pensar en las notas que tuvieron que llegarles a cuantos ya se despidieron de nosotros, por algún correo especial, con la única condición de entregarles el boleto de ida, porque en algún rincón del cielo se les había abierto una morada especial para recibirles.

Lo que sí es cierto es que hay un mensaje que todos recibieron, y que recibiremos algún día, con alguna anticipación para que tomemos las medidas necesarias y aprendamos a despedirnos en silencio.

Cualquier esfuerzo puede resultar infructuoso si nos pretendemos aferrar a este mundo, porque debe estar escrito en algún pergamino que somos pasajeros del autobús que sale de esta vida y tiene, como destino, algún oasis escondido en el más allá.

Nos lamentamos cuando las circunstancias no nos susurraron que algo iba a ocurrir y nos prepararon para cuando se viera una mano alzada en el horizonte.

Sentimos una pena si no pudimos decir "adiós", porque la vida languidece al son de la agonía y se apaga, poco a poco, como las cenizas que callan bajo la lluvia torrencial.

Y lo que no sé es quién estará encargado de mandar la nota y desde dónde. Somos simples receptores por el azar, de acuerdo a un sistema de puntos o por decisión de ese alguien que controla nuestros pasos y decide nuestros apoyos.

Al final, nos sobrecogeremos y callaremos, preocupados por el mañana de los que quedan y el hoy de los que lloran, pero los pasos quedarán, para que se mezclen con los de quienes nos quisieron y mucho; esa es la inmensa satisfacción que nos llevamos el día de la partida.

El dolor que antecede, las cirugías que se necesitan, las decisiones que se tomaron y/o las vivencias de último momento que se acumulan, son los últimos esfuerzos que haremos para ser mejores en nuestra travesía y poder dar ejemplo de fortaleza y calma,  en un mar en turbulencias que apaga nuestra existencia.

No sé quién mandará la nota, pero la nota es la semblanza de una despedida que se debe hacer corta. Tampoco sé el papel en el que se escribirá la decisión tomada, porque pienso que debe llegar por algún e-mail que recepte el alma, en algún correo paralelo que se nos ha abierto a todos, desde el cielo.

Tu amigo, que nunca te falla, te invita a que te preguntes por la vida y por la muerte, porque es un modo de aprender de las reflexiones a vivir con mayor sensatez, dejando huella en el camino.

JUAN


domingo, 30 de junio de 2019

NO SIEMPRE RESPONDE EL CORAZÓN


Acostumbramos a pasar de largo sobre los condicionantes más problemáticos de nuestra convivencia, para no darles la importancia que realmente pudieran tener y, por ello, no asumimos -como probable- que podamos ser diagnosticados de una enfermedad grave en nuestro recorrido por esta vida.

Por lo tanto, reaccionamos con la incertidumbre propia del ahogo y discrepamos hasta la saciedad, sin espacio para reflexionar sobre la verdad que puede estar arrinconada en el juicio clínico, negando toda posibilidad de verdad. 

A veces, pensamos que los accidentes de tráfico son patrimonio de los irresponsables, que conducen al son de las campanadas que da el estado de ánimo, despreocupándose de los otros ocupantes y de la seguridad de quienes, en ese momento, también circulan por el mismo tramo de carretera.

Por lo tanto, nos ponemos al volante y vamos a la deriva, ansiando que el cumplimiento de una promesa, el hábito de rezar y presinarse antes de salir o la vela que dejamos encendida, sean nuestro apoyo, el que no se va a aceptar como incriminatorio si alguien nos observa en el fraude o nos detecta en el error y salpicamos de injurias a quien nos señale como culpables.

Terminamos una discusión, de la que no hemos filtrado lo bueno y el estado de ánimo se predispone para dar una respuesta a un amigo que, de manera incondicional, se rozó con nosotros en el camino de su vida diaria, en ese día y momento.

Por lo tanto, hierven los vocablos y salen teñidos del colorante que ya tenía la olla, discrepando contra todo y todos, desacreditando la voz amigable o precipitando una ruptura, aunque fuese con nuestra propia sombra y, seguidamente, extendemos la mano para disculparnos cuando la paz llegó a nuestro cuerpo y esperamos que el perdón borre nuestro impulso descontrolado, porque así tienen que aceptarse los seres humanos.

Tenemos los bolsillos hambrientos y un hijo nos pide un complemento para comprar un útil escolar o el mendigo que pide en la esquina nos pide una limosna y maldecimos habernos olvidado la cartera en el dormitorio, el monedero en el despacho y arrancan los prejuicios del "que pensarán los demás de mi actitud".

Por lo tanto, hablamos de lo que tenemos y podemos buscar los avales necesarios para el momento, solicitar algo en préstamo o derivar a quien pide a otro amigo, porque el descrédito de no llevar dinero a cuestas nos invalida en la calle de las peticiones y ofendemos al destino por habernos presentado esta prueba y haber fallado en el intento.

Aprendemos a vivir con un estilo social, derivado de la clase a la que estamos convencidos que pertenecemos, derivado del aprendizaje que hemos tenido por el aparente saber estar, aunque no lo demostremos y los apellidos que nos respaldan dentro y fuera de nuestra localidad y, si alguien intenta compararse o vincularse afectivamente, desprendemos una mirada que sabe a aviso para los intrusos más atrevidos.

Por lo tanto, enjuiciamos a quien comparte el espacio porque su tono de voz moderado intimida nuestro ego o porque su razonamiento válida anula nuestra agresividad.

Vivimos tan inseguros de nuestros actos, casi siempre apoyados en la inmadurez de un carácter que se quedó atascado en la adolescencia, que pensamos que la agresión es el mejor mecanismo de defensa, buscando la intimidación para evitar ser descubierto.

Por lo tanto, nos descargamos en epítetos y achacamos a la osadía del otro nuestro arrebato impropio, como si pensar dependiese de las circunstancias y no de las percepciones.

En muchas ocasiones, nos preparamos para el fracaso, porque actuamos superficialmente y sin un análisis meditado, trasladando nuestras actitudes gregarias o grupales al lenguaje coloquial, donde las relaciones humanas descubren las miserias humanas en los arrebatos y los vacíos sentimentales en los silencios y cambios de semblante.

Es entonces cuando mejor nos percatamos que responden los músculos o el esqueleto, sin capacidad de razonar, o el cerebro obnubilado y vacío de circuitos neuronales, pero no el corazón, que es quien mejor detecta y responde, con la cordialidad que le da su lugar, su temperamento y su color sanguíneo.

Tu amigo, que nunca te falla, cree que siempre debiera responder el corazón, porque es donde mejor reposa la humildad solidaria y la sencillez de la templanza, ese saber lo que el otro necesita antes de reconocer lo mucho que deseas.



JUAN






domingo, 23 de junio de 2019

ESCUCHA A ESE NIÑO


A los niños nos referimos por las jugarretas que hacen y las palabrotas que imitan, por la espontaneidad imprudente y los besos que nos niegan, entre sonrisas y carreras, pero no les prestamos atención cuando:

Nos dicen que han escuchado de los profesores que el tabaco es malo para la salud y el padre sigue manteniendo el cigarro entre los labios, esperando que algún día se presente la primera lesión pre-cancerosa en el labio o la lengua.

Nos hablan de lo mal que se sienten al ver discutir a los padres, por el miedo que se rompa la tranquilidad de sus sueños o sienta una verguenza desmedida al regresar a clases, después del fin de semana, señalado por las miradas pícaras de cuantos se enteraron de cosas que siempre quedaron para la familia.

Nos rechazan por no haber aprendido a orientar con vocación y a abrazar con dedicación, a compartir con ilusión y a acoger con pasión.

Nos critican por lo que suponen de nosotros, sin haber descubierto momentos que sumen tanta miseria ni rencor, aunque miren por las rendijas las escenas que nunca quisieron ver.

Nos maltratan por no ser verdaderos líderes en la sociedad y han perdido la esperanza de sentir el orgullo de un padre responsable y participativo, con sentido de la solidaridad.

Nos comentan sus pesares y los catalogamos de superfluos, despojándoles del interés que tienen para ellos, en una etapa de crecimiento y con mayor enfoque preventivo que nosotros.

Nos olvidamos de saludar desde el rincón en el que nos sentamos, absortos con los recuerdos y menospreciando el presente que nos debiera dar la vida.

Nos disponemos a esquivar preguntas, porque el tiempo no alcanza para todos y las respuestas quedan pendientes de trámite para toda la vida, hasta que alguien le da una opinión vaga, un criterio superficial y luego lo adoptan como más verdadero que nuestras actitudes.

Nos miramos al espejo, antes que preguntarles a ellos, para estar seguros de que seguimos siendo nosotros mismos.

Nos duele dar la mano para saludar a los amigos o estrechar las verdades para hacerlas únicas, aprender de sus ironías o caminar junto a ellos.

Nos trastoca que su tiempo libre no coincida con el nuestro y las sombras salen a pasear "como el perro y el gato"

Nos manifestamos inexpresivos ante sus éxitos o muy exigentes ante sus fracasos, porque el siguiente paso siempre dependerá de la verdad de la impronta que dejemos en su alma.

Nos ayudan a levantarnos y no le agradecemos a la vida, porque el soporte de un niño es la columna que nos permite crecer sin reparos, ante un mundo inconsistente con sus menesteres diarios.

Nos escuchan en nuestros lamentos y decidimos, muy a pesar de ellos, echar mano del pañuelo antes que buscarles por doquier y pedirles un minuto de su tiempo.

Nos acostamos sin pasar el labio por su cara o la mirada por su entorno, aunque estén dormidos, porque el futuro siempre se escribirá con los gestos más verdaderos.

Hoy te pido más tiempo y templanza cuando un niño te hable, aunque fuere para corregirte, porque en su tiempo y su templanza estarán las respuestas a nuestras derivas conductuales y algún día nos dirán "papá" o "señor" porque sabrán que nos merecemos ese apelativo, por condición o naturaleza.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN 

miércoles, 12 de junio de 2019

HABLEMOS DE LAS MEDIAS VERDADES


Escuchamos que las crisis son determinadas por los grandes cambios que imprimen los comportamientos de los grupos humanos, para no decir que son los reductos de falsos líderes los que propician su estancamiento y deprimen el desarrollo integral de los que más necesitan del crecimiento global.

Se dice que el mundo está de luto cuando muere un personaje, del que se hablan esas medias verdades que lo hacen siempre grande, pero voluntariamente se olvidan de las miradas que provocaron divisiones y las decisiones que tomaron para detener las grandes verdades, transformándolas en oportunismos de dobles mentiras.

Amanecemos con noticias de vacíos que nunca fueron rellenados, pero sigue habiendo recurso para llenarlos de aparentes normas improvisadas.

Nos quejamos del niño que no progresa y encontramos al educador que tiene miedo de avanzar.

Observamos el río que agua lleva y descubrimos que son las piedras arrastradas las que suenan.

Pensamos en agrandar el mundo para darle cabida a todos, desde nuestros corazones solidarios y nuestras mentes siguen pensando en reductos y reservas, cotos y fronteras.

Agradecemos que la educación esté al alcance de todos, porque es fruto de un conocimiento global, pero se transforma en particular para seguir concentrando el poder en quien siga teniendo la información para manipular.

Violamos constantemente nuestra soledad cuando pretendemos apropiarnos del silencio, gritando que nadie se acerca y, cuando lo hace, procuramos arrinconarlo porque sentimos otra presencia.

Nos cansamos del paso del tiempo porque nos atormenta la vejez y, cuando somos viejos, desconocemos a quienes no aceptan los consejos de la experiencia.

Desconocemos las huellas cuando se sienten mutiladas porque queremos vivir en un mundo de "seres humanos enteros", pero cuando nos falta un soporte nos acercamos a la sociedad para aplaudir su gesto solidario con nosotros.

Vemos el horizonte como el final del mundo, porque no somos capaces de acercarnos y hablarle al oído y luego hablamos del horizonte para criticar lo mal que funciona el mundo cuando todo se desdibuja en la distancia.

Queremos que los que nos sigan aprendan a ser libres y apaleamos su libertad porque no se parece a la nuestra.

Hablamos de la paz como una necesidad y, cuando es tan necesaria, hablamos más de la guerra tan mísera y cruel, para que el mundo elimine a quienes consideramos innecesarios.

Dibujamos la paloma para sensibilizarlos con el dolor ajeno y cuando se acerca a nosotros el hambre y la miseria empezamos a considerar ajena a la paloma

Estas son las medias verdades que pronunciamos para callar las dobles mentiras.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 


lunes, 27 de mayo de 2019

QUE BUENO CONOCER ANIMALES ASÍ


Es una suerte del destino conocer gente que aplaude la gestión del otro, porque reconoce una verdad intrínseca y porque, sin decirlo, ha aprendido de la trayectoria de vida de quienes estuvieron a la altura de sus propósitos.

Es grandioso saludar a cuerpos anónimos que se disponen a hacer algo por los demás, sin dar su nombre, preguntar lo que hacían en ese lugar o si alguien miraba su gesto.

Es maravilloso escuchar un aplauso para impulsar un gesto que quizás pudo haber pasado desapercibido, porque en el elogio verdadero, con el alfabeto del alma, está el reconocimiento de una actitud verdaderamente única.

Es ejemplar el arrebato de quien se olvida de sí mismo y se lanza a la aventura, no siempre esperanzadora, de salvarle la vida a alguien que clama auxilio y no sabe dónde agarrar sus propósitos para salir a flote y descubrir el color de la vida, en un mar de incertidumbre.

Es hermoso sentir el apoyo desinteresado de quien sólo espera que cambie el color de tus expresiones, porque te percates que has encontrado al artífice de un cambio en tu vida, sin haberlo llamado ni solicitado por los medios sociales.

Es gratificante que tu sombra encuentre otra amiga y que sus conversaciones determinen un abrazo, porque sólo las miradas dieron respuesta a las necesidades que aún no se habían planteado.

Es virtuoso que un recién nacido te lance una voz de aliento en momentos de desamparo y que su quejido te ayude a reconocer, en tu silencio, lo que siempre te preocupó y no supiste digerir tus incertidumbres ni odios.

Es luminosa la tarea del pájaro que te despierta siempre a la misma hora, buscando la satisfacción de una presencia que no es amenazante para su vuelo.

Es entrañable la actitud agradecida de una mascota que sólo pide un rato para jugar y alegrarte la vida, aprendiendo en el empeño a responder a tus preguntas, porque te olvidaste de las envidias y aprendiste a acariciar tus regalos más profundos, los que aún no diste desde el corazón.

Es insustituible la visita que hacemos a quienes nunca nos reconocerán ni abrazarán, porque en el desprendimiento estará siempre sembrada la semilla del orgullo de ser ciudadano de un mundo de diferentes, con un corazón que late al unísono.

Es señorial descubrir en el lenguaje de los signos la presencia de un mensaje que va y viene, pudiendo comprender cada párrafo si descubres la esencia de una sonrisa.

Es inigualable un abrazo compartido, cuando te sientes rodeado de tanta entrega que atrae tu corazón y empieza a latir a tu alrededor.

Es incomparable encontrarse con animales así en tu vida, porque es entonces cuando te sientes humanizado por las actitudes de los demás animales y animalizado por el humanismo de otros seres vivos.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN

lunes, 20 de mayo de 2019

¿QUÉ BUSCAS EN LA VIDA?



Hay quien busca fama y ubicar su nombre y apellidos muy por encima del de los demás
Hay quien busca satisfacer una necesidad que nunca llegó a colmar.
Hay quien busca satisfacer sus instintos de supervivencia.
Hay quien busca aprender a vivir.
Hay quien busca reconocerse como un ser humano, vivo.
Hay quien busca el prestigio de haber aportado con algo para el bien de la humanidad.
Hay quien busca pasar de largo por esta vida
Hay quien busca placer sin medida.
Hay quien busca pasar desapercibido.
Hay quien busca el dolor, para sentir un bienestar inmenso.
Hay quien busca escapar constantemente.
Hay quien busca comprar el boleto de ida.
Hay quien busca consuelo permanente.
Hay quien busca el apoyo de los demás.
Hay quien busca un momento de suerte
Hay quien busca sentirse sano, por encima de cualquier cosa.
Hay quien busca la soledad más triste.
Hay quien busca llorar en silencio.
Hay quien busca recuerdos para alimentar su existencia.
Hay quien busca la alegría de los demás.
Hay quien busca la mentira, como modo de vida.
Hay quien busca hacer daño, sin sufrir en el intento.
Hay quien busca compañía a diario.
Hay quien busca conversación
Hay quien busca ir detrás de su propia sombra
Hay quien busca saciar su hambre atrasada
Hay quien busca poner nombre a las cosas
Hay quien busca a alguien que le llame por su nombre
Hay quien busca un momento de paz
Hay quien busca mirar sin barreras
Hay quien busca gritar por sus derechos
Hay quien busca un poco de dignidad
Hay quien busca un minuto sin guerra
Hay quien busca que nadie lo discrimine
Hay quien busca ser líder
Hay quien busca sólo un aplauso
Hay quien busca que los animales le hablen algún día
Hay quien busca los secretos de un rocío
Hay quien busca acudir a una biblioteca
Hay quien busca aprender a enseñar
Hay quien busca ser feliz
Hay quien busca llorar sin fin
Hay quien busca interpretar lo que ve y escucha
Hay quien busca morir por los demás


Y tú... ¿Qué buscas en esta vida?

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN

jueves, 2 de mayo de 2019

CREO EN UN NUEVO AMANECER


Creo en un nuevo amanecer 

Con el goteo constante de un rocío que refresque y despierte a la vida,
Que ilumine calles y veredas, sin espacio para las sombras;
Con flores que me hablen de la tierra donde el pájaro anida,
Sin despertar a ver los mismos troncos con inquilinos de alondras.

Creo en un nuevo amanecer 

En el que me sepa a himno el canto del jilguero,
Sin festejos por haber descubierto el secreto de la huella que siempre quiso;
En el silencio de los derechos respetados por el más simple arriero,
Sin tendencias, donde gane siempre el compromiso.

Creo en un nuevo amanecer 

Con un lenguaje común en las actitudes,
Que nos lave la cara y se lleve las palabras salteadas de envidia;
Que nos recuerden el sentido solidario de las verdades,
Sin símbolos que den miedo o ese respeto sumiso con olor a insidia.

Creo en un nuevo amanecer 

Sin herencias que legar ni traspasos que blindar,
Vistiendo harapos que se alejen de las modas impuestas;
Sin castigos ni carceleros, prisiones ni prisioneros que enfrentar,
Con D. Quijote de alcalde y Lorca de sereno en las noches tuertas.

Creo en un nuevo amanecer 

Con huellas por plantillas,
Con un solo mandamiento por deber;
Sin caminos ni mapas, senderos ni viaductos con anillas,
Con la música que tararee la lluvia que no has de beber.

Creo en un nuevo amanecer 

Donde el único reclamo sea el aplauso sincero,
Hablando con el vecino al recoger la basura;
Lleno de inventos en las miradas de los niños sin fuero,
En el que descubramos la mejor manera de sentir su locura.


Creo en un nuevo amanecer 

Oliendo a tierra fresca que me  llama al monte más cercano,
Sin imposiciones diarias ni calendario;
Sin preguntarte por el paso de los años en tu semblante hermano,
Procurando solo seguir aprendiendo de ti, sin horario.


Tu amigo, que nunca te falla





JUAN

sábado, 27 de abril de 2019

NO PASEMOS PÁGINA


Pretendemos que nuestro paso por esta vida sea superficial, sin mojarnos con las circunstancias más resbaladizas, o sea, sin involucrarnos por miedo a"salir tocados". Y a eso le llamamos "saber vivir", un concepto tan alejado de la participación útil y viva.

"Pasar página" es una expresión que nos pretende silenciar, empujándonos a que olvidemos un pasado desagradable, del que nadie se quiere responsabilizar y con cuyas consecuencias a nadie se relacionará en un futuro inmediato. Es un juego de borrón y cuenta nueva, a la vieja usanza.

Pasar página pareciese ser el salvoconducto para ingresar en círculos sociales donde te puedes hacer visible y disfrutarás de los parabienes de una élite o un grupo, como animales gregarios, para afianzar tu propia defensa y servirte de las oportunidades que te brinda ese reducto de bien común con el que te sientes atado y comprometido.

Es incorrecto y poco saludable "pasar página", por cuanto te obligas a olvidar y borrar de tus circuitos cerebrales de la memoria y el recuerdo hechos pasados, como si hubieses dado un brochazo de cal viva a la pintura anterior de tus vivencias, ocultando para siempre lo que viviste y construiste, o sea, a parte de tu personalidad y de tu historia de vida pasada.

Hay que vivir para solventar inconvenientes y afrontar consecuencias, aprender a tomar decisiones y recapacitar pensando en el otro

La vida es un encuentro constante y lo ocurrido pasa a ser una vivencia que nunca podrá eliminarse, constituyéndose en recuerdo y aflorando en momentos donde se hace presente la fragilidad de las palabras o tiemblan las emociones, por el impacto provocado de algún acontecimiento.

Pretender pasar página es aplazar las soluciones, cargando a los hombros de los demás una gestión que nos correspondía, aunque eso no impedirá que sigamos buscando los aplausos que nunca nos corresponderán por haber rellenado nuestro presente con vacíos, aunque luego pretendamos convencer a los demás que fuimos los mejores.

Es más digno de aplauso quien lo intenta y fracasa, afrontando situaciones límite, que quien pretende abrillantar sus pasos sin haber dejado huella alguna.

El oportunismo, al fin y al cabo, es una tarea propia de quien aprende a relegar para no solucionar o a desplazar para no afrontar, porque ni su preparación ni su conocimiento de la realidad le habilitan para aportar con concreciones, que suenen a soluciones prácticas y definitivas.

Y si enseñamos a pasar página a nuestros hijos, porque carecemos de respuestas, o a nuestros subordinados, porque fuimos parte del problema y no estamos dispuestos a reconocerlo, no nos podremos quejar en el futuro de la calidad de ciudadano ni de los aportes de nuestros empleados, porque todos heredaron nuestro afán de pasar página.

No pasemos página con tanta facilidad, busquemos la ayuda para reconocer nuestros vacíos y colmarlos de oportunidades, porque en la solución estará el punto de partida para escribir otra página de la historia que nos quede por vivir. 

Tu amigo, que nunca te falla




Juan

domingo, 21 de abril de 2019

¿PARA QUÉ NOS SIRVE EL DESPERTADOR?


Un aparato tan sencillo, de engranaje tan torpe y tan vivaz en su relinche, que arranca el sueño de nuestro subconsciente y nos despierta a un mundo monótono e insensato, donde debemos arbitrar las mejores estrategias para sobrevivir, sin derecho a reclamo.

Y no podemos quejarnos porque nosotros mismos armamos esa bomba de tiempo, determinando la hora a la que queremos que suene y lo ubicamos en el extremo a donde no puede alcanzar nuestra mano, quizás porque así precisamos levantarnos y el sueño se va disipando al compás de los pasos que precisamos dar para llegar allí y apagarlo.

A veces estamos despiertos y, sin embargo, esperamos a que nos ordene que despertemos porque así disfrutamos más de un tiempo de silencio, recostados y sin hacer nada.

Y no nos ponemos a pensar que estamos perdiendo la oportunidad de que el canto de un pájaro, transmitido a través de la ventana entreabierta, sensibilice un despertar con el acorde propio de la naturaleza.

Y olvidamos que la luz de la mañana no desea pelear con el despertador y, sólo por eso, ya no penetra por nuestras córneas ni aviva el concepto de otro amanecer a la vida.

La mascota prefiere no interrumpir un sueño programado y deja de reclamar el paseo diario, creyendo que su dueño se ha convertido en un autómata y le demostrará afecto para que le lleve la comida, pero no le querrá como antes.

E incorporamos en nuestra filosofía el ring-ring antes que la profundidad del llanto o el soliloquio del sonambulismo y luego nos levantamos sin memoria de lo que ocurrió durante la noche, con lo importante que es el descanso y la sensación de haber sido útil en esta otra mitad del día.

Pensamos en el error de llegar tarde y colocamos en la maleta un despertador, pero olvidamos dormir pronto y esperar a que amanezca.

Para vivir no es necesario que algún artefacto nos despierte y oriente, recuerde que debemos hacer la cama o lavarnos la cara, porque estaríamos desplazando nuestras vivencias y haciéndolas obedientes.

Y entonces... ¿para qué nos sirve el despertador?

Debiera servirnos para despertar a la certidumbre, dándonos las ideas necesarias para retomar el camino correcto de las actitudes y las propuestas coherentes, al servicio de los demás y este despertador no se compra, porque nacemos con él, precisando únicamente que lo desempolvemos y lo programemos para ser cada día más humanos y sensatos.

Debiera ser útil para que sonase cuando dejásemos de acoplar nuestras verdades a las necesidades de los demás, como una llamada de atención moral antes que judicial, con lo que no habría lugar para la inmunidad ni la impunidad y las cárceles sólo estarían llenas de quienes no desearon escuchar el despertador.

Es muy importante descubrir dónde tienes escondido tu propio despertador y así te alegrarás de tu paso por este mundo, porque te evitará muchos sobresaltos hablarle y sentirlo, despertarte con él y no olvidarlo antes de hacer la maleta y salir a la calle cada día de tu vida.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 

martes, 9 de abril de 2019

¿Y NADIE DIJO NADA?


Comentaba con mi imagen en el espejo que escuché las voces de un niño, mientras otros le pegaban por diversión y entonces me preguntó ¿Y nadie dijo nada?.

Le dije que vivimos en una sociedad del silencio, por miedo o costumbre y entonces me atreví a contarle que en el noticiero comentaban de un hombre que destrozó a golpes a su esposa y luego intentó suicidarse,  aún sabiendo que no lo consumaría por cobarde y me volvió a preguntar ¿Y nadie dijo nada?

Me quedé quieto un buen rato y le quise narrar la historia de un perro abandonado que, por la imprudencia de tantos seres humanos inescrupulosos, fue arrollado en la carretera y se le tuvieron que amputar dos patas y, exclamando, me dijo ¡y nadie dijo nada¡

Después de todo no sabía si debía contarle lo del hijo que mató a sus padres por una herencia, porque me iba a volver a preguntar ¿Y nadie dijo nada?

Pero el espejo sabía de la amante que descuartizó al hijo de su pareja y mantuvo en vilo a un país durante una semana y le conté que la gente luchó por encontrar al culpable y que una vez que eso ocurrió y entró a la cárcel se provocó un silencio en la sociedad y fue entonces cuando me preguntó ¿Y nadie dijo nada?

A veces le hablo de los abortos clandestinos, poniendo en riesgo la salud de los pacientes y siempre me responde de la misma manera ¿Y nadie dijo nada?

Y cuando deseo saber su opinión hablo en voz alta de quienes quieren dinero antes de dar un primer paso, creyéndose con el derecho adquirido de enriquecerse antes de  hacer nada por el otro y es entonces cuando yo me pregunta ¿Y nadie dijo nada?.

Muchos niños son marginados por el apellido, la apariencia o sus vacíos y crecen en los desafectos, como animales arrinconados a su suerte y lloro al pensar en ellos, pero ahí escucho a mi imagen en el espejo, también lloriqueando, que se lamenta y dice ¿Y nadie dijo nada?

Pongo la televisión frente al espejo, intentando que mi imagen vea las guerras sin sentido y las muertes prometidas, los premios Nobel por lo que pueden hacer los aparentes grandes líderes y la desaparición de voces que reclaman respeto a los derechos para los demás y oigo un eco de lamento que se prolonga más allá de las paredes de la habitación ¿Y nadie dijo nada?

Hablo de quienes se enriquecen, sin haber tenido nada, de los que disfrutan en aparentes paraísos y de los que se vanaglorian de lo que no pudieron hacer, cobrando por cumplir años sin satisfacer lasa necesidades de los demás y esa imagen, tan parecida a mí, me dice una y otra vez lo mismo ¿Y nadie dijo nada?

Gracias al dolor de la voz de mi imagen en el espejo me atrevo hoy a decir todo esto.

Tu amigo que nunca te falla




JUAN


lunes, 25 de marzo de 2019

POR FIN SE DETUVO LA VIDA


Somos seres vivos y, sin embargo, pretendemos esperar a ver pasar la vida, como si estuviésemos viendo una película en el confort de una tarde de recreo.

Y yo siempre me pregunto lo mismo ¿No sería más interesante y productivo arrancarle una reflexión al tiempo y a la vida, que se detenga y aplauda lo que mi corazón busca y mis ojos ya están vislumbrando?

Habrá quienes deseen disfrutar y no complicarse la existencia con planteamientos absurdos, pero para mí es fundamental provocar una reflexión en la vida y mirarla de frente, de tú a tú, después de haber detenido su paso, para sorprenderse con mi aporte desinteresado.

Pero ¿Cuándo se detiene la vida?

Siempre que alguien se sorprenda con lo que le entregaste sin pedir nada a cambio, porque es lo menos esperado y lo más agradecido en tiempos de necesidad.

Siempre que descubres algo que puede aplicarse a la gran mayoría, solucionando un vacío que no tenía explicación ni lógica, pero que hacía sufrir a tantos sin preguntarse el por qué.

Siempre que abrazas con deseo y compasión, apretando al aire que circula entre tus brazos y lo dedicas a quien más lo necesite.

Siempre que alzas tu voz y otros muchos sienten que compagina con su deseo de protesta, su afán de expresar sus inquietudes o sus ganas de salir de un sufrimiento, siempre invocado.

Siempre que das ejemplo y alguien te copia, simplemente porque consideró que ahí había mucho derroche de verdad y algún día te lo explica con un gesto.

Siempre que caminas y ves que la vida a tu alrededor te propicia más vida y le pone nombre a tus pasos.

Siempre que miras a un ser humano para transmitir tus dudas y su silencio te da una respuesta cargada de puntos y comas, los mismos que te definirán y te construirán en lo esencial.

Siempre que cargas un peso que debería llevar otro y lo haces sobrellevando una cruz que no precisa quejas y, al final, puedes entregarla a quien está llamado a soportarla, habiendo aliviado parte de su camino tortuoso.

Siempre que lloramos para hacer grande al otro.

Siempre que nace a la vida un nuevo sollozo, porque ahí está la talega en la que hemos de depositar la herencia que tenemos que delegar. 

Siempre que dedicamos un tiempo a un amigo, porque la palabra "amistad" implica presencia sin tiempo y tolerancia sin reclamo.

Siempre que tú y yo hacemos visible a quien no tiene un espacio aparente y procuramos desaparecer de ese espacio que, por un momento, debe pertenecerle en su totalidad.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN  

domingo, 24 de febrero de 2019

¿DÓNDE ESTÁN LOS SANTOS?


Muchas veces me pregunto ¿por qué hay tantos "santos" en el cielo y tan pocos en la tierra?

Y es, simple y llanamente, porque de ellos nos acordamos cuando tenemos una circunstancia que nos resulta "infranqueable" y precisamos alzar nuestra voz para que alguien, allá arriba, se percate de nuestro clamor.

Hace un tiempo leía un mensaje del Papa Francisco, invitando a encontrar los "santos entre nosotros" y, con los recientes acontecimientos que ocurren en el cercano pueblo de Venezuela, sólo logro identificar santos entre quienes tienen hambre y mueren en el intento, porque ellos también tienen derecho a la Santidad, aunque nadie se lo haya propuesto.

Pero hay que vivir sintiéndose orgulloso de quienes planifican y legislan, porque sus palabras serán más tarde motivo de interpretación y tampoco veo "santos" ahí adentro, porque el miedo a incumplir o a ser señalado por una ley "posiblemente inconclusa", les limita en su capacidad de intervención.

Y es que resulta muy difícil, para algunos, sacrificar una vida por el simple hecho de cumplir con el deber que acompaña a su propia responsabilidad. 

Y esto me da pie para pensar en el por qué ningún organismo internacional ve oportunidades de solución para un conflicto que arrastra vidas, por la necesidad de secar las lágrimas de cuantos lloran, de lado y lado, por un apoyo que el eco de su voz no logra atraer o el orgullo de tener no permite soportar.

Vivimos "ganando nuestro futuro", pero no pensamos en el de los demás, como si el mundo estuviese pendiente de intereses personales y prejuicios. Es por esto que no entiendo cómo la Iglesia se enfrasca en un "mea culpa", en este momento, en casos de Pederastia que ya han prescrito y por los que nadie ha respondido, mientras la gente precisa de la presencia de Dios en su calle y en sus propias vidas y el desinterés es la norma que viste a la Iglesia.

¿Qué organismos internacionales hemos constituido?. Si intervenir para buscar soluciones es mantenerse expectante y contabilizar un número de víctimas, no me extraña la apatía que tiene todo el mundo al acudir a las urnas o al recibir una comunión que no sabe a cuerpo de Cristo.

Las alianzas internacionales y los grandes bloques no se conforman más que para satisfacer intereses estratégicos, pues a la hora de defender derechos cada quién se escuda detrás de los recursos y las monedas de cambio. 

Ciertamente no hay "santos" entre nosotros, más allá de los que mueren sin santidad reconocida, aunque más tarde intentarán aspirar a un Premio Nobel por una firma añeja y poco solidaria, con el retumbo ceremonial de quien aspira a llegar a los altares por lo que no ha sido capaz de hacer. 

¿Dónde está Rigoberta Menchú, Pérez, Santos, Obama y tantos premiados con el Nobel de la Paz que aún no atraviesan las fronteras y se inmiscuyen en los conflictos, para que sean el eco de voces desgastadas?

Es una verguenza de mundo por lo distante y por el miedo a ser señalado, por el contagio de las voces verdaderas y por vivir sin sensibilidad ajena.

Tu amigo, que nunca te falla, se siente confundido en medio de tanto silencio.


JUAN

jueves, 14 de febrero de 2019

ES BUENA HORA PARA AGRADECER


Creo que cualquier momento es idóneo para agradecer a las personas que influyeron en nuestras vidas y ponerle un valor añadido a su esfuerzo, porque quien emprende en una actitud de apoyo necesita alimentarse de la gentileza de un aplauso sincero.

Pienso que antes de que llegue el siguiente cumpleaños es necesario recomponer una relación rota y agradecer la reflexión que provocó la ruptura, porque a partir de los silencios se construyen las mejores frases de agradecimiento.

Estoy convencido que en los sueños debemos enviar cartas de solidaridad a quienes no tengan la oportunidad de conciliar su propio sueño, porque a ese ser humano que no tiene noches hay que agradecer que nos despertemos a las cosas trascendentes y nos desprendamos de lo innecesario y superfluo.

Hay que ser valiente para reconocer que en los momentos de crisis echamos mano de los ratos buenos que nos dejan las mascotas y debemos mirarles a la cara y, al tiempo que le regalamos una sonrisa y compartimos una caricia, le agradezcamos por el peso de circunstancias adversas y entretiempos dolorosos y tristes que se cargan para liberarnos de la amargura de los retos que "a priori" parecen imposibles.

Es necesario madurar oportunamente, aunque no se estudien muchos capítulos de Biología, con el único propósito de alentar a la madre que nos ofreció el mejor de los nidos, por nueve meses y la ternura con la que lo construyó, porque nuestra vida de cobijo nos dió sustento de felicidad para toda la vida y eso tenemos que agradecerlo cada día de nuestra existencia.

No podemos olvidarnos de las personas mayores que cuidaron nuestra infancia y nos donaron un temblor fino de manos y un beso entrecortado, porque sus consejos nos acompañarán en nuestros días venideros y nunca encontramos la hora adecuada para agradecerles por su entrega desinteresada.

Siempre será buena hora para agradecer el tesón de un padre y sus horas de lucha para encontrar el sustento diario, porque es el mejor suplemento para las caricias de una madre y una oportunidad para sentir la verdad del esfuerzo más cercano.

Es hora de agradecer a quien pide limosna para que nos percatemos que hay otro mundo más allá de nuestros caprichos y desmanes, donde alguien se sobrepone -con humillación- a su propio destino.

Es buena hora para agradecer a todo ser humano que transmite verdad, porque es la pintura con la que hemos de dar brochazos a las incoherencias y el dolor del alma, el que te mantiene quieto ante las injusticias y lento en los aportes.

Siempre será buena hora para agradecer a quienes nos sirven, de una u otra manera, porque en la relación mantenida se entiende cuánto se necesita a los demás para seguir siendo nosotros mismos.

Cualquier hora es buena para agradecer a quienes se reconcilian y cambian, porque en su impulso de cambio está la esencia manifiesta de los pasos que todos precisamos dar para ser cada día más íntegros y verdaderos, en nuestras propias circunstancias.

Y, por último, hay que agradecer a quienes nos enseñan a despedirnos, porque en la distancia nos percatamos del valor de su presencia.

Gracias, en esta hora, por lo que recibimos sin mensaje, para que le escribamos en su aura unas letras de agradecimiento por hoy, y siempre todavía

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 


sábado, 26 de enero de 2019

¿CUAL ES EL RUMBO?



Hay personas que toman el rumbo que les dicta su corazón y caminan, latido a latido, sorteando las dificultades de la vida, empujando los momentos con discreta sabiduría y esperando que acierten con sus decisiones.

Podríamos compararlo a un barco "a la deriva", en cuya bitácora no constase de donde salió ni a dónde se dirige.  En cualquier momento se le podría identificar como un barco "pirata" o "con rumbo desconocido".

Hay otras personas que saben, aunque no se preocupen de reconocer, de dónde vienen ni si quieren llegar a alguna parte, bamboleándose con los vaivenes de la vida y dicen vivir "adaptándose" a las circunstancias.

Imaginemos de nuevo el barco anterior y podríamos establecer un símil con el barco cuyo capitán, conociendo de donde zarpó, aunque no le importe, no tiene definido a dónde quiere ir. Por tanto, le pueden ubicar en alta mar, sabiendo el puerto de partida, aunque siempre podrá estar en riesgo de considerarse "a la deriva", si una tormenta empuja sus velas.

Muchas personas aceptan que quieren llegar a un punto, que lo tienen claro, pero desconociendo los antecedentes, o precedentes, en su vida y, por tanto, se encuentran desamparados ante las adversidades por desconocer las mejores estrategias y no haber profundizado en sus propias debilidades.

Es como ese barco que tiene claro el puerto de amarre, aunque se olvidó de donde zarpó y, por tanto, se le podría buscar, si lanza un S.O.S. en la ruta hacia su destino desde cualquier parte del mundo y puede que nunca lo encontremos en altamar.

En ciertos casos sentimos la necesidad de fijar  nuestra  meta  en algo muy general,  por miedo a confundirnos, errar en la decisión o desconocer nuestra meta por falta de previsión adecuada y el objetivo es tan amplio que no se le puede esperar en un punto concreto, aunque hubiere izado la bandera mucho tiempo antes.

Imaginemos un barco que en su bitácora tiene escrito que se dirige a las costas españolas, desde algún punto desconocido, necesitando ayuda, por lo que es imprevisible que se le pueda prestar la atención adecuada y en el momento idóneo para atender sus demandas.

Unos pocos tuvieron una "vocación" desde muy niños o "sintieron una llamada interior" para ser algo, destacando en diferentes facetas características de su afán y su empeño, pero lo que tuvieron realmente claro fue su "rumbo", porque conocían de dónde partían y hacia dónde querían ir.

Es como el barco que sabe de dónde zarpó y conoce muy bien, no solo el punto cardinal al que va sino la ubicación con grados y segundos de latitud y longitud, definiendo su ruta y su deseo de alcanzar su propia meta. Siempre se le podrá ubicar en cualquier punto de su trayecto, con cierto esfuerzo porque no informó, cada cierto tiempo, de por dónde iba y a los nudos que se movía el barco.

Sólo algunos tienen claro de dónde vienen y a dónde van, transmitiendo su estado de ánimo desde el corazón a cada quien que se le acerca y teniendo como tarea diaria verbalizar lo que les pasa y el porqué tienen el estado de ánimo que les caracteriza, después de mirarse al espejo por las mañanas y haber tenido unos minutos de reflexión interior.

Estas personas han definido la paz como un momento de abrazos compartidos y la sinceridad la llevan escrita en sus miradas, lo que dicen es una tarea por hacer y los sentimientos han sido abrillantados antes de manifestarlos, son coherentes con el alfabeto de su alma y puros en sus acogidas, en cada momento se les puede encontrar como apoyo y nunca vacilan como soporte porque siempre desean estar ubicados, su bandera es el perdón con esperanza y la brújula que les orienta es el saberse parte de un mundo donde llegar a ser ciudadano es el verdadero norte.

Ese, para mí, es el "rumbo", porque sabemos de dónde partimos y sabemos que todos llegamos a estar en ese espacio de luz que nos acogerá, estamos ubicados en todo momento, tenemos las herramientas para no desviarnos del camino, sea cual sea el temporal y en nuestra bitácora están escritos nuestros más profundos deseos de hermandad en un mundo de aparentes iguales, que tenemos que transformar en una comunidad de iguales aparentes.

Es como ese barco del que se sabe el puerto de salida y el puerto de amarre, la ruta y la ubicación, las vicisitudes y los hechos, con sólo una llamada, a golpe de morse o con un rastreo satelital, con los peces como guardianes y el sol como única fuente de energía renovable.

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN







jueves, 10 de enero de 2019

MI CARTA A LOS REYES MAGOS


Queridos Reyes:


Pienso que sois de carne y hueso, capaces de trasladaros de un pesebre a los grandes almacenes y con un atuendo que lucía en el camello a travesía y que ahora yacéis sentados en un sillón, adornando el escaparate al que ir a comprar, sonriendo a carcajadas y recibiendo cartas que fueron fruto de sueños, para transformarlas en juguetes que ruedan y armas que disparan, carros de combate y pantallas táctiles, muñecas que cuestionan si no las peinas adecuadamente y rompecabezas para conocer el argumento de una trama de Hollywood más que los secretos para vivir en la sencillez de una paz interior y familiar.

Me preocupa que los niños tengan que acercarse a reyes, sin serlo y que se quiera dar un mensaje de anuncio del Nacimiento sin mujeres en la cabalgata, indios, chinos, minusválidos o enfermizos entre vosotros, porque en este mundo vivimos todos, cada cual con su suerte y su destino incierto.

Hay muchos papás ausentes que se han vestido con vuestros trajes para dar una sorpresa, regresando a casa por Navidad y otros que intentaron camuflarse para reconciliarse con hijos abandonados, algunos aprovecharon otro mes del año para disfrazarse y regalar compañía en los ancianatos y, sólo algunos, se atrevieron a hacer la cabalgata todo el año, junto a quien necesitaba oro, incienso y mirra de las que dan calor y cercanía, porque así lo reclamaba un hijo enfermo y no tuvieron ningún otro regalo, pero agradecieron ese pesebre y el anuncio de los verdaderos Reyes Magos de carne y hueso.

Creo, con todo el respeto, que los regalos son para indicar que el que es pobre se debe sentir más pobre y el rico más poderoso, como si ese fuese el mensaje que salió del pesebre en Belén.

Me duele que no entreguéis cartas, escritas por los padres, para que cada niño sepa lo que debe hacer, aprender, cómo necesita volar y perderse, encontrarse y saludar, corretear y quedarse quieto, criticar y aportar, como el juguete más valioso para un padre, al ver crecer a un hijo. Siempre me he preguntado por qué no convertimos ese día en una lección de vida, escrita de vuestro puño y letra.

No sé cómo llamaros, porque quizás seáis intermediarios comerciales, influencers de hoy día para los grandes almacenes, youtubers de la Natividad o blogueros que anunciáis las verdaderas "rebajas" que estarían por llegar y el verdadero signo del cambio de estación.

No sé por qué se deben poner en marcha campañas para recoger dinero y luego aportar para dar una atención especial, con motivo de los Reyes Magos, cuando quien dona debe aportar un discurso para conocerse de dónde viene el fondo, ya que hay -o debe haber- hospitales que requieren manifestarse para que tengan las finanzas suficientes para garantizar una atención universal en todos los niveles.

Siempre me he preguntado por qué debemos regalar Lotería del Niño y buscar afortunados de la fiesta, cuando todos debiéramos tener la dicha de sentirnos afortunados en estas fiestas.

No sé por qué nunca aparecéis en una catástrofe, en medio de los terremotos o en las inundaciones de las pateras, por qué no ofrecéis los camellos a los migrantes que luchan entre fronteras y por qué no le regaláis las capas, en medio de las noches frías, a quienes pasan el nacimiento debajo de un puente, en una caja de cartón o en medio de la calle, el pesebre al que teníais que llegar y que quizás os equivocásteis de dirección con tanta carretera y sin GPS.

Por qué no llamáis a la puerta de los asilos o a los orfanatos, a los comedores populares o entrevistáis a los "okupa", por qué sólo se os ve en una cabalgata oficial y no en algún arrabal donde nadie os va a fotografiar y recibir los regalos.

Me pregunto por qué repartís caramelos y no libros para quien no puede pagarlos, chocolates y no consejos para quien no ha aprendido a ser un padre responsable, galletas y no rutas válidas para elegir el camino que nos procure ser cada día mejores vecinos y ciudadanos.

No tengo claro por qué sois 3 y no 12, uno para cada mes del año. Por qué no os ofrecéis para llevar las palabras de un hijo a una madre, en el cielo, por qué no comunicáis los sueños de madres sin recuerdos a hijos esperanzados y os convertiríais así en el whatsapp más verdadero y humano.

Con todas estas dudas no os voy a escribir una carta este año, sino que la voy a mandar a todos mis amigos, en mi blog y que cada cuál juzgue si sigo mereciendo su amistad.

En este año próximo espero que diseñéis una "app" para que pueda veros cada día y saber si váis a estar presentes cuando alguien os necesite, si váis a ser valientes para interponeros en un momento de bullying o de acoso familiar, en una violación o un maltrato.

Si así fuese, espero ser también vuestro amigo que nunca os falla




JUAN