domingo, 23 de diciembre de 2018

LA CENA DE NAVIDAD NO TIENE PLATOS


No sé qué podría comer en Navidad si hay quien no conoce el pan y con cualquier recurso de la naturaleza que sepa a duro sacia su hambre.

No sé qué podría comer en Navidad si hay quien espera que el envíen una bolsa con lo indispensable desde un avión, porque confía que el mundo sepa que hoy no tuvo agua para beber y necesita tener amigos.

No sé qué podría comer en Navidad cuando los villancicos suenan en la puerta de los hospitales y nadie los canta al oído, para que suenen a tratamiento cercano, caído del cielo de corazones bendecidos.

No sé qué podría comer en Navidad si para algunos la mesa es el mismo suelo o la tierra del desierto, donde lo único que se comparte es poder estrechar unas manos cargadas de calor por la frustración de no poder regalar a sus hijos en estas fiestas.

No sé qué podría comer en Navidad si el postre para algunos es el último bombardeo que sonó en la noche y el anuncio del Nacimiento de Jesús es la llegada de una tregua entrecortada por las lágrimas.

No sé qué podría comer en Navidad si hay quien espera las sobras para poder armar una sopa de ilusiones para quienes tienen su dirección en la misma calle, abandonados a su suerte bajo el puente o viven recordando eternamente su pasado a la luz de la hoguera en una noche helada.

No sé qué podría comer en Navidad si el pavo es el aguinaldo que menospreciamos y por lo que nos creemos samaritanos, durante un año, aunque el regalo haya ido cargado de menosprecio, lástima y olvido.

No sé qué podría comer en Navidad si tras las campanadas hay momentos no aceptados de humillación desde el corazón y el alma de la misma iglesia.

No sé qué podría comer en Navidad si he sido incapaz de perdonar y aún así me atrevo a orar para bendecir la reunión.

No sé qué podría comer en Navidad si desconozco el sentir al compartir los momentos que vivimos y los propósitos que se me cumplieron.

No sé qué podría comer en Navidad si hay quien no puede digerir porque quisiera coger el autobús de despedida y anhela que el dolor pare al ver la luz que anuncia su partida en un viaje sin regreso.

No sé qué podría comer en Navidad si he sido capaz de dejar a otros sin apoyo, aplaudiendo mi recorrido como ejemplar y evitando que se publiquen mis desaciertos en el eco de la calle.

No sé qué podría comer en Navidad si no he leído las páginas del diccionario donde se destaca la libertad, la hermandad y la solidaridad.

No sé qué podría comer en Navidad si sigo creyendo que hay muchas personas que consideran que su pesebre no es igual al de los demás.

Yo, en esta Navidad, voy a ayunar y así esperaré a mi próxima Navidad intentando que al menos pueda comerme el aperitivo en paz porque haya contribuido a hacer un mundo mucho mejor para todos.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN