viernes, 18 de octubre de 2019

EN ALGO ESTAMOS DE ACUERDO


Pueden existir discrepancias en el tono del color del pelo de cada quién, en su gusto por el arte o las expresiones de su corazón, pero los derechos debieran ser iguales para todos, por el simple hecho de que a todos vamos a exigirle con la misma vara de medir.

Pueden vislumbrarse diferencias en la forma de caminar o en el tamaño de la sombra de cada quién, pero las necesidades debieran ser iguales para todos y no se puede vivir mirando el derroche del agua en un extremo del planeta y la sequía de cuerpos famélicos en el otro.

Pueden analizarse las diferencias en el PIB, entre diferentes países de todos los continentes del mundo, pero es necesario establecer un criterio unánime en la consideración de todos los habitantes del mundo, sin importar el color de su piel ni la verdad maltratada de sus voces.

Pueden estudiarse las posibilidades económicas de las diferentes familias, acordes a las propuestas de vida de sus integrantes y las puertas que se les abrieron en el mercado laboral, pero las opciones de aprendizaje deben ser las mismas para todos.

Pueden cuestionarse los vacíos que, en apariencia, tienen los demás, diferentes quizás a los que pretendemos esconder para que no sean de conocimiento público, pero todos tenemos las mismas oportunidades ante la ley y a ser escuchados en nuestros reclamos.

Pueden distanciarse las posturas que adoptamos, al compararlas con la norma pre-establecida, pero el derecho a presentar una voz -cargada de contenido- para reclamar nuestros derechos, debiera ser igual para todos, siempre que se respeten los derechos de los demás.

Pueden prepararse los alimentos con diferente estilo, sazón o cargazón de nutrientes, presumiendo de paladares y costumbres, alcurnia o estilo, pero deberán estar al alcance de todos y en todo momento.

Pueden contrastarse los piropos, sin arrebatos de desenfreno ni acoso primitivo, pero la sexualidad de la convivencia entre seres racionales es un derecho igual para todos.

Pueden preocupar las diferencias en los estilos de vida y los derroches de unos, para acidez de otros, pero la muerte nos espera a todos en el mismo recodo del camino.

Pueden distinguirse los abrazos desprendidos de los regalados, los acariciados de los sentidos, pero tener la capacidad de recibir lo que se nos entrega y saber dar cuando alguien está dispuesto a recibir es un derecho que nos acoge a todos por igual.

Pueden manifestarse las dudas cuando nos toca analizar los mensajes, pero todos debemos estar dispuestos a escuchar cuando hay alguien dispuesto a hablar.

Pueden ocultarse las aspiraciones, mezclando en la olla los garbanzos de desencanto y el tocino de desesperación, pero cuando se les pasa el tiempo y aquella estalla es cuando nos sorprendemos del descuido y prometemos atender más a las circunstancias porque todos los garbanzos tienen su tiempo, por igual.

Pueden generarse sentimientos de lástima hacia los diferentes, entre todos los animales, pero también es cierto que miramos más hacia la esquina donde los arrinconamos y nos manifestamos más con sus propios gestos, porque con su presencia nos obligan a cambiar los códigos morales para aprender a vivir mejor entre aparentes distintos.

Hay muchos mundos diferentes en un mundo tan estrecho, pero las diferencias las establecemos nosotros, porque desconozco una ley universal que prime y salvaguarde lo más propio de lo más extraño, o lo más normal de lo aparentemente anormal.

Quizás en algo estamos de acuerdo, que lo anormal está en nuestro desajuste mental y lo raro lo ha creado nuestro analfabetismo social.

Tu amigo, que nunca te falla




JUAN 

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