domingo, 16 de diciembre de 2012

MI MENSAJE DE NAVIDAD




La vida selecciona aquellos momentos que son capaces de transformarte, personal y profesionalmente, a pesar de que ello ocurra alejado de tu familia y la tierra que te vio nacer, en rincones tan distantes como pudiera construir la imaginación de un soñador cualquiera.

Hace 25 años que dije adiós a amigos y proyectos, oportunidades y pacientes, con el sonambulismo pertinaz de un idealista enamorado, arrancando lágrimas a las horas y zapateando incertidumbres en los asientos de algunos aeropuertos que, por los retrasos de los vuelos, pareciese que me susurraban que no abandonase mis raíces.

Vas tropezando con seres humanos, surgen  de la nada espacios que te permiten dar todo tu esfuerzo al servicio del bien común y por ello se vive la realidad asumiendo responsabilidades con el afán de compartir y aprender, entregando fuerzas y esperanzas para consolidar equipos de trabajo junto a los que podamos proponernos objetivos viables, alcanzables y mensurables.

El progreso, allá donde se vaya, debe entenderse como una sabia mezcla de espíritu de superación y capacidad de entrega, con lo que vamos generando esa fuerza interior para superarnos –en el día a día- y en el ejercicio constante del servicio a los demás.

Nuestra tarea, clara y diáfana, siempre orientada a promover espacios para el diálogo y la comprensión de todas aquellas necesidades que nos limitan, debe proponerse la búsqueda de estrategias para integrar aportes constructivos en nuestro recorrido, orientado al equilibrio, con equidad y justicia.

Nunca se puede vislumbrar un futuro prometedor si no alcanzamos mejores espacios de desarrollo profesional, adaptando nuestra visión a la misión real que tenemos, con todos los instrumentos disponibles que nos permitan incorporarnos a los fenómenos desproporcionados de globalización –mal definida- y donde el fin que debe buscarse se orientará siempre a hallar la paz y la calma necesarias para tomar decisiones que impacten positivamente en la vida de los demás.

Llegaremos a disponer de momentos para sentirnos orgullosos de lo que hacemos cuando quienes lleguen a ser receptores de nuestro mensaje o nuestras acciones sientan la comprensión necesaria para aceptarlas y tengan la disponibilidad adecuada de servicios para que colmen sus aspiraciones en pro de un principio de igualdad de oportunidades para todos.

La sociedad reclama un ejercicio responsable y meditado, altruista y convencido de que nuestro aporte será decisivo en el desarrollo personal de nuestros ciudadanos, siempre que sea entregado con un abanico de oportunidades y manteniendo sólido el soporte de equidad y solidaridad.

Cada día estoy más convencido de que el trabajo nos dignifica por lo que contribuye a cumplir aspiraciones y disipa desigualdades, pero la voluntad de seguir siendo nosotros mismos es y debe ser nuestro mejor aporte al crecimiento de una sociedad cada día más inclusiva.

Sin embargo, salimos de nuestros rincones pueblerinos y nuestras aulas universitarias para tener una visión más integral del mundo y para reencontrarnos en nuestras raíces, por lo que siempre dependemos de vivencias y experiencias de vida de seres humanos a los que consideramos modelos y en los que sustentamos nuestros afanes y nuestras luchas.

Quizás sea petulante si os digo que mi mayor éxito profesional, a pesar de las conferencias dictadas y los cursos ofrecidos, los libros escritos y las charlas compartidas, los cargos desempeñados y los equipos que integré, fue pronunciar el pregón de las fiestas de mi pueblo del alma.

Llevamos dentro el orgullo de pertenecer a una hoya o un valle, una comarca o una aldea, por el miedo de perecer lejos en el intento o no poder regresar al seno materno de las calles y las plazas, las jergas y la gente que no disimula su alegría al verte.

Todo lo que te ha rodeado y te ha observado es parte del micro-ambiente con el que debes inter actuar a diario y ello te arrastra a querer y preferir aquel espacio, una corriente de aire, esos animales quejumbrosos, algunas personas que fueron y vinieron e incluso el aroma con el que te despertabas al amanecer.

En la Navidad debemos reflexionar en voz alta, a pesar de la triste realidad que nos envuelva y entregar nuestro más sencillo legado, que deberíamos poner en marcha cuanto antes para empezar otro año con otro semblante; ese sería el verdadero regalo de Reyes Magos para los que sufren y tambalean, se refugian y lloran en silencio, se muerden los dientes y tienen muchas preguntas para cualquiera de ustedes, muchos de los que dirigen y controlan, algunos de los que gestionan y manipulan y esos pocos, entre todos, que roban y se esconden.

Sueño en que no haya otra “prima de riesgo” que la media de todos los países, porque somos un reflejo de lo que nos rodea, para evitar señalamientos y cobardías y también sueño en que los sueldos se paguen cuando se justifiquen los proyectos y así gastaríamos menos dinero en aeropuertos fantasmas, trenes que no se llenan o pseudo-líderes que hablan “con el eco” de quienes los utilizan, porque parece que se acabó la “opinión sin sesgo” en la alacena de la vida diaria.

Hay noches en que sueño en proponer a los políticos exitosos, políticos fracasados, líderes de su propia marca de fábulas, catedráticos de lo ajeno y samaritanos con tarjeta de presentación que aprendan la lección de la calle más sencilla y práctica “que tenemos dos orejas y una boca, para escuchar el doble de tiempo de lo que se habla y no lo contrario”, así tendrían cabida todos los reclamos.

Quisiera proponer a los abandonados a su suerte que se constituya el “banco bueno”, aportando todos los que tienen sueldo la paga extra de Navidad, así nadie tendría que quitársela y la usaríamos para dar oportunidades de vivir con dignidad en Navidad a quienes no tienen suerte, dinero, trabajo y el amor se les está acabando.

Quisiera proponer que se democratizara la calle y tengamos libertad, sin miedo, para hablar con el que tenemos a nuestro lado, así nos haríamos la diálisis de las penas y las inquietudes en cualquier acera.

Quisiera proponer que no nos sintamos orgullosos por la gente que se va, ese potencial humano que se aleja, porque nos hará falta en algún momento, quizás de añoranza por lo que perdimos y nos callamos porque huyó un reclamo menos.

Quisiera proponer que se hagan más programas “Tengo una duda por usted”, ahora, en tiempos de crisis, sin necesidad de rating sino de resolver problemas reales.

Quisiera proponer, en estos momentos, un sueldo estable para todas las mujeres amas de casa, no sólo para los parados, que atenta contra la dignidad del ser humano, porque las trabajadoras anónimas del hogar también son seres humanos y ya es hora de que nos acordemos de quiénes manejan la economía familiar y son capaces de sustentar la fe aún en tiempos de turbulencias y terremotos socio-económico-culturales.

Quisiera proponer que saquemos del diccionario, por un año, algunas palabras que nos están hiriendo notablemente y distanciando a los seres humanos, como subsidio, parado, indigente, voluntario, refugiado, acogido, desahuciado, mendigo, mileurista y busquemos palabras nuevas para un futuro distinto, con esperanzas nuevas, porque todos vivimos de algún subsidio, estamos parados en algún momento del día, debemos ser voluntarios para los demás, nadie va a ganar más de mil euros y seguimos mendigando oportunidades.

Quisiera proponer que quien haya robado salga de España con lo puesto y que el que se haya aprovechado de algo o de alguien no tenga oportunidad para el arrepentimiento público, sino que a todos se les exija hacer un listado de todas las personas a las que se les haya hecho daño y, sin cobrar un euro hasta que acabase su tarea, fuese uno por uno pidiendo perdón y prestándose para reparar el daño provocado.

Quisiera proponer que las noticias no se vistan de colores ni banderas, porque son para escucharlas y no para lucirlas con un vestuario llamativo, que los medios son para llegar a seres humanos que necesitan de mensajes y no los fines que justifican cualquier medio.

Quisiera proponer que las manifestaciones fuesen con turnos rotativos, para que quien escuche no espere paciente a que acaben las primeras 48 horas, pues es el único medio para seguir insistiendo en que los derechos son como las varas verdes, nunca se van a romper a pesar de que se les doble hasta el hartazgo.

Quisiera proponer que se les dé una paga extra a los desempleados porque son los más importantes en este momento y tienen el derecho a pasar una Navidad más digna que nadie, entre todos nosotros.

Quisiera proponer que el Padre Nuestro empiece diciendo “Padre Nuestro que estás viendo lo que ocurre en nuestra realidad y permites que veamos sufrir a nuestros hermanos, ayúdanos a encontrar el camino y que así se haga tu voluntad, que no puede ser muy distinta a esta, en esta tierra en la que vivimos, mal globalizada y bien aprovechada hasta la saciedad para que algunos “sigan ganando el pan con el sudor del de enfrente”.

Quisiera proponer que el único hurto que se produzca en esta Navidad sea robar la verdad del baúl donde esté almacenada para que todo el mundo la conozca y nadie se sienta confundido ni manipulado.

Quisiera estar seguro que el único accidente en esta Navidad sea el de un oportunista, un ladrón de cuello blanco, un usurero, un manipulador, un imputado o un criminal confeso que salgan a pasear camuflándose y escuchen este mensaje de Navidad, para que   propongan cambios en su vida y se expongan a ser supervisados por toda una sociedad que deberá darles el indulto cuando se crea viable su re-inserción social.

Quisiera eliminar la vida pública de quienes siendo personajes públicos y notorios han sido capaces de manipular y chupar, porque aquí, entre nosotros, sólo hay un dinero que nos pertenece y debe ser reembolsado con los intereses que fuesen impuestos y legalizados por una sociedad que debiera ser cada día más inclusiva para el honesto y el trabajador excluido.

Quisiera compartir, como todas mis Navidades, un pastel y una oración, una visita de cortesía de médico y un abrazo, con quienes se sienten vacíos de momentos y abrazos, de palabras y oraciones, de esperanza y paciencia, porque de ellos debemos aprender en el día a día.

Quisiera que los periodos presidenciales fuesen de un año y que estuviesen abolidas las mayorías absolutas, que los niños tuviesen voto político porque algo aprenderíamos de ellos en sus reflexiones, que los abuelos fuesen al Congreso, que el Senado abriese espacios para homosexuales y prostitutas, amigos de lo ajeno y zapateros, porque entre todos (esta sociedad es de todos) podríamos remendar leyes más ajustadas al zapatero y a los ladrones, convenciendo a todos de la importancia de arreglar zapatos y de disponer de lo propio, mucho más importante que destruirlos y apropiarse de lo que tiene el de enfrente.

Quisiera más cosas para esta Navidad, pero empecemos este año por todo esto que no es poco. Y, porque es muy importante, quisiera que nadie hablase si no cumple, más vale callar para provocar que otros hablen que hablar para la foto y que la foto lo demande en el futuro por no haber hecho nada y haber mentido en todo.

Con sentimientos de consideración y estima de un español, residente-ausente, enfadado con la basura y la farfolla, esperando regresar para sentirme útil en planteamientos, propuestas y enfoques, cuando la vida me reclame y, mientras tanto, dispuesto siempre a reclamar por la gente que me hace sentir orgulloso de ser español, no importa si en la distancia.


Juan Aranda Gámiz. 

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