lunes, 15 de octubre de 2012

EL DIÁLOGO Y LA DISPUTA, DOS PRIMOS HERMANOS

Hablar entre dos y para los dos es un diálogo que puede surgir de la nada o irse armando con el transcurrir de los momentos, a partir de una mirada o una chispa interior, lo cual no quiere decir que deba ser monótono ni aburrido.

Sin embargo, muchas personas consideran al diálogo como dos puntos de vista que deben converger o, en otros casos, debiera atraer al otro para que mis convicciones le embriaguen y le posean, de tal suerte que al cabo de unas horas terminan convencidos que ambos piensan y sienten como lo hace el dominante del dúo.

Hay que dejar espacio para la disputa, esa discrepancia o desacuerdo, resultantes de tantas historias vividas y tantos otros renglones reflexionados que se enfrentan en forma de debate, conflicto o controversia, pero donde el respeto por el otro y la consideración de verdad personal sobre una hipotética verdad absoluta nos debe conducir a aceptar a quien tenemos enfrente con sus vacíos y sus oportunismos, sus aportes y sus frases tan bien construidas y vivificantes.

Los primos hermanos comparten una sangre y una historia de vida, se relacionan y se enfrentan, hablan y juegan pero también se distancian y se cuestionan, porque se genera una rivalidad en principios y valores, oportunidades y metas; son, al fin y al cabo, como el diálogo y la disputa. Pero, al mismo tiempo, tienden a reencontrarse y usan la misma dirección de corre "http://familia.com".

El diálogo y la disputa, para que sean verdaderos, debieran comportarse como dos primos hermanos con puntos de vista diferentes pero confluentes en el único principio básico que debe regir la socialización de nuestras convicciones.

El diálogo con disputa es la esencia de la puesta en común de dos opciones frente a las que se han aportado planteamientos y dudas, las que han permitido el crecimiento esencial del otro ser humano, por lo que su verdad ha aumentado de peso y ahora se la ve más completa e integral, se ha despojado de la paja y lo superfluo para quedarse constituida sólo con la carne magra de su planteamiento.

Cuando este diálogo con disputa es bi-direccional y se respeta la dignidad del otro, manifestando paciencia al escuchar y tolerancia al hablar, se está construyendo una ruta por la que se pueden alcanzar todos los objetivos planteados al interactuar, motivados por un flujo de ideas que se quieren transformar en un libro de consulta para otros.

Para dialogar hay que aprender a hablar y para entrar en una disputa real hay que prepararse todos los días a través de la lectura y la atenta escucha, así se encontrará la disputa cargada de contenidos y el diálogo una cátedra que debe movilizar curiosos para aprender del debate.

No es malo discrepar sino imponerse y no es contradictorio enfrentarse sino caracterizar el orgullo de voces altisonantes que van a generar huidas insensatas y pueden condicionar arrebatos de trapos sucios que pueden trastocar el sentido de las relaciones humanas, cargándolas de humillación y menosprecio.

Seamos todos primos hermanos y aprendamos a dialogar entrando en disputa, sólo así, con la altura de miras de dos personas desconocidas que pretenden complementarse con un fundamento verdadero se puede crecer, con dos visiones y un sólo objetivo, madurar nutriendo nuestra auto-estima con los momentos de verdades que van surgiendo y no formaban parte de nuestra guía telefónica de valores que tenemos archivada en lo más escondido de nuestro ego.

Terminar en un encuentro lo que se transformó en disputa es la verdad que da nombre al diálogo, esa fuerza que va arrastrando momentos para transcribir en ellos el encuentro de dos miradas desconocidas que poco a poco van aprendiendo de su complemento del momento para estirarse y presumir de que somos seres incompletos, pero sujetos a modificaciones por la presencia viva del otro en nuestras vidas.

Gracias por seguir ahí, te propongo esta reflexión para seguir dialogando con esa disputa que nos lleve a un encuentro de paz y concordia, sabiendo que todos somos complemento de todos, en cualquier rincón y momento, por lo que tenemos que abrir nuestro corazón y nuestra mente hacia la verdad, que no es la suya ni la mía, sino la que estamos construyendo, en este momento y ante la mirada de quienes quieran aprender a ser seres humanos con un auto-concepto en continua transformación vital.

Estar orgulloso de ser lo que se es parte del encuentro con quien despierta en ti la pasión por seguir siendo, porque a partir del diálogo y la disputa se ofertan renuncias y concesiones que dignifican a quien las regala, pero al mismo tiempo se aceptan frases y verbos que van a engrandecer nuestro léxico, al estar cargadas de lectura y momentos de comprensión de quien quiso aprender para regalar esa verdad construida a medias.

Gracias por vuestra reflexión, vuestro amigo que nunca os falla.


Juan

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