sábado, 12 de mayo de 2018

SE NACE SIEMPRE Y SE HACE, A VECES


Me detengo a ver el pájaro que intenta construir su propio nido porque el instinto maternal le impulsa a hacerlo y procura que cada rama vaya en su sitio y controla la temperatura que hay en el interior para que los huevos estén en las condiciones ideales, lo hace alto para alejar a sus crías de los depredadores y hasta controla la orientación y la luz necesarias para la eclosión del cascarón, como lo haría cualquier madre.

Veo por la mañana el rocío que resbala por las hojas de la planta más cercana y no se siente el deslizamiento por la dulzura con que se la acoge y se encorva y arruga para enjugarse con las gotas que siguen cayendo tan temprano, con el mimo de una madre

Compruebo que las perritas son felices al sentir cómo maman sus perros recién nacidos y, sólo cuando ha mamado el último se pone de pie, entregándose por completo a un deber poco reconocido y siempre disponible para que en las miradas se reciba el agradecimiento, como está dispuesta a sufrir una madre.

La gallina tolera la misma posición cacareando, empollando unos huevos que intenta no romper y calmar en sus ansias de seguir empollando, aún pasando hambre, porque ahí está el secreto de una descendencia que luego le seguirá a todas partes, como seguimos a nuestra madre.

La elefanta defiende su territorio aún llevando en su seno a su futuro retoño por 22 meses, el tiempo que dura un embarazo que no le cuesta trabajo soportar por tanto tiempo, intentando que aprenda en sus entrañas a comer y beber, dándole mensajes con sus actitudes y descansando para que también duerma en paz, como sobrelleva el embarazo una madre.

Hay casos de gorilas hembras que han criado a gatitos, porque necesitan entregar su instinto animal o leopardos, que después de matar a una babuina hembra, criaron a su cría huérfana. Entre los lobos, hay hembras,que cuando muere la única hembra alfa, tienen embarazos psicológicos y se preparan para procrear en otro momento, porque así de deslumbrante es el instinto animal salvaje.

Todo este instinto maternal también está presente en la especie humana, al cuidar las muñecas y hablarles del mundo que se tambalea, o al barrer una casa para que sea el mejor lugar de acogida, al coger al hermanito, que duerme plácidamente en su cuna o al cantar una nana, cuando aún no levantan unos palmos del suelo.

Crecen las jovencitas preparándose para darle vida a un hogar y para sentir dolor en su vientre, el mismo que despertarán las protestas del embrión en crecimiento y ya empiezan a calmarlo con caricias alrededor del ombligo, como acaricia toda madre.

Te calman al gritar por primera vez, aunque con lágrimas en los ojos y disfrutan con tus primeros pasos, te confeccionan el mejor traje para presumir de hijos y te cogen de la mano, toda la vida, tengas la edad que tengas, para protegerte de los peligros y los errores de la vida.

Aprendes a hablarle porque te escuchan con la sabiduría de la paciencia que engendra buenas actitudes y te cobijas siempre cerca de donde has mamado, porque el alimento está a veces en el seno y también en sus entrañas, cubiertas por el delantal, en momentos difíciles.

Te hablan porque quieren aconsejarte y te miran porque se sorprenden con tu simple caminar, ya que tu sombra la tienen adherida a sus cuerpos, te despiertan con dolor y con orgullo, al mismo tiempo, te despiden con un beso que te dura todo el viaje y sus làgrimas resbalan por tu corazòn, al tiempo que lo hacen por sus mejillas.

Siempre te presentan manjares con unas manos cansadas y te acompañan cuando estás sólo-a, te visten con lo mejor que supieron confeccionar y te alientan a seguir los buenos ejemplos, de los que sentirán el orgullo que sólo tiene una madre.

Escuchan lo que se dice de ti y el alma tiembla, por momentos, y se estremece cuando la calle habla de lo que no eres y se alegra cuando reconoce que los demás te conocen cada día mejor.

Te aplaude sin aplausos y te sueña para que no te vayas de sus sueños, te contempla porque sigue tus voces y te espera porque necesita tus abrazos.

Te coge la mano cuando sabe que estás cerca y baila con tu destino, sin preguntar por los limitantes, peina tus cicatrices para que no se sigan notando y despierta antes de que hayas olvidado tus sueños.

Te deja una nota para que sepas lo que pasó y no te preocupes, pide por ti en silencio y amarra el pasado, porque es su sustento en los momentos de soledad más quieta.

Cuando se va te sigue protegiendo con el mismo amor de siempre y continúa siendo parte de tu misma sombra, aunque más vieja, porque no aprendió a despedirse para siempre.

Felicidades a todas las madres del mundo por la belleza que nace, día a día, en vuestro interior y por lo que sois capaces de construir con casi nada, por eso no habrá nunca espacio para el olvido en el corazón de un hijo ni desprecio para el animal que aprendió a ser madre, siendo tan salvaje.

Se nace para ser madre, pero a veces, por los golpes del destino o la reflexión profunda que provoca cualquier atajo que se tomó a destiempo, por no haberla tenido con nosotros o por perderla tan temprano, encontramos en un alguien que también se aprende a ser madre, igual que le pasa al instinto animal tan maravilloso.

Te quiero mucho, mamá

Feliz día de las madres.




JUAN






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