jueves, 31 de mayo de 2012

MÁS AL SUR DE LA HUELLA DE LA SUELA DE TUS ZAPATOS

Anoche reflexionaba sobre nuestra condición de animales bípedos y me acordaba de los puntos cardinales, cuando estudiaba la brújula en mis años de escolar, por lo que al permitir que interactúen los dos conceptos me hice la pregunta ¿Qué habrá al sur de la huella de la suela de tus zapatos?.

La suela, definida por esa parte del zapato que cubre la planta del pie y está en contacto con el suelo, tiene una capacidad de soporte increíble, mucho más en quienes sobrellevan una constitución pícnica y el exceso de grasa, atraído por la gravedad, se proyecta sobre nuestra base de sustentación.

Creemos que, al ponernos de pie y caminar, sólo estamos arrastrando la carga de nuestro sistema músculo-esquelético y pienso que también deben pesar nuestros sentimientos, ilusiones, proyectos y frustraciones, sometidas asimismo al efecto gravitatorio.

Hay personas que cambian de zapato para imprimir elegancia a sus pasos, otros potencian el marketing colocando colores y aditamentos al calzado, pero no logramos transmitir nuestra personalidad porque todo es artificial y aparente.

Nos conformamos con disfrutar de la marca de la suela de  tus zapatos, donde se dibujan hendiduras y salientes que el suelo va a presentarte como un dibujo para que puedan seguir tus pasos, pero hay quien le cambia la suela al zapato con mucha frecuencia, quien tapa agujeros colocándole media suela o quien prefiere caminar descalzo.

En la impronta de la huella que dejas, al sur de la suela de tus zapatos, podemos analizar una actitud durante la marcha, una constitución física, un balanceo de tu cuerpo, el tipo de apoyo por el que podría sugerirse el sexo y hasta la edad, si cargabas algún tipo de peso, si eran recién comprados o viejos, pudiendo conocerse incluso la marca y si era un 36 o un 38, si llevabas a tu esposa -recién casada- en brazos o alguna enfermedad que padecieras (acromegalia, patologías reumatológicas).

Si quisiéramos conocer si ese ser humano es bueno, cordial, reflexivo, inquieto, comprensivo, atento o socialmente destacado por su liderazgo, humilde, cabal, generoso, afectuoso, impetuoso o pensativo, necesitamos mirar más allá de la huella de la suela de tus zapatos, donde quedó escrito el momento de tus percepciones y tus interrogantes, donde se vacía el ímpetu de tus buenos actos o se descargan los archivos de maldad y obscuro temperamento.

Al sur de la huella de la suela de tus zapatos podemos conocerte mejor aunque no estés presente, porque el camino  que estás delineando, al pisar el suelo que te sostiene, puede mirarse como una oportunidad para seguirlo si frotas tu dedo en el barro y huele a frescura, sinceridad, compromiso y optimismo, una lógica de la búsqueda del bien común y una apuesta por la presencia en la vida de quien más te necesita.

A veces, la misma tierra desprende un hedor a rabia y oportunismo, máscaras que esconden arrugas de falsos sufrimientos y despropósitos, alejándonos de esa ruta porque la creemos orientada al despeñadero de los malintencionados.

Al caminar, por tanto, hay que estar atento al vaciamiento del norte (tu cabeza y tu corazón) en ese recipiente que debe haber más al sur de la huella de la suela de tus zapatos, donde está el espejo de tu personalidad, un jeroglífico que te define y te delata.

Para caminar, asimismo, hay que hacerlo con códigos de  verdadera moral y actitudes de búsqueda de verdades, donde la transparencia y el ánimo de sentirte útil, con la felicidad de poder servir de soporte, apoyen tu propio proyecto de realización personal, en un mundo plural y sobrecargado de momentos de necesidades.

Es hermoso ver hacia atrás y observar personas que miran, huelen, palpan la tierra de la que te vas alejando y esa bruma les arrastra a seguir tus pasos, intentando cambiar la fábula de Samaniego, apostando por una actitud constante de verdad y no por la aceptación de una realidad mirándote en el espejo de quien necesita más que tú, porque no te condiciona a hacer nada por él.

La actitud no se puede disimular con una media suela ni comprando zapatos nuevos, hay quien camina descalzo y encuentra seguidores, así como quien viste elegante y presumido, con zapatos nuevos incluidos y va caminando en solitario, sin rumbo, porque no hay nada más al sur de la huella de la suela de sus zapatos.

Hoy es siempre todavía para detenerte  a reflexionar y mirar la huella de tus pasos, intentando descubrir qué hay más al sur y qué escondes, porque no puedes disimular la verdad, la profundidad, la carga ni la sinceridad que D. Antonio Machado quiso transmitirnos al decir "Caminante no hay camino, se hace camino al andar", porque vas construyendo un reguero de esperanza para otros que aún no han sido capaces de armar su proyecto de vida y esperan oler a tierra fresca de verdad mucho más al sur de la huella de la suela de tus zapatos.

Dr. Juan Aranda Gámiz. 

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