jueves, 26 de abril de 2012

CARTA A UN AMIGO

A menudo me pregunto si puede haber alguien que no tenga amigos o que no desee tenerlos, quizás no tantos como Roberto Carlos pero los suficientes para tener a quien estrechar una mano, contar una vivencia o aceptar una disculpa, porque si todo eso ocurre es porque hablamos de amistad.

Abrimos cuentas corrientes, cultivamos el campo a diario, nos enfrascamos en realizar nuestro trabajo con excelencia, pero no nos preocupamos de labrar una amistad verdadera y no emprendemos esa tarea porque seamos esnobistas sino porque entendemos el compromiso que encierra y la carga subsecuente de darle mantenimiento en el día a día.

Para tener amigos hay que partir de una ruptura con el egocentrismo, creyendo firmemente que otros pueden, y deben, buscar algo diferente a lo que nosotros vemos y aceptamos, proponiéndonos dibujar la amistad como un árbol de follaje persistente, donde sólo parte de las hojas mueren cada año y las otras, las más jóvenes, permanecen en la planta y se unen a las nuevas, que siguen brotando cada primavera.

El perennifolio de la amistad radica en la comprensión, como base de la superación diaria de conflictos, solucionando algunos (hojas que caen) y surgiendo otros (hojas que nacen), lo que despierta un interés por la lucha, al interior de la amistad, con el propósito firme de crecer con sinceridad y respeto, por eso perdura la amistad (el follaje persistente).

Los amigos no pueden ser -jamás- una imagen en espejo, el uno del otro, mucho menos una anamorfosis o deformación reversible de las imágenes producido mediante un procedimiento óptico, ya que la amistad debe tener identidad ante las miradas de observadores que entiendan que las diferencias se liman por la aceptación del contraste de los desiguales, al llegar a ser complementarios entre sí.

En la amistad se atraviesan varias etapas, más o menos claras o desdibujadas:

1. Etapa de thriller: Ese suspense, transmitido como susto, estremecimiento o emoción, que está    en el arranque de toda relación de amistad y que motiva el ritmo rápido de los acontecimientos, pero cuayo trasfondo está marcado por una cierta desconfianza en la curva de crecimiento de la amistad.
2. Etapa de conocimiento mutuo: Cargada de una dosis de esperanza, por la cual se hace una inversión de tiempo y energía, esperando conocerse mejor.
3. Etapa de complementariedad: Esto conlleva tener un concepto avanzado de sí mismo, reconociendo nuestros vacíos y la necesidad de disponer de complementos que nos llenen y nos encaucen hacia una realización personal más completa y firme, por la que aceptamos valores, actitudes y ejemplos del otro hasta interiorizarlos como parte de nuestra vida.
4. Etapa de generación de confianza: Aquí entendemos la obligación de los amigos de una exigencia perenne en el trato y la vinculación afectiva, el compañerismo y la bondad de ajuste que debe existir entre las dos partes.
5. Etapa de mantenimiento del estado actual: Todo proceso o mecanismo requiere de una limpieza, engrasado y lubricación constantes, pues de lo contrario se inicia un proceso de oxidación y corrosión que acaba con los materiales nobles, tapa las tuberías y agota los engranajes hasta que se detiene su funcionamiento.
6. Etapa de propuesta altruista de cambio: Iniciando las modificaciones planificadas por el complemento que el otro provocó en mí, hay la necesidad de cambiar -con altruismo-, lo cual va a originar el diseño de un proyecto común donde haya congruencia de intereses y objetivos.
7. Etapa de ejemplaridad: Es el momento en el que todos queremos adoptar ese patrón de amistad y fotocopiarlo, incorporando después los matices y colores que sean de nuestra propia cosecha. Si esto se consigue, alcanzamos la amistad verdadera y si no, vamos encaminados a la desintegración de acuerdo, llevándonos una experiencia que pueda ser útil en el futuro inmediato.

La historia natural de la amistad es comparable a la de un musgo, donde la vida comienza a partir de una espora (el compromiso informal entre dos seres humanos, al encontrarse, entrecruzar unas palabras, escuchar atentamente, viajar sentados o tropezar al azar) y en algunos musgos se forman gemas, que se desprenden y pueden formar nuevas plantas (al igual que los amigos pueden formar nuevas relaciones de amistad con lo aprendido y vivido en una amistad verdadera o aprender del ejemplo de otros dos amigos para afianzar una vivencia personal y transformarla en otra donde el denominador común sea la franqueza integradora de la amistad).

La amistad no se puede juzgar ni analizar por momentos determinados, que son fotografías coincidentes con altibajos en una relación, sino como la esencia del fenaquistiscopio, donde varios momentos -buenos y malos- son observados desde el movimiento interior de afrontarlos en común para salvar las murallas que se nos presentan y con el empuje y la dinámica de amigos que quieren fortalecerse recíprocamente, validando así su carta de presentación como una verdad consolidada, porque la película de la amistad se genera a através del rodaje de la vida que nace y se desarrolla al interior de dos personas con vocación de amigos.

La amistad tiene disrupciones por olvidar los espacios de libertad de cada quién, al hacer acto de presencia la falta de respeto en los desacuerdos, por no darle mantenimiento, el desencaje por no integrar el valor agregado de los dos, tildando las actuaciones de snobismo, desactualizando el proceso de andamiaje a la inversa (por el que al subirse el andamio de tu amigo con el propósito de construir en tí algún valor destruido o atrofiado, no seas capaz de bajar el tuyo para permitir que crezca desde sus bases, fortaleciendo su estructura posterior, pensando que algún día tú levantarás tu propio andamio para edificar en él alguna virtud agenésica y tendrá que aceptar bajar su propio andamio para construírsela desde el sub-suelo).

La amistad no puede ser un paracaídas, donde te refugies y te ampares en el otro para evitarte golpes si te lanzas al vacío, sino más bien un sistema abierto donde aprendas y te permitan enseñar, un espacio que te genere angustia por realizarte y alegría por entregar.

A partir de la amistad se construyen otras relaciones humanas, pero si falla la amistad cojeamos de entusiasmo y euforia, estabilidad y confianza, valor y sujeción, fuerza y coraje, seguridad y calma para cristalizar sueños y esperanzas desde la relación con nuestros amigos, nuestros semejantes, nuestros novios, nuestros esposos, nuestros hijos, nuestros abuelos o nuestros nietos, en fin, con otros tantos seres humanos necesitados de un principio de amistad.



Dr. Juan Aranda Gámiz. 

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