miércoles, 4 de abril de 2012

MAMÁ, QUIERO ESTUDIAR PARA SER CIUDADANO

Si la inocencia de un niño o la desazón moral de un adolescente frustrado confesase algún día a su madre que "quiere estudiar para ser ciudadano" y no encontrase un aula, un cuestionario o un portal para rendir el examen de ingreso y así cumplir con su propósito, estaríamos coartando derechos y aspiraciones de las nuevas generaciones, por despreocupación, miedo o vacíos de planificación educativa.

Nuestra conturbación vendría dada por haber esquivado una inquietud o vivir un estado de estupor en el que no se reacciona ante las voces progresistas y clarividentes de quien espera cambiar una realidad de contrastes  y claro-obscuros por otra con un denominador común en nuestra preparación para una convivencia donde la constelación de menesteres y repartos, herencias y palabras, instituciones y callejuelas, verdades y promesas, no tuviesen callejones ni atajos, falsas costras ni gestos de media pulgada, menosprecios ni barreras.

Ser ciudadano implica algo más que ubicarse, por azar del destino o etapas de una reencarnación, en un mundo donde se requiere socializar hasta las miradas y las motivaciones, porque se vive intentando acaparar toda la información posible a fin de adelantarte a cualquier acontecimiento, alzándote con una victoria momentánea e irrealista, por cuanto el tiempo que se permanece expuesto a un prestigio y unas oportunidades "de avanzada" es directamente proporcional a tu afán de prepararte para superar peldaños de integración y a la calidad de la gasolina de verdad con la que te mueves por tu mundo, un minúsculo espacio de esta "aldea común".

No entiendo cómo no diseñamos manuales de aprendizaje para vivir respetando la libre expresión, el reclamo justo, la búsqueda de la verdad, el principio universal de igualdad de oportunidades para todos, la visibilidad de los derechos fundamentales, la propuesta de integración con inclusión, la justicia sin olvido, trabajando por un estado de bienestar común, la superación de las diferencias y las vallas, el ejercicio de escuchar, la liberación de los pueblos oprimidos, el despertar de una dignidad con esperanza, la humanización de la globalización, la libertad de la palabra y la caligrafía de las actitudes verdaderamente positivas y vivificantes.

Todos deberíamos hacer cursos de actualización para ser ciudadanos, descargando la sociedad de profesiones inútiles, intermediarias, obsoletas o desintegradas, proponiéndonos una aspiración noble y que resaltase nuestra condición de seres humanos, como tener un diploma profesional y otro de ciudadano, anexo a tu cédula de ciudadanía que, al fin y al cabo, sólo requiere tener aceptados tus derechos y deberes como el claveque, ese cristal de roca que se talla imitando al diamante (nuestro doctorado en ciudadanía).

Proponerse ser "ciudadanos" no debe contener una exigencia de ser "mejor" sino de aprender a "estar entre los demás", no implica tener una actitud "ideal" sino "aprender a ser" uno mismo ante la atenta mirada del otro, donde el trasfondo de ese diálogo esté cargado de verdad y respeto, no justifica "disfrazarte" para ser aceptado sino "visualizarte" desnudo de la farfolla material a la que nos aferramos para superar nuestra falta de integridad, con el anonimato de todo "ser humano que aspira a realizarse en el contacto con los demás" (pobres o ricos, inteligentes o pseudo-inteligentes, del norte o del sur, de la terraza de la marginación o del sótano de la indiferencia, del hoyo del tsunami o de los pueblos no contactados de la selva).

Ser aceptado para ser un ciudadano del mañana, en la facultad de la vida, es un buena nueva para el aspirante y para una sociedad que sufre los ataques, de forma pasiva y silente, de la irresponsabilidad, la discriminación, la inaceptación, la disgregación, la polución o hasta del código genético. 

Vivir, al fin y al cabo, es prepararte para estar presente "sirviendo" y recibir del otro "viviendo" en un ejercicio constante de aprendizaje "por la respuesta que recibes al entregarte" y aceptación "por la inclusión de tus actitudes en el árbol genealógico de la vida de tus días por este mundo", porque vas a formar parte de ese ejemplo del que van a mamar tantas otras generaciones durante su periodo de lactancia en la historia natural de la ciudadanía, esa etapa que transcurre desde que naces y hasta que formas parte de la facultad para ser ciudadano.

¿A qué edad puedo aspirar a integrar las listas de estudiantes para ser ciudadanos?, cuando estés preparado para hacerte la pregunta ¿qué puedo hacer para permitir que, a través de mis huellas, pueda generar una estela que sirva a otros para estructurar una sociedad cada día más justa, equilibrada, de iguales y propositiva de cambios?, sin  intermediarios ni mercados, sin listas ni listados, sin rejas ni fronteras, con la única doctrina de legar sociedades de las que realmente seamos merecedores y ciudadanos a quienes respetemos y sigamos como líderes, sin tintes políticos, económicos ni sanitarios, sólo por el hecho de habernos demostrado que pasar por la Universidad para ser ciudadano nos otorga el placer de dejar escrita una página más en este planeta, que pareciese olvidado en el universo pero que nos debemos impulsar a caminar para algún día decir que "La Tierra es el único lugar del universo donde estamos convencidos que hay vida porque se puede convivir -vivir con el otro- y estamos fielmente orgullosos de ser ciudadanos, con un diploma de ciudadanía que nos hace grandes y dignos de este recorrido en nuestro espacio de vida".

Al final, deberíamos agradecer al infante o al púber que quiere examinarse para entrar en la Universidad y estudiar para ser ciudadano, reflexionando sobre el edificio de esperanza que podamos haber construido para ellos en los años que no fueron perdidos y ello nos vislumbrará -a ciencia cierta- que vamos a entrar en otra sociedad diferente, más tolerante y de iguales, más equilibrada y justa, más sincera y real, pero sobre todo más humanizante y verdadera.

Dr. Juan Aranda Gámiz.

1 comentario:

  1. Te felicito Juanito: Genio y figura hasta la sepultura. Siempre fuiste noble, inquieto, altruista, generoso con la vida y con las personas...y por todo eso y por mucho más , moriras cara al sol, haciendo bien . Gracias por tu amistad.
    Un abrazo Malagueño y chao.

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