domingo, 11 de marzo de 2012

SIEMPRE DETRÁS DE TI

Nacemos como animales dependientes y ese vínculo es el único estímulo para seguir creciendo, pues si abandonamos la ligazón, como un cordón umbilical reflejo y dominante, nos sentimos disociados y a la deriva, todo lo cual nos conduce a desarrollarnos como invidentes en un entorno donde no tropezamos porque otro nos guía y nos conduce.

Nos creemos auto-suficientes pero siempre tenemos un ángel que pretende encauzarnos y dirigirnos, orientarnos o evitarnos golpes insensatos por nuestra incertidumbre, inexperiencia, inmadurez o dependencia, es una sensación conformista que se manifiesta por alucinaciones auditivas, al creer que alguien te susurra al oído -con voz complaciente y tierna- mensajes como este:"No te preocupes, estaré siempre detrás de ti".

El problema no se origina en la infancia, etapa en la que nos vemos abocados a una formación y a la búsqueda constante de soportes, guías, manuales del buen comportamiento o las normas de cortesía y urbanidad, elementos necesarios para vivir presumiendo de donde venimos, pero a veces innecesarios en nuestro propio contexto porque son utilitarios con lo que los teóricos de la educación creen, y así lo asumimos los mayores (padres y educadores), que es una norma básica que debiera ser integrada en  la sinecología de grupos y que puede resumirse en la bondad de educandos para resaltar y acrecentar el ego de los educadores, lo cual es un denominador común de todos los grupos humanos y en todas las sociedades.

En el terreno educativo somos tan poco originales que nos convertimos en pacientes sin estar enfermos, aunque pudiésemos ser etiquetados de enfermos de aporte y crítica, ya que la necesaria socialización de los criterios y los mensajes debiera conducir a una educación más participativa en las intentonas de adoctrinamiento y más permisiva con una dialéctica para la formación en valores, con objetividad, responsabilidad, comprensión y reconocimiento del valor añadido de un niño o un joven en continuo juego de reflexiones sobre su propia realidad y la que le tocará afrontar en un futuro próximo, lo cual le va a generar una ansiedad necesaria para que se produzca el despertar optativo por la crítica constructiva, al mismo tiempo que se produce el despertar hormonal.

El problema, definitivamente, es cuando somos partícipes de una sociedad, al alcanzar la madurez habiendo transitado por una adolescencia vacía de contenidos, necesitando de aquellas alucinaciones que nos obliguen a escuchar el estribillo constante "siempre estaré detrás de ti", pues entonces estamos abriendo la puerta para una sociedad dependiente, alienada, obstruida y en una orfandad de alternativas que caminen hacia lo inclusivo desde la discriminación y a lo sencillo desde lo superfluo, lo tolerante sobre la imposición y la participación muy por encima de la aceptación a regañadientes.

Es de recibo que tengamos la suerte de un voz de alarma o un soporte estructural y siempre a mano, posiblemente ese alguien que nos sugiera, con sus actitudes y sus miradas, que nunca nos va a fallar, como si estuviésemos siendo los benefactores de la teoría del andamiaje de Piaget, pero debemos aprovechar la oportunidad para reclamar un espacio personal decisorio a esa conducta alucinatoria y demostrarle que nosotros también queremos estar presentes en nuestro propio proyecto de vida, solicitando que nuestras ideas y nuestras decisiones sean el núcleo originario de nuestro comportamiento y aceptar que alguien nos guíe para moldear con sensibilidad y no con falsa tolerancia que acarree a una intromisión dominante, porque entonces pasaremos de ser enfermos de inexperiencias a pacientes crónicos de mutismo aceptado y conducidos a un coma inverosímil de gestos y aportes por un estado de confusión que permitimos que nos acallara y nos sumiese en un profundo letargo del que vamos a despertar manipulados en nuestros movimientos y controlados en nuestros impulsos.

Vivir debe ser algo más que la aceptación de una simple receta, logrando que este trozo de carne que representa nuestro cuerpo sea empanado con buenos ingredientes y enrollándolo con un toque personal, el que nos va a presentar a la sociedad con el liderazgo propio de quienes tienen comprometida la decisión con ser cada día mejores y aspirar a ser aún más en u mundo tan competitivo.

Hay que valorar la voz de quien desea acompañar nuestra existencia con un matiz proteccionista y siempre va detrás de nosotros, con la firme esperanza de que cada día nos parezcamos más a él o ella y que seamos las marionetas que caminamos, hablamos o nos comportamos por inercia. Al mismo tiempo, sin embargo, debemos analizar esa voz que nos alumbra y debemos imprimirle el tono y el timbre, la calidez y el voltaje necesarios para que nuestros objetivos se vayan construyendo con aportes, externos e internos.

Qué bueno sería alcanzar la madurez y seguir existiendo en el hoy y por siempre todavía, habiendo desarrollado el arte de una existencia participativa desde la generación de actitudes positivas y constructiva en la capacidad de destacarnos por haber llegado a la verdadera singularidad del ser humano que se enorgullece de sus éxitos y lucha por superar sus propios fracasos, con la asesoría constante de esa voz que te dice "siempre detrás de ti", pero que con tu proyecto de vida organizado va a tener que cambiar el mensaje y decirte, al comprobar tu sensatez de desarrollo personal "siempre contigo y, cuando me necesites, estaré detrás de ti"

A quienes sueñan con seguir siendo lo que que hoy son, sin perder parte de su ser por sentir que han dejado de serlo, en el afán de remover su dependencia y transformarla en en un "seré por siempre, todavía".

Dr. Juan Aranda Gámiz

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