domingo, 28 de mayo de 2017

¿DÓNDE ESTÁ EL CIELO?

Vivimos en un suelo al que hemos llamado "Planeta Tierra" durante toda la vida y, sin saberlo, estamos en medio del universo, en medio de un infinito al que llamamos "cielo" cuando miramos hacia arriba.

Nos arrepentimos de los errores que cometemos aquí abajo y seguimos soñando con ver el "cielo", a donde quisiéramos ir, en algún momento, en cuerpo o alma, para descubrir los secretos que aún siguen encerrados entre galaxias y agujeros negros.

Esto me trae a colación la relación entre lo posible y lo imposible, lo seguro cuando nos levantamos y lo inseguro cuando soñamos.

Muchos siguen el hilo del refrán y quieren seguir "con los pies en la tierra" y otros soñamos con ese otro carrusel de sueños que deben dormir en el cielo de nuestras ilusiones, donde se puede aspirar a crecer con las verdades que imaginamos.

A pesar de todo, el "cielo" a veces está en las palabras que suenan a consejos, porque vienen del alma que vivirá por siempre en el cielo.

El "cielo" está en las propuestas imposibles que sólo buscan satisfacer el beneplácito de quienes no creen tener derechos y llegar a consolar su dolor y sus vacíos con el esfuerzo de un alma soñadora.

Ese cielo que muchos ven y otros ni se lo imaginan, el que se cree que alberga las almas de oportunistas o gozosos, es el que se descubre cuando se siente la mirada de la tristeza y del abandono, sin explicaciones ni respuestas, el que nos descubre inermes ante preguntas existenciales que se plantean el por qué de la indiferencia y el maltrato.

El "cielo" que no se ve es el de quienes se superan a pesar de los limitantes, el de personas abandonadas a su suerte que supieron llegar a ser "personas de bien" y el de padres que nunca pudieron ser hijos, el de lamentos que buscan padres en la puerta de una casa cualquiera y el de un temblor que, al cogerte la mano, te despierta la sensatez por vivir en paz y armonía.

Hay cielos que parecen tener muchas estrellas, porque el roce te contagia de la paz necesaria para reconocer que se desperdicia la vida "en guerra" y los momentos "descontentos", aunque en algunos haya estrellas fugaces que te llegan al alma como las flechas de "Cupido" y te ayudan a colorear tu vida de otro cielo, que te hace más brillante y calmo.

Muchos cielos están en tus sueños, cuando te aferras a los abrazos y los apoyos, aunque no fuesen engendrados, porque en el amor que quedó escrito están las rutas que conectan los planetas grávidos.

No me preocupo de descubrir otros planetas con vida sino en señalar al "cielo" sin mirar para arriba, donde está la gente que nació para iluminarnos infinitamente.

El cielo no es la atmósfera sino la palpable realidad que se muestra verdadera y te da luz.

Tu amigo, que nunca te falla, te invita a descubrir ese cielo que tienes cerca y a aprender a ser el cielo para quien todavía no se siente iluminado, para que aprendamos a mirar entre nosotros con el telescopio del corazón más humano.

JUAN

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