viernes, 10 de octubre de 2014

¿TE GUSTAN LAS CANICAS?

He puesto mucha atención al ver a unos niños jugar a las canicas y siempre me pregunté si había algún secreto en esa bola que corre y rueda, porque en apariencia es un simple juego que no encierra mensajes y, sin embargo, es un libro abierto para el aprendizaje.

Las canicas permiten integrar más que la política y reunir a varios niños alrededor de unas bolas, como motivo principal de encuentro. Ojalá en la madurez fuésemos capaces de auto-convocarnos en las diferencias para que una bola de pasta o cristal nos acerque y nos obligue a observar y dialogar.

Una canica rueda por inercia y tiene el propósito de alejar a las demás de su camino hasta que entra en el hoyo, ese hueco que supone el alcance de tu objetivo, por el que eres capaz de quedarte con las canicas de los demás. A veces, tenemos metas y somos capaces de alcanzarlas sin importar lo que encontremos en el camino, por lo que debiésemos construir una reflexión crítica para que las canicas no arrastren ni despidan del camino de todos a los que llegaron antes o se impusieron por un movimiento más especial que el de las demás canicas.

Toda canica tiene un receptor "el hoyo", que la acoge y la involucra, al igual que las relaciones humanas, pues debemos siempre buscar ese cobijo y soporte que necesitamos. En muchas ocasiones, es importante buscar la complementariedad, desde la aceptación de tu incapacidad de caminar solitario y la manifestación abierta de que se necesita de los demás para emprender una lucha en cualquier propósito emprendido.

Las canicas transmiten curiosidad, a pesar de su uniformidad redonda y de tamaño similar, pero en su interior hay motivos y señales, dibujos y colores que las hacen particulares o singulares en la pluralidad. Todos debiésemos proponernos cambiar en nuestro interior, con el único propósito de ser diferentes en la pluralidad, pero que ese distingo nos irradie desde el interior y no se nos considere diferentes por la apariencia, la voz, los movimientos, las señales o los acompañamientos.

Las canicas pueden coleccionarse, al igual que pudiésemos coleccionar momentos de nuestra vida que repercutieron en nuestra forma de ser y actuar, desde el aprendizaje continuo de todo lo que nos rodea y la sencillez de las miradas de los demás, de las que debemos aprender a abrirles paso y que nos penetren para que deslumbren ese rincón negruzco que siempre hemos sido capaces de almacenar, como un trasto viejo y caduco.

Una canica es un objeto redondo, sin aristas, tal y como debiésemos presentarnos ante los demás, ofreciéndoles oportunidades y no amenazas a su deseo de integrarse o acercarse, dialogar o manifestarse tal y como son.

Las canicas nos involucran en el mundo de la competitividad, en ese espacio del cosmos donde se discute dialogando y se empuja caminando, se desea lo que no quieres que te pase y se descubren movimientos para empujar al que tienes a tu lado, por lo que esta propuesta de vida es la que debemos reclamarle también a las canicas, sin las cuales no jugamos ni competimos, pero con las cuales podríamos aportar a un mundo que no se mueve y que compite en exceso y sin escrúpulos.

Qué bueno sería rodar y tener un propósito, convocar a tu alrededor y procurar que las manifestaciones sean para complementar y construir, que la curiosidad sirva para que te inicies en el diálogo y no en la disputa, que su forma te de oportunidades de romper las amenazas que ponemos deliberadamente a los demás, en una actitud que llamamos erróneamente "competitividad"y que nos obliguen a cambiar desde lo más hondo de nuestra alma para procurar ser los mejores diferentes, con derecho a que otros sigan tu ejemplo.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

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