miércoles, 22 de octubre de 2014

QUIERO CREER QUE CREO

Hay situaciones que te ponen al límite de la fe, porque estás convencido que crees en que toda creencia es inmutable, pero tambalea tu creencia y eso te ubica al filo del concepto de ti mismo, porque no entiendes que la verdad te haya jugado una mala pasada.

Hay momentos en que quiero creer que nada ocurrió porque creo que no debió haber sido así y los momentos se transformaron, en algún momento, en menosprecio y vacíos.

Hay personas en las que se quiere creer porque te demuestran que su propia verdad no la complementan con otras verdades de más peso y, sin embargo, dejo de creer porque sus actitudes son tan dispares de sus propios valores.

Hay días en los que quiero creer que la naturaleza me va a deslumbrar y no puede creer que pueda llover con el nacimiento del sol o que, acostumbrados a ver destellos de luz, se nos despierte el interés por seguir sin creer que todo está ocurriendo a nuestro alrededor.

Hay minutos en los que quiero creer que yo soy yo y que vivo pendiente de las circunstancias de los demás, pero no creo que creer en mí sea motivo suficiente para que otros también crean.

Hay amigos que han dejado de creer en mi y mis relatos, pero quiero creer que ellos y yo debemos cambiar para acercar y estrechar distancias, porque a todos nos va a beneficiar una relación de amistad que entraña silencios y experiencias vivas.

Hay padres que quieren creer y no creen que los hijos siguen creyendo en ellos, porque lo quieren y lo desean, como el primer paso para creen en la vida y los ejemplos.

Hay brisas que quieren creer en las tempestades, pero creen que si el río suena es porque agua lleva, pero al mismo tiempo queremos creer en que no nos deben importar los comentarios y prejuicios, aunque también hay que creer en que quiero creer para poder prevenir situaciones a futuro.

Hay curas que quieren creen en que el mundo va a cambiar desde el púltipo y pronto se convencen que su tarea es seguir creyendo en que creen que los cambios son posibles.

Hay personas necesitadas que quieren creer en que otros creen en un mundo de iguales y diferentes, al mismo tiempo, pero con la envidia y el menosprecio, el aislamiento y las diferencias, empiezan a esforzarse porque no quieren creer que pueden seguir creyendo en que eso es real y probable.

Hay modos y maneras de sentir a los demás y sus verdaderos imposibles, pero lo real es empezar a querer creer que hay mucha verdad en las creencias de que las reacciones se acomodan a las expectativas.

Hay teclas que quieren creer que tocan y pulsan letras de desencanto y rabia, porque hay máquinas de escribir que sólo sirven para detallar lo malo de los demás y evitan señalar lo bueno y maravilloso de todos los que nos apoyan y nos manifiestan su cariño, por lo que seguimos creyendo que creemos en los demás y sus medias verdades.

Hay abuelos que quieren creer que sus familiares saben que existen y no se expresan con la iniciativa de quienes esperan creer que quieren seguir creyendo en todo y en todos, porque la tercera edad tiene mucho de arrinconamiento y poco de creencia y verdad.

Hay embriones que quieren seguir creyendo que pueden llegar a nacer y que los van a querer, porque el simple hecho de creer que creen en las salas de partos y los profesionales de la salud es para querer creer en el parto y el alumbramiento como algo espontáneo y vivificante.

Hay testigos que quieren creer en los acusados y dejan de creer en la justicia si nadie aplaude y todos cuestionan, porque también se desea seguir creyendo en que merece la pena creer en todos los posibles para seguir creyendo en los testigos.

Hay blogs que luchan por extraer verdades de donde sólo hay sombras y creen que pueden seguir creyendo en que no hay mentiras más allá de la luz de las relaciones humanas.

Hay zapatos que quieren creer en las huellas que dejan y dejan de creer en la arena que se borra. 

Con la creencia de que se quiere creer que creo de verdad en mi blog y las palabras que salen de mis manos, sigo día a día con mis reflexiones y creencias.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

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