sábado, 11 de octubre de 2014

MÁS VALE IR RODANDO

Si caminamos erguidos nos damos cuenta que la cabeza está a mucha distancia de nuestros zapatos y caminamos sin que nuestros pasos se hagan conscientes en ese mismo instante, un motivo más para pensar que con frecuencia metemos la pata.

Pero, también es cierto que el corazón está a medio camino entre nuestro cerebro y los dichosos zapatos, por lo que dar un paso debe acompañarse de unos latidos de entusiasmo o preocupación, cuando hay incertidumbre en el resultado, mucho antes de que convirtamos nuestro deseo en una actitud consciente.

Siempre caminamos de pie, orgullosos de lo que llevamos puesto y bien arreglados, como si las decisiones debiesen estar en consonancia con el perfume o el cuello limpio. Vemos, a diario, tanta pulcritud cubierta de intereses creados que me atrevería a pensar que se puede caminar sin tanto maquillaje ni vestidos de algodón.

Muchas veces me he puesto a pensar y creo que es tanto el camino que debe recorrer el impulso del pie que se adelanta, en su afán de dar el primer paso, que hasta que pasa por el punto del corazón y empieza a latir y, hasta que alcanza el cerebro, ya pudimos dar un mal paso.

Hay quien reprende y luego se siente agitado durante más de cuarenta y ocho horas para que, al final, cuando se ha dado cuenta del error apresurado, salga despavorido para pedir perdón por la escena de furor, envidia o celos que había representado.

En ocasiones, entregamos un trabajo revisado por encima y al dejarlo en su destino nos ponemos nerviosos, porque en ese instante pasa por nuestro corazón ese impulso de dejar el informe o la carta para la novia porque quisimos romper de repente, pero al pensarlo bien somos capaces de retroceder y buscar la fórmula para retirar el paquete que dejamos con tanta decisión y respirar profundo, si fuimos capaces de rescatarlo a tiempo, evitando así un mal mayor si su destinatario lo hubiese leído sin la suficiente meditación, o sea, el momento en que pasó por nuestro cerebro ese impulso que nació en el zapato.

Por todo esto y mucho más creo que deberíamos caminar rodando, así el impulso de dar un primer paso adelante lograría llegar al corazón en ese mismo instante y no sufriríamos por habernos equivocado, ya que inmediatamente alcanzaría el cerebro y seríamos capaces de rectificar a tiempo para no seguir metiendo la pata.

Y así no podríamos caminar, dando pasos erróneos, porque al estar acostados podríamos avanzar sólo las manos y servirían para acercar actitudes y aproximar distancias, con lo que los pasos que pudieran darse serían todos en el mismo plano y, por tanto, con escasa posibilidad de error.

Yo, sinceramente, estoy convencido que debiéramos vestirnos con un cuero resistente y rodar para mirarnos a la cara, pudiendo avanzar en todos los sentidos y pudiendo, además, acoplar los impulsos con los latidos y los caracteres con las emociones.

Ahora me imagino un mundo con un suelo basculante y que todos pudiésemos rodar, uno junto al otro, durmiendo en la misma posición y con ascensores para subir al último piso, donde nos esperase un trabajo reposado, para pelearnos con quienes no se desempeñan adecuadamente dándole una palmetada de ánimo, al mismo tiempo, porque trabajarían al unísono el cerebro y el corazón.

Creo que podríamos crecer y reproducirnos, envejecer y dormir eternamente, sin cambiar de posición, porque vivir caminando, con el cerebro distante del corazón y muy alejado de nuestros pasos, es un trastorno de la coordinación de sentimientos y emociones, por lo que siempre estamos con arrepentimiento y disculpándonos, abusando de la humildad para envilecer y aspirando a ser superiores por aplastar al contrincante.

En este caso no podríamos hablar de crecer sino de demostrar, porque todos tendríamos la misma posibilidad de estirarnos y nunca se hablaría de razas superiores ni culturas que adolecen de una talla promedio, no habría gigantes ni enanos, pues sólo nos acostumbraríamos a acercarnos por las miradas y a reconocernos por el tacto.

Sí, sinceramente, pienso que nadie llevaría bolsillos porque todo sería virtual, ya que la gravedad lo derramaría continuamente, creo que las medallas no servirían para lucir nada y el sol brillaría dando la misma sombra para todos y hasta el corazón daría sombra, lo que nos hace falta para reconocer quien lo utiliza bien y pesa por el contenido que alberga y en quien es hueco y transparente.

Quisiera ir rodando por la vida, me cansé de un mundo que va de pie y presume por el talle y la talla, la presunción y los aditamentos, el ruido de los zapatos y la forma de abrirse paso, los adelantamientos prohibidos y las prohibiciones de adelantar.

Quisiera ir rodando por la vida para evitar los señalamientos y las críticas, porque nadie podría ver más allá del cuerpo del otro, para esconder la vanidad ni el ruido de los zapatos, las hebillas distintivas ni el cuero, frente al harapo, porque todos saldríamos y entraríamos por la misma puerta y del mismo modo.

Gracias por seguir siempre ahí, espero tu opinión rodando. Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

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