martes, 4 de marzo de 2014

¿A QUÉ SE PARECE ESTO?

Aunque en apariencia nada es lo que parece y pareciera que hay algo en lo que aparenta ser, lo aparente nunca tiene más ni menos esencia que cuando se aplicó por primera vez y necesita reciclarse esa apariencia para hacerla más aparente a lo aparentemente verdadero. 

Todos conocemos los estilos de vida y los momentos que acompañaron la vida de quienes nos antecedieron, más o menos remotos, pero la dinámica del pensamiento nos debe conducir a actualizar el mensaje que quiso transmitir una actitud o una leyenda, ya que adaptándolo al momento puede perder parte de su verdad o quizás necesite un retoque y este sea el elemento necesario para comprender el mensaje que se quiso transmitir o la realidad que no se alcanzaba a entender y no por eso pierde contexto la expresión.

Cuando recordamos carnavales cogidos de las manos y disfrutando de un propósito común como correr y coger a alguien y encerrarlo en el círculo hasta que forme parte de esta cadena de manos e ilusiones, no se pretende que el juego se recupere tal cual, aunque sería interesante recuperar tradiciones y revivirlas, pero el pasado se sentiría satisfecho si ese juego que perduró sirve hoy para hacernos caer en cuenta de la importancia de buscar oportunidades para entrelazar aspiraciones y proyectos, desilusiones y ratos de diálogo más cercanos, procurando que nuestro propósito sea siempre seguir integrando más y más personas a la cadena, aunque algunos critiquen e intenten derrumbar nuestra apuesta por actualizar e incorporar el mensaje de los corros en nuestro estilo de vida, pero en la oportunidad que se brinda, la visión de abrillantar el pasado modernizando su lectura y la carga de libertad explícita necesaria para que otros puedan hacerte crecer desde la misión de festejar con entrega por los demás, a fin de que cada cual encuentre en el círculo o en el corro las garantías de satisfacción de sus necesidades más elementales o escondidas e incluso de sus planteamientos más recónditos e inusuales, está la satisfacción del deber solidario.

Convencernos de que la estática del razonamiento nos permite conocer mejor el pasado y así ampliamos nuestro bagaje cultural sin enfocarlo en nuestra vida presente, es el peor camino para construir un futuro lleno de huecos y con un suelo irregular.

La educación debiera partir de una recopilación del pasado que nos ayudó a ser lo que hoy somos y por lo que estamos aquí y ahora, pero haciéndonos siempre la pregunta ¿A qué se parece esto? y adaptar su mensaje al momento, siempre con el único propósito de que procuremos entender mejor lo que pasó y nos podamos cargar de la verdad que deba ser transmitida con ejemplos y contexto de la vida real, la que nos pega y nos maltrata, la que nos abre y cierra oportunidades.

Si alguien me preguntara por Martin Lutther King y el movimiento por los derechos civiles o la labor de Santa Teresa de Calcuta, dando su vida por los más necesitados, me haría la pregunta y ¿A qué se parece esto?. Hoy y ahora, en nuestros días, los derechos civiles están en los desempleados sin oportunidades o las mujeres sin derechos reconocidos y arrebatados por el sexo opuesto, por los niños que pasan hambre o los mayores que llenan las noches y los parques con harapos desechados y rasgados por el arrastre y la polilla de la indiferencia, frente a los que debemos entregarnos con apoyo o la necesidad de buscar adherencia y compromiso con los que menos tienen, en nuestra escuela o nuestro barrio, porque ahí deberá seguir vivo el espíritu de quien dio su vida por desvalidos y abandonados, excluidos y menospreciados.

Recitar de memoria la vida de estos personajes es apasionante y digno de aplauso, por lo que todos aprendemos de una fuente preparada, sutil, objetiva y sustentada, pero para entender bien el mensaje de lo que pasó y lo que ocurrió es necesario responder a la pregunta ¿A qué se parece esto?.

El camino, por tanto, cuando un nieto te pregunta por Jesús es explicarle que es la esencia que está en el alma de cuantos dignifican nuestra existencia sirviendo de apoyo y de guía, en los momentos que nos ayudan a re-descubrirnos en libertad y a valorar nuestro aporte porque hay quien nos sedimenta y barniza en nuestros principios con su ejemplo cargado de humildad y serio compromiso cargado de verdad y, si eso llega a motivarlo, buscará información en la historia para reconocer qué pasó en aquel entonces y contexto; al menos, le habremos respondido a la pregunta ¿A qué se parece esto? ¿A qué se podría parecer Jesús hoy día, para que entienda mejor lo que sucedió en aquel entonces?.

La educación, por tanto y para mí, debiera ir siempre desde la puesta en escena hasta el compromiso de integrarte en tu propia historia, de la que debes aprender a diario. 

Como médico, se debe sustentar la ética con el ejemplo constante y que el alumno busque y contraste entre tus actitudes, para siempre considerarte y seguir considerándote maestro, con lo que está escrito, de donde deberán surgir más preguntas que sigas actualizando y comprendiendo.

Para finalizar, si alguien me preguntara por las características de la cruz de Cristo, le diría que son los momentos de soledad y sufrimiento de quien padece un cáncer terminal o el abandono de un apátrida, la larga espera de una lista no depurada para que te llegue el turno de una cirugía a la que tienes derecho, el niño que sufre "bulling" y todo el mundo toma su dolor como un signo de debilidad o los hijos que deben taparse los oídos por las continuas peleas de los padres, la de abuelos abandonados en frías residencias y la de personas menospreciadas y perseguidas por cualquier tipo de motivación no justificada y, a veces, hasta vacía de ética y moral.

No olvidéis que responder a la pregunta ¿A qué se parece esto? es la mejor respuesta para empezar a preocuparnos por nuestro pasado, primer paso para pensar en transformar nuestro futuro.

Vuestro amigo, que nunca os falla.

JUAN

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