lunes, 17 de febrero de 2025

De ocurrencia en ocurrencia, a precio de saldo

 

Cada día nos despierta una ocurrencia brillante, sin un diseño lógico ni un trasfondo humanitario, pero aprendemos a digerirla porque somos parte de la audiencia y, poco a poco, vamos acostumbrándonos a la impunidad que acompaña a un impulso, aupado por una posición de liderazgo, que se transformó en un desacierto y terminó salpicando la esperanza.

He escuchado que alguien quiere comprar países, o renombrar la geografía, como si ese alguien quisiera competir, en fuerza y ocurrencias, con el oso polar, como el mayor depredador terrestre o se atreviese a susurrar a Anaximandro de Mileto, como el primer cartógrafo, para que rectificase nombres ante de publicar su primer trabajo.

Hay intentos por reescribir el obituario de Jimmy Carter, pretendiendo adueñarse del "Canal de Panamá", como si un geo tactismo inhumano estuviera desplazándose en el ideario de la ambición humana, muy por encima de los Tratados y los Acuerdos internacionales.

Un arrebato incoherente, aunque luego se intentara matizar la ignorancia puntual, como tropiezo verbal, condicionó que otra ocurrencia arrastrara la esperanza desmedida de lo fácil a un descalabro financiero, por lo que ahora se reclama y todo quedará, de nuevo, "a precio de saldo".

Se propone acordar sobre lo que ya está acordado y surge una movilización en base a una nueva ocurrencia, pretendiendo generar un acuerdo para manifestar el desacuerdo global, cuando la ocurrencia primaria va camino de cristalizarse "a precio de saldo".

Alguien es señalado y acepta el señalamiento, pero se le tuerce el dedo para que este señale en otra dirección, a la que todos miramos, aún a sabiendas que es otra ocurrencia, quedando expectantes ante una resolución que nos despistó y seguimos absortos porque cada vez es más difícil resolver lo que tuvo respuesta, para que "a posteriori" algunos terminen frotándose las manos "a precio de saldo".

Todo salpica porque la gran mayoría siempre está cerca y la mejor estrategia es llevar en el maletín un impermeable, de quita y pon, para aparentar pulcritud en las formas y, al final, las palabras y las acusaciones saldrán "a precio de saldo".

A  alguien se le ocurre establecer una ruta de doble sentido, como un eco migratorio, enseñándote a aceptar el regreso del bumerang y abriéndole paso para que golpee tu propuesta, por la que recibirás un escudo social, sólo acordado entre las partes y los Tratados seguirán ilesos "a precio de saldo".

Un entusiasta reúne a ingenuos para hablar de las ocurrencias de un pseudo-estratega y nadie acierta a ponerle el cascabel al gato, aunque las diferentes ponencias depositarán la confianza en una portavocía que pretenderá convencer a todos que la estrategia está en marcha, aunque al final se acordará que se estuvo de acuerdo con que todo se solucionara "a precio de saldo".

Nadie debe menos de lo que gana, porque hemos aprendido a tener más de lo que necesitamos y siempre habrá quien te regale por encima de lo que te mereces y luego te robará lo que no era tuyo, con la ocurrencia de que le proyección  social es un despilfarro que sirvió para que otros ganasen el pan con el  sudor del de enfrente y la honestidad verá que, poco  a poco, del accidente salió todo el mundo ileso "a precio de saldo".

Tu amigo, que nunca te falla, te invita a prepararte para descubrir un verdadero ocurrenciómetro, que sea capaz de medir la ocurrencia que permita que todo salga "a precio de saldo".




Juan 


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