miércoles, 24 de enero de 2018

CADA DESPEDIDA ES UNA LECCIÓN DE VIDA


Como ser humano me ha tocado escuchar despedidas de pacientes que consideran que deben hacerlo, por el simple hecho de que han recibido una llamada de algún lugar y en algún lenguaje muy concreto, anunciándoles que deben detener su marcha en esta vida y preparar las maletas.

Aún estando de acuerdo en que todos vamos a viajar, en uno u otro momento de nuestras vidas, lo que impacta y sobresalta es la forma de despedirse de cada quién, no sé si porque cada quien escucha de modo diferente el mensaje o porque quien lo anuncia no lo ajusta a la personalidad de todos y cada uno de nosotros.

Y es que algunos pacientes, enfrentados al reto de patologías que van mermando sus energías y agotando sus deseos, simplemente levantan la mano y solicitan un alto para transitar en paz, y sin sobresaltos, de este mundo al otro, sugiriendo al profesional que no siga intentando ir a contracorriente.

Un ser humano, en una ocasión muy concreta, viéndose abandonado a su suerte y en la más sencilla humildad de la acogida en la que se encontraba, quiso marcharse transmitiendo su legado mientras me tomaba la mano, confesando una vida de altibajos y excesos, con lo que se despojó de un hábito maltrecho que condicionaba su existencia y su abandono prolongado.

Hay personas que sienten un dolor inmenso al no sentirse preparados, por tareas pendientes en su vida o proyectos inconclusos, con lo que pretenden buscar ayuda y exigen un control constante de los mínimos detalles, queriendo hallar la luz en medio de las sombras y logran respirar el tiempo suficiente para estabilizar su vida y, al recibir la segunda llamada, empiezan a sentir la paz que siempre acompaña a quien está llamado a transitar espiritualmente por esta ruta de la vida al más allá.

Me ha tocado vivir experiencias de seres humanos que reconocen que ya no verán la luz después de una intervención quirúrgica y se despiden antes de entrar bajo el efecto soporífero de la anestesia, conocedores que la mesa de quirófano será su testigo más fiel de la transición que les está esperando.

A veces, pensamos que en la siniestralidad no ha habido espacio para la despedida, pero si fuésemos capaces de ahondar en nuestros recuerdos y revisar las llamadas que nos hacen a lo más profundo de nuestra alma reconoceríamos que en esos segundos -antes de ser asesinados o de sufrir un accidente mortal- siempre se acordaron de nosotros y nos dejaron una esquela para que la revisásemos en silencio.

No podemos negar que cada edad tiene su modo de despedirse y por eso los niños toman la mano de sus progenitores antes de expirar, los abuelos esperan pacientes la mirada de sufrimiento de quienes más quieren y los solidarios de corazón salvan en el último instante a sus compañeros para irse con la alegría de dejar parte de su existencia (como amigos, parejas, padres o abuelos) en este mundo.

Y parte de esta lección de vida es el reconocimiento fiel de que algo ocurre, que hay una predestinación que está ahí latente, que todos aceptamos por necesidad la partida y que la despedida tiene un mismo lenguaje, el que cada cual interpreta y transmite.

Tu amigo, que nunca te falla, te recomienda que te plantees este momento en tu vida y aprendamos de las lecciones de vida de cuantos fueron viajeros en el tren de la vida, en la estación que les tocó despedirse para siempre.


JUAN 


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