jueves, 23 de febrero de 2017

NO TODO TIENE UN COMIENZO


Creemos que todo tiene un principio y, si no lo encontramos, dudamos también de su existencia y por eso hablamos de la Creación y ponemos un origen, cuando Adán y Eva fueron creados, pero hasta en eso tenemos ciertas vacilaciones y argumentamos que el uno se lo hizo del otro, pero ...y el otro ¿de dónde vino?

Vemos un largo camino y nos vamos al origen, donde nace esa carretera, arrancando desde otra vía principal que le procuró su propia vida para que pudiera conectarse con un pueblo cercano. Pero, aún así, nos inquietamos y seguimos buscando el origen a la carretera.

Nacemos y buscamos a nuestros padres, algunos tardan toda la vida porque no estuvieron presentes en el momento del nacimiento y su búsqueda se engrana con la de otros que creen no tener orígenes y no dudan en romper con todo hasta estar convencidos que saben de dónde partió la idea de dos seres adultos por ser padres y que se confirme que es la razón de que él o ella vinieran a este mundo.

Encontramos un saltamontes y queremos saber la especie, el género, la familia y todo lo que identifique sus orígenes y lo defina para toda la vida, porque hay que clasificar nuestro hallazgo.

Escuchamos un comentario y le seguimos el hilo porque necesitamos reconocer de dónde partió ese bulo, quién lanzó el primer grito que justifique la necesidad de corregirlo para evitar que el aire siga arrastrando más mentiras, más allá de cualquier frontera.

Buceamos y precisamos eliminar una burbuja de nuestra boca para saber el camino que toma y así poder llegar pronto a la superficie, antes de que se agote el oxígeno en nuestra botella, porque allí es donde nos sentimos seguros y flotando en el comienzo de nuestra zambullida.

Escuchamos tardíamente una carcajada y precisamos encontrar la palabra que desbordó las primeras impresiones y despertó la suspicacia de unos cuantos para poder hacernos eco de la moraleja o la gracia escondida y poder comentarlo luego ante otros amigos, esperando la misma sonrisa abierta.

Sin embargo, nos despertamos bruscamente al salir agobiados de un sueño que nos cercaba las esperanzas y encontramos razones para explicarlo en el devenir de los días pasados, pero no hallamos el comienzo, porque todo es una suerte de conflictos que influyen en la temática de lo que soñamos.

Escuchamos una mentira y no encontramos el comienzo, porque nunca hubo una verdad que la desencadenara, por lo que el círculo nos devolverá siempre al engaño que se quiso transmitir y nos alejamos, con el tiempo, del inicio de tal decepción.

Aplaudimos un gesto espontáneo y desconocemos, asimismo, dónde surgió el impulso, pero tenemos que viajar al fondo de nuestro pulso diario, con el que arremetemos -sin saberlo- a favor o en contra de algo o alguien, pero no hay una catapulta ni un gatillo que dispare con tanta fuerza.

Hacemos algo por obligación y queremos buscarle la razón en algo más que un deseo aceptado, aunque sabemos que la imposición no deja espacio para aplaudir un movimiento que no cuenta con un espacio de libertad.

Un paciente terminal escucha una llamada y se despide convencido de su viaje, pero nadie le preparó las maletas y no se puede saber de dónde viene el autobús que lo recogerá, porque tampoco tiene ruedas el medio de transporte.

Alguien se aleja de nuestro lado y nos vamos quedando solos, pero nadie se atreve a preguntarse por qué todo tuvo que acontecer en el mismo momento si no ha ocurrido una interposición de planetas ni hubo un complot anotado.

A veces, tenemos que aprender que "no todo tiene un comienzo" porque nosotros podemos estar en el comienzo de ese algo que nació con nosotros, porque hemos sido capaces de provocar o aunar, impulsar o determinar.

Y cuando algo no tiene comienzo sino que ese principio somos nosotros mismos, es porque somos culpables reconocidos e inocentes gotas de agua que se tienden a evaporar y cargar nubes de esperanza -y no nubarrones de tormenta- que se descargarán luego para humedecer las huellas de los demás.

Es cierto que no todo tiene un comienzo, aunque es seguro que debe tener un final y nuestra obligación es ubicarnos allí, al final, para analizar con miradas hacia atrás dónde estará el inicio y allí nos encontraremos caminando y en cada paso que demos nos seguiremos alejando del principio.

Y si no encuentras el comienzo de algo, que sepas que el principio está en ti y en lo que hayas sido capaz de haber aportado en la vida de los demás.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN 

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