domingo, 12 de febrero de 2017

NO HAY AMOR SIN AMISTAD




           Para quienes creen en la amistad, como el mejor camino para encontrar el amor lleno de locura





Por: Juan Aranda Gámiz




Cuando un ser humano se entrega en un proyecto de pareja debe haber conocido previamente la amistad, porque ser amigos es necesitarse para estar cerca y convivir en la distancia, algo tan sencillo como eso. 

Hay seres humanos que creen en el amor sin haber atravesado el desierto de una amistad, donde salpican a diario los granos de arena y se presentan los espejismos, cuando la sed te obnubila y los oasis parecen sueños.

Se celebra "San Valentín" y se piensa que ya hay un espacio para reconfortarse porque alguien está cerca de ti o porque tienes un derecho adquirido a que te abracen y te besen, por lo que estamos contribuyendo a generar un estereotipo de afiliados a la fiesta y no invitados a la fiesta.

El 14 de febrero es un día para recordar no sólo que el amor debe estar presente todo el año, tal y como lo interpretamos, sino que los gestos no se pueden ir de nuestro lado, detrás de los que deben esconderse impulsos cargados de verdad y entrega.

Pero este día es también ocupado por el sentimiento noble de la amistad, esa forma tan especial de sentirnos bien con nosotros mismos por tener un alma gemela, por sentirnos escuchados y apoyados, acompañados e impulsados.

Sinceramente creo que no se puede querer si antes no se ha sido amigo, aunque nos costara trabajo superar la amistad para enamorarnos, aunque nunca comprendamos que ya estábamos enamorados cuando ese ser humano entró a nuestras vidas con la amistad como propuesta.

Es lógico deducir que preocuparse por un-a amigo-a nos viene desde ese rincón del alma donde también se cobija el amor verdadero, el que sólo pretende el bien y la felicidad del otro con nuestras actitudes más espontáneas y verdaderas.

Levantarse y llamar a tu pareja "amigo-a" es para festejar el mejor día de San Valentín y esperar que caigan las flechas desde cualquier punto cardinal, porque la brillantez de las palabras se sienta arrastrada por la plenitud de los sentimientos más sensatos y hermosos.

Y es curioso que no luchamos por ser amigos sino que sucede y luego nunca nos atrevemos a declarar nuestro amor, cuando la chispa ocurrió durante los segundos en los que se estrechó un poco más de lo normal ese lazo de la amistad.

Y si reconociésemos, durante toda la vida, que antes que enamorados o esposos fuimos "amigos" y que las claves de los diálogos y las críticas deben ser en términos de "amistad", facilitaría las relaciones humanas y las haría más ancladas en la adolescencia, con alma de seres responsables, por lo tanto más sencillas y llevaderas.

Nos definimos por lo que somos en el presente y, aunque nos cueste airearlo, somos siempre la consecuencia de lo que construimos durante nuestros momentos de amistad, porque el amor que ahora profesamos a nuestra pareja lo empezamos a armar con el amor a nuestra madre y familiares, a nuestros amigos-as y a nuestros líderes.

Imaginad un lugar donde la razón de dependencia con nuestros líderes fuese de amistad y la claridad y el diálogo franco fuesen los elementos de toda campaña política, las decisiones se tomasen con el amor de quien no desea hacer daño a los suyos y las contrariedades se superasen escuchando el corazón de un amigo.

Pensad en las lágrimas de despedida ante una mascota que se nos va o el abuelo que se despide, ante el poeta que puso punto y final a sus versos o el luchador que fue acallado, si estuviesen humedecidas con una dedicatoria de amigo y no de desconocido, de seres humanos amigos y no de tele-espectadores distantes.

Debemos reflexionar en el hijo amigo y el vecino que comprende la amistad, en el vendedor de la tienda que actúa como amigo y el periodista amigo, en el vagabundo que necesita amistad y el dirigente que no puede sobrevivir sin amigos, porque al fin y al cabo debemos vivir en un mundo lleno de amigos, aunque sólo nos enamoraremos de quien nos brindó su amistad para toda la vida a nuestro lado y la aceptamos con el corazón de un amigo único, sin flechas ni corazones, dedicatorias ni aplausos de trastienda, miradas obsoletas ni compromisos forzados y rancios. 

Yo, personalmente, creo que "no hay amor sin amistad" y me alegra estar rodeado de amigos insustituibles, amigos verdaderos, amigos de la vida y, algún día, también de amigos de la muerte, porque en el más allá deberá construirse también una historia de amor que antes deberá ser de amistad.

Con un deseo de que este día no os diga mucho más allá de que debéis reconocer a los amigos antes de enamoraros de las personas y que hay un año entero para llevarlo a la práctica, se despide vuestro amigo, que nunca os falla.


JUAN 

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