martes, 4 de marzo de 2025

El lenguaje gestual se ha hecho mayor

 

Las palabras, como casi siempre, han perdido su sentido diplomático y han dado paso a los ex-abruptos de los gestos. Y son estos los que se han ido incorporando en el lenguaje coloquial, intra-familiar, o incluso paterno-filiar.

Se señala más, porque faltan palabras para detallar lo que se tiene que transmitir en algún momento  concreto. Y es por eso que los gritos estén de actualidad, que el negacionismo inaceptable esté de moda o que acorralar a alguien y señalarlo sea una estrategia "de quita y pon".

Si cualquier avance hacia la normalidad debe incluir un lenguaje gestual de odio y menosprecio, con cortes de manga que no aceptan ortografía alguna, lo normal que nos espera es lo peor de la espera.

El mundo no plantea ni lanza sugerencias para que hablemos, con templanza,  al referirnos a un enemigo. Hay que transmitir una rivalidad de contrastes que es poco edificante  y, si se acompaña de gestos amenazantes, parece que va más acorde con los propósitos.

Se debiera planificar el interrogatorio con el ánimo de extraer respuestas convincentes, aún con la posibilidad de rebatir los argumentos en el transcurso de un diálogo "al uso".

Sin embargo, es notorio que se estudian los gestos que pretenden amedrentar, ya que así se hace presente el salvajismo de la condición humana. Se ha aprendido a interpretar las ofertas, en este teatro donde se plantean dudas y medias verdades, con la sombra del miedo y e sin pizca de compresión alguna.

Y de tanto usar el lenguaje gestual que obliga, condiciona o tergiversa, se ha hecho mayor una conducta imperativa que no deja espacio para una discusión serena, sensata y propositiva.

Los niños no tienen paciencia para escuchar y aprender de los relatos, porque se ha aprendido que lo impuesto debe visualizar el poder aprendido.

El padre está para enseñar y del que se debe tomar el ejemplo, acompañándose de un lenguaje de gestos que enfatizan la verticalidad en la transmisión de hábitos, e incluso de caracteres.

El lenguaje gestual transmite la picardía del momento, así como también podría relatar la aceptación de las diferencias, aunque sigue definiendo los escalones de la incomprensión y no el horizonte que nos debe unir a todos.

La única bandera que nos unirá, en el futuro, debiera ser la de los gestos normalizados que no aceptan interpretación tergiversada y el único acuerdo de paz que debiera ser aceptado, por todos, tendría que incorporar, por imperativo legal, un lenguaje gestual cargado de compromiso y comprensión mutua.

Tu amigo, que nunca te falla



Juan 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario