No hay eso que llaman "humildad" en todos los centros comerciales, porque no todo el mundo come una ensalada de humildad si está cansado de degustar hipocresía en el menú del día.
Hay muy poca "humildad" en las cartas de los grandes restaurantes, porque las papas aliñadas con rabia o la carne con salsa de ironía están sobresaliendo entre los platos calientes.
Casi no queda "humildad" en las pescaderías, porque los mariscos que se alimentaron de algas sólo conocieron la pedantería en las aguas profundas.
Nadie conoce la "humildad" en la frutería, porque sólo se puede saborear la acidez y la aspereza de la vida, el dulzor amargo y la incertidumbre de lo desconocido.
Es muy raro encontrar la "humildad" en la panadería, porque la levadura es egoísta y la harina espolvorea las noches de un carnaval de desenfreno mentiroso.
Y nunca pude encontrar "humildad" en la licorería, porque cada trago está cargado de desaire, rencor y odio.
Y, entonces.... ¿dónde puedo comprar un litro de humildad?
En la mirada sincera que busca otra mirada amiga
En el dolor del desencuentro que busca un reencuentro
En el día distante que espera acercarse para saludad y escuchar.
En la postura que espera llamar la atención de quien no puede caminar
En los primeros pasos de quien lucha de verdad por un proyecto para los demás.
Hoy he comprado medio litro de humildad. ....¿y tú?
Tu amigo, que nunca te falla
Juan
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