jueves, 15 de marzo de 2018

DE QUÉ NOS HA SERVIDO


Cuando analizamos la historia comprobamos la actitud predispuesta y convencida de quienes descubrieron el fuego, con el único afán de comunicarse, alejar a las alimañas, preparar la comida y abrigar el sentimiento de hospitalidad, sobrevivir en los climas fríos y hasta crear un lenguaje con el humo que se desprendía.

Si nos remontamos al descubrimiento de la rueda se visualizaba la posibilidad de triturar el alimento, arrastrar animales, desplazar cargas, movilizarse y engrandecer el sentido de convivencia aprendiendo a comunicarse, con el afán de conocerse e intercambiarse, aprender y dejar improntas, mezclarse y establecer fronteras.

Y si pensamos en quienes intentaban desarrollar su arte, plasmando en las paredes de las cuevas la imagen de lo que habían visto, con palos y tintes naturales, sangre y areniscas, trazando hazañas o describiendo cacerías, no se imaginaban que estaban aportando parte de su historia de vida para el conocimiento de generaciones futuras y despertando el interés por transmitir un legado cultural.

Al inventar herramientas se forjaron los primeros pasos para mejorar la calidad de vida en la preparación de alimentos, al tallar figuras y propiciar los grafos más primigenios para una escritura incipiente y se empezaron a dar órdenes y a redactar normas.

Cuando el clima influía en el nivel de vida de las primeras poblaciones se iniciaron las marchas y migraciones, lo que condicionó la diáspora que luego fue engrandeciendo nuestro genoma y hablando bien de nuestro posible origen común, aunque algunos crean en pueblos más favorecidos y otros menos agraciados.

Y se descubrieron los materiales y se quiso construir lo necesario para albergarse y protegerse, ahuyentar las fieras y cuidar a todos los propios, incluidos en tribus o poblados, transmitiéndose las verdades de generación en generación.

Y mientras el descontento empezaba a hacer huella en las primeras comunidades surgió la protesta de los primeros habitantes en lugares públicos, donde todo el mundo alzaba su voz y encontraba la respuesta a su eco, hasta que los consensos se imponían y ahí surgió el primer vestigio del verdadero germen de política y democracia.

Sin embargo, me pregunto, de qué nos ha servido el fuego sino para quemar evidencias, destruir bosques, contaminar el ambiente, apoyar las guerras, motivar la destrucción de cadáveres, esconder la falta de criterio, quemando en la hoguera o incentivar las luchas noctámbulas frente a los que no comparten nuestro criterio más radical, a nivel religioso, social o político.

Igualmente me pregunto de qué nos ha servido la rueda, que más allá de permitir un proceso de globalización por tierra, mar y aire, se siguen levantando muros y fronteras donde siguen muriendo personas con más preguntas que respuestas y se siguen proponiendo normas para evitar que los accidentes, por excesos o por odio, se sigan presentando en las portadas de los principales rotativos de las ciudades más importantes del mundo.

No sé de qué nos ha servido la pintura rupestre cuando hoy se intenta comercializar con las obras de arte, cobrando por aportar con una obra en la que hay que descubrir lo que se esconde, si antes se regalaba el legado con el sentido más democrático, al aire libre, para que fuese parte del patrimonio de una humanidad, cuando todavía hoy hay que pagar una entrada para entrar a un Museo, que debiera ser parte del proceso de formación de todos los escolares en el mundo.

Realmente no sé de qué nos ha servido la herramienta más tosca y desarmada, cuando la sofisticación ha llegado a nuestros días y no sabemos para qué sirven algunas de ellas, involucionando hasta el extremo de considerar que nos puede sustituir, cuando antes se pretendía crear implementos que nos apoyaran y hoy las usamos para condicionar y alienar, manipular y hasta convencer de lo que no tiene posibilidad de ser comprendido, a veces incluso hasta para matar.

Tampoco sé para qué nos ha servido manipular el barro y fabricar figuras, si hoy todo lo convertimos en barro. Ni de qué nos ha servido tanta reunión anónima, expuestos a ser señalados en las plazas y foros públicos, si hoy nuestros representantes políticos no están a la altura de un diálogo con respeto y las normas responden más a los intereses de unos pocos que a las respuestas que se pretenden dar a las necesidades de las grandes mayorías.

Y de qué nos sirvió tanta mezcla, a partir de las migraciones y el sacrificio de pueblos enteros, si hoy sigue habiendo la misma diáspora, por motivos bélicos o religiosos, y no somos capaces de encontrar la razón de ser de la convivencia más noble y aparentemente digna.

Tu amigo, que nunca te falla, se pregunta ¿de qué nos ha servido tanto avance?, si en muchos momentos de nuestras vidas mereceríamos vivir como seres primitivos, a veces con el deseo de descubrir algo positivo para mejorar nuestra convivencia y no con el calor de intentar destruir lo que se ha venido construyendo a lo largo de tanto recorrido de historia.


JUAN 

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