martes, 21 de mayo de 2013

CAMINA EN SILENCIO

Vamos por la vida hablando de nuestros sueños y compartiendo las últimas noticias, pero desconocemos que el mejor mensaje siempre lo llevamos dentro y es el que construimos cuando caminamos en silencio, sin hablar de uno ni del otro, sólo fijándonos en los pasos que queremos seguir y en las puertas que otros nos están abriendo, pues es la mejor carretera para llegar a destino, si tu objetivo es ser cada día más verdadero y tu propósito es no fallarte a ti mismo en tu proyecto de vida.

Estudiamos, miramos al aplaudir y pedimos cualquier cosa, pero todo queremos hacerlo notorio hablando y discutiendo, como si los demás no se hubiesen percatado que estamos también ahí y en ese momento, con lo hermoso que es callar y observar, como si nuestra participación en esta vida fuese un anonimato y escoger la mejor opción, la que nos enseñe una estela de paz y direccionalidad en nuestros pasos, ese ser humano que sea capaz de demostrarnos que merece la pena seguir e imitar en silencio.

Salimos a la calle y necesitamos vociferar y saludar, parece que el cuerpo no se lavase por dentro si no compartimos a la luz del día y contando chismes e historias construidas en el día anterior, aunque la verdad de caminar está en avanzar caminando en un sentido, con rumbo y conociendo el destino, pero ahí sólo se puede llegar cuando a tu lado se presenta un estímulo, quizás una voz apagada que nos devuelve el entusiasmo por pasear disfrutando de la estela que va dejando, porque esa historia de vida nos entusiasma y nos apasiona seguir y aprender a reflejarla en nuestras huellas.

Ponemos nombre a todo lo que nos rodea para enriquecer la lengua y poder comunicarnos, para aprender a expresarnos y a señalar, como si al llamar a un balcón por su nombre se doblasen las rejas de emoción. Pienso que sería más interesante mirar en silencio y preguntarse por qué se hizo, de dónde surgió la idea, quién tuvo la habilidad magistral de ubicar ese objeto donde está y dirigirse a un archivo o una biblioteca para comprometerse en aprender más de todo lo observado, comprendiendo que ese es el verdadero camino para llegar a entender el qué, el por qué y el cómo, antes de repetir ese nombre hasta la saciedad.

Nos imponemos sanciones por la contaminación acústica, pues nuestro ruido puede afectar la vida de otros seres o especies, alterar el descanso o incluso condicionar un estrés innecesario a seres calmos y paciegos, aunque fuesen desapercibidos. Pero no debemos callar por miedo sino por el interés callado de aprender a escuchar los silencios, ya que detrás de ningún ruido puede ser más estridente una queja y allí debemos encauzar nuestros esfuerzos en un mundo que debiera ser más solidario.

Aplaudo el cine mudo porque había más momentos de risas y penas en nuestras vidas, al ver figuras en movimiento, porque era más interactivo al indicarle al personaje que no se fuese por allí porque le estaban organizando una emboscada y luego comentando a quien no vio esa trama ni ese guión que nunca estuvo escrito, pero que fue oportunamente registrado y compartido, porque el director de la película nos quiso embaucar en la vida de un ser humano con problemas para que también caminásemos detrás de él en silencio.

Deberíamos proponernos el día del silencio, para que todos aprendamos, desde nuestra actividad diaria o proselitista, académica o de expendio, oratoria o labores campestres, en la construcción o en el diseño, en el trabajo manual o en el mundo informal, en la actuación o en el espacio, a caminar en silencio, a hablar con las manos y a gesticular con el cuerpo, a transmitir interés y a comunicarnos con nuestros pasos, a señalar caminos y a invitar con los ojos, a regalar sonrisas y a fruncir el ceño cuando tenga desacuerdos, a buscar en el trastero de las bibliotecas para aprender más sobre alguien o algo y a transmitir mensajes con nuestras actitudes.

Estoy seguro que el silencio en el camino, entendiendo camino por una propuesta de vida, es aprovechar el tiempo para seguir siendo tú mismo en un mundo plural y diverso, donde mirar te hace crecer y escuchar te provoca sonrojo, donde la verdad sea tu propia meta y tus pasos sean los motivos que les des a otros para que sigan siendo como el tú que debes seguir mejorando y para que tú sigas esperando que los demás no dejen de ser ellos mismos y te aporten lo necesario para que tú, al mismo tiempo, sigas creciendo como ser humano y social.

Camina en silencio y el silencio hablará con la voz del ejemplo, pues no hay mejor ejemplo que despertar pasos en la estela que vas dejando. Gracias, Antonio Machado, por esa reflexión tan sabia "Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: el despertar y para despertar hay que soñar en un mundo distinto, con el único propósito de despertar después de haber caminado en silencio, la fuente viva de la enseñanza y el aprendizaje del buen vivir.

Vuestro amigo, que nunca os falla.


JUAN

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