miércoles, 20 de marzo de 2013

TÚ CAMBIAS, EL HORIZONTE NO

Miramos al frente si estamos en un descampado y observamos una linea imaginaria donde pareciese que el cielo se une con la tierra, borroso y alejado; ese es el horizonte que pensamos que está al alcance de la mano, pero que necesitaríamos mucho para ir en su búsqueda y tocarlo por un minuto, tanto que cuando creamos que estamos cercanos se nos aleja de nuevo y volvemos a verlo distante y hermoso, con reflejos y pareciese que algunas llamadas que te invitan a seguir en su búsqueda.

El horizonte siempre va a estar a lo lejos y va a estar representado por el mismo dibujo y una similar neblina de colores y paisajes, tonos cálidos y terrosos sobre otros suaves y azulados, en el día, mientras que la obscuridad de la noche y la luz de la luna nos dibujan otro rincón sin igual para detenernos, reflexionar y reconstruirnos.

¿Cuándo llegaremos?. La verdad es que nunca, porque el horizonte nunca se nos va a acercar, ya que somo nosotros, con nuestro esfuerzo, los que determinaremos nuestras metas y la visión del horizonte es la misión que nos encomendamos para seguir caminando, con la esperanza firme en que el alcance de nuestros objetivos es -o llegará a ser- tan sublime y esplendoroso como el verdadero horizonte.

El horizonte nos invita a formular un proyecto o un recorrido, emprenderlo y avanzar, día a día, en la tarea de ir tocando esa baranda para apoyarnos y descansar del esfuerzo de haber superado otro escalón más, porque a pesar de que siempre estemos igual de lejos, al final reconocemos que vamos creando en nosotros una refrescante idea de que lo estamos logrando.

Tocar el horizonte es sentirnos satisfechos con haber despejado esa incógnita de lo imposible y lo deseado, pues con el descubrimiento de esa energía extra que nos impulsa a desarrollar todas las estrategias necesarias para disfrutar de lo deseado, vuelve a surgir otro interrogante, basado en otro imposible y otro deseado, con lo cual nuestro horizonte, en la edificación de quienes seguimos siendo en nuestro recorrido en este mundo, se asemeja al verdadero horizonte.

Si algún día claudicamos y nos quedamos contentos con un primer alcance y no seguimos formulando más incógnitas y desplegando más entusiasmo y valor, se nos acabó nuestro horizonte y todo se ha convertido en un espejismo, creyendo que ya tocamos ese horizonte que es inalcanzable por propia definición, con lo cual ya estamos preparados para descansar y morir, porque hemos dado por finalizado nuestro afán de superación y nuestra motivación por seguir siendo nosotros mismos, como guía y ejemplo para otros.

Vivir con horizonte significa reconstruir nuestro proyecto de vida con nuevas preguntas y propuestas, desarrollar innovadoras metodologías para luchar por ideales, como soñadores irrenunciables, emprender caminos de descubrimiento de esa verdad que nos seguirá haciendo singulares y únicos, al mismo tiempo, para seguir reavivando la llama de nuevas convicciones, a fin de superar barreras y engrandecer nuestro estilo de vida, como patrón de conducta a seguir.

¿Qué generaciones estaríamos construyendo si dejáramos de esforzarnos por darle sentido al horizonte de nuestra misión como seres humanos?.

Vuestro amigo, que nunca os falla.

JUAN

No hay comentarios:

Publicar un comentario