viernes, 8 de junio de 2012

SOLO HAGO MI TRABAJO

Qué falta hace reconocer que tu vida tiene un valor por lo que eres y por lo que aportas, por lo que tu deuda con la sociedad puede ganar o perder valor, todo depende de si tu empeño y tu formación diaria se convencen  de que estás creciendo como ser humano y eso se refleja en tu aporte diario y en la respuesta serena y fría que debiéramos dar si nos preguntaran ¿cómo te va? y contestásemos "sólo hago mi trabajo".

Queremos ser eruditos en todo y expectantes de todos, por lo que adoptamos diferentes roles que escapan a nuestro terreno de aprendizaje, más allá de que estemos abiertos a influencias y deseemos seguir llenando nuestro bagaje cultural y profesional. 

Hay días que vigilamos y otros que revisamos, algunos otros encuestamos y pocos criticamos, pero todo podríamos hacerlo después de que terminemos nuestra tarea diaria diciendo "sólo hago mi trabajo".

Hacer sólo mi trabajo significa que soy capaz de dar lo máximo como ser humano, al servicio del otro, manifestándome con sensibilidad, proximidad, comprensión y cordialidad, pero al mismo tiempo también implica aportar en mi vida profesional o en la actividad que desarrollo a diario, con el máximo de eficiencia y calidad, mejorando siempre lo aprendido para regalar ese plus que nos descubre como entusiastas del aprendizaje continuo y prestos a condicionar una enseñanza actualizada, basada en la evidencia, descubriendo los vacíos que han de rellenarse con el esfuerzo y la investigación diaria, a fin de que nuestros alumnos o quienes nos miran y escuchan tengan la convicción plena de que nuestro trabajo estuvo pleno de esfuerzo, dedicación, reflexión, compromiso y entrega.

Cuando digo "sólo hago mi trabajo" es porque también llego a casa, después de cumplir las dos tareas anteriores, para llenarme el depósito de responsabilidad y participación en la vida de la familia, removiendo banderas sexistas para llenar espacios de cariño y consejos, imprimiendo ejemplo y soporte para tus hijos, llevando apoyo y cercanía a todos tus familiares, allí donde seas necesitado y tu presencia sea capaz de despertar un minuto de esperanza y desahogo.

Repetir "hago sólo mi trabajo" es también prepararte para opinar con libertad, participando activamente en la construcción de una sociedad del mañana, donde las libertades y las oportunidades sean la llave para abrir caminos que llenen los objetivos de las nuevas generaciones.

Pero decir, a últimas horas de la noche, que "hago sólo mi trabajo" es soñar con que cumpliste tus propias expectativas y esperar hacerlo mejor el día de mañana, porque de ilusiones y sueños debe cargarse la monotonía del mundo en que vivimos.

Y habrá días en que no tengas horas de trabajo activo y puedas dedicarlo a liderar grupos o incluir personas marginadas, convocar oyentes ante la lectura del evangelio o integrar movimientos a favor de una necesidad no satisfecha, porque eso da sentido a nuestro rol social.

Y si aún te queda tiempo, gritar que "sólo hago mi trabajo" significa leer en las conductas y las actitudes para prepararte y mejorar, porque en algún momento debe haber alguien que te necesite y sólo con tu observación podrás devolverle lo aprendido, sólo así comprenderá que dices la verdad cuando respondes "sólo hago mi trabajo".

Al fin, llegan las vacaciones y entonces hay momentos para sacrificar el sol, el monte o la playa, por minutos de atenta escucha de historietas repetitivas que cuentan nuestros mayores, para coger del brazo a una persona abandonada y regalarle una hora de tu paseo diario, para mantener un hábito casero de lectura y discusión con los tuyos, lo que servirá de ejemplo para los más pequeños y también comprenderán tu respuesta constante "sólo hago mi trabajo".

Y hasta en las oraciones se debe pedir por todo aquel que esté lejos o cerca, siempre necesitado, aunque debe abrirse una ventana para pedir fuerzas y no fallar en tu asignatura pendiente cuando te examine un hijo, un abuelo, un hermano o un compañero, pudiendo validar siempre tu respuesta "sólo hago mi trabajo".

Al morir, antes de expirar, habrá que mirar a tu alrededor y esperar que los demás te puedan decir, con la boca llena y el alma satisfecha "te echaremos de menos, pero te puedes ir en paz porque sólo hiciste tu trabajo".


Juan Aranda Gámiz

1 comentario:

  1. Es por todo esto que vale la pena vivir, si pensamos que al final de cada día no sólo conseguimos el pan para la mesa sino que también pudimos contribuir al maravilloso y perfecto PLAN DE DIOS....podremos esperar un nuevo con día con entusiasmo....para hacer nuestro trabajo.
    Un abrazo
    Xavier

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