martes, 22 de septiembre de 2020

CIEN DÍAS Y ALGUNOS MÁS


Acostumbramos a creer cuando han transcurrido los primeros 100 días en la vida de quien prometió introducir cambios, hacer modificaciones oportunas y tomar las primeras decisiones para lograr levantar las alfombras, hurgar en los cajones y recoger inquietudes.

Después de esto nos exigimos mayores esfuerzos y pedimos más compromisos, arrancamos tímidos aplausos por considerar que ese es el camino y regalamos algunos días más para esperar mucho más de lo prometido, condicionando con ello un cambio en el estilo de vida.

Arrinconamos nuestra propuesta en una esquina y quedamos pendientes de valorar lo que se nos da, por enfocar los esfuerzos en lograr cambios, cuyo denominador común sea el bienestar de todos, sin beneficios particulares para unos pocos.

La suma de todos los efectos provocados por movimientos desorganizados será siempre negativa, pero el producto del esfuerzo conjunto, mantenido en la visión de un equipo, que orienta sus pasos con objetivos prefijados, redundará siempre en la seguridad y confianza de quienes dependerán de sus decisiones.

Están haciendo falta algunos días más, muchos más de otros 100, para estar seguros del desconocimiento de la realidad y la negación a aceptar los condicionantes que vivimos, de la opacidad que cubre la mascarilla y de las protestas de grupos poblaciones que, mirándose al interior del bolsillo y a la cara de sus hijos, estudian a diario la incertidumbre del futuro y siguen reclamando derechos que no se cubren con palabras.

Amanece y ya no hablamos del día que ha pasado, sino de la oportunidad que se sigue perdiendo, porque los mismos problemas se hacen añejos y las soluciones aparentes siguen en remojo.

Recorremos el interior de las personas con miradas de atención plena y descubrimos la anarquía de deseos que los invaden, apelmazados en órganos internos que han creado un callo frente a los consejos improvisados y las alertas sacadas de la chistera.

Removemos en las calles que barremos y la basura nos intoxica y amedrenta. por eso caen tormentas y sana el agua de lluvia que se rocía sin cuotas preestablecidas y el suelo mojado luego evaporará las inmundicias que quedaron escritas.

Al levantar las alfombras se desprenderá un olor a conveniencia pactada y desaires acordados, por lo que se nos atasca la respiración y se ahogará, poco a poco, nuestro deseo de aire puro.

Es bueno esperar, pero mucho más de lo anunciado en los primeros 100 días, porque ese es el juego que tiene el cerrojo de las puertas que abren el mundo de lo políticamente incorrecto.

Tu amigo, que nunca te falla


JUAN


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