lunes, 6 de noviembre de 2017

PASO A PASO

En muchos momentos de nuestra vida queremos llegar al destino sin pensar en lo que dejaremos en el camino, porque la ilusión y la propuesta de vida, en ese momento, es alcanzar -simple y llanamente- nuestro propósito.

En otras ocasiones detenemos nuestra marcha y nos desvanecemos tempranamente, agotamos nuestros deseos sin causa aparente y renunciamos a cualquier intento de alcanzar lo que nos proponemos, abatidos en la cama o en un rincón y llorando nuestro agotamiento temprano.

Somos incapaces de renacer de las cenizas y ahondar en nuestras verdades para dar pasos de gigante y superar las adversidades, fortaleciendo nuestros pasos y dándole brío a nuestros gritos de lucha propositiva.

Por todo ello, tanto por el agobio de lo desconocido como por el ímpetu desmedido, nos sentimos vacíos por no haber aprendido a disfrutar de la tarea constante de avanzar y la ilusión desaparece pronto, los esfuerzos no son aplaudidos y las verdades dejan de construirse día a día.

A veces, agradecemos los vítores que nos brinda la vida por haber alcanzado la "Tierra Prometida" antes de tiempo, a golpe de suerte o fortuna, pero en otros nos cobijamos en los brazos de apoyo de quienes desean impulsarnos para levantarnos del nuevo fracaso al que llegamos predestinados.

Ni el ejemplo se genera por llegar arriba de un rato a otro ni por la capacidad de resignación. La lucha no admite aplausos ni excusas cargadas de tristeza. La lucha diaria, la tenacidad de los empeños imposibles, la soledad de los vaivenes de la vida, el empuje del deseo más ferviente, el sentido de la marcha y el relato de los momentos tensos son los que darán sentido real a cada paso que demos en nuestro proyecto existencial.

No se vive para llegar sino para caminar. El camino está ahí para disfrutarlo y aprender de los senderos y la luz de las mañanas, no para encontrar atajos ni para acercarse a un rincón de sombra, ahogado de desesperación, negándose a caminar.

Los pasos que des, más o menos planificados y organizados, te permitirán sembrar semillas por doquier, arrastradas en la suela de tus zapatos, te curtirán la piel por una luz que te vigila y acompaña, sentirás que cada gota de sudor expresa el tesón y las ilusiones resquebrajadas, añorarás las voces cercanas y te enfrentarás a lo desconocido, hasta que lo hagas parte integral de tu personalidad.

Paso a paso evitarás sorpresas inesperadas y disfrutarás de las certezas que acompañarán a la seguridad de seguir siendo tú mismo, administrando tu propio caminar.

No hay mejor camino que el que se construye, paso a paso, pues sólo está el suelo que te soporta pero el camino lo haces tú.

Tu amigo, que nunca te falla



JUAN 

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