sábado, 30 de julio de 2016

IMÁGENES, PALABRAS Y GESTOS


IMÁGENES, PALABRAS Y GESTOS
Por: Juan Aranda Gámiz


Una imagen es lo que ves en los demás y se te queda impregnado en el cuerpo, es una vivencia que te llena hasta el fondo, una experiencia que te supo a gloria y pretendes ponerla en el álbum de tu vida y contemplarla hasta que puedas repetirla con quien tengas a tu lado.

Una palabra es la voz de alerta que te descubre y te alienta, te aconseja en tus indecisiones y te despierta en tus apagones de conducta.

Un gesto es la sensibilidad presente, el cuerpo que deja caer una sonrisa que puede interpretarse o la mano que crees que se extiende para pedirte limosna y te está dando -como regalo- la posibilidad de que le ayudes y reconozcas su tiempo perdido, mientras te mira.

Una imagen te motiva a seguir en pie y a caminar pensando, a entristecerte si no hay reparo o a entusiasmarte con el recorrido que la vida le permitió a algún acto humano, te puede sorprender si aprendes y te abruma si no lo esperabas.

Una palabra tiene tantas caras como intenciones y tantas lineas como caminos para oírla, tantas recetas para prepararla como abonos para cultivarla.

Un gesto nace del alma y se pega a nuestro cuerpo disfrazado de impulso, viene de esa hondura que desconocemos y se acerca a la superficie de nuestros actos para hacerse visible y respirar aire puro, para mirar tu cara y conocer tus expresiones.

Una imagen se desdibuja si no crees en ella y resplandece si crees que tú la podías haber dibujado. Está ahí para encuadrar el momento y hacerlo irrepetible o para olvidarlo, después de mejorar el aporte de quien precisó haber estado a la altura de las circunstancias.

Una palabra duele más que un golpe y acaricia más que un gesto de cariño, impone más que el dolor ajeno y sensibiliza mucho más que un consejo.

Un gesto, sin embargo, nos ayuda a aprender sin estudiar nada de memoria, enseña el camino y el sendero, abre un espacio para la reflexión que construye y alberga.

Una imagen no atiende a prejuicios ni teme a los comentarios, no se esconde de nada ni de nadie, pues sólo está ahí para quien quiera mirar y cuando desee tocarla, porque en su perfume está escrita la esencia de la conducta humana.

Una palabra nunca está vacía porque la cubre la lluvia y la refresca el viento que arrastra tus voces interiores.

Un gesto nunca se presenta en sociedad ni cumple la mayoría de edad, porque camina seguro de la madurez de sus movimientos y su capacidad de embarazarse de ejemplos que van a ser copiados y transferidos.

Una imagen nunca se mira al espejo, porque aunque se vaya quien se mira siempre permanecerá el mensaje.

Una palabra nunca come porque se alimenta de la experiencia que ha vomitado la vida.

Un gesto siempre camina en compañía de la verdad, porque no hay espacio para la imitación en una actitud sin mancha.

Una imagen es un caminante que va silbando por la carretera de las etapas de la vida y sabe cómo está creciendo la esperanza, porque espera encontrar la sabiduría de seguir siendo él mismo.

Una palabra es un asiento vacío al que le encuentra espacio un ser necesitado de descanso y en el alivio se va transmitiendo el tono implícito de los gestos que se esperan desencadenar y abrir.

Un gesto nos descubre como seres sociales y peregrinos, samaritanos de las incongruencias y visionarios de las indiferencias, astutos ante los caprichos de las ambiciones y profundamente serenos ante los olvidos innecesarios y opacos.

Tu amigo que nunca te falla


JUAN 


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