sábado, 26 de julio de 2014

¿POR QUÉ HABLAMOS?

Hablamos para sentir que otros nos miran y somos capaces de decir lo que ni incluso pensamos.
Hablamos para que podamos seguir sintiendo la necesidad de hacerlo.
Hablamos porque los demás nos consideran profesores de lo que no se está hablando.
Hablamos por necesidad de seguir manteniendo nuestro ego.
Hablamos para convencer y arrastrar a una propuesta sin sentido.
Hablamos para extraer una enseñanza de las críticas.
Hablamos para no perder la oportunidad de liderar.
Hablamos para entender que sólo así se puede integrar a un grupo de seres humanos.
Hablamos para reunir a personas a nuestro alrededor.
Hablamos para convencer aunque no haya razón para hacerlo.
Hablamos para dar fe de lo que vemos y oímos.
Hablamos para contar una historieta que todos desean escuchar.
Hablamos porque somos los únicos que no tenemos un bocado de comida en la boca.
Hablamos para repartir un mensaje.
Hablamos porque es nuestra misión educadora.
Hablamos para ordenar.
Hablamos para buscar un aplauso, a veces no merecido.
Hablamos por imperativo de la convocatoria.
Hablamos para responder a una pregunta que la consideramos interesante.
Hablamos porque hemos estudiado una situación
Hablamos porque queremos poner en marcha una estrategia.
Hablamos de alegría al reencontrarse.
Hablamos para intentar poner las cosas en su sitio.
Hablamos para buscar la excusa perfecta.
Hablamos para justificar lo injustificable.
Hablamos para compartir una verdad.
Hablamos cuando nos sentimos acosados.
Hablamos al confesarnos.
Hablamos para dar nuestro criterio.
Hablamos para explicar una situación.
Hablamos porque creemos que tenemos criterio.
Hablamos porque estamos leyendo.
Hablamos cuando estamos inspirados.
Hablamos cuando estamos aprendiendo.
Hablamos si nos sentimos amenazados.
Hablamos en voz baja.
Hablamos gritando.
Hablamos en nuestra más triste soledad.
Hablamos para corroborar algo.
Hablamos en reuniones familiares para opinar y nada más.
Hablamos de lo que otros hablan.
Hablamos por hablar
Hablamos de los acontecimientos de la vida diaria.
Hablamos durante los sueños.
Hablamos durante los procesos de recuperación.
Hablamos si nos sentimos impresionados.
Hablamos para agradecer
Hablamos para orar y rezar.
Hablamos para invitar.
Hablamos para menospreciar.
Hablamos para auxiliar.
Hablamos para implorar.


Sin embargo, hablamos muy poco sin abrir la boca y desde el corazón.

Tu amigo, que nunca te falla.


JUAN

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