jueves, 17 de abril de 2014

HOY QUIERO COMPARTIR MI PADRENUESTRO

PADRENUESTRO
Juan Aranda Gámiz
Loja (Ecuador) 17-04-2014

Padre nuestro y de todos los que nacimos al mundo donde tú viniste, empapado de diferencias y humeante de discrepancias, ayúdanos a sentir la cercanía de la humildad y el samaritanismo con los que llegaste a revolucionar nuestras miradas.

Padre nuestro que estás en el cielo o dónde cada cual te quiera encontrar, pues me imagino que también tomas café, te subes a los autobuses y apoyas al valiente que soporta lo mismo que tú en la cruz, bien sea por humillación, discriminación o manipulación.

Padre nuestro que quisiste transmitir el mensaje que la santidad empieza por dar testimonio de tu sufrimiento con la cruz a cuestas, para que en el futuro haya santos entre la gente corriente y seglar, el necesitado de los demás y de aquel que en la mirada sólo lleva verdad entre las lágrimas.

Padre nuestro que debes hacernos llegar por correo tu plano de este mundo para que modifiquemos las aristas que dividen y nos enseñes a difuminar nuestro ego para que sólo haya ciudadanos del mundo que viajemos en una sola clase, sin preferencias en la atención y sin desigualdades aparentes.

Padre nuestro que decides cuándo y dónde se debe hacer tu voluntad, pues necesitamos purgar nuestra sociedad de los que están victoriosos de poder y agotados en su empeño, para que un ejercicio espiritual les permita compartir la satisfacción de tantas victorias y superar los muchos agotamientos.


Padre nuestro que debes tener muy claro lo que deseas para la tierra, desde el cielo y para el cielo, desde la tierra, porque necesitas viajar más a nuestro mundo y convertirte en figura expectante y trasplantarnos nuevos tejidos de coraje, fe y esperanza.

Padre nuestro que nos das el pan de cada día y que precisamos que te des una vuelta para que nos enseñes mejor a ganar el pan con el sudor de nuestra frente y regalarles pan rancio a quien siempre anhela ganarse el pan con el sudor del de enfrente.

Padre nuestro que debes perdonar nuestras ofensas cuando hayamos sido capaces de perdonar primero y cambiar después, porque para algunos es muy fácil la oración con la que intentan cambiar al otro para que luego le acepte como centro de su vida y sus defectos de carácter, su vara de dominio y su corazón maltrecho, como si fuésemos cuartos de alquiler.

Padre nuestro que debieras cambiar la oración para que no generásemos tantas tentaciones y viviésemos libres de prejuicio y animados por la fuerza interior que nos das con cada manifestación de tu paso por la vida de todos, pudiendo decirse “Permítenos descubrir a tiempo aquellas tentaciones que nosotros mismos creamos y que nos van a permitir pensar y luego caer”, pero me refiero a las tentaciones de quienes siendo hermanos crean cada día más para perjuicio y tristeza de los demás, sin haber recibido ninguna amonestación cristiana, desde dentro y fuera de la Iglesia.

Padre nuestro que nos debes ayudar a despojarnos de mentiras y coyunturas, envueltas en plegarias que suenan a un comportamiento que tú nunca tuviste cuando viniste de vacaciones a un mundo con otros actores, pero con la misma decadencia de valores, adecuados a nuestras tristes necesidades y ambiciones, un ambiente contaminado de pecadores que disfrutan de una aparente vía libre para seguir trotando entre tanto corazón partido y más esperanzas muertas.

Padre nuestro que todos los días me permites decir “Amén” porque estoy de acuerdo contigo y me llena tu voz y tu apoyo, procura que nos acordemos de los mártires de las familias que pierden a un miembro o no pueden comer y súbelos a los altares, pues ya hace falta que vayamos sustituyendo a quienes comprobemos que no hicieron tanto como ellos.

Padre nuestro que debes obligar a todos los habitantes del mundo a que acudamos a un curso intensivo para que aprendamos a elaborar nuestro proyecto de vida, tuyo también, porque te llames como te quieran llamar no habrá  mejor planificación que aquella que nos permita tener como ´único objetivo “No fallarte nunca, como ser humano ni profesional”.

Padre nuestro, hoy quisiera cambiar la oración que suena a pertenencia y llamarte Padre de todos, porque todos tenemos derecho a tener un padre como tú y tú no eres más de unos que de otros, no estás dibujado en ninguna bandera de ninguna secta sino que iluminas y das sombra a todos los corazones que necesiten palpitar con tu compañía.

Padre nuestro que nos permites en esta Semana Santa aprender el significado de la incomprensión de hoy día, a la que tú te sometiste, de la verdad que debe transmitirse pura y con sentido, como tú la manifestaste a pesar de que te iba a conducir al Calvario, del dolor del aislamiento, el hambre, la desnutrición, la falta de satisfacción de necesidades básicas, la discriminación y la sumisión, como tú pasaste tu propio dolor palpable en tus heridas, entendiendo que tu sangre derramada es el palpitar de corazones que esperan un mundo con una camisa nueva.

Padre nuestro que nos impulsas a comprender el Calvario de la soledad, la enfermedad, las diferencias sociales, las brechas en salud y los silencios que quieren sonar a olvido, las actitudes que se creyeron caducadas y los golpes en el pecho que no se sienten, de los desconectados de la realidad y de los que esperan seguir siendo no contactados.

Padre nuestro que nos demostraste la humildad de la cruz hasta con el perdón a quien te clavó la lanza para manifestarnos el esfuerzo del perdón y la calima de los corazones grandes, para que siempre agradezcamos la sinceridad de nuestras convicciones enjugando nuestra boca de palabras de disculpas comprometidas.

Padre nuestro, gracias por enseñarnos a morir en paz con las maletas bien hechas, porque precisamos de un boleto de despedida que hayamos comprado con antelación, después de haber demostrado con nuestros actos que mereció la pena que lo pusieran a nuestra disposición.

Padre nuestro, gracias por resucitar porque me imagino qué habría sido este mundo si ya todos te hubiesen olvidado o sustituido, porque estamos acostumbrados a ordenar nuestra realidad según los antojos y no los principios, atendiendo más a nuestra apetencia que a nuestra sed de ti.

Padre nuestro que quiero acordarme de ti en esta Semana Santa como el hombre invisible que logra más cambios interiores con menos inversión y quien ha logrado reunir más que distanciar, animar más que desatender y apretar más que soltar.

Padre nuestro, gracias por ser mi  padre, hoy se lo voy a decir con la boca llena a todos los hermanos que encuentre en mi día corriente y nunca me cansaré de repetírtelo en mis oraciones, porque esta relación de amistad la voy a mantener desde que nos presentaron en la pila bautismal y algún día, estoy seguro, nos conoceremos personalmente.

Padre nuestro que debes acordarte antes de quien te necesite más que yo, enséñame a no fallarte jamás y ayuda a eliminar las facturas que extendemos, -en papel o electrónicas- para cobrar por nuestros actos, porque antes debiésemos pagar la factura de nuestros comportamientos rebeldes y marginales, manchados y con errores.

Padre nuestro que debes enseñarme a jugar con quien disfruta con el aire, dedicándole saldo a todo el que nos reclama y descubriendo la paz interior en el apoyo  a los demás, que no sufras mucho con la Cruz de esta Semana Santa y que el dolor de los clavos y la lanza no sea una agonía porque te vamos a ayudar a soportarlos.

Padre nuestro, recibe esta carta de un hijo que no tiene perdón por su atrevimiento y espero ansioso un mensaje donde ponga “Recibido” con el sello “Secretaría del Cielo” y si se cree oportuno que ahí mismo se pueda fotocopiar para quien quiera leerlo.

Un abrazo para ti, fuerte y grande, desde mi propia Semana Santa




JUAN 

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